Partida Rol por web

- "Yo me encargaré de cuidar a los heridos hasta que la Retaguardia nos alcance. Puedes llevarte a R'Gaa si quieres, Peregrino." -

Observé a Pelagatos con alivio. Temía que le haya pasado algo, a pesar de que Peregrino había dicho que estaba bien. Pero cuando se acercó a mi y me hiso una pregunta mi alivio se convirtió en frustración otra vez.

-Ninguna de las dos.- Dije. -Intenté un rodeo por el este, ya que sabía que, con tan poca armadura, si alguien me atacaba estaría muerta, cosa que le pasó a Malamente. Pero Jabalí y Chaman Rojo lucharon mejor que el resto de la compañía, excepto Derviche. Asique cuando terminé el rodeo, vi como ellos se encargaban rapidamente de los enemigos que quedaban vivos. Estaba demasiado lejos de los otros como para llegar, a pesar de que lo intenté.- Hice una pausa y suspiré. Luego comenté frustrada. -Asique no. Todavía no gané mi capa.

R'Gaa estuvo toda la mañana cuidando a los heridos. Cambió las vendas y limpió sus heridas. De vez en cuando pedía la ayuda de Codorniz.

Al llegar la tarde, mientras estaba absorbida por sus quehaceres, observó un jinete acercándose. Vio la reacción de alguno de los de su grupo, pero ella no intentó hacer nada. Sólo pensaba que tal y como andaban de heridos y cansados era inútil oponer resistencia.

Grande fue su alivio cuando se dio cuenta que era Pelagatos el que vino. Estaba seguido por Akatsuki y otros diez Reclutas. Siguió con sus asuntos y dejó al líder resolver los asuntos que surgieron.

Pipo se relajó, al ver que eran gente de la compañía. Abandonó su pose de herido-en-estado-crítico y asumió la de herido-casi-en-estado-crítico-un-poco-mal-de-la-cabeza que le era natural. Se levantó y husmeó alrededor de los recién llegados, para ver si le parecían verdaderos o falsos.

Podrían ser cosa de magia, peores cosas se han visto... ¿cuándo?: no me acuerdo. ¿Dónde?: no lo se, en mi cabeza hay un hueco. ¡Hola hueco!

Tras finalizar su inspección, lanzó una risita. Me parece que Pipo va a tocar música de bienvenida ¡una canción! Pero... ssssssh, bajito, por si vienen los Hombres Malos.

Tocó unos segundos y se acordó de algo. Pipo quiere luchar, si. Pero la mujer-medicina dice que Pipo está mal, muy mal, así que se quedará para protegerla.

Y siguió tocando, en volumen discreto.

Me detengo a pensar en las palabras de Lejana. Miro a la exploradora, la veo atender a los heridos y ni siquiera preocuparse cuando escucho del jinete y sus hombres acercarse. Le miro e intento escrutar un poco en sus pensamientos y sentimientos para plantearme qué es lo mejor:

"No sé si llevar a R'Gaa sea buena idea. No parece estar del todo en sus cabales. No parece tener deseos de luchar y de hacer bien su trabajo, como parece tampoco tener muchos deseos de vivir completamente. No sé lo que estará pasando por su mente en este momento, así como no sé que es lo que sentía por los caídos. Tengo dos opciones: Dejarla acá y seguir lamentandose o llevarla y ver qué puede hacer. Al llevármela hay dos opciones: O es incapaz de defenderse y la matan como a una inutil o el deseo de venganza arde en ella y quema con él a nuestros enemigos. En cualquier caso La Compañía perdería estorbos, por lo que definitivamente una de las opciones es la mejor."

Saco la voz para comunicarle mi decisión a la mujer y al resto de los oyentes:

 - "R'Gaa también irá con nosotros."

Con eso ya decidido, estoy listo para partir. Quizás no sea un gran grupo ni en un estado envidiable para realizar una misión del tipo comando, pero si estoy seguro que seremos capaces de cumplir nuestro objetivo, pues de otra manera el mando no nos habría designado tal tarea, con la confianza que eso significa. Somos capaces, debemos serlo, por el bien de La Compañía y de todos sus miembros.

R'Gaa intentó mantenerse ocupada y dejó de pensar en Malamente. La muerte le llegó temprano a su pupilo, pero los que siguen vivos la necesitan. Tiene otra oportunidad de demostrar lo que vale, como curandera y, en un futuro, como guerrera.

Muchas son sus habilidades y las ganas de ponerlas en práctica. R'Gaa pensó en todo lo que ha podido hacer en la vida y ha dejado la oportunidad escapar. La muerte de su pupilo la ha hecho darse cuenta de que no debe dejar pasar las ocasiones sin dar lo mejor de ella.

