Partida Rol por web

- Que mi libertad esté condicionada no significa que no sea libre- le expliqué.- Piensa en el río por el que hemos navegado como la libertad. Pertenecer a la Compañía no es más que retirar un cubo lleno del agua de ese río. El hecho de haber sido aprendiz de Escupeculebras consistió en retirar otro, el de llamarme Serpiente otro y el de condicionar el camino que seguiré a la decisión que tomes otro también… Aun así el río sigue circulando y su corriente continúa empujando las balsas hacia el mar.- Sonreí.- Ahora, más vale que elijas bien qué cubos subes a tu balsa y dónde los pones o terminarás volcando y ahogándote.

Le di un par de golpecitos en el hombro con el bastón.

- Es momento de subir un cubo, Caracabra. ¿Qué cubo quieres subir, el tuyo propio o el que te alcanza Khadesa?

LA ciudad de Idon era un espectáculo por si misma. Las grandes construcciones, la arquitectura y disposición de los edificios, la decoración utilizada, la forma de vivir en la ciudad, todo ello era sumamente extraño para mí, cosa que lo hizo más fascinante. Avancé junto al grupo de forma tan anonadada que ignoraba gran parte de sus conversaciones para notar todo lo que tenía a mi alrededor, pues no deseaba perderme ningún detalle de sus esplendor.

En muchos aspectos la ciudad era majestuosa, pero por otro lado mostraba la gran decadencia en una sociedad totalmente dependiente de la esclavitud de otras personas. A pesar de ello, parece funcionar de manera muy efectiva, pues el dinero y alimento abunda hasta el punto de sustentar la felicidad de sus esclavos. No entiendo esa clase de pensamiento, ni entiendo como un hombre podría vivir consigo mismo en la esclavitud, pero eso no me atañe.

Continúo el camino hasta que llego a una bifurcación, que separa el camino de los muelles con una plaza donde hermosas esclavas llevan jugos a las personas. Claramente no tengo dinero, ni el aspecto de tenerlo, por lo que me quedo mirando desde lejos. Gran parte del grupo se va a los muelles y antes de que me de cuenta, estoy con Caracabra, Serpiente y Uro. Los dos primeros están en no sé qué clase de discusión tonta, por lo que les miro y les digo con mi voz ronca:

 - "Voy a los muelles."

Acto seguido, continúo mi camino intentando seguir al grueso del grupo y esperando a que me sigan, pues habían dado instrucciones de no separarse.

El imponente salvaje ciertamente parecía fuera de lugar entre aquellos cuidados jardines. Su figura tosca y brutal, irreductiblemente orgullosa en su postura, constituía toda una aberración para quienes la observaban, una mancha inmunda y desagradable que ofendía con su simple presencia el lujo y refinamiento de las delicadas construcciones circundantes. Como un viejo fantasma de tiempos oscuros y remotos, más primitivos y terribles, que había perdido su rumbo en el laberinto de las eras.

Incluso en su mente sencilla, ajena a cuestiones tan complejas como la vergüenza o la incomodidad, URO percibía todo esto. Podía sentirlo en su piel. No le gustaba aquel extraño lugar. Le daba asco. Y, aunque ese imperceptible estremecimiento jamás tomaría cuerpo en un pensamiento coherente, lo cierto era que se sentía intimidado.

Ese era el motivo de su silencio imperturbable. Y también la causa de su gesto adusto y de su ceño fruncido. No era exactamente miedo. Pero en todos los rincones adivinaba un peligro, y hasta las mismas construcciones lo hacían juramentar por lo bajo cuando pasaba a su lado. Casi podía sentir que lo observaban desde la distancia…

Su mano derecha aferraba con devoción una sencilla lanza de madera, como si se tratara del último refugio que le quedara en todo el ancho mundo, y cada tanto palpaba con su mano libre el poderoso machete que colgaba de su costado. Se lamentaba amargamente por no haber traído consigo su escudo tribal. Más por una cuestión de orgullo que por auténtica necesidad. Pero al menos el duro cuero curtido de su armadura le brindaba una leve sensación de protección. O al menos de familiaridad. En medio de aquel infierno eterno y asfixiante, de extraños aromas y enjambres de personas, eso ya era algo.

