Partida Rol por web

- "El liderazgo es duro. Escarabajo, ¿cómo te sientes ahora que ya no eres cabeza de ratón?" -

Kamaria se detiene al escuchar a Mentiroso y sonríe exageradamente primero a Khadesa para después centrar la mirada en su nuevo cliente Hostigador.

- "¡Desde luego!" - La Cuarta saca un pequeño recipiente de arcilla cerrado con cera y se lo entrega a Mentiroso junto con el cambio por la moneda de plata: diecisiete de cobre.

- "Este maravilloso tónico es ideal para entrar en calor mientras se descansa tras un día frío y agotador de trabajo o travesía. Espero que te sea de gran ayuda, Soldado." - Dice, dándole un toque juguetón con el dedo al cráneo de plata que sujeta la capa negra de Mentiroso.

Después se marcha, evidentemente contenta y orgullosa.

Khadesa regresó al carro desandando los pasos que la habían acercado a la espalda de Rastrojo. Su mirada brillaba, y no de enfado. Era otra cosa, más siniestra. Y, en contraste con la Quinta de siempre, extrañamente segura, aplomada.

Asintió al Hiena. -Claro, lo tienes, Ponzoña. Coge tus cosas. -Mientras, Mentiroso decidió dar su confianza a Kamaria, eligió a la Cuarta sabiendo que era una ofensa a la Quinta, después de lo que ésta había dicho. Pero, tampoco esta vez Khadesa se perturbó. Miró de soslayo al Hostigador, estaba en su derecho. El tiempo desvelaría si había elegido bien. Ignoró la mirada de triunfo de Kamaria, aunque una sonrisa asomó, torcida, en la comisura de sus labios.

Se dirigió a Matagatos, que estaba con Lengua Negra, y que le había propuesto visitar la cercana ciudad con él. Y se les unió también Dedos, sonriente y alegre. Sonrió a su vez a la joven exploradora, esta sonrisa amplia, sincera.

-Vendré a Idon con vosotros, sí. Tengo curiosidad. -respondió a su hermano, antes de saludar a la muchacha.- Dedos, hola, ¿qué tal la travesía?. Te veo muy bien.

Así funciona la magia de Khadesa-ironizó-, todos lo han visto. Pero yo no atribuyo las órdenes de Ponzoña a la maldición, la magia o el mal de "ojo" de la Quinta... Así que estoy tranquilo.

Voy a por una pala...-dijo entre dientes, derrotado.

De nuevo tuvo que acercarse a Khadesa, muy a su desagrado, para coger una pala de su carro.

Huele peor esta prostituta empapada en el sudor de otros hombres, que cavar un agujero en el suelo. Después de todo, las letrinas de los Hostigadores son recientes... No es tan terrible castigo.

A estas alturas, recién bajados de la balsa, a Rastrojo le esperaba el meo y las boñigas de la única que se había adelantado al resto de Hostigadores, Khadesa... y tal vez también Cresta.

Seguro que Khadesa cree que su mierda huele mejor que los demás. Me producirá satisfacción comprobar que no es así.

Escarabajo ve como Belleza se marcha y, al diriguirse Lombriz a él, se le queda mirando con frialdad y una sonrisa peligrosa, afilada, manteniendo los ojos de este

- Lombriz, Lombriz... veo que te adaptas bien al puesto que tienes porque te lo dejé - dice mientras este se marcha.

Sorprendentemente el tono cambia al dirigirse a Piojillo, adoptando un tono más agradable, casi como el que emplearía con un igual

- La verdad es que me gustaba llevar el destacamento. Creo que hubiera podido convertirlos en soldados hábiles. - el recluta sonríe ladeadamente- Y me gusta la forma en que tu y Cochinillo haceis las cosas. Pero no digas que lo he dicho. No quiero echar a perder mi fama de hombre perverso y lleno de rabia y odio - dice medio bromeando y aprovechando para estirar su pierna dolorida- ¿Y vosotros? ¿que tal los campamenteros? Me preocupa un poco que pongais a entrenar a Belleza con Buscasol. La primera es una de las mejores bazas de la compañía entre los hombres a vuestro cargo, y la segunda está loca

Largo había sido el viaje, pero sobre todo incómodo. Al contrario que la mayoría yo esperé un poco más de tiempo en la balsa. Había pasado demasiado tiempo sentado por temor a caer si me ponía en pie mientras navegábamos río abajo. Al principio resultó cómodo, cuando mi culo tomó la forma de los maderos sobre los que estaba sentado y empezó el hormigueo fue molesto. Al final ya no sentía ni el culo, y en esas estaba, intentando recuperar la sensibilidad de esa y otras zonas.

