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SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

POCO DESPUÉS DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Ponzoña permanecía junto a Guepardo y Caracabra, mientras el Capitán atendía al primero, cuya vida parecía a punto de escapar de su cuerpo. Entendía del agotamiento y del sufrimiento que debían haber padecido, además del dolor de sus heridas, pero no entendía su demora en informar.

-Caracabra, habla ya. ¿O te han cortado la lengua y se la han arrojado a los chacales?

Pero igual que él reclamaba, Matagatos también lo hacía. Y debía obedecer.

-Dedos, Rastrojo, Pelagatos. Venid aquí -ordenó-. Pelagatos, haz una guardia perimetral montado en tu caballo. Te quiero rondando el campamento como si fueras un leopardo con hambre. Capitán, permiso para Palomita la acompañe en otra montura -pidió, consciente de que la soldado de caballería vivía actualmente en un limbo sin mandos directos-. Dedos, Rastrojo, vosotros formaréis parte de la segunda expedición junto conmigo. Preparaos para partir rápidamente. Armas y armaduras listas y que no os falte un odre de agua, así como una ración de comida llegado el caso.

Se desplazó un tanto.

-Campaña, Uro, seguid con las guardias de vigilancia. El Cabo Barril será, en mi ausencia, a quien debáis dirigiros para instrucciones -dijo al tiempo que lanzaba una significativa mirada a este, dejando en sus manos a los Hostigadores activos que quedaran atrás-. Khadesa, Serpiente, ayudad en cuanto podáis. Caracabra, descansa.

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

POCO DESPUÉS DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Frontera se detuvo en seco cuando Capitán pasó a su lado, y de largo, en dirección a Guepardo. Así que se dio la vuelta para seguirle, y casi se estampa de bruces contra la coraza de la inmensa mole que era el Cabo Barril, que se había puesto detrás suyo.

Perdón, señor -esquivó al orondo oscuro y de un trote se puso a la altura de Capitán y comenzó a darle el informe mientras se agachaba junto a Guepardo y empezaba a examinar sus heridas. Detrás suyo, unos cuantos más se arremolinaron, curiosos por enterarse de las noticias.

Mi Capitán, seguimos huellas de unos campesinos desde el lago al templo, donde parece que hacen ofrendas para la protección de su poblado como la efectuada anoche por el Mago Serpiente, como ya hablamos. Desde el templo seguimos las huellas hasta un camino rodado. J-junto al camino encontramos un... cadáver... colgado de un poste, creemos que conservado mágicamente, lo que nos dio bastante mal yuyu y que parece que señala el lugar donde comienza la senda hasta aquí -dijo Frontera, yéndose un poco por las ramas-. L-la cuestión. Todo parecía indicar que el camino, en sentido noroeste, llevaba hasta un poblado. Probablemente a menos de media hora de marcha. P-pero... mientras íbamos hacia allí... -Frontera se empezó a poner un poco nervioso- a-algunos oímos un grito de mujer. Pensamos que si había alguien en apuros y ayudábamos nos serviría como buena carta de presentación en el pueblo. Después de todo usted ordenó que encontráramos aliados -tragó saliva, antes de proseguir-. Pero llegamos a un claro donde no vimos a nadie, salvo Guepardo, ¿que parecía estar viendo a Palomita? De repente, aparecieron una docena de seres zombi, como los Caminantes, pero estos eran pequeños, de orejas puntiagudas, y eran condenadamente rápidos -dijo, él mismo acelerándose-. Aquel lugar parecían ser unos túmulos, y su nido. Nos defendimos como pudimos, pero ya veis lo maltrechos que hemos acabado. Y-yo... aunque Dolor y yo estamos bien, no consideré prudente continuar, viendo el estado de los demás... -terminó Frontera, algo compungido.

Resultó que no podía irse a su tienda  a masticar su amargura, todos allí pidiendo informes, con prisas, ordenando unos y otros sin parar, y nadie del grupo de exploración atendiendo a los reclamos de los jefes. ¿Iba a tener que ser él, otra vez, el que se saltase la cadena de mando para las explicaciones pertinentes? Si así era, adelante. Pensándolo bien, quizás hasta fuese el más adecuado, si Lombriz no era importante para nadie, mejor que las culpas recayesen sobre su persona, en vez de otros que sí parecían más queridos. El segundo líder Frontera se le adelantó, aunque omitió ciertos detalles. Lombriz pensó que había que acarrear con las consecuencias, al menos él tenía que hacerlo con las suyas, así como ensalzar las virtudes del resto y minimizar las malas decisiones de algunos.

