Partida Rol por web

MENTIROSO:

- Tras hablar y negociar con el mercader, te dice que las piezas de marfil tallado está bien, pero que él también tiene que sacar beneficio.

- Tras regatear un rato, su oferta final son 15 platas por el colgante y 7 por la pulsera.

- Veis que Mentiroso ha sacado de su bolsa un colgante y una pulsera, ambos de hermoso marfil tallado, y lleva ya un largo rato regateando con el comerciante, igual que un vil mercader. Resulta muy aburrido.

MEDIODIA.

- Conque ahora soy aburrido, Lengua Negra- sonreí.- La última vez me dijiste que nunca era aburrido, así que el que ahora te resulte aburrido es algo novedoso y por tanto inesperado, ¿verdad?- Solté una carcajada. Cuando terminé de reír y escuché su intención de conseguir información no adulterada asentí.- Intenté hacer un nido con algo más de lo que me daban, pero no es fácil encontrar ramitas en la sabana. Ahora, aquí tan solo indiferencia obtendrás de quién más preocupado está por lo que tiene bajo sus pies que de lo que hay al otro lado de las murallas. Además la información es cara y nuestros recursos exiguos.- Dejé de dirigirme a mi primo para hablar con el eunuco -. Precisamente por eso y porque no tengo tanta fe como tú, no pienso dejarte esas tres platas. Pero es bueno que creas que puedes vencerle- sonreí con sorna- como si nada hubiese cambiado.

Precisamente en ese momento, mientras conversaba “amistosamente” con Guepardo, una ratilla callejera se propuso interrumpirme con sus preocupaciones.

- “Chica, si necesitas ayuda búscate a otros”- tenía intención de responderla.- “Seguro que si es tan buena oferta encuentras a otros idiotas dispuestos a hacerlo”. Pero en su lugar preferí preguntar.

Sonreí.

- ¿Por qué nosotros? ¿Por qué no cualquiera de los mendigos que he visto tan dispuestos a rebajarse por unas simples botas?

Mentiroso vende las piezas de marfil satisfecho del beneficio, cogiendo las monedas con discreción. «Esta ciudad parece estar llena de ladrones y bandidos».

-Un momento no hace al hombre, Serpiente -replicó sin especial interés en proseguir aquella bizantina discusión. Su mirada no obstante se desvió hacia Mentiroso en primer lugar, para observar la factura de las piezas que ofrecía la mercader. Dio un codazo a Matagatos y con un gesto de cabeza, le indicó la dirección en la que debía mirar-. Grandes tesoros para un soldado.

Pero ahí acabó su comentario, reclamado ahora por la muchacha que les ofrecía trabajo.

-Deberíamos regresar, primo. Aquí poco o nada podemos hacer y el tiempo pasa. Y el ambiente que se respira, me agrada cada vez menos. Llamamos demasiado la atención.

Por desgracia, Mentiroso no había podido encontrar cosas que comprar aquí, al menos con la seguridad de poder venderlas más adelante con beneficio. Tampoco una tienda. Así que apostar por Jabalí tenía cierto atractivo. No como la de la joven mestiza. Incluso si la decadente ciudad sugería que se trataba de alguna emboscada, sus matones seguramente serían tan pobres como lo visto hasta ahora.

-Guepardo, algo tendrás para apostar. Yo pongo el resto, y me quedo la proporción del beneficio.

-No me desagrada tu idea Lengua Negra. ¿Pero quien podría darnos esa información?

Yo era curioso por naturaleza, pero nuestros nuevos patrones no acababan de convencerme. Aunque me temía que averiguáramos lo que averiguáramos las cosas no cambiarían para la Compañía una vez aceptado el contrato.
Escucho a Serpiente y a Guepardo. Las palabras del Ranger me habían llamado mucho la atención y me alegraba que hubiera recuperado su confianza. Yo estoy dispuesto a confiar en mis hombres.

-Quizá no quieras poner tres platas Serpiente. Yo pondré una. Confío plenamente en que Guepardo le dará una paliza. ¿Alguien más se anima? Cuando Guepardo gane el se llevará media plata y los que hayamos puesto nos llevaremos otra media plata por cada plata puesta.

