Partida Rol por web

La Compañía Negra: El Dios del Dolor.

Tierras de Cho n Delor: Fuerte Chuda.

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24/05/2013, 22:07
Pipo.

La cosa a la que algunos llamarían Pipo, se detiene... visto de cerca, está empapado de sudor, la espuma ya cae de su boca para manchar la tierra. No hace amago de esquivar las lanzas, aunque cuando resulta que no les dan, no se puede saber si no ha esquivado porque adivinó su trayectoria o por que no quiso hacerles caso. Todo el cuerpo le tiembla ligeramente, como a un potro joven y fogoso.

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25/05/2013, 13:28
Khadesa.

Se habían movido. Khadesa no se dio cuenta, pero así había sido. Serpiente había avanzado, mientras conjuraba su hechizo. Y ella con él, apoyada su mano aún en la túnica del mago, aunque su mente estaba frente el pozo de oscuridad que podía darle el pequeño hálito mágico que proporcionar a la batalla.

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25/05/2013, 20:25
Rastrojo.

Era el momento de poner a prueba a los espíritus. Rastrojo jamás ha sido herido en combate. ¿Quién mejor que él para ofrecerse de cebo para que el triplete malgastara lanzas? Y más tratándose de armas que surcan el viento con las almas de los difuntos. Mucho más sencillo proteger al chamán de ese tipo de golpes que de los propinados por una lanza sujetada por fuertes manos.

Se adelantó a Asesina, medio agazapado para ofrecer menor blanco. Solo un poco. Técnicamente no estaba desobedeciendo la orden de la Sargento Falce. Rastrojo estaba en una de las esquinas del frente, escorado más que la primera torre enemiga, así que en la práctica mantenía más o menos la misma distancia de seguridad que los exploradores. Más o menos: Rastrojo no era explorador, y no tenía tanta facilidad para calcular a lo lejos. Pero estaba claro que el alcance máximo trazaba una recta paralela a la muralla, y en los bordes se truncaba en un cuarto de círculo dejando puntos ciegos.

El chamán se expuso lo suficiente para tentar al Fantasma de la esquina de la torre, como un blanco al que solo ese enemigo tuviese acceso. Mayor provocación imposible: cargaba la responsabilidad en un solo hombre, delante de todos sus camaradas. Pero aún así era un lanzamiento complicado con semejante distancia.

Mejor me paro aquí, y espero a ver qué hace.

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26/05/2013, 00:14
[RIP] Sino.

Los músculos de Sino se tensaban con el movimiento, su respiración se agitaba, pero el explorador siguió corriendo tratando de alcanzar a su Escuadra. Aún se hallaba lejos del alcance de las lanzas enemigas así que no se preocupó por cubrirse.

Tenía que llegar fuera como fuera, y luego usar su cuerda para trepar esa maldita empalizada.

Todos sus sentidos ya estaban en la batalla y Sino pensó solamente en cómo acabar con los enemigos.

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26/05/2013, 14:52
Keropis.

Keropis avanzaba en formación mientras veía como Manta cambiaba su posición para estar en la primera fila- Un líder debe dar ejemplo. Empieza bien -pensaba el ermitaño mientras caminaba al ritmo de la formación.

Veía como todo comenzaba a movilizarse y no podía dejar de pensar en el momento en que pudieran llegar al combate.

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26/05/2013, 20:38
Pipo.

Pipo, a la orden de Falce, como si fuera un mulo del que estuvieran tirando con una cuerda, retrocedió, convulsivamente, tres pasos exactos.

Uno, dos, tres.

Y se quedó ahí, arañando la arena con las puntas de sus sandalias sucias y descuidadas, la capa puesta de cualquier manera y empapado en sudor.

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27/05/2013, 07:16
Loor.

Y a su alrededor la batalla, finalmente, empezaba a tomar forma. Las lanzas caían sobre los compañeros, y ya probaban la sangre de algunos de sus hermanos. El cabo Berrinche parecía a punto de caer, viciosamente golpeado. Pero Loor no podía fijarse en él. Una plegaria salió en un susurro de sus labios, dirigida a su Diosa, y viendo como Ponzoña intentaba torpemente coordinarlos para aumentar la velocidad del ariete, puso toda su fuerza en la tarea, logrando con la misma compensar el fallo de su líder. El ariete empezó a ir más rápido. Debían tirar pronto esa puerta... o todos estarían muertos

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27/05/2013, 13:18
Tarado.