—Eres un insignificante hombre, inútil, enclenque, lento, retrasado, por eso no te quiere nadie— Dijo una voz profunda en su cabeza, como salida del pozo más hondo y oscuro jamás visto.

—Lombriz el inútil, Lombriz el inútil, Lombriz el inútil— Acompañó otra, chillona y repetitiva, infantil.

—Estábamos mejor con el amo, Mito, bien lo sabes, todo era alegría y servidumbre fiel— Finalizó una tercera.

-Hmm- Lombriz negó con la cabeza y dio un paso al frente, cojeando con su pie amoratado.

-Señor líder Capitán, Marchamos por buen camino gracias a las dotes del líder Guepardo por un camino del bosque, como bien ha dicho el segundo líder Frontera- Comenzó pausadamente, con calma.

-Encontramos el cadáver de un hombre desollado, atado a unos postes con marcas rituales, los insectos y demás carroñeros parecían haber respetado el cuerpo, pues estábamos todos seguros de que ese cuerpo llevaba ahí años, un hombre joven, de nuestra edad, aunque bastante flaco, no sabemos si era un aviso de los peligros de la zona, o un castigo por algo, el caso es que el que hizo aquello, se aseguró de que fuera un trabajo perfecto, para que conozca usted, señor líder Capitán, algunos detalles más del asunto-

Miró al resto del grupo de exploración, y en sus ojos se podía ver una disculpa por volver a tomar la iniciativa en asuntos en los que no debía.

-Continuamos por el sendero, había muchas marcas de pasos, así como las de una carreta, todo eso lo vieron varios miembros del grupo, el líder Guepardo, Caradecabra, Frontera-

Aquel pie hinchado lo estaba matando, pero hizo todo lo posible para que no se le notara.

-Entonces escuchamos un grito a lo lejos, y pudimos identificar que era una emboscada, eran unas criaturas enanas y muertas, veloces, demasiado veloces, además en el ambiente debía de haber algún tipo de 'Majia', porque algunos escucharon un grito lastimero de mujer, e incluso el líder Guepardo creyó que quien había gritado era una tal Palomita-

Entrecerró los ojos y emitió un quedo -Hmm- Antes de continuar.

-Entonces me salté la cadena de mando, viendo que el líder Guepardo estaba hechizado por la 'Majia', no era Palomita, eso seguro, yo vi a todos esos seres escondidos, acechantes, y me puse a dar órdenes de combate, con iniciativa, para minimizar los efectos del ataque enemigo- Su rostro se ensombreció al decir aquello, para él era como si el combate estuviese recién terminado, por lo que se acordaba a la perfección hasta del más mínimo detalle, incluso sus heridas, parecía como si escasos segundos atrás le hubieran pisado el pie y mordido sus partes.

-Pero no funcionó, señor líder Capitán, Guepardo avanzó hacia las inmediaciones de un túmulo del cual provenían las criaturas enanas y muertas, Grito, Dolor y Tarado le acompañaron, y como he dicho, Guepardo estaba hechizado y no podía realmente comprender hacia donde se dirigía, Caradecabra, Frontera y yo nos quedamos en retaguardia, dividiendo en dos al grupo, porque vimos lo que se nos venía encima- Carraspeó y prosiguió -Esos bichos bastardos eran estúpidamente veloces, mucho más que nosotros, nos flanquearon desde todos los sitios, y con el grupo partido en dos, comenzamos a combatir-

Los gritos, los golpes, el caos, todo se arremolinaba en su cabeza, como un brebaje agitado por el cucharón de un cocinero.

-Se nos echaron encima en pocos segundos, el líder Guepardo se recobró de su estupor en ese punto, y a decir verdad, fue el más rápido en su reacción, ordenándonos que nos volviésemos a juntar- Se pasó la mano por la nuca -Fue entonces, rodeados y en inferioridad numérica cuando por mi propia cuenta decidí cubrir la retaguardia del grupo, me lancé obviando las órdenes de Guepardo contra uno de aquellos bichos que nos flanqueaban por retaguardia, lo maté, sí, pero al instante estaba rodeado de otros tres, mientras el resto combatía en unas condiciones más equitativas respecto a números-

Miró a Tarado fugazmente, al pobre le acababan de echar una buena bronca, cuando había sido de los mejores aquel día.

