Partida Rol por web

PELAGATOS:

- Llevarás unos veinte minutos cabalgando cuando te parece ver un cadáver ataviado con una pesada armadura herrumbrosa. Está tirado sobre una colina rocosa.

KEROPIS:

- Es posible que estés escuchando los cascos de un caballo al galope. No está seguro de si se acercan o se alejan.

- De repente te sientes muy cansado y estás tirado inmóvil bajo el sol en lo alto de la colina rocosa, igual que si fueses un cadáver abandonado en este lugar años atrás.

SICOFANTE:

- Te da un golpe de calor y te ves obligado a detenerte, no puedes más.

MENTIROSO:

- Cabalgas raudo a lomos de tu camello en dirección al grupo de Ponzoña.

- Tienes una idea bastante aproximada de dónde deben de estar en estos momentos. Te parece que les alcanzarás en cuestión de una media hora.

- Estás tan concentrado en eso que no te fijas mucho en nada de lo que te rodea.

PEREGRINO:

- Corres todo lo deprisa que puedes, aunque en un momento dado pasas junto a una piedra que creías haber dejado atrás hacía rato...

- Te sientes con fuerzas para seguir corriendo a este ritmo una hora más si fuera necesario.

- No ves nada remarcable a tu alrededor: piedras, ramas, y alguna poza con agua estancada y apestosa.

“Más rápido, más...” Pensaba mentiroso cuando azuzaba a su camello.
El grupo de Ponzoña no estaba lejos ya.
-¡Solo un poco más y les daremos alcance, chico!- Dijo a su camello – ¡Animo!
El mundo pasaba a su alrededor como una sombra, formas vagas, bultos informes, los sonidos ensordecidos por el constante galopar del camello. Con la mente centrada en su objetivo, eso era lo de menos.
Siguió avanzando, el peso del escudo en su espalda  y el repiqueteo de la lanza en la grupa del camello lo mantenían concentrado.
-¡Solo un poco más!

Cabalgaba disfrutando del silencio y la compañía de Orgullo. Me alegraba de notar que se le notaba recuperado tras la carrera anterior. De repente vislumbré algo raro y detuve a Orgullo con cuidado. 

- Pero qué...

Desenvainé mi espada y me coloqué bien el escudo e insté a Orgullo a que se acercase un poco más. A una distancia prudente observé los alrededores por si veía alguna otra irregularidad. ¿Y si fuese una trampa? Desmonté y me acerqué con cuidado al cuerpo, con el escudo y la espada preparados ante cualquier movimiento.

Maldición

Era lo único que podía pensar el ermitaño mientras notaba como ese sol abrasador le castigaba. Escuchaba un caballo, intenté moverme hacia algún lado a ver si podía ver quién o qué era, pero no pude. Estaba agotado... absolutamente agotado.

Asique optó por quedarse ahí un momento, intentando averiguar qué le pasaba y porqué estaba tan agotado.

El paisaje a mi alrededor me parece todo igual. He corrido en la dirección que pensaba estaba mi grupo pero me parece que no ha ido del todo bien. Las piedras se me repiten y no he sido capaz de seguir pista alguna que me acerque a mi destino.

"Deben estar en algún sitio. Debo haber confundido algo u omitido alguna señal. Debo concentrarme más y encontrar algo que me guíe. No puedo correr en círculos, eso no ayuda."

Me detengo, intentando conservar la calma y comienzo a observar a mi alrededor buscando algo que pueda guiarme. Cierro luego mis ojos e intento escuchar algún indicio que me diga hacía donde dirigirme. Luego de eso, sigo corriendo pues no descansaré hasta encontrar a mi grupo y poder finalmente reunirme con ellos.

Sicofante tuvo que detenerse. El viaje se le estaba complicando mas de lo previsto. Primero tuvo -de nuevo- serios problemas para mantener la marcha y el ritmo, lo que le hizo perder muchísimo tiempo, y ahora un golpe de calor que le hizo detenerse para reponerse. No estaba siendo su día. Y lo que era peor: si la compañía estaba teniendo combate -lo mas seguro, por otro lado- él no podría ayudarles. Volvería de nuevo a llegar tarde y fracasar. Y eso era la mayor vergüenza para el tagliano.

PELAGATOS:

- No has podido detectar a nadie escondido o agazapado (que no quiere decir que no estén ahí, bien ocultos). No tienes forma de saber si es o no una trampa.

- Por otro lado, aunque la armadura pesada del cadáver esté demasiado deteriorada como para ser aprovechable, podría haber más botín de valor, como armas o monedas antiguas...

KEROPIS:

- Las energías necrománticas que te sostienen son débiles y oscilan. Los hechizos de resurrección son muy antiguos, dependen de la magia del Príncipe de la Oscuridad, que yace muerto o durmiente desde hace muchos siglos.

- Es posible que la luz solar directa te esté debilitando. O pueden ser factores emocionales.

Con mi escudo y espada preparados, atento al más mínimo ruido o movimiento, me acerqué más a la armadura. Me quedé a un par de pasos, antes de continuar, para asegurarme de que era un cadáver. Con mi espada le golpeé sin muchos miramientos en el casco, haciendo rebotar su cabeza hacia los lados. Miré una vez más a todos los lados y me arrodillé a examinar el cuerpo y sus pertenencias.

Se le escapa una ligera brisa.

Y ahora no me importaría que el Príncipe me diera parte de sus energías como antaño... pero no creo que pueda, y si puede no creo que quiera -pensaba el ermitaño mientras estaba tendido en el suelo.

Intentó captar alguna sombra, algo donde protegerse de ese sol abrasador o algo que le indicara donde y como llegar a algún otro grupo de hostigadores, ya no le importaba mucho que fuera el de Matagatos o no.

El sol le calentaba la armadura y hacía que oliese más aún a cadaver en descomposición, solo le faltaba que algún tipo de animal carroñero le tomara como alimento y se acercara a por él. Sí, eso podía ocurrir. No estaba la suerte de su parte.

- Lengua Negra se aleja del Grupo I hacia el Norte a lomos de Dante, que no parece nada contento con todo el asunto.

PEREGRINO:

- No te agrada la idea de pararte a descansar, sobretodo porque crees que puedes seguir. Sin embargo, una parte de ti debe admitir que quizá estés un poco perdido y que tal vez si te detienes a meditar sobre el mejor camino a seguir puedas ser capaz de orientarte de nuevo...