No lo hacía por ganar media plata. Quería que Guepardo ganara y que se diera cuenta de que seguía siendo un gran guerrero y además con su victoria ganaría muchos méritos a los ojos de los demás. Arriesgar una plata me parecía un precio muy pequeño por el resultado que podía conseguir.
Entonces llega una chica pidiendo nuestra ayuda para llevar unos barriles. La miro de arriba a abajo preguntándome por sus intenciones. Estaba claro que no parecíamos mozos de carga y por un cobre seguramente cualquier mendigo la ayudaría. Pensar en Lengua Negra y Serpiente arrastrando barriles me hace sonreír, pero la situación no dejaba de intrigarme. Miro a mis compañeros intrigado. Decido hablar en Oscuro, cosa que normalmente no haría con Guepardo, Caracabra y Mentiroso cerca, pero no quiero que la chica sepa lo que hablamos.

-¿Que pensáis de ella? ¿No os parece un poco raro?

En esas llega Mentiroso que acaba de terminar con sus negocios. Me había fijado cuando Lengua Negra me había indicado. A decir verdad no era el primer K'Hlata que llegaba a la Compañía con una buena suma de dinero o con objetos valiosos, así que decido no darle importancia.

-Yo ya les he dicho que pongo una plata. Venga ¿Ninguno más se anima?

-No tengo dinero, primo. Algunos seguimos siendo reclutas sin derecho a soldada. Y no creo que sea momento de apuestas ni peleas. Es mediodía ya, Matagatos -dijo. Era evidente que su anterior comentario de regresar había sido desoído, pero no por ello iba a dejar clara la evidencia de que debían partir-. Si deseáis quedaros, no hay problema. Pero yo voy a regresar.

Guepardo miró sorprendido a sus compañeros, lo que era un reto personal con Serpiente lo habían convertido en algo público. La verdad es que no le importaba. Tenía demasiada furia acumulada y aunque aquel mastodonte no tenía culpa ninguna, sabía que atacar a Serpiente delante de todos le causaría problemas. Como le habría gustado ir solo con él a esa ciudad y terminar con su maldad. Guepardo contestó a Mentiroso. - No tengo dinero. Ni quiero tenerlo. Si gano os podéis quedar con las monedas.
Sacorroto volvió a aparecer a su lado y miró a Lengua Negra con desprecio: Este maldito cobarde debería ser el segundo en tu lista. - Le dijo a Guepardo. El Jaguar pensó que el antiguo Hostigador seguía culpando a Lengua Negra por haber ordenado apalizarlo.

-De eso nada. Le digo a Lengua Negra. Vinimos juntos y juntos nos iremos. Esa había sido mi idea antes de entrar y ahora que estábamos dentro me reafirmaba aún más en mi opinión. No tardaremos en irnos. Miro al resto de mis compañeros. ¿Entonces qué? Quizá mentiroso decidiera poner dos platas o Caracabra y Serpiente se unieran. Si no Lengua Negra tiene razón, ya hemos visto y hecho todo lo que necesitábamos.

Si al final no había combate nos volveríamos al muelle inmediatamente, no seguiríamos en Dadiz mucho más tiempo. Mientras mis compañeros se lo piensan me giro hacia la chica mestiza.

-No podemos ayudarte, será mejor que busques a otros.

- O sea que si Guepardo no pelea entonces nos vamos. Déjame pensar...- Miré a Lengua Negra y sonreí.- No me queda más remedio que poner una moneda de plata por el bien y la autoestima de nuestro estimado lancero, aunque deberá combatir sin lanza.- Me encogí de hombros.- Tan solo con sus puños. Como Mentiroso también se ha mostrado de acuerdo en invertir ya tenemos las tres platas necesarias. Además, si queréis, puedo dar a nuestra apuesta cierta... ventaja.

Caracabra escucha atentamente la conversación, yo también soy recluta, no tengo dinero... Ademas creo que tenemos que volver. El pequeño jorobado, ya había tentado mucho a la suerte viniendo a la ciudad, en ella se sentía incomodo, y agobiado con tanta gente. Y le agradaba la idea de que a un oscuro también le apeteciera volver, el nunca hubiera expresado su deseo de marchar, si no lo llega a decir alguien antes. Ademas tanto la mujer como la pelea con el fortachon, le parecían timos para aprovecharse de extranjeros incautos, como ellos ahora mismo.       