-Por lo que yo pude ver, entre todos mis compañeros salvaron el día, Tarado manejó sus lanzas de manera excepcional, acabando con varios seres y logrando un tiro a última hora digno de leyendas, Caradecabra y el segundo líder Frontera acabaron con otro par de seres que también flanquearon por retaguardia, mientras Grito, Dolor y el líder Guepardo se batían contra el resto-

-El líder Guepardo no tuvo mucha suerte, los seres lo acuchillaron sin piedad en pocos segundos, parece ridículo que unos seres tan enanos nos hiciesen tanto daño, pero repito que su velocidad era extrema, Grito aulló como un león mientras punzaba con su lanza, y Dolor...No sé lo que pasó con Dolor, pero pareció convocar a un ente de otro lugar, no entiendo si fue real o no, cosa de la 'Majia' o del mal Yúyu, pero eso asustó mucho a las criaturas, que viendo su número reducido, emprendieron la huída, llevándose a rastras a Guepardo, supongo que para alimentarse de su carne- Ahora tocó el turno de mirar a Grito, con reconocimiento genuino. -Marchamos tras ellos, para impedir que se llevaran al líder, pero fue Grito, con una pirueta magistral, quien logró arrebatar el herido cuerpo de Guepardo a aquellos seres, que volvieron al subsuelo del túmulo donde parecían vivir-

Finalmente, estaba ya todo dicho y apuntalado por su parte.

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AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

POCO DESPUÉS DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Voy contigo, vamos - urgió Palomita a Pelagatos tras escuchar el informe de lo ocurrido. Su piel se había erizado cuando se la había n ok mbrado y los peores temores pasaron por su cabeza imaginando criaturas capaces de copiar sus voces y sus cuerpos, algo que destruiría por completo la compañia. Sin embargo todo parecía producto de una mente afectada. Algo a tener en cuenta pero posiblemente menos peligroso que metamorfos.

Si es posible yo también deseo ir en esa segunda partida, necesito salir de aquí y notar el aire. En cuanto Jerilfante y Orgullo estén preparados iré a ofrecerme voluntaria

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

POCO DESPUÉS DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Tarado quería tumbarse y descansar. Sus heridas algunas goteaban mientras que otras comenzaban a cerrarse tras una costra gruesa pegada a las ropas. Cuando parecía que lo iba a conseguir le llegó a sus oídos un gruñido proveniente del Analista, le exigía estar presente en la explicación de lo sucedido. No habría más gente más entera para hacerlo parecía ser. Pensando en los latigazos ya recibidos otra vez obligó a su cuerpo a levantarse con un gruñido. Arrastrando los pies y usando una lanza para apoyar el resto del cuerpo se acercó hasta Lombriz y Frontera pues parecían estar dando el informe. 

Al llegar a su lado aunque fueran unos metros su cuerpo liberaba vaho de la boca y su respiración estaba agitada. Parecía exhausto sólo por haber hecho ese pequeño esfuerzo. Se plantó tras sus compañeros e intentó no desmayarse mientras escuchaba el informe. Parecía muy detallado y no parecía estar echandose florituras mientras narraba lo que sucedió. Eso le dio una visión más agradable de su compañero Lombriz, tal vez no fuera tan molesto como había considerado. Aún así el no parecía interesado en compartir más que frontera y Lombriz, por lo que cuando terminaron asintió hacia el Capitán. - Así fue todo señor, comparto la visión de Lombriz, ¿podemos ir a descansar y tratar las heridas, Señor?

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MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

POCO DESPUÉS DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Varios hombres se arremolinaban junto al capitán y  Guepardo mientras era atendido, el relato de Lombriz sin duda resultó más que interesante para todos los presentes ansiosos de noticias y de una salida a aquel lugar.  Tras finalizar aquel relato todos podían hacerse una idea de lo sucedido, pero mientras los presentes masticaban aquella información una voz se escuchó desde fuera del grupo, era Grito quien estaba siendo atendido de sus heridas.