Su rostro había adoptado una mueca indescifrable, y su mirada parecía no prestar demasiada atención a sus compañeros. Sin embargo, su postura daba algunos indicios sobre lo que pasaba por la mente del salvaje.

URO esperaba. Allí en su lugar, de pie. No se había alejado con el resto, y tampoco parecía tener intenciones de apresurar las decisiones de CARACABRA o SERPIENTE. Como si aquel fuera su lugar. O su función…
 

- Peregrino se va hacia los muelles.

PEREGRINO:

- Tira Buscar u Otear para encontrar a los otros en los muelles y el mercado.

Caracabra escucho atentamente la metáfora del rio que Serpiente le explicaba, el leguaje del oscuro se le parcia enrevesado para una mentalidad tan simple como la suya. Pero trato de imitar su forma de hablar, utilizando la metáfora del cubo y el rio, no quería que el aprendiz de mago pensara que era un estúpido. Recordó las explicaciones que le había dado la vieja bruja en las ruinas del templo, haciéndose preguntas que ella misma se contestaba. Como has dicho, pensemos en el rio, tú retiraste un cubo de agua al entrar en la compañía por que era tu decisión, pero al retirar ese cubo de agua permitiste que el resto de la compañía retirara más cubos de agua, y esos cubos de agua no los elegistes tú. Por ejemplo las normas que tenemos que cumplir. Pero ese cubo de agua que retiraste  por tu voluntad, al entrar en la compañía,  ¿realmente era el cubo que querías retirar, o era el cubo que podías retirar?, el cubo que retiras tiene que ser de cerca de la balsa, y además, de la parte superior del rio. Al igual que el rio, estas obligado a seguir un cauce, y no puede desviarse.  Los cubos de agua que coges, no los coges libremente, aunque a ti te parezca que así lo haces, ya estaban hay, dispuestos anteriormente. Me importa poco que el cubo me lo de Kadesah, o lo coja yo; ese cubo ya estaba asignado. ¿Porque el rio va por el cauce?, no es porque quiera, sin no porque los espíritus se lo ordenan; y lo mismo pasa con nuestra vida aunque no nos demos cuenta, nuestras decisiones cuentan poco. Después de la larga contestación Caracabra se sintió como un estúpido, había contestado a Serpiente,  a pesar de todo el respeto y temor que este le infundía. En el fondo pensaba que sus opiniones siempre eran menos validas que la de los demás. Había sido una estupidez intentar parecer inteligente delante del mago oscuro, exponiendo sus pensamientos.

Ahora deberíamos de seguir a Peregrino, con voz sumisa añade, no es bueno que vaya el solo al puerto, deberíamos de ir con él. Dice mientras sigue a Peregrino.

Otro ignorante K’hlata que creía a ciegas en las mentiras de los chamanes. Deberían prohibirlos.

- No, no deberíamos. No hay razón por la que debamos. ¡Quieto!- le ordené tan pronto comenzó a alejarse. Esperaba que el estúpido jorobado fuera capaz de obedecer una orden que viniese de mí, un Oscuro, un mago y el consejero de Matagatos. Entonces se me ocurrió. ¿Era tan divertido?- ¿Prefieres que te dé la orden Matagatos? Puedo hacer que te dé la orden de ir por ese camino ahora mismo si quiero. ¿No me crees?- Sonreí.- Si no me creyeras estarías poniendo en duda mi palabra. Aunque lo cierto es que acabas de poner en duda mis palabras, mi explicación. Ven, Caracabra, y vamos por ese camino.- Señalé el que estaba repleto de meretrices y esperé a que me hiciera caso.- Tú puedes hacer lo que quieras Uro, aunque estoy seguro de que el mercado es mucho más aburrido.

