Partida Rol por web

Por fin se presenta LenguaNegra, Ojopocho se levanta y se acerca como todos para escuchar las instrucciones, cuando LenguaNegra termina Jabalí se coloca al lado de Ojopocho, que coloca una mano en su hombro - Agradeceré tu compañía en el flanco derecho, pero otea los alrededores, y protegerás a la compañía, protege a la compañía y protegerás a Ojopocho.

Aún con una mano sobre su forzudo compañero lanza la primera pregunta - LenguaNegra, ¿Qué quieres decir con juego? ¿Quien nos va a asaltar? ¿Usaremos nuestras armas contra quien trate de amenazar a Khadesa? ¿Tenemos algun objetivo o solo vamos a dar una vuelta?

Ojopocho lleva su morral a un lado, con el carcaj colgando de un lado del fajín de su cintura y el arco y las jabalinas en sus manos, el flacucho explorador realmente da el pego como tal, dejando de lado sus aún no-probadas aptitudes

Caracabra observa a Sicofante con extrañeza. Nada tienen que ver el uno con el otro y aun así comparten posiciones. Espera a que el noble tome la iniciativa y se coloque para tomar la posición pertinente al otro lado del carro. Ser la última linea de defensa no le apasiona, pero es mejor que estar en primera fila.

Echa un vistazo al bulto cubierto de mantas con la mirada afilada.

Esto solo ha puesto nerviosa a la gente, y no es lo que hay que proteger, hay que proteger a la Quinta. Pero irá bien acompañada, habrá que poner ojo alrededor.

Se agazapa y empuña lanza y escudo, para él ya ha empezado el juego, no tiene necesidad ni intención de hablar, ahora lo único que tiene sentido es estar alerta. Observa como todos van tomando posiciones para memorizar la distribución del escuadrón y trata de determinar los puntos más débiles del mismo. Una manada trata de agruparse para protegerse del peligro, pero ellos se dispersan así que es posible que rompan la defensa, hay que saber por donde se romperá antes que suceda para poder anticiparse.

Jabalí escucha las cortas pero claras conclusiones de Ojopocho y se sorprende de las confianzas de este, pero se encoge de hombros y se prepara, ansioso de librar otro combate, aunque desconoce si quienes les atacaran llevaran armas buenas, ya que al desconocer el contrincante se desconocen las reglas.
Procurare que no nos perdamos ningún peligro.

Mira a Caracabra, extraño personaje donde los haya, y con el cual no había hablado nunca. Muy posiblemente tendría estilos de combate y de vida diferentes, y justo le había tocado formar en el mismo grupo. 

Mientras sea diestro en la lanza y escudo, no habrá problemas- mueve su montura colocándose en posición a uno de los lados del carro, mientras observa a Khadesa- estará bien, Campaña podrá protegerla mejor que yo- aunque, desde luego no iba dejar su misión porque Campaña fuese a su lado. Tras esto mira hacia el bulto, mas vuelve la vista al frente.

Ahora toca vigilar y que esperar a que nadie nos sorprenda.

Al escuchar a Lengua Negra supe que seguramente R’Gaa no se acercaría pues tenía órdenes que acatar, y si quería hablar con él mi mulo no era más que un estorbo.

- Que alguien ate a esta bestia al tiro- dije soltando casi con asco las correas, mirando a la desmemoriada k’lhata si es que estaba lo suficientemente cerca-. Cuantos más animales mejor para la misión- añadí.

Una vez conseguí deshacerme del animal, recogí el bastón del suelo y caminé hasta Lengua Negra.

- ¿En serio? ¿Un juego? Los juegos me gustan cuando yo pongo las normas, suelen ser más divertidos. Pero si lo único que hay en juego es mi prestigio me importa menos que una mierda de esas- dije señalando una de las deposiciones que había dejado alguna mula o caballo-. Pero no íbamos a hablar de eso, ¿verdad? Era sobre tu padre, sobre las acertadas decisiones que había tomado, decisiones que tú deberías compartir si es que aceptas mi consejo.