Hoy obtuvimos una victoria para la compañía, pues varias de esas criaturas vieron sus vidas segadas por lo que huyeron.  No obstante la balanza estuvo cerca de volverse hacía el otro lado, aquellos seres eran muy rápidos y organizados, no pude distinguir a ningún líder pero sin duda sabían lo que hacían.

Sin embargo, nosotros cometimos errores, no luchamos como una unidad sino como individuos carentes de liderazgo y disciplina.  La fe ciega en la cadena de mando es lo que distingue a los soldados de los mercenarios y sin duda la diferencia entre la victoria y la derrota en muchas ocasiones.

Las palabras de Grito no se centraron en nadie aunque sin duda había cosas que guardaba para sí.

Hoy, el coraje nos ha dado la victoria, pero aquellas criaturas leyeron mejor la batalla... puede que no vuelvan a darnos esa oportunidad.

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DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

POCO DESPUÉS DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Había iniciado su trayectoria cuando escuchó la potente voz de Ponzoña ladrar órdenes de forma incesante. En una de esas órdenes estaba incluido su nombre por lo que se detuvo para entender que se requería de él. Una vez enterado respondió con facilidad la respuesta común para las órdenes.

—A sus órdenes cabo Ponzoña —dijo el oscuro en voz alta, todo lo que pudo para dejar claro que aceptaba las órdenes como de costumbre y se disponía a cumplirlas.

—Acompáñame a preparar los caballos, juntos lo haremos más rápido  —comentó a Palomita mientras la rozaba el hombro para indicarla el camino que él ya había comenzando a emprender.

No pasaron desapercibidos para sus oídos los truculentos y escabrosos detalles del relato que Lombriz contó. ¿Qué clase de enemigos eran esos? ¿Tenían algo que ver con las sombras que los habían confinado a pasar la noche en la iglesia? Más preguntas sin respuesta para la colección.

Intentó centrarse en la tarea que tenía por delante y en su obligación, cumplir. Si cerraba los ojos podría escuchar la condescendiente voz de su padre pidiéndole que no fracasara de nuevo, por ese mismo motivo no los cerró y echó a andar poco a poco hacia Orgullo para colocarle la barda y tenerlo listo. Esos seres habían destrozado a Guepardo, no quería ser él el próximo en la lista.

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POCO DESPUÉS DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Tras desvelarse que no eran enemigos quienes se aproximaban al Templo, sino que era la partida de exploración, Cielo, por unos momentos, se relajó... "falsa alarma", pensó, más, cuando otros empezaron a rumorear, se fijó en la dirección en que se acercaban, y pudo advertir, como otros muchos, que los seis que regresaban, no lo hacían indemnes; habían tenido algún tipo de encuentro desafortunado; quizá con fieras, quizá con otra cosa... El caso es que las miradas, se fijaban en su dirección, y algunas..., en más allá de ellos, en lo que pudiera surgir a sus espaldas antes de llegar a la seguridad del recinto que protegía la Compañía.

Al menos de momento, fué ese un temor vano y pasajero; no hubo otra alarma, y nada, o nadie, parecía haberles seguido... el caso es que el Capitán, con buen criterio, ordenó a los Cabos que se formasen de inmediato patrullas de vigilancia... de modo que la idea de que los exploradores no hubiesen sido seguidos discretamente, tampoco era descabellada...

La orden del Capitán había sido alta y clara... y Cielo se acercó al Cabo Barril, a la espera de órdenes concretas; si había que patrullar para proteger a la Compañía, estaba más que dispuesto.... pues... no era descabellado que alguien pudiese haber seguido en la distancia a sus compañeros.

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POCO DESPUÉS DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Los relatos que sus compañeros traían consigo de la breve partida de exploración resultaron aterradores de inicio, ¿Más no-muertos? Sus sospechas se habían confirmado, ya lo había hablado con Capitán hace poco ese mismo día... No era casualidad haber acabado donde se encontraban. Trató de centrarse en su cometido, ocupándose de limpiar la abundante sangre que manaba de varias heridas pero no paraba de salir, y salir.

