Partida Rol por web

¡PESADILLA! Acércate...

Después de haber sufrido a Gulg, Rompehuesos, Indómito y Loor, Rastrojo no iba a ser nada clemente. Tenía pendiente algo así como una venganza contra el mundo, y la iba a pagar con su nueva pupila. La de los ojos no, Pesadilla.

Tu entrenamiento empieza desde ya. Vamos a comenzar trabajando tu resistencia física. Me viene a la memoria la marcha sobre el poblado de los Tres Castores. Era plena temporada de lluvias. Acampamos bajo un aguacero, con las tiendas sobre los charcos. El día anterior y el posterior, caminamos por un cenagal que nos llegaba a los muslos. Cada paso parecía el último, y tenías que levantar las rodillas o sino los pies quedaban enterrados. Terminé con los gemelos hinchados como criollos de búfalo. Dos jornadas de duro viaje que me curtió como hombre. Aaah... parece que no ha pasado ni un mes desde entonces...

El mestizo le tendió a Pesadilla el petate de su tienda de campaña.

A falta de cenagales, cargarás con mi tienda durante todo el camino. Toma.

Pesadilla maldice a Rastrojo con la mirada.

Meera se sitúa junto a Jabalí, saludando con respeto a su nuevo maestro.

Antes de partir, miro cómo se aleja Campaña junto a Plumilla. No sabría cómo explicarlos, pero el verlos juntos me da algo de tranquilidad. No dudo que cuidarán el uno del otro, cada uno a su forma, dado el carácter amigable y dispuesto de ambos. A continuación, me coloco junto a Matagatos asintiéndole antes de comenzar la marcha. Con la reciente armadura de cuero, un poco ceñida, de mi espalda cuelga la mochila y de mi cintura pende la espada oscura. En la mano llevo el escudo que me había prestado mi primo. Mientras camino, lanzo un último vistazo a aquellos Campamenteros que van con los otros pelotones, o se tienen que quedar rezagados. Primo, finalmente ¿a qué distancia nos moveremos unos pelotones de otros?, es decir ¿se sabe qué extensión tendremos que cubrir entre los tres?

- La armadura de Cochinillo se cae de repente al suelo, le queda tan apretada que a duras penas le sirve de protección, es más bien un estorbo.

El pelotón de Exploradores ya partió desde el Palacio de la Discordia y todo está preparado para que sean los Hostigadores (junto con los Campamenteros) quienes les sigan en su travesía.

Por motivos de logística, ahora yo, como "Tercer Líder" que he sido nombrado, me quedo a cargo de los pelotones a la espera de que traigan a los heridos. Me mantengo en posición, sin realmente saber qué hacer para que sigan así, por lo que me mantengo en silencio, esperando que mi presencia haga su trabajo y en realidad esperando que baste pues no sabría como reaccionar en caso de desobediencia pues lo único que sé hacer es matar y creo que sería un poco excesivo como método disciplinario.

Por suerte nada ocurre hasta que llegan con Attar y Serpiente para dejar absolutamente todo listo para partir. Me mantengo en mi posición a la orden de Matagatos de salir. Voy vestido con mis harapos de costumbre, cubierto con la capa negra y el Cráneo de Plata. Llevo ambas armas colgadas al cinto (Un cinto de tela harapienta amarrado), mi pellejo de agua y mi escudilla entre mis harapos y mi tienda de campaña con mi manta de invierno en la espalda. Nada más tengo que portar pues nada más poseo en el mundo.

Espero firme la orden de moverme y luego de separarnos según el plan y la distribución lo han dispuesto.

Al ver que la armadura se desprendía de mi cuerpo, niego con la cabeza mientras me agacho a recogerla

¿Sabes si alguno de entre nosotros sabe ajustar una armadura de cuero?. Si no, me temo que habrá sido una compra absurda hasta que nos volvamos a juntar con los seguidores. - Le digo mientras intento guardar la armadura de cuero en la mochila-.

O quizás alguno de los exploradores sepa cómo hacerlo. - comento levantando la cabeza con un claro síntoma de esperanza en los ojos.

-Sssi me perrrmite, ssseñorrr, yo tengo experrriencia con lasss arrrmadurrrasss -dice mientras se da un toque a la armadura que hace que parezca más una estatua que un ser humano.

Sin esperar una órden implícita, se acerca a Cochinillo y le planta una mano en el pecho- Tú sssujeta bien la arrrmadurrra y yo te abrrrocharrre las cinchasss- dice mientras le hace levantar un brazo como si fuera un niño pequeño al que le toma las medidas para un traje y abrocha las cinchas y tiras de los costados y bajo el sobaco. Tras hacer esto se dirige hacia el otro lado y repite el procedimiento con las demás cinchas y correas.