Cuando finalmente lo noté de nuevo me puse en pie ayudándome del bastón y dirigí mis pasos hacia el lugar en el que estaba el resto.

- Las apariencias engañan Khadesa, ¿cuántas veces te lo he dicho?- fue mi presentación al escuchar que la pitonisa y Dedos conversaban.- Puede parecer lozana, pero el tiempo ya la está marchitando. Tarde o temprano se irá arrugando, su fragancia se irá consumiendo hasta que solo quede el recuerdo.- Sonreí.- Y ni eso sobrevivirá al tiempo. Ahora, si estás mintiendo buen trabajo. ¿Tus mentiras se empiezan a hacer realidad, Khadesa?- Miré a Dedos, con detalle, hasta que llegué a una conclusión.- No… Yo la veo igual que siempre.

Tras saludar a su caballo y percatarse de que se encontraba en perfecto estado, le deja de nuevo y se dirige de nuevo al carro de Khadesa. Allí escucha como se disponen a adentrarse en la ciudad.

Matagatos, si vais a la ciudad, ¿podría acompañaros?- le pregunta- aunque esa ciudad no es tan peligrosa como la anterior, nunca se sabe. Hay mucho ladrón suelto y es mejor un pequeño grupo que uno solo. 

Mientras nos apartábamos Lengua Negra y yo un poco del grupo para hablar en privado iban llegando más hostigadores a saludar a Khadesa. Serpiente y mi hermana estaban discutiendo sobre Dedos que se había acercado para unirse al grupo que queríamos ir a la ciudad.
Cuando termino mi conversación con mi primo regresamos de nuevo con el resto. Miro a Dedos detenidamente y luego me dirijo a Serpiente.

-Pues yo creo que Khadesa tiene razón primo. Le digo sonriendo a Serpiente. ¿Vas a venir a Idon con nosotros? Así podrás hablarme de ese experimento tuyo.

Poco a poco se iba apuntando más gente a visitar la ciudad. Sicofante también se acerca con ese propósito.

-Claro que si, cuantos más vayamos mejor. Le respondo. ¿Alguien más quiere acompañarnos?

Si no venían ahora podían ir cuando quisieran, no teníamos el tiempo tan limitado como en Dadiz, pero tampoco había que perder mucho tiempo puesto que mañana partiríamos de nuevo y eso con la Compañía podía significar no volver por allí nunca.

Caracabra quería un poco de tranquilidad, y acercarse a la ciudad no entraba dentro de sus planes. Pero parecía que esta ciudad era menos hostil que la anterior, al menos no había altas murallas que la rodearan, y no había visto aun a nadie de aspecto extraño. Además como guerrero tenía que demostrar valentía y fortaleza, protegiendo al grupo. Podéis contar con migo, digo finalmente el jorobado, y se acerco al grupo formado por Matagatos. Espero que se una alguien más, entre mas seamos menos peligro correremos. No deberíamos confiarnos como a dicho Sicofante.

- Tú no eres objetivo- respondí a Matagatos también sonriendo.- Aunque en este caso mi objetivo no es que lo seas. Me puedes decir que Khadesa y tú opináis lo mismo, pero como bien te dije la verdad no está en el número. Y aun así, si algo es verdad un día no tiene por qué haberlo sido el día anterior ni serlo el día siguiente.- Me encogí de hombros.- Me apunto a lo de Idon, aunque no para hablar del experimento. El experimento no es para hablar, es para hacerlo. Si quieres podemos hablar sobre cualquier otra cosa, por ejemplo por qué creo que no eres objetivo con tu cumplido a Dedos- añadí soltando una risita traviesa.