Guepardo se desangraba como un cerdo, habría que cauterizar... ¿O no? De pronto se dio cuenta de que no estaba seguro y las dudas comenzaron a consumirle y lentificar tanto su ayuda que le temblaron un poco las manos. ¿Qué le estaba pasando? ¿Miedo tal vez? No, no podía ser eso, había soportado todo aquel infierno hasta llegar allí siendo uno de los pocos que no presentaba secuelas de ningún tipo... Le vinieron flashback de aquellos momentos de tortura indescriptible, le habían roto y vuelto a componer mil veces y en el proceso había perdido partes de sí.

Trató de mantener la compostura, pero empezaba ser una molestia para Plumilla y Capitán, era cuestión de tiempo, lo notarían y Guepardo moriría por su culpa, ¿Por qué ahora? ¿Por qué justo en ese momento?

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POCO DESPUÉS DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Sabandija se había acercado al grupo, localizando a su amigo Lombriz, bastante maltrecho. No pudo dirigirse a él para interesarse por su estado, pues enseguida se puso a informar de lo ocurrido. El escuchimizado K'Hlata escuchaba boquiabierto, medio ocultando su cuerpo tras la imponente figura acorazada de Keropis.

Iban a morir. Después de todo lo pasado, iban a morir en aquel inhóspito lugar, lejos de su hogar, lejos de sus amadas costumbres, de forma más horrenda de la que pudieran imaginar. La descripción de los atacantes, pequeños y veloces, sedientos de sangre y de sacrificios, helaban la sangre del tullido Campamentero.

Compadecía a sus compañeros heridos y más aún a los que tuvieran que ir a la segunda exploración. Pro una parte estaban prevenidos de lo que podrían encontrarse, pero eso era, a la vez, un arma de doble filo. La imaginación jugaba muy malas pasadas y podrían paralizarse por el miedo. Al menos a él le pasaba eso. 

Tal como había llegado, silencioso, se fue en busca de Plumilla. 

- Plumilla, tú no te sobre esfuerces  y cualquier cosa que necesites aquí me tienes.- Después fue hacia Lombriz para ayudarlo a acomodarse en el sótano de la iglesia.- Si necesitas ayuda para caminar apóyate en mí.- Se ofreció. Tenía ganas de sacarlo de la atención de todos los jefes pues su amigo no hacía más que decir que había desobedecido órdenes una y otra vez.

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POCO DESPUÉS DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS

Pronto llegó a los oídos del falso chamán lo acontecido al grupo de exploración. En cualquier otro momento y lugar hubiera negado con la cabeza, como si fueran cuentos de chamanes para asustar a los niños K'Hlatas. Sin embargo, ahora, apenas podía descifrar la realidad de lo que podían ser exageraciones o sugestiones que el deplorable estado de la Compañía y la tensión del combate podían dar lugar en los derrotados exploradores.

¡¡Tks!- Chasqueó la lengua contra el paladar al escuchar que Dedos iría en un segundo grupo de exploración. No le gustaba para nada la idea. ¿No habían escuchado que era un enemigo numeroso y muy rápido? Los caballos, sí. 

Deberían ir los Oscuros en sus caballos.

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POCO DESPUÉS DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Capitán escuchó, con gesto serio, los distintos informes. Inclinado sobre Guepardo, junto con Plumilla y Lagrimita, recibió las malas noticias con estoicismo, y cierta dosis de incredulidad, aunque esta duró poco. Después de todo lo que habían visto, unos enanos muertos que se lanzaban sobre sus hombres era algo relativamente plausible. El grito le preocupaba más, pues cuando se jugaba con la cabeza de uno, las cosas se volvían más complicadas. 

A pesar de sus reflexiones, hubo otra cosa que no se le pasó por alto. Sin brusquedad, extendió la mano hasta sujetar el antebrazo de Lagrimita, deteniendo sus movimientos. Un breve asentimiento y una mano extendida, solicitando el botiquín, un mudo requerimiento para continuar él mismo con el trabajo. 

-Permiso concedido para Palomita, cabo Ponzoña. Aunque el grupo que has designado es escaso. Si quieren guerra, se la daremos. Cabos, quiero una fuerza de ataque acompañando a la expedición. Guardaremos este lugar con lo mínimo imprescindible, pero ningún enfermo grave debe abandonar estas ruinas hasta que haya un sitio mejor. Frontera, Dolor, si estáis tan enteros como parecéis, quiero que acompañéis al nuevo grupo. Debéis guiarlos y compartir vuestra experiencia, por breve que sea. 