Caracabra se vuelve a girar, mientras da un largo suspiro. Contradecir a Serpiente, ha sido una verdadera estupidez. Vale, te seguiré. Aunque para ello no hacía falta que mencionaras a Matagatos. Te tengo suficiente aprecio y respeto como seguir tus órdenes. Pienso que tus órdenes nuca podrían hacerme ningún mal, siempre servirán a un fin superior, el bien la compañía. Porque nunca me has dado un motivo para dudar de ti. El pequeño jorobado no esperaba nada bueno de pasear con el oscuro, además cuando este era un mago. Pero entrar en más discusiones con el solo podría desatar su ira. Además, antes no he querido poner en duda tus palabras, solo he respondido a tus preguntas, justificando la respuesta. El pequeño jorobado se acerca al mago, pero, ¿porque no quieres que la escolte?, era mi misión, aunque nadie me la hubiera encomendado.

Afortunadamente para el salvaje, la mente de URO se hallaba por aquellos momentos bastante alejada de la insufrible cháchara de sus compañeros. De otro modo, hubiera sido bastante probable que el gigante terminara por sufrir unas agudas migrañas por el solo hecho de escuchar tantos sinsentidos.

Bien por el contrario, la atención de bárbaro se hallaba absorbida por su plácido entorno. Observaba rostros, gestos, formas de andar y, por sobre todas las cosas, amenazas. No se cansaba jamás de adivinar amenazas en cada rincón. Incluso aunque a estas alturas ya empezaba a hacerse una buena idea de cómo funcionaban las cosas por allí.

Pues lo cierto era que comenzaba a despreciar a aquellas gentes. La grosera magnitud de todo el lugar todavía le seguía produciendo escalofríos, pero poco a poco, aquella vaga sensación de incertidumbre se iba transformando en puro y simple asco.

URO podía entender la esclavitud. No era algo que le atrajera particularmente, al menos no en el sentido en que la mayoría parecía practicarla, y en verdad, jamás lo habría considerado una opción viable para su propia existencia. Pero aceptaba que los fuertes impusieran su voluntad sobre los débiles. O, para ser más exactos, tan solo lo “toleraba”. Como buen acólito de la Diosa, el Cazador de Cabezas sabía que solo había un destino posible para los débiles…

Por todo ello, lo auténticamente aberrante de aquel lugar, lo que hacía bullir la sangre del coloso hasta el punto de provocarle náuseas, no era la esclavitud. Ni siquiera el sufrimiento de aquellos pobre diablos. Mucho menos los recargados aromas que espesaban el aire o las pomposas vestimentas de los paseantes.

Para URO, un lugar semejante era sencillamente absurdo. Su mera existencia era de por sí inadmisible, no tenía sentido. Un verdadera afrenta a su Diosa.

Una ciudad entera dedicada a la debilidad, donde hombres frágiles y fofos se regodeaban en su arrogancia condescendiente, gobernando sin esfuerzo sobre otros aún más enclenques y apáticos, pobres diablos que ni siquiera tenían el valor de entender la profunda miseria espiritual que dominaba sus vidas.

Un lugar que merecía ser erradicado de la tierra y borrado para siempre de los recuerdos.

Por lo bajo, después de mucho tiempo, URO sonrió antes de encaminarse tras los pasos de SERPIENTE y CARACABRA. Era una mueca torva y oscura, que en realidad tenía muy poco que ver con una verdadera sonrisa.

Quizás había encontrado por fin un regalo digno de su Diosa.
 