Decir que se quedó muda no era verdad, simplemente Serpiente acababa de tener un arrebato verbal de los suyos y había decidido escucharlo. No la molestaba demasiado ser el objetivo de sus palabras pues, todo fuera dicho, se las tomaba tal y como eran: una forma de llamar la atención.

- La objetividad es como la percepción, Serpiente: ninguna se parece –le sonrió.

¿Para qué darle más cuerda? Serpiente era el tipo de persona que necesitaba ser atado en corto, de lo contrario terminaba por enredarlo todo con el trozo restante.

- Por cierto, Khadesa... ¿te importa que deje mis cosas en tu carromato?

Llegó un momento en el que Campaña se perdió entre tanta conversación críptica y se limitó a mirar a quién hablaba, saltando de uno a otro. Después de rato decidió que lo mejor sería marcharse porque no se estaba enterando de nada.

- Errr... Campaña va a montar su tienda - dijo captando la atención un momento.- Si alguien quiere entrenar que hable con Campaña después.

El gigante se despidió de sus compañeros y se retiró para buscar un buen lugar donde colocar su tienda. Tras examinar el terreno debidamente escogió un lugar que le parecía adecuado y comenzó a montar la tienda.

-Entiendo -señaló escuetamente. Comprendía las dificultades de sustituir el trueque tradicional por algo donde una moneda tenía un valor simbólico-. Hay dos tipos de piezas de metal. Esta, que es como el agua -dijo señalando la plata- y esa que es como el sol al atardecer -en esta ocasión señaló el cobre-. Tantos cobres como dedos tienes en manos y pies son una plata. No más, no menos. Esa es la ley de la moneda. Los mercaderes no te engañarán con eso, pero son como el buitre que busca comer de lo que otros cazan. Venden caro y compran barato. Si venden, exigen plata. Si compran prefieren el trueque. Ahora, debo montar mi tienda y después, entrenaré. Si quieres, podemos hacerlo junto a otros hermanos, Jabalí.

El Hiena respondió a la duda de Jabalí y se despidió de este para montar su tienda, imitando el ejemplo de Campaña. Cuando concluyó, miró en derredor, para ver cuántos hostigadores permanecían allí, reacios a partir a Idón.

-¿Quién quiere entrenar? -preguntó en voz alta, para repetir la pregunta en un torpe oscuro-. Aún queda día para desentumecer nuestros músculos dormidos por el río.

Las palabras de Matagatos fueron generosas, pero en su rostro se adivinaba que ya tenía un destino para aquellas monedas.

-Primo, aceptaré solo una de ellas, aquella que verdaderamente necesito, pero intuyo que ya contabas con ellas para algo. ¿Puedo preguntarte el qué? ¿Qué querías comprar? Y no me digas que son imaginaciones mías. Nos conocemos desde niños -añadió sonriente-. En cuanto a Idón, me atrae y a un tiempo me repele. Me repele por lo que fue Dadiz. Me atrae como la novedad que constituye. Y me demuestra lo ignorantes que somos habituados a dormir al raso, a comer de una escudilla, a lavarnos cuando podemos. En Dadiz me sentí como un pececillo en un río infestado de cocodrilos -abrió un momento los ojos de forma exagerada antes de echar a reír-. Por la Madre que por un momento me he recordado a mí mismo como si fuera tu Hiena. Pero sí, iré, aunque dejaré aquí mis posesiones. No llevaré nada salvo mi espada y la armadura.

La conversación con Matagatos había concluido interrumpida por la llegada de otros, incluido Serpiente.

-¿Experimento? ¿De que habláis? Ah, ya. De eso -dijo recordando y asociando-. Primo, para nuestro primo la misma vida, e incluso la muerte afirmaría, son un constante experimento, una búsqueda sin fin, que no quiere decir sin objetivo. Vayamos a Idón y disfrutemos de lo desconocido y dejemos objetivos y percepciones a un lado. Aunque no negaré, que la afirmación de Dedos me ha resultado tan críptica como suelen serlo las tuyas, Serpiente. Y seguiré su ejemplo, pues vista Dadiz, intuyo que en Idón habrá muchos amantes de lo ajeno. 

Con una divertida sonrisa, se alejó hacia el carro de Khadesa, donde dejó sus pertenencias.