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Escucho la historia de Frontera y la más extensa y detallada de Lombriz pensativo. Finalmente afirmo.

A la orden, Capitán digo. Pese a no ser cabo, entiendo que los menos afectados de los campamenteros también irán. Me giro a los Campamenteros de la expedición. Frontera, Lombriz, Tarado, muy buen trabajo los tres. Lombriz y Tarado, quedaos cerca para que, cuando puedan, vuestras heridas sean examinadas por alguno de los curanderos. Si veis que no aguantáis, mirad si algún Chamán, Rastrojo o Chamán Rojo,  tiene una hierba que os calme.

Frontera, tienes tus órdenes. Junto a ti irán Ballestero y Desastre, junto a Keropis para ver si, con su conocimiento de la muerte sabe algo de esas cosas. El resto, a recuperarse y colaborar en las guardias. Y entrenaros.

Dicho eso, me retiro nuevamente a mi tienda a descansar.

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Indómito tardó más de lo necesario que el resto en armarse, quizás por hallarse aún enfermo sumando también estar adormecido o atontado al calor del fuego y permanecer sentado durante un largo tiempo como para que sus movimientos fueran los más adecuados. Es por ello que no pudo incorporarse con el resto de la compañía más arriba de aquellas escaleras como hubiera sido normal en otro estado, lo que si observó mientras se armaba fue a Lagrimita bajando y después de un pequeño rato volviendo a subir.

—¡Enseguida acudo, ya estoy terminando! —informó en voz normal a Lagrimita mientras este subía los primeros peldaños de abajo velozmente, pues él no podía gritar ya que su garganta estaba un poco dolorida.

Aquello parecía una excusa de alguien astuto que prefería perder tiempo, pero aquella actitud no iba con Indómito que profesaba presentarse voluntario para casi todo. También en aquel momento le pareció que Lagrimita no fue consciente de su presencia en aquellos bajos como sino existiera, aunque le hubiera hablado en el tono más alto que podía sin haberle podido escuchar tampoco.

Cuando por fin Indómito subió, la expedición ya estaba por allí con todo la situación demasiado desarrollada y ajetreada como para que Indómito se enterase bien de algo hablado por cualquiera de los demás presentes a su alrededor. Así que sin información ninguna solo pudo guiarse por sus ojos que le mostraban algunos heridos, entonces se acercó al Cabo Barril.

—Se me ha notado enfermo para acciones de riesgo, por lo que puedo ayudar a curar compañeros heridos conociendo algo de sanar —expresó muy directo a Barril como siempre hacia pues ser indómito como significado de la propia palabra también acarreaba ser inconsciente en lo que conllevará.

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La historia relatada por los recién llegados dejó a Keropis intrigado. Criaturas no muertas, con rasgos más similares a las bestias que a los humanos y que dominaban algún tipo de hechicería basada en las ilusiones... ¿Dónde demonios les había llevado la ruptura de la Lanza de la Pasión?

Con las manos ensangrentadas y los dedos metidos en las entrañas del caído Guepardo, el Capitán empezó a organizar una segunda partida de castigo. Fuera cual fuese ese nuevo mundo, había llegado la hora de que conocieran la furia de la Duodécima.

—Mi kopesh ansssía teñirrrssse de sssangrre... —se ofreció el eremita golpeando su exótica espada curva contra el escudo.

Ya llevaba demasiado tiempo inactivo e iba siendo hora de comprobar si el viaje entre los planos había afectado a su pericia en combate. Que le interesara acercarse a un túmulo, era algo que nadie necesitaba saber...

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El relato no lo dejó impasible. Especialmente cuando bastaba un vistazo para apreciar el rastro de sangre que habían dejado en el suelo, sin duda un faro para cualquier depredador. 

¿Para qué molestarse en perseguirles si en un rato las heridas y agotamiento habrían hecho la mitad del trabajo?

Internamente apoyó la idea de actuar antes de que aquellos seres les cayeran encima en plena noche. Si quedar atrás guardando el campamento le molestaba, no dio muestras de ello. Tras el susto y la adrenalina, las energías ya le estaban abandonando otra vez. A la vista de la situación no desperdiciaría energía en entrenar. 