Mientras estaba pensando en su futuro escuchó a los demás hablar. Captó fracciones de lo que se hablaba a su alrededor, pero siguió atendiendo a sus compañeros heridos. Las palabras de su líder la sacaron de su indiferencia. Se le acercó y sin preguntar le habló.

-Los heridos están estables, solo necesitan descansar para recuperarse. Puede que Matagatos les ayude a sanar antes, pero yo no puedo hacer más por ellos. Voy donde tú quieras, estoy lista para seguir. Para seguir con lo que sea, mientras su mente estaba ocupada. Para seguir lejos de ese sitio manchado con la sangre de sus compañeros caídos.

La exploradora siguió cerca de Peregrino por si le quería decir algo, pero se dedicó a recoger sus pertenencias. Si querían marchar tendría que estar lista y no retrasar al grupo.Solo se acercó por un momento a Pipo y le sonrió, con su triste sonrisa forzada.

-Pipo, protege a mis compañeros, y confórtalos con tu musica. Buscó con la mirada a Chamán Rojo y Manta y les hizo un pequeño gesto de saludo con la mano.

- Se quedarán atrás: Lejana (herida grave), Pipo (herido muy grave), Guepardo (inconsciente), Derviche (inconsciente), Chamán Rojo (herido grave), Manta (herido grave).

- Fuerzas del Grupo III: Akatsuki con diez Reclutas Reservas; Peregrino, Caracabra, Codorniz, Jabalí, Meera, Pelagatos (con Orgullo), y R'Gaa. - Total: 18 efectivos.

Acaricia el vendaje que rodea su torso. En el costado derecho, bajo las costillas, puede sentir con las yemas de los dedos las líneas irregulares de la piel rota y levantada, unidas por la zigzagueante sutura. El emplasto aplicado en la herida escuece como el tacto de la arena en los pies despellejados, y la carne que rodea la herida se encuentra entumecida, sin sensibilidad, pero Manta sonríe. Una vez haya curado, podrá exhibir la cicatriz, un manchurrón pálido en su oscura piel, con orgullo. Recordatorio de la primera sangre que ha cobrado, y lo cara que la ha vendido.

El combate ha sido más desafortunado para otros. Casi todos los exploradores, todos ellos soldados con varias batallas a sus espaldas, han muerto, y los dos supervivientes han recibido graves heridas. La lucha ha sido tan brutal como el chico esperaba, pero más, mucho más, rápida. No lo ha visto, pero no le cuesta imaginar que ha habido más que falta de habilidad o suerte en su caída. Sabían que luchaban junto a niños y novatos. Entre sus compañeros reclutas ha fallecido el malencarado. No lo echará de menos, pero ha sentido lástima al ver el efecto que ha producido en la curandera. Guepardo y Derviche han sobrevivido, pero yacen inconscientes. El guerrero debe haber sufrido un terrible golpe en su hombría, siendo derribado antes de derramar sangre. A la mujer la ha visto combatir de cerca, transformada en un terrorífico torbellino de carne, sangre y acero. Parece mentira que su cuerpecillo, de aspecto tan indefenso sobre la esterilla, fuera capaz de desatar semejante brutalidad.

Mientras Manta se pierde en sus propias reflexiones, Peregrino y Akatsuki han decidido el curso de acción. Los dos inconscientes, los dos exploradores heridos, Chamán Rojo y él mismo se quedarán en el campamento, curándose de sus heridas. El resto marcharán a combatir con el enemigo. El K’Hlata se pregunta por un momento quién era el enemigo. Lo habían llamado Triplete. Si combaten contra el Señor del Dolor, considera, no pueden ser tan malos. No lo consideró durante su infancia entre los seguidores, ni cuando decidió convertirse en aspirante, en busca de la seguridad de una comida diaria, pero como mercenario, se ha convertido en una lanza a sueldo de quien pague a la Compañía, sin importar su causa o razón. Darse cuenta de ello le causa desazón por un instante, solo un instante antes de decidir ignorarlo. Tiene comida, sobrevive, y tal y como se está demostrando últimamente, quizás acabe encontrando su hueco entre esta gente.

Manta se alegra por quedarse atrás. Puede dedicar el tiempo a recuperarse y descansar, aunque si la situación se prolonga, sin Pelagatos, las provisiones pueden ser un problema. Pero al mismo tiempo, se lamenta por no estar en el grupo de combate. Ahora que por fin se ha probado a sí mismo y, espera, a los demás, el deseo de seguir haciéndolo arde con fuerza en su pecho.