Al terminar da una vuelta alrededor de Cochinillo, comprobando que no esté torcida y después comprueba que esté bien abrochada cogiéndole por el "cuello" de la armadura y dando un par de tirones, como si fuera una pelea de bar y estuviera zarandeándole.

-Lisssto, ssseñorrr -dice el ermitaño dando un paso hacia atrás.

Matagatos no contestó a Serpiente al interrumpir Ojopocho y Sabandija en la celda. Su llegada era totalmente inesperada y Matagatos no había terminado de hablar con Serpiente todavía, aunque era consciente que el tiempo se agotaba y tenían que partir.

-Llevaos todas sus cosas y esperad afuera. Ahora mismo salimos.

Esperó que recogieran los enseres de Serpiente y cuando terminaron cerró la puerta de la celda y volvió a quedarse a solas con su primo.

KEROPIS:

- Pese a tus buenas intenciones, sencillamente le está demasiado pequeña.

- Se podría ajustar, pero eso requeriría varias horas de trabajo, con calma, con las herramientas adecuadas y en un lugar de trabajo apropiado.

Michou, conmigo- llama Sicofante al que seria su "alumno" en estos días. Desde luego, esperaba hacerlo bien con el tipo, al fin y al cabo, iba a ser la primera vez que iba a entrenar a alguien. Aunque eso era normal en la compañía. Al fin y al cabo, él tuvo varios entrenadoras antes de convertirse en miembro de pleno derecho.

Bueno, veremos a ver que tal se comporta- piensa Sicofante al ver acercándose poco a poco a Michou. El tagliano esperaba en su posición hasta que dieran la orden e avance. Le gustaba el grupo en el que se encontraba, con Ponzoña siendo el líder. Y no tenía pega alguna con sus compañeros asignados. Solo esperaba que cada cual cumpliese su cometido.

Sabandija hace caso inmediato de la orden de Matagatos. Tiene una mala sensación con respecto a la conversación de los hostigadores, una de esas que le hace no querer estar mucho más tiempo en medio. Coge las ropas que encuentre,  la tienda de Serpiente, su manta y otras pertenencias de tela y las dobla todas hasta que midan lo mismo, excepto la tienda que se cuelga a la espalda como suele hacer con la suya.

Una vez hecho esto, sale de la tienda con un saludo hacia sus superiores, (más dirigido hacia Matagatos) y espera allí a que Ojopocho termine de recoger su parte.

Asiento a las palabras de Matagatos y recojo las pertenencias de Serpiente ayudado por Sabandija.

Tras hacerlo salimos de la tienda y permanecemos fuera, esperando a que Matagatos nos de la señal oportuna.

Mientras esperamos a que Matagatos termine de despachar a Serpiente miro a Sabandija.

- Sabandija, además de cazar, ¿que más sabes hacer en la sabana? - le pregunto. Cuéntame más sobre ti. - añado. Cuanto más sepa sobre ti mejor podré enseñarte.

Ante la orden de Cochinillo rompió la formación, pero antes de acercarse junto al resto de Campamenteros levantó su brazo derecho con la lanza a modo de saludo hacia Lengua Negra, acompañado de una sonrisa, aunque en su rostro desdibujado por los hinchazones no lo pareciera.

En cuanto termine Cochinillo iré a saludarlo.

No dijo nada ante el discurso del que hasta ahora había sido su jefe, ni tampoco se despidió de él. Al fin y al cabo viajarían en el mismo grupo junto a Matagatos y Lengua Negra. Antes de abandonar el grupo buscó a Plumilla y Codorniz, con quienes había tenido más contacto últimamente y que iban asignadas a grupos distintos. Además eran las únicas a las que tenía algo de aprecio entre todo el grupo de campamenteros.

-Bueno chicas, voy a ir junto a Lengua Negra y su grupo. Lamento que no podamos viajar juntos, os echaré de menos. Espero que los espíritus de la Sabana os protejan y poder veros de una pieza cuando lleguemos. Y no os preocupéis por mi, estaré bien.

Pulga no sabía si finalmente los grupos acamparían juntos o ya no se volverían a ver hasta el final del camino y visto lo que les había pasado a los Hostigadores en el camino de ida a Cho'n Delor, podía esperarse cualquier cosa.

-¿Que os parece si os despedís del bueno de Pulga con un abrazo? Dijo abriendo los brazos e intentando sonreír a pesar del dolor.

Guepardo no dijo nada cuando Ponzoña cogió a Pantera delante de sus narices para usarla para la carga. Tenía claro que, pese a haberse hecho cargo de ella cuando Sacorroto fue asesinado no iban a dejar que se la quedase.

— Mierda, si no te han dejado quedarte con un maldito queso siquiera...