- Busca brevemente hacer contacto visual con el resto de soldados designados o dispuestos para la labor de perímetro.- Vigilaré desde la hoguera un rato. Podemos irnos turnando en el perímetro.- Promete ser una noche muy larga. - Rumia para sí mismo, dispuesto a apartarse y ahorrar fuerzas junto al fuego cercano hasta tomar el siguiente relevo o que fuese requerido para otra tarea. En todo momento mantiene la actitud vigilante.

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¡Sí, señor! Será un honor guiar a la fuerza de ataque -contestó efusivamente a las órdenes del Capitán.

Esta vez les acompañaría el Cabo Ponzoña, por lo que la cadena de mando parecía clara, lo que para Frontera era un alivio pues era menos responsabilidad. Pero cumpliría con su deber como buen soldado y explorador. Había hecho un buen papel en el combate previo, y aún lo haría mejor esta vez. 

Cuando Piojillo designo a Desastre, entre otros, Frontera se alegró de contar con su amigo para la expedición. Seguro que además estaba deseoso de combatir. Le miró y sonrió asintiendo.

Asumiendo que partirían en seguida, Frontera se acercó a sus compañeros heridos, antes de que se pusieran a descansar.

Caracabra, devuélveme la jabalina, por favor, es posible que las necesite todas -le dijo al maltrecho hostigador, que había recogido la jabalina que el Nubes Dispersas arrojó al principio del combate.

Y tomad, chicos -les dijo a Lombriz y a Tarado, entregándoles su bolsita con hierbas-. Son las últimas que me quedan. Tomaoslas antes de dormir, os sentarán bien. 

Iba a necesitar estar plenamente despierto durante el resto del día, al parecer, y por suerte las pesadillas parecían estar remitiendo. De todas formas casi no le quedaban... si sentía la necesidad ya buscaría más por el bosque.

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

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Aquel repentino mal no era pasajero, contrajo sus dedos varias veces hasta formar un puño en varias ocasiones, abriendo y cerrando las manos para facilitar el flujo de la circulación. Capitán se percató del problema y le pidió sutilmente ocupar su lugar, algo que agradeció por partida doble, intentó juntar sus manos para detener aquellos temblores y que no pudieran ser visibles más tiempo mientras poco a poco se levantaba, no podía ayudar más. - Una segunda expedición... - rescató de su reciente memoria, necesitaría estar a punto para ir, al menos ahí no podía fallar.

Entre el ajetreo, las voces intercaladas con órdenes, dudas y reflexiones, entre los movimientos de idas y venidas, Lagrimita llegó a los escalones que le llevaban a las criptas inferiores aún con sus manos juntas. Respiraba de manera acelerada, no demasiado, pero lo suficiente para pasar por su lado y notarlo durante todo el trayecto que le separaba de su tienda. No intercambiaría palabras con nadie a menos que fuera necesario.

Se precisaban cuatro minutos para colocarse la coraza, una más para quitarse la de cuero de modo que no fuera un estorbo, ese tiempo era suficiente para tratar de respirar hondo y no pensar... Tiempo para recobrar la voluntad del guerrero, el dominio de sus emociones era fundamental ahora, pero antes bebió de uno de sus dos pellejos con agua. Vertió un poco sobre la mano diestra, refrescándose la cara y luego la nuca, inspiró lenta profundamente y cerró los ojos conteniendo el aire en los pulmones hasta que lo liberó en una exhalación igual de pausa.

La próxima vez que subiera, estaría totalmente preparado, pertrechado y dispuesto para morir por la compañía.

MAÑANA SIGUIENTE: SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

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DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

POCO DESPUÉS DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS.

Capitán se cruzó con Frontera en pos de los heridos, como solía ser su labor; eso hizo que el siempre distraído negro casi se diera de bruces con el acorazado Cabo cuando cambió de dirección en pos del líder de la Duodécima. Por suerte para él lo esquivó por un pelo, y el lento Barril necesitó unas largas zancadas para alcanzar a Capitán, el cual ya estaba recibiendo el parte de uno tras otro de algunos de los implicados en la refriega.