- Bien, bien, así me gusta- respondí al poco agraciado k’hlata antes de ponerme en marcha hacia los jardines y refrigerios.- Y en respuesta a tu pregunta, porque no me apetece. Es sencillo, no quiero. Estoy ejerciendo mi libertad coaccionando la tuya. Eres libre para desobedecerme, a mí o a Matagatos, claro que en ese caso uno debe ser consciente de las consecuencias. Ahora, la opción sigue ahí aunque no te resulte atractiva. Pero dime, ¿realmente crees que los espíritus influyen tanto en ti como para arrebatarte toda capacidad de decisión? No, eso son patrañas que los chamanes os han contado a lo largo de toda vuestra vida para manteneros callados. ¿Recuerdas el “espíritu” de Lengua Negra invocado por Rastrojo?- Paré un momento y me giré para clavar mis extraños ojos en el K’hlata.- Mentira. ¿Recuerdas quién dijo que Lengua Negra había muerto? Mentira. Mentiras, mentiras y más mentiras…- Solté una aguda risita antes de volver a caminar.- Las mentiras tienen mucho poder, más de lo que crees, y aun en gente sin el don pueden llegar a hacerse realidad si todos los palurdos que las escuchan se las creen. Una de esas mentiras te impide ver la realidad. Mira a tu alrededor y dime qué ves y cuánto de lo que ves es cierto.

- Serpiente, Caracabra y Uro se adentran en el idílico parque.

- Peregrino sale de escena.

- Sigue en la escena: "Ciudad Baja".

Al ingenuo Caracabra le sorprendió la aparente sinceridad con que Serpiente le había respondido a la pregunta. Estas muy seguro de tu poder, para poder responder así. También dice mucho de ti, tienes que controlar todo, te molesta que otros puedan controlar tu vida. De hecho, la idea de que Matagatos pueda mandarte hacer algo contra tu voluntad te revuelve la tripas. Por eso temes que los espíritus también controlen tu vida, te aterra no ser dueño de tus decisiones. El jorobada empezó a enlazar pensamientos sueltos que le venían a la mente, sentimientos más que ideas eran los pensamientos, sentimientos que surgían al ver hablar al aprendiz de mago. Por una vez en su vida hablaba de una manera abierta, libre, sin morderse la lengua, sin pensar en las consecuencias des sus palabras al contradecir a Serpiente. Tienes razón, los chamanes pueden equivocarse, no solo están influenciados por espíritus buenos, sino que también hay espíritus del mal yuyu.  La lucha de estos espíritus da forma a nuestra vida, nuestro destino está escrito en sus mentes. Si el espíritu del Rio quiere que mueras, seguro que morirás ahogado, por mucho que intentes evitarlo, aunque no te vuelvas a acercar a un rio; este acabara matándote, puede que mueras ahogado mientras bebes agua  de un cuenco, y no podrás hacer nada.

Claro que las mentiras tienen poder, pero no lo son todo. Al igual que los espíritus de la muerte, no lo controlan todo,  ni tampoco los de la vida. Imagina un mundo solo con espíritus de vida, todo viviría, no habría muerte, ni siquiera podrías matar a tu enemigo o una gacela para alimentarte; sencillamente ese mundo es…. es imposible, no hay equilibrio. El jorobado no paraba de recurrir a las explicaciones que la vieja bruja le había dado cuando era pequeño. Pero tenía la certeza de que Serpiente no estaba jugando con él, sino que simplemente estaba probando sus creencias.

URO:

- Tiradas ocultas y secretas:

* Otear.

* Averiguar Intenciones.

* Supervivencia.

- No puedo temer lo que no existe, Caracabra- le dije tras soltar una carcajada.- Por eso no temo no ser libre por la influencia de esos supuestos Espíritus en los tú crees. El agua es agua y no tiene voluntad. Las mentiras tampoco tienen voluntad por sí mismas. La voluntad pertenece exclusivamente a las personas que la utilizan como instrumentos con los que alterar la percepción de la realidad y con suficiente poder, la realidad en sí misma.

Sonreí. Ese era un buen momento, además de que echaba de menos la sensación. Unas palabras breves era lo único que necesitaba y las pronuncié en una lengua desconocida para los dos que me acompañaban.

- Gírate Caracabra y contempla una mentira lo suficientemente sincera.- Reí.- ¡Sacorroto está vivo!

- "Hola... Caracabra." -

URO:

- Tienes que invertir cierto tiempo en probar y tocar todo, pero una vez lo hagas la conclusión es que el parque es real, no es una ilusión.

- Te parece que nadie se fija en vosotros, aunque no estás en absoluto seguro de en qué piensan estas personas.