- Repentinamente, ocurre algo inesperado.

- Campaña toma la fusta del pescante y la agita, golpeando las grupas de las dos mulas que tiran del carro.

- Las mulas se encabritan y se ponen a correr una veintena de metros antes de pararse, arrollando a alguien en una confusión de lodo y movimiento.

- El carro está a punto de volcar cuando atropella y pasa por encima de un cuerpo humano.

- Alguien grita de dolor tras el paso del carro. Alguien que está tirado en el suelo sujetándose una pierna rota y doblada en un ángulo antinatural.

¿Qué diablos...?- es lo único que puede decir Sicofante al ver como, repentinamente el carro toma velocidad. Da un golpe a su caballo y este se pone al trote. No tiene dificultad en colocarse de nuevo a su lado: Recio es rápido y el carro se detiene tras recorrer unos veinte metros. Mira hacia la parte de atrás, por si el bulto está a buen recaudo.

Khadesa, Campaña, ¿estáis bien?- les pregunta para fijar su vista al hombre herido en el suelo- aqui vamos a necesitar ayuda. Ese hombre tiene rota la pierna

Reacciono de inmediato al inesperado suceso, viendo como el carro avanza impetuoso para atropellar a alguien y luego detenerse. Corro a toda velocidad hacia el hombre en el suelo, con la intención de ayudarle en alguien, a pesar de que no sé nada especial de las artes curativas, más que una o dos vendas que he visto hacer.

"Lo unico que nos faltaba. Tragedias innecesarias y accidentes absurdos. Como si la vida aqui no fuese lo suficientemente dura y sacrificada, más encima algunos deben pagar por los caprichos del destino."

Intento llegar lo antes posible para socorrer como pueda al afectado, despues de reconocerlo claro.

Attar se apartó de la trayectoria del carro, pero luego no se molestó en ir...no sabía nada de artes curativas, y además tenía una pequeña rabieta, por lo que sus lentos procesos mentales llegaron a la conclusión de que no sería útil allí.

- Veis que el herido es Escarabajo. Parece que ha sido embestido por las mulas, pisoteado por ellas y atropellado duramente por una rueda del sobrecargado carro.

- Está claro que su lesión es grave.

Ponzoña escuchó en silencio las instrucciones de Lengua Negra y supo cuál era su lugar. Acercándose al carro, echó en él su mochila para solo cargar con el escudo, su arma y el odre pendiendo en su cintura. Localizó a Mentiroso, con quien debía guardar el flanco izquierdo del carruaje de la quinta pitonisa y se dispuso a ocupar su posición.

Repentinamente, el chasquido del látigo se sumó al poderoso rebuzno de las mulas que partieron al galope. Sin pensarlo, el Hiena corrió en pos suyo, manteniendo pese a su posición retrasada el carruaje a su derecha. Cuando el tiro frenó y se detuvo, el guerrero siguió corriendo hasta alcanzarlo y desplazándose a la distancia ordenada. Veinte pasos.

Los gritos de dolor, la súbita agitación y la algarabía general no le inmutaron. Tenían un trabajo que hacer y la promesa de constantes distracciones. La primera parecía haber llegado en el mismo instante de comenzar.

Llego corriendo hacia el lugar, y veo que es Escarabajo el que ha sido golpeado por las mulas y aplastado por el carro de la Pitonisa. Su dolor es notorio y su agonia indica que la lesión producida por el accidente es grave, lo suficiente como para sacarlo de la misión e incluso de la Compañia al no haber sido aun juramentado. Desconozco como funcionan las reglas en estos casos, pero no creo que a este grupo de mercenarios les atraiga la idea de cargar con heridos y mutilados que aun no han probado su valor y quizas nunca lo hagan.