No le importó. En su tribu montar sobre un animal era un síntoma de debilidad reservado a los ancianos y a las mujeres preñadas; y tampoco tenía tanta carga como para que le hiciera falta.

Miró el grupo que le había tocado. Se alegró de que estuviese Peregrino, un magnífico luchador como demostró en los sangrientos entrenamientos, y el resto eran buenos guerreros también. Miró fijamente a Chamán Rojo y pensó que, quizás, fuera el más débil del grupo. No había problema con aquello, no lo había escogido por sus dotes en combate, sino para que le ayudara en otra cosa. Llegado el momento, si las hierbas de Frontera fallaban, se tendría que poner en manos de ese hombre.

—¿Le vas a desvelar tus secretos a un desconocido?

— Será mejor que tengas preparado tu equipo. — Fueron las escuetas palabras que le dirigió a Chamán Rojo.

Sabandija mira a Ojopocho y luego, sin mucha emoción (confía en sus habilidades pero no es presumido):

-Pues verás...-comienza- La verdad es que nunca he recibido instrucción especializada aparte de la de cazador, si se puede considerar como tal. Aprendí el oficio de mi padre, como es habitual en mi tribu. También domino todo tipo de lanzas, tanto cuerpo a cuerpo como a distancia, pero, dada mi instrucción me siento más seguro atacando a distancia, supongo que lo comprenderás, pues tu usas arco. Cuando...-duda un momento, apenas perceptible para alguien que no ande muy atento- me fui de mi tribu aprendí a sobrevivir, conozco bien la tierra y se como aprovecharla. Y, bueno, podría decirse que se me da bien ocultarme.-añade en último lugar, no sin plantearse como se tomará ese comentario el hostigador.

Plumilla se volvió hacia Pulga y miró a Campaña sin dejar de andar, no podría andarse con despedidas largas.

-¡Solo será un momento!-prometió echando a correr hacia el chico para abrazarle con toooda su fuerza, que a decir verdad era prácticamente nula.

^{_{-No te metas en líos}}-musitó preocupada hundiendo el rostro en el cuello de Pulga un instante antes de separarse, no tenía mucho tiempo que Campaña y Ponzoña no iban a parar su camino por ella- ¡y ojito con lo que haces y dejas de haceeeer!-bromeó echando a correr de nuevo con un pequeño derrape del pie izquierdo sobre el suelo para alcanzar a su nuevo "mentor". Buscó con la mirada a Keropis en su carrera, parecía atareado con Cochinillo e hinchó los mofletes con cierta decepción, el extraño Keropis siempre había sido bueno con ella y sin duda habría sido un buen compañero de escuadra. Levantó una mano a modo de "hasta luego" y repitió el gesto cuando cruzó la mirada con Tarado. Lo que se separa acaba unido de nuevo para más tarde volverse a separar, era ley de vida y acabarían juntos todos de nuevo en algún momento... tardara lo que tardara.

-dije que no tardaría-dijo con una sonrisa ingenua  dando pequeños saltitos al caminar deprisa al nivel de Campaña.

Al romper filas me acerco a Guepardo arrastrando los pies cansadamente, - Me pregunto si tendrá algo que decirme... - Ante su poco caluroso saludo me limito a responder señalando con el pulgar mi espalda, mis escasas posesiones van conmigo casi siempre, salvo la esterilla y manta que suelo dejar en mi lugar de descanso, las cuales ahora están enrolladas y atadas a la parte inferior de mi mochila.

Después me limito a quedarme apoyando un hombro contra uno de los carros a la espera de que nos den la orden de salir o por si Guepardo necesita algo de mi. Es en ese momento en que oigo a Cochinillo y a Lengua Negra discutir acerca de los animales, me acerco con discreción y aprovechando una de las pausas para no interrumpirles groseramente, digo. - Algo de experiencia tengo... ¿ Que es lo que hay que hacer?

- Michou, conmigo.

Me encontraba pendiente de la elección de Campamenteros, cuando escucho la llamada de Sicofante. Miro a Keropis, que está tratando de ayudar a Cochinillo con una armadura.

Espero que alguien lo elija, sería un desperdicio en la retaguardia.

Aún tenía asuntos que tratar con él. Además, no podía evitar avergonzarme de lo fácilmente que caí en el entrenamiento, no iba a permitir que se quedase con esa imagen de mí.

Me acerco a Sicofante. Mis heridas duelen a cada paso, pero me esfuerzo en disimularlo. Solo espero que hoy no haya ningún contratiempo, con un poco de suerte mañana me encontraré mejor. No sé de qué pasta está hecho mi mentor, pero no pienso dejar que me tome por un inútil. Mi complexión débil y mi juventud ya hacen suficiente daño a mi imagen. 

- Se presenta Michou, preparado para partir.