-¿Listos? -preguntó al regresar-. Primo, ¿de verdad no quieres hablar de tu experimento? Suscita mi curiosidad. Y andar con los ojos cerrados nunca es bueno pues tropezar es fácil.

-Attar querer-respondió, en K'hlata. Lo cierto era que había estado esperando entrenar, y le complacía poder hacerlo con Ponzoña y Campaña de nuevo. Además, ya era algo que tenía en mente. Las ciudades no le llamaban la atención tan poderosamente, de hecho, hasta les tenía cierto respeto... no tanto como al río, pero sí algo. 

Mentiroso estaba preparado para salir en cualquier momento. Ya se lo había dicho a Matagatos, no iba a ir a decírselo otra vez al corrillo que se había formado en torno al carromato de Khadesa. Y eso que tenía ganas de ver a sus camellos, de asegurarse de que los habían cuidado como se merecían.

Así que esperó sentado a que se decidieran a salir. Cogió el tónico que acababa de comprar y observó el sencillo bote. «Al menos Kamaria finge ser agradable». Este era un buen momento para tomárselo, después de todo lo que había estado remando, protegido solo con su taparrabos frente al frío primaveral y las salpicaduras de agua. Y ahora andaría hasta Idon pertrechado con todo su equipo. Y tendría que permanecer atento a todas esas miradas que sopesaban el tamaño de su bolsa. Observó una vez más el bote de arcilla. «¡Y tiene el poder de una pitonisa!». Mentiroso quitó la cera y se bebió el tónico sin pensárselo más.

Campaña terminó de montar su tienda y escuchó como Ponzoña llamaba a los compañeros para entrenar. Attar ya se había apuntado y de momento parecía que nadie más, así que se quedaban los de siempre. Campaña recogió su escudo y se acercó a sus dos compañeros.

- Algunos van a ciudad - dijo Campaña en K'Hlata.- Campaña se queda a entrenar con Hermanos - dijo mientras ponía una mano en el hombro de Attar y otra en el de Ponzoña.- Campaña sabe usar espada con dos manos ahora, Divisora ha enseñado a Campaña.

Flash pasado

Bajamos por el río sin problemas y con bastante tranquilidad. La negrita de mi lado, R'Gaa, incluso estuvo jugueteando con el agua tirándosela a Sicofante.

"¿Por qué le permite hacer eso?"

Noté algo raro en mi primo Matagatos, pero quería comprobarlo con más precisión más adelante.

Los dos siguientes días de entrenamiento con la infantería no fueron precisamente un camino de rosas, pero en mi caso, no por la dureza, sino por el aburrimiento.

El soldado que se había ofrecido a entrenarme era un K'Hlata estúpido y noté como había desperdiciado los dos días.

Una vez hubimos terminado, bajamos el río una vez más en las balsas, pero esta vez las aguas eran más bravas y peligrosas.

"¿Por qué no puedo ir cabalgando a Orgullo? ¿Por qué tengo que usar estas malditas balsas y arriesgarme a caer al agua?"

Finalmente conseguimos pisar tierra junto al campamento de la Compañía.

"¡Por fin!"

Presente

Lo primero que hice al desembarcar fue ir a comprobar cómo estaba Orgullo, atado a un lado del carromato de Khadesa.

- Parece que estás bien chico. Más les valía a estos haberte cuidado cómo te merecías.

Desde mi posición tenía un lugar privilegiado para escuchar todo lo que decían alrededor de mi prima pitonisa. Aparte de las palabrejas dulces de siempre de Matagatos, cabía a destacar el comentario de Rastrojo. Vulgar. Sin duda. Aunque tenia su ingenio de algún modo. Pero hacerle cavar letrinas más hondas por ello era una buena idea. Que las cavara un Oscuro no sería adecuado.

Cuando empezaron a hablar de la ciudad de Idon me acerqué más. Dadiz no me había interesado mucho, pero tal vez Idon era mejor. Y entonces Serpiente hizo un comentario que llamó mi atención:

"Si quieres podemos hablar sobre cualquier otra cosa, por ejemplo por qué creo que no eres objetivo con tu cumplido a Dedos."

Sonreí por lo bajo satisfecho.

- Yo también quiero ir a Idon. - dije acercándome definitivamente.