Partida Rol por web

La Compañía Negra: El Dios del Dolor.

Tribu de los Tres Castores.

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12/02/2012, 11:21
Matagatos.

La noche pasa tranquila, aunque he tardado en dormirme más de lo habitual por la proximidad de la batalla que nos esperaba al día siguiente. Soy de los primeros en despertarme, aunque algunos parece que se han adelantado, o simplemente no han dormido. Entre todos me llama la atención Serpiente, que parece concentrado en algún extraño ritual. Me quedo mirando a mi primo unos instantes.

Se que has estado guardando algo. ¿Porque no quieres cooperar y nos lo cuentas? Quizá no serías tu.

Sin perder más tiempo me pongo mi armadura y me la ajusto con especial cuidado, hoy todo tiene que estar perfecto. Hago lo mismo con mi trozo de tela que uso de cinturón, apretándolo un poco más de lo habitual y con un doble nudo. Después me ciño mi espada corta en un lado y mi daga a la espalda, limpias y preparadas para el combate.
Uno a uno voy despertando a mis compañeros dormidos. Uno a uno miro sus rostros esperando que no sea el último día que los vea con vida.
Khadesa no para de toser y su aspecto es peor cada día que pasa. Me siento frustrado de no poder hacer nada por ella. A pesar de todo prepara unas gachas para todos. Me las como con ganas, no están buenas pero quizá sean las últimas. Mi hermana entra de nuevo en el carro y se escucha ruido de cadenas.

Está liberando a mi padre.

Poco después mi padre sale del carro y comienza a asearse. Khadesa le ayuda a ponerse su armadura de acero negra. Su mirada es aterradora, lo siento por los que se crucen hoy en su camino.
Me acerco al carro, toca completar la primera parte de mi misión, la que me mantuvo alejado del resto los primeros días. Desato el bulto que había estado colgado en el lateral del carro y desenvuelvo la tela dejando caer al suelo un par de lanzas de madera de las que usábamos para los entrenamientos. En mis manos sujeto el asta de madera negra, mas conocida como la Lanza de la Pasión, el símbolo y estandarte de nuestra Compañía. Antes de entregarla a mi padre enarbolo en ella el pendón negro con la calavera plateada que había estado guardado en la mochila. La lanza estaba completa ahora. Me acerco a mi padre, pero me quedo a una distancia prudencial. Extiendo el brazo y le tiendo la lanza sin decir nada. La recoge y me mira fugazmente, yo asiento con la cabeza y me retiro. Le dejo allí solo, junto a su caballo.
Hecho esto me acerco a Mentiroso lo despierto