El relato era caótico. Unos habían oído gritos y otros no; coño, parecía que Guepardo dijo ver a Palomita, cuando ésta no había abandonado el campamento. Hablaban de unos reducidos y endiabladamente rápidos Caminantes enanos que les habían atacado de manera cegadora. No, les habían emboscado. Lo de joder a los exploradores parecía una costumbre en la Compañía a estas alturas. De hecho, Guepardo se había salvado por un pelo, y por la mano de Grito por lo que contaban. El asunto de las acciones de Dolor parecía más sacado de otra alucinación que de algo real, pero también había visto como el enorme negro tenía una íntima relación con su arma, la cual parecía pulsar con una energía malsana. A estas alturas Barril ya no dejaba nada por imposible.

Escuchó impasible las órdenes de Capitán, a las que asintió con un sonido metálico. Debía recopilar algo más de información, e interrogó rápidamente a sus dos hombres, mientras daba unas instrucciones al resto de los Infantes y al voluntarioso Indómito. Parecía que los nervios le habían jugado una mala pasada a Lagrimita, que por el momento se había retirado de las cercanías de los heridos.

— Infantes, pasamos a trinomios con movimiento por el perímetro interior de la edificación en nuestro turno de guardia. No salgáis a la floresta. Capitán, recomiendo que cuando se les pueda mover los heridos bajen al sótano. Aquí corren más peligro.

Claro Indómito. Si te ves capaz de ayudar atendiendo a los heridos, hazlo. Ponte a las órdenes de los sanadores y sigue sus indicaciones. Hasta que los heridos no estén parcheados quedas exento de las guardias. —

Luego el fornido Barril tiene unas palabras en un tono discreto con Capitán mientras remienda a Guepardo y señala a sus dos hombres en el proceso. Luego se levanta y se dirige a Dolor y Grito, llamando  también a Frontera y a Lombriz. El relato de éste último parecía el más completo, pero había algunos huecos que quería rellenar.

— Preguntas generales para los exploradores; es importante que os pongáis de acuerdo antes de contestar.

Primero, eran doce, ¿cuántos abatisteis? Siguiendo con las preguntas, ¿con qué os atacaron? Palos, piedras, uñas y dientes... ¿Llevaban armadura de algún tipo? Si su piel era dura o correosa nos interesa también. Sobre su rapidez, ¿lo eran tanto como un caballo, por ejemplo?

Decís que estaban bien organizados, atacaron coordinados y que se valieron de algún tipo de engaño, probablemente magia del tipo ilusión, para llevaros hasta una emboscada. No parece un comportamiento de un muerto sin cerebro, sino de una criatura que tiene cierto grado de inteligencia y que ha hecho esa maniobra más veces. Además de mostrar instinto de autoconservación para huir de la amenaza que Dolor les mostrara con su lanza, cosa impropia de un muerto viviente.

¿Algo de todo esto le suena a nuestro Mago Serpiente? Quizás tengas algún conocimiento útil sobre la naturaleza de esos engendros. —

A pesar de que parecía que no había enemigos a la vista, Barril no había enfundado su maza. Su escudo colgaba asimismo de su mano siniestra, laxa ahora, pero preparado para ser enarbolado de ser necesario. Echó una nueva mirada a Capitán, esperando que la información adicional que pudieran aportar los exploradores ayudara a perfilar sus decisiones en algún modo.

SEGUNDO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: DEL LEÓN (MITAD DE LA PRIMAVERA, MES CINCO).

DÍA: DIECISÉIS DEL MES.

POCO DESPUÉS DEL MEDIODÍA. - CIELO GRIS

Desastre, que había salido a esperar a los enemigos que perseguían al grupo de exploradores, se encontraba bastante decepcionado por la ausencia de enemigos en el horizonte. Caminaba decepcionado hasta que escuchó más pasos salir y entrar. Se asomó a ver cómo iban las cosas por dentro hasta que algo hizo que su mirada brillase. Piojillo quería algo de acción para él, bueno, y para Ballestero, Frontera y Keropis. Todos los nombres le sonaban y sabía que eran compañeros, aunque había muchos detalles que aún no tenía claros.

Voy a prepararme.

Enunció el guerrero antes de desvanecerse hacia los pisos inferiores, donde comenzó a preparar su lanza, su escudo, y otros materiales para la expedición. No quería ir muy cargado, pero tampoco quería dejarlo atrás. Es por ello que se tomó unos minutos abajo preparándolo todo. Se encontraba contento en aquel momento, emocionado incluso. No le hacía demasiado caso a su entorno, sencillamente quería estar listo para la batalla.