Le miro un momento. Recuerdo sus desafueros, su instinto asesino, su imperiosa necesidad de resaltar en imponerse ante los demás. Recuerdo que me llamo extrangero guiñapo, que quiso que le besara los pies y luego me golpeó, derribandome. Recuerdo la clase de persona que es y con eso me basta.

Me giro sobre mis talones y lentamente me marcho hacia mi nueva posición, que es 10 pasos detras del carro, lo que es mucho más adelante de donde estaba en un comienzo. Espero de pie ahí hasta que den una nueva orden o finalmente salgamos hacia nuestra misión.

Aunque a algunos les pudo parecer un acto irracional, lo que Campaña hizo había sido totalmente premeditado. No estaba planeada la forma de hacerlo, pero Campaña tenía muy claro (algunos lo habían oído de su propia boca) que iba a vengarse de lo que Escarabajo le había hecho. Sencillamente cuando lo vio pasar por delante del carro supo que era su oportunidad.

Algunos se acercaron para ayudar al herido, aunque en realidad nadie supo quien era hasta que se acercó. Campaña conservó la calma en todo momento y en cuanto la carreta se paró de nuevo le devolvió la fusta a Khadesa. Con tranquilidad se bajó del carro y se acercó al agonizante Escarabajo. Le miró con odio unos instantes y finalmente le escupió a la cara. Después se giró hacia los demás y les habló.

- Ahora podemos irnos - declaró sin cambiar la expresión del rostro

Le propinó un puntapié a Escarabajo, que se retorció de dolor, y volvió a ocupar su sitio en el pescante de la carreta, como si no hubiera pasado nada.

Por fin se resolvió el motivo de tanta agitación. Escuchó a Lengua Negra y se preguntó si les estaría ocultando algo. Seguro que sí: era un Oscuro. Pero con lo que había dicho tenía poca libertad. Mentiroso unció su camello al carro, junto a los otros animales.

-A ver si aprendéis de mi camello, malas bestias -dijo a los otros animales, con cierto orgullo de su camello, ignorando en cualquier otro aspecto el episodio de Escarabajo.

Después ocupó su lugar más o menos por donde le había dicho Lengua Negra.

Escarabajo... el único miembro de la compañía que, junto a Pelagatos, no causaba ninguna simpatía. Tampoco gustaba a Sicofante, pero su herida era grave, muy grave. Su pierna estaba rota y quizás la curación no sería lo suficiente para recuperarla del todo. Podría cojear de por vida, y no poder luchar. Para un guerrero como él, era un castigo muy duro. Por mucho que no le gustase, no se merecía tampoco tal actitud. 

Baja del caballo mientras se acerca hacia él, tras lo cual se arrodilla.

No te muevas, que será peor- le dice mientras mira hacia Khadesa- hay que intentar volver a colocar el hueso en su sitio. Khadesa, creo que tu eres la más indicada. 

Habrá que subirle al carro, no podrá caminar ni montar mas, al menos no hasta que se recupere. 

Jabalí observo como el carro había pasado por encima de Escarabajo, y recordaba haber preguntado a Guepardo como había sido herido Campaña, si bien recordaba que fue Ponzoña el que lo había entrado, ya que este tenía una fea herida, recordaba muy vagamente que Campaña había mencionado algo sobre Escarabajo, pero no había vinculado los dos hechos hasta ahora, pero emepzaba a ver venir que había quienes se tomaban las cosas muy a pecho y ahora iban a participar en una salida con armas de verdad...si Escarabajo era la primera victima, la lista se iba a hacer mucho más larga...

Se quedó observando como Rastrojo se marchaba, y pese a que había señalado el carro junto a aquella retahíla incomprensible de palabras no supo muy bien cómo reaccionar. Su rostro era todo desconcierto, y hasta creyó que aquella forma de hablar ya no era muy normal. Si pensó averiguarlo la llegada de Lengua Negra lo impidió, pero tal vez lo hiciera más tarde.

“Vale, creo que esto es lo que llaman un castigo divino”, pensó al conocer quiénes iban a ser sus compañeros en la retaguardia. Torció sus labios en una sonrisa apática y permaneció en silencio mientras se sucedían las preguntas sobre la misión. Entonces el carromato salió disparado de improviso, cogiendo a todos por sorpresa y metros más tarde arrollando a alguien.

Como la gran mayoría la joven se acercó al lugar del siniestro. El atropellado era Escarabajo, y pese a su horrendo carácter tensó los labios ante la visión de su pierna. Aquello dolía, era evidente, tanto como las numerosas reacciones al suceso. Le llamó la atención la actitud de Peregrino, pero por encima de cualquier otro la revelación del acto premeditado de Campaña.

- Vaya… -miró atónita a su enorme compañero y la frialdad de su acción. Lo cierto es que, para ella, se habían quitado de encima a un elemento peligroso. ¿Pero quién en su sano juicio había permitido semejante loco entre ellos? Estaba a medio camino de marcharse, desquitarse de aquella situación. Aún así se quedó cerca sin saber qué hacer, pues aunque se tratara de Escarabajo seguía siendo un compañero Recluta.

 “¿Es así como serán las cosas? Me da que no hará falta enemigos ajenos para acabar con nuestro pelotón. Menudo puñado de gente rara”, negó con la cabeza un par de veces. “Aunque… es un reconfortante alivio quitárnoslo de encima. Tarde o temprano iba a matar a alguien”, ésta vez asintió un par de veces ante la evidencia de sus pensamientos.

Al no saber tratar heridas así, de hecho ninguna, dejó que otros se hicieran cargo. Si fuera una persona supersticiosa creería que aquello era un mal augurio, pero en realidad era simple venganza.

Atónita había vivido Khadesa los últimos minutos.

Ahora, mientras Campaña le devolvía como si nada la fusta con la que había azuzado a las mulas, hasta el punto de que se encabritaran y salieran desbocadas arrollando al desgraciado de Escarabajo, no podía dejar de mirar al enorme hombre-niño mientras le interrogaba.

-Pero... ¿Por qué...? ¿porqué has hecho eso, por qué lo has hecho...?

Nadie podía penetrar en los complejos mecanismos de la mente simple del hijo del Herrero. Venganza, rabia, odio, ¿quién sabía? El caso es que había puesto a los Hostigadores en una situación comprometida ya antes de salir.

Saltó del carro, y se acercó al pobre guerrero. No le tenía ninguna simpatía, esa era la verdad, pero tampoco menos que a otros a los que, como a él, no conocía casi en absoluto.

La postura de la pierna no dejaba margen de duda.

-No puedo hacer nada por él aquí. Debe reducirle la rotura un sanador. Deberá quedarse, supongo...

El comentario iba dirigido a Lengua Negra, que era quien daba las órdenes.

Al salir el carro disparado de ese modo, Caracabra, agazapado junto al mismo por la banda izquierda, rueda por el suelo tratando de evitar ser aplastado por la rueda o por los animales que hay amarrados a él por la parte posterior. Quizá la buena fortuna, o el hecho de estar ya preparado hacen que pueda apartarse sin sufrir percance alguno y ponerse de pié para ir en pos del carruaje.

- Tratarán de sorprendernos seguro. - Se dice a si mismo mientras corre. En cuanto llega a la altura del carro sube de un salto y apunta a Campaña con la lanza, interponiéndose entre él y Khadesa, aunque el oscuro ya parece más calmado y le ha entregado las riendas a la pitonisa, está convencido que la primera sorpresa del juego ha llegado, pues él y Lengua Negra entraron juntos a la herrería y bien podía ser parte de la trama.

Sin abandonar su posición de guardia al lado de la Quinta mira alrededor en busca de más posibles sorpresas, no iba a fiarse de nadie para esta prueba, y la prioridad era proteger a la pitonisa.

El peligro no ha llegado de donde yo esperaba, y he sido lento.

Ahora alternando la vista entre Campaña, Lengua Negra y Khadesa.