-Pues entonces ya está. Nosotros ponemos una plata cada uno. Digo mientras saco una moneda de plata y la pongo en la mano de Guepardo. Y tu ganas la pelea. Será rápido y sencillo. ¿Qué puede salir mal? Miro a todos mis compañeros y luego añado especialmente para Lengua Negra y Caracabra. Después de esto habremos terminado aquí.

No parecía que nadie más quisiera comprar nada ni estuviera interesado en nada más de Dadiz. Además Lengua Negra y Caracabra ya se habían cansado de dar vueltas por la ciudad. Yo también había visto suficiente, no pensaba que Dadiz pudiera ofrecerme nada más de lo que había visto, o más bien de lo que no había visto. Por mucho que había buscado no había conseguido encontrar ni una sola tienda de ropa.

Estarán en otro barrio o me las habré pasado.

Miro a Serpiente cuando realiza su propuesta. ¿A que ventaja se refería? Esperaba que no fuera ninguna trampa, no era necesario para ganar.

-¿A que te refieres Serpiente? ¿Los puños de Guepardo no te parecen suficiente ventaja?

- ¿Las garras del león no te parece suficiente ventaja?- le remedé.- Y aun así el león tiene también afilados colmillos y poderosas patas. ¡¡Deténgale naturaleza, hace trampas!!- Solté una carcajada.- Hablo de magia, pero eso ya lo imaginabas.- Me froté las manos.- Hace tiempo me diste un puñetazo Matagatos, ¿recuerdas algo extraño del momento en que lo hiciste?

Guepardo miró a su grupo. Se sorprendió de que ellos confiaran en su destreza en lucha cuando solo lo habían visto pelear con la lanza en mano. El resultado le daba igual, no importaban las monedas, solo sentía mucha rabia y odio en su interior y aquel mastodonte tenía buen aspecto para pagar el pato. El caso era luchar, si ganaba disminuiría su furia, si perdía sería otra humillación más. Para un hombre que acababa de perder su pene era lo de menos. EScuchó como Serpiente decía de ayudarle. Magia negra proveniente de ese ser repugnante. Lo miró con los ojos enrojecidos. - Ni se te ocurra hacer ninguno de tus miserables trucos. Si ha de haber una lucha, será una lucha honorable...sin trucos. Y mirando al organizador de la pelea le dijo: - ¡Ey tú, ven aquí!.

Caracabra envidiaba el arrojo de guepardo, pero algo le decía que esto no iba a salir bien, era una ciudad de demonios, y algún taimado y astuto demonio liaría todo. Aunque pensara esto, una parte de su alma le decía que guepardo podía ganara, y necesitaba la confianza del grupo. Venga guepardo, tu puedes con el. Dijo con una tímida voz. Pero el pequeño jorobado quería era salir de la ciudad, y entre antes acabara el combate antes saldrían de la ciudad.

Pero de lo que no se daba cuenta Caracabra, era que en el combate se jugaban algo mas que unas míseras monedas, puede que en la lucha también estuviera en juego el honor de la compañía, y mas concretamente del grupo de los hostigadores.

-Si, me lo imaginaba, pero quería asegurarme. A parte de magia también ofreces consejos de vez en cuando, aunque muchas veces no se entiendan. Pero ya ves. Digo haciendo un gesto con la mano en dirección de Guepardo. Prefiere luchar con sus propios recursos y yo estoy de acuerdo con él. Después me quedo pensativo un momento. Si, lo recuerdo perfectamente, pero no será necesario esta vez. Digo finalmente. Vamos a animar a Guepardo.

Me acerco a la zona de peleas junto a Caracabra que ya se ha puesto en marcha hacia allí.

Al final habría apuesta, incluso algunos de los otros se habían animado a ver el espectáculo. Si Guepardo ganaba, y Mentiroso confiaba en que lo haría, ganaría algo de plata, cobre más bien; y si perdía, bueno, al menos tendría algo divertido que recordarle a Guepardo el resto de su vida. Además, si da un buen combate, seguramente le quite las ganas a otros de intentar nada contra nosotros, y eso siempre es bueno.

-Vamos, Guepardo. Ya has oído a Caracabra y Lengua Negra. No creen que puedas acabar con él rápidamente -dijo para animarle y a la vez provocarle contra su adversario.