Tras tanto tiempo esperando, finalmente había llegado el día de la batalla. A medida que nos acercamos al fuerte que debemos tomar, se comienzan a dar órdenes. Tardo un poco en encontrar mi sitio, en el pelotón de campamenteros, y pronto me pongo en la segunda fila de la formación tortuga.

Mientras avanzamos, con el ariete a nuestro lado, siento un vacío en el estómago que me concentro en olvidar. No es esto sencillo al ver como varias lanzas se clavan en el Cabo Berrinche y lo dejan malherido, y otra en Rastrojo, que va a acusar tal golpe.

Finalmente, Manta nos manda detenernos para que el avance del ariete se lleve a cabo sin problemas. Me detengo manteniéndome estoico, rodeado de compañeros, aspirando el olor a batalla y a nervios, sabiendo que nos vamos a dirigir al infierno.

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27/05/2013, 14:05
[RIP] Sino.

Sino se había esforzado como nunca para alcanzar a sus compañeros exploradores… y justo cuando lo consiguió recibió las órdenes de unirse al grupo del ariete.

Bueno, de una forma u otra ayudaría a la entrada de la Compañía en el fuerte. Asintió con la cabeza y sin mediar palabra echó a correr en dirección al ariete para ocupar una posición junto a sus compañeros empujando la pesada herramienta. Aunque había tenido que retroceder ya que sus compañeros exploradores estaban más avanzados no se quejó… tarde o temprano se bañaría en la sangre de los enemigos.

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27/05/2013, 15:27
Dedos.

Era el momento de ir a batalla. Sin mucho entusiasmo empezó a afilar, otra vez, sus armas, por si acaso, aunque Matagatos la hubiese puesto en una posición en la que difícilmente tendría que atacar cuerpo a cuerpo. Colocó sus 40 flechas sujetadas por cuerda colocada como un carcaj improvisado y se aseguró de que era fácil extraerlas, para ahorrar tiempo durante la batalla. Miró a su alrededor y divisó el campo de batalla. Había mucha distancia entre ellos y el enemigo.

Sumida en sus pensamientos se sobresaltó al escuchar las previsiones de Khadesa. La cosa no pintaba nada bien. Era una misión suicida, pero aún así, las órdenes eran atacar. También vio a Matagatos hablando con Lengua Negra.

La miró. El corazón le dio un vuelco. Le amaba con toda su alma, si es que los dioses no se la habían quitado ya. Una pizca de rabia destelló en su mirada. En los últimos días habían pasado demasiadas cosas, y las heridas eran profundas y recientes. Sobre todo la despedida de Matagatos la noche anterior había sido la gota que había colmado el vaso. Dedos se sentía decaída, pero aún así iba a luchar con todas sus fuerzas. Era lo único que podía hacer. Eso, o morir. Y no volver a verle jamás. Ni a él ni a su amiga Khadesa, ni a ningún otro compañero que siguiese con vida después de esta batalla.

Observó a Khadesa. Era una estatua viviente. Dijo que tendría que concentrarse para ayudar al mago en su labor, y eso hizo. Se había sumido en una especie de trance, y Dedos estaba dispuesta a ponerse delante de cualquier flecha, lanza o espada enemiga para salvarle la vida. Lo mismo pasaba con Serpiente, que estaba haciendo su magia. Aunque de él no se fiaba, no le caía bien. Pero era su obligación protegerle. Con su vida, si hiciese falta.

Observó el campo de batalla una vez más. Todos estaban en movimiento, incluidos ellos cuatro en ese mismo momento. Sintió nervios, deseos de luchar, sintió miedo por la vida de Matagatos. Pero también sabía que las batallas duraban menos de lo que parecía, para los guerreros todo se resumía a instantes pasando por delante de sus ojos como unas imágenes en la arena de la sabana de la que procedían. Y pronto esos instantes empezarían a pasar, y en esos instantes ya no cabrían los nervios, ni el miedo.

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27/05/2013, 15:27
Niña de Oro.

Lengua Negra le había prometido hacer lo posible por resguardar su vida durante aquella batalla. Y lo estaba cumpliendo con creces. Primero le había entregado una armadura, que Herrero le había ayudado a ponerse. Era extraño sentirse atrapada en esos cachos de cuero, pero sabía que así era más difícil que los enemigos penetrasen su piel. Y el tacto del cuero no era del todo desagradable, pero era rudo, bruto, nada comparado con las finas telas de alta calidad con las que estaba acostumbrada.

Pero no iba a quejarse. Por nada del mundo.

Sus heridas ya estaban mucho mejor. Con los cuidados de Plumilla, Matagatos y Ojopocho, estaba curándose a un ritmo vertiginoso. Y ya apenas le dolían al caminar. Era totalmente soportable.

Parecía que hoy la suerte la acompañaba. A diferencia de muchos de sus compañeros de pelotón, divisaba el campo de batalla muy nítido, aún estando situada atrás. Faltaba mucho por llegar a la empalizada enemiga, pero la adrenalina ya comenzaba a fluir por sus venas.

Poco después de que Khadesa anunciase sus visiones, que no eran nada buenas, Lengua Negra siguió cumpliendo con su palabra, ordenando que se situase en la última fila. Allí estaría más protegida, y podría observar los movimientos de sus compañeros para imitarlos. Es más, desde allí, más que enfrentarse ella sola a un oponente, podría ayudar a sus compañeros con los suyos, y así sufrir menos bajas.

Se situó en el puesto que le había asignado Lengua Negra, y avanzó con ellos y paró cuando así se lo ordenaron, sin faltar nunca a su posición. Se sentía nerviosa, tanto por ella como por Lengua Negra, que había partido con su caballo junto a los demás altos mandos de la Compañía. Pero no dudó de él, ni de ella misma. Había decidido aprender, no decepcionar a su líder y ser, al fin, útil.

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27/05/2013, 18:35
Sabandija.

Sabandija seguía empujando el ariete, dejándose llevar a los infiernos.  Más que una sabandija parecía,ahora, una jirafa, por como estiraba el cuello para ver el campo de batalla. Más le hubiera gustado ser un avestruz. Un cuello largo para estirar, unas patas fuertes para echar a correr y enterrar la cabeza para no sentir la vergüenza.  ¿Sería posible escabullirse de la ardua y peligrosa tarea de empujar el ariete sin que lo notaran? ¿Cómo había llegado hasta allí? Había empezado a empujar a lado de Uro y Reyezuelo, con la protección de la estructura del ariete y el gran escudo de su compañero campamentero. Sin embargo, en estos momentos, sólo le separaba de ir delante el pobre Pelagatos. Se lamentaba y se maldecía a sí mismo por no haber seguido las órdenes de Lengua Negra.

 No... no... no... esto no puede ser.

Había ideado ir detrás del ariete, no empujarlo. Pero las ganas que había puesto Reyezuelo le habían empujado a ayudar.

Hay que ser estúpido.

En ese momento estaban lejos, pero ahora, cuando veía caer las lanzas del enemigo, las piernas apenas le sostenían. Encima Reyezuelo, que iba delante con su escudo, ahora se quedaba atrás, cojeando como un viejo.

Qué buena estratagema. Yo también podría lesionarme. - Al menos esperaba que el improvisado amuleto, que le había aconsejado llevar Ratrojo, funcionara... Entonces lo vio.

Unas lanzas salierón de la torre vigía cayendo alrededor del chamán. ¿Le habrían dado? Un sudor frío perló el labio superior del K´Hlata. ¡Qué sentimiento tan extraño! ¿Temía por la vida del chamán o sólo por perder su protección durante la batalla?

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28/05/2013, 09:06
[RIP] Sino.

Los músculos de Sino se marcaron por el esfuerzo cuando el explorador se colocó en el único hueco libre y comenzó a empujar el ariete. La fuerza del soldado era enorme y apretó como nunca había hecho. Su deseo era llegar junto a la puerta y derribarla de una vez, ya que la sargento Falce le había privado de la oportunidad de asaltar la empalizada y acabar con unos cuantos enemigos. Tendría que hacerlo de otro modo.

Un grito de guerra brotó de la garganta del explorador con media cara maquillada, un sonido gutural que le ayudó a darlo todo y seguir empujando: - ¡Aaaaaaaarrrrrrrr!

Primero un pie, luego otro. Sino sentía el tacto de la madera del ariete en la mejilla mientras el resto de su cuerpo seguía empujando. Ya quedaba menos.

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28/05/2013, 10:17
Ojopocho.

Finalmente llego con el Brasero a una distancia desde la que puedo alcanzar el Fuerte con las Flechas así que me dispongo a encender el Brasero.

- Venga Ojopocho. - me digo a mi mismo. Demuestra lo que sabes hacer.

Agarro la Yesca y el Pedernal e intento cumplir mi cometido.

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28/05/2013, 18:02
Lengua Negra.

Los caballos se movían inquietos, piafando y arañando con sus cascos el suelo. Parecían haber llegado a la distancia óptima a partir de la cual iniciarían su técnica de distracción mientras Matagatos se empleaba a fondo para arrojar el barril de aceite contra la puerta. Lengua Negra vio a Ojopochpo en el proceso de encender su brasero, momento en el que elevándose sobre la silla, se giró levemente hacia la formación de Campamenteros liderada ahora por Manta. Alzó una mano e hizo una señal a León Anciano para que se aproximara a Ojopocho y Ballestero.

-León Anciano, ve con los otros arqueros -ordenó.

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28/05/2013, 23:50
Asesina.

Escondida entre la maleza y las sombras vuelvo a avanzar con cuidado. Había seguido una estrategia clara, recorrer varios metros y detenerme, tratando de observar si me habían descubierto y procurando no llamar la atención.

Veía como Peregrino se alejaba de mi, algo que no me gustaba pues deseaba combatir a su lado ya que, aunque era bastante impulsivo, era un gran guerrero. Cada vez estoy decidida a llevar un ritmo más rápido y voy a avanzar de nuevo cuando Rastrojo, el imbécil al que los defensores habían detectado, se acerca a mi para, previsiblemente, asaltar el fuerte a mi lado.

Rápidamente salgo en busca de Peregrino, alejándome del tan poco sigiloso hermano de la compañía. Estar a su lado significará, sin duda alguna, mi muerte.

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29/05/2013, 08:13
Teniente.

- "Lengua Negra, mejor que tu arquero se sitúe más hacia el Oeste. No es bueno poner todos los huevos en la misma cesta, y él tiene su propio brasero.

Matagatos. Estamos listos. Adelante, te seguimos." -

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29/05/2013, 09:54
Ojopocho.

Consigo encender el Brasero y sonrío satisfecho.

Ahora sólo queda crear el caos en el interior de la Fortaleza así que agarro una Flecha incendiaria y tras prenderla la disparo hacia el interior de la Fortaleza enemiga.

- Espero que Ballestero y Leon Anciano empiecen pronto a disparar las Flechas hacia el interior. - pienso mientras veo volar la flecha encendida.

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29/05/2013, 11:11
Matagatos.

Tras seguir en la formación junto al Teniente esperaron a una distancia prudente, donde las lanzas del enemigo no pudieran alcanzarlos. Rastrojo y algunos de los exploradores no tuvieron la misma suerte y recibieron una andanada de lanzas que impactó sobre algunos de ellos.
Mientras esperaban que Ojopocho tomara su posición observó como el ariete comenzaba a moverse un poco más aprisa ahora, aunque parecía que algunos como Campaña tenían algún tipo de problema.
En cuanto el Teniente dio la orden Matagatos se lanzó hacia la puerta con Hechizado mientras el resto hacía la maniobra de distracción, esperaba así poder librarse de alguna de las lanzas. Cuando se encontró a la distancia suficiente agarró el barril de aceite entre sus manos y lo lanzó con fuerza contra la puerta, pero su cálculo había sido bastante erróneo y acabó estrellándose a unos metros de su objetivo final. Algo de aceite posiblemente podía haber salpicado la parte baja de la puerta, pero no sabía si eso sería suficiente para iniciar un incendio que la dañara de alguna forma.
Tras su estrepitoso fracaso cogió el escudo que llevaba colgado en el lateral para protegerse de los lanzamientos enemigos, hizo que Hechizado diera media vuelta e intentó salir de la zona de acción de las lanzas, ahora tendría que esperar a que el ariete hiciera el resto del trabajo.

-¡Ojopocho intenta disparar a la base de la puerta, puede que haya llegado algo de aceite! Le gritó a su compañero.

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29/05/2013, 16:40
Pipo.

Siguió quieto. Al lado se iba reuniendo más gentes, pero intuía, de alguna manera, que a estos no había que matarlos. No era por falta de ganas que no lo hacía. Algo lo tenía retenido: el brazo de la hembra que les había detenido no había bajado todavía, y había caras asomando por la pared de troncos, más adelante. Uno que iba subido en una bestia lanzó algo a la pared, que salpicó un líquido. Todo eso era incomprensible.

Estaba cubierto de polvo, que se le había quedado pegado al cuerpo, formando barro con el sudor. Algunas gotas le limpiaban la piel, dejando regueros que se volvían a cubrir se suciedad al poco tiempo.