El soldado, antiguo compañero recluta, que le ha acompañado y guiado estos días, Caracabra, es uno de los elegidos para continuar la campaña. Manta observa a la abigarrada figura con atención. Lo había visto practicar durante el adiestramiento, pero contemplarlo en un combate real había sido casi tan sorprendente como ver a Derviche. Es pequeño y deforme y desde que abandonamos la ciudad parece abatido y confuso pero nadad e eso importa cuando lucha. Merece respeto. Cuando los líderes terminaron de hablar y el guerrero comenzó a prepararse, sea cercó a él.

—Caracabra —saludó en voz baja, de pie junto al K’Hlata—. Asegúrese de regresar, quiero seguir luchando a su lado y aprendiendo de usted.

Caracabra se giro sorprendido hacia su aprendiz, no esperaba ningún gesto de amabilidad por pare del grupo, nunca nadie se había preocupado tan abiertamente de él. No te preocupes, Manta. Si los espíritus desean que siga luchando, nos volveremos a ver. El jorobado no le daba importancia a la nueva misión, ni siquiera había pensado que en ella pudiera perder la vida, solo deseaba que la compañía ganara las batallas, era para lo que se había entrenado.

Finalmente solo añadió una sonrisa estúpida y se puso en marcha con su hatillo lleno de las pacas provisiones que le quedaban.

- Es el momento de empujar el ataque hacia el frente.

- Atrás se quedan los heridos: Lejana, Pipo, Guepardo, Derviche, Chamán Rojo, y Manta.

El dolor y la humillación hacen mella en mi interior. Me limito a seguir las órdenes, pese a estar herida, lentamente comienzo a recoger mis escasas pertenencias. Mientras lo hago, en silencio, lanzo tímidas miradas a Jabalí, esperando su aprobación. Pero en mi fuero interno, soy consciente de lo torpe que he sido durante la batalla, lo increíblemente estúpida e inútil que he resultado.

Las lágrimas amenazan con salir, pero las detengo con todo el autocontrol del que soy capaz en este momento. Hay personas heridas, valientes luchadores que pusieron en peligro sus vidas para protegernos a todos, y yo aquí, dañada por mi propia lanza, lamentándome de mi suerte.

Niego con la cabeza ante mi terrible suerte y echo un vistazo a mi alrededor. Las montañas de cadáveres se apilan a uno y otro lado, los enemigos y los amigos. Dudo unos instantes, refrenando el deseo de bailar para ellos, para su descanso eterno. Pero es imperativo que partamos cuando antes.

-Volveré por vosotros, os enseñaré el camino, tened paciencia, no tardaré mucho-

Acabo de recoger mis pertenencias y me sitúo a la par de mi tutor. La cabeza gacha, la mirada perdida en la nada, sumida en mis pensamientos.

-Seguramente moriré en esta nueva afrenta, pero procuraré hacerlo con honor, para elogiar todo el trabajo y dedicación que Jabalí ha volcado en mi. Puedo hacerlo, debo hacerlo.-

Grupo 3: Flanco Derecho (Este):

Peregrino.

Jabalí. – Meera.

Caracabra.

Pelagatos (con Orgullo). – Codorniz.

R’Gaa.

Akatsuki.

Reclutas Reservas: 10.

Dejados atrás: Derviche, Chamán Rojo, Guepardo, Manta. – Lejana, Pipo.

GRUPO III: ESTADO FISICO:

- Caracabra: Herido grave.

- Codorniz: Intacta.

- Jabalí: Heridas moderadas.

- Meera: Herida grave.

- Pelagatos: Intacto.

- Peregrino: Intacto.

- R'Gaa: Intacta.

TIERRAS DE CHO'N DELOR: GRUPO III:

- El Grupo III avanza a buen ritmo durante el resto de la jornada.

CAE LA NOCHE.

La noche había caído y no parecía haber indicios de que el grupo enemigo que buscábamos estuviese cerca. Desmontando a Orgullo le tendí las riendas a Codorniz para que le sujetase unos instantes. Después me acerqué a Peregrino y Akatsuki.

- ¿Vamos a acampar, continuamos la búsqueda o hay alguna otra táctica que vayamos a seguir? - les pregunté en voz baja.

No me sentía del todo cómodo con la situación. Por un lado no quería acampar, pues sabía que debíamos acabar con ellos y quería hacerlo. Esto se podía considerar en cierto modo una "misión especial" que podría darnos algunos honores. Además, si acampábamos podían atacarnos y perdíamos el factor sorpresa de ataque que era nuestra ventaja. Por otro lado, no parecía que estuviesen cerca y el grupo, sobretodo los heridos, parecía cansado, lo que podía suponer un factor negativo en la batalla que estaba al caer.

- "Uhum. Nuestras órdenes son atacar de inmediato al enemigo. Deberíamos de intentar sorprenderlos, aunque si avanzamos en medio de la oscuridad por terreno traicionero, podemos acabar cayendo en una emboscada.

Peregrino-san, ¿cuál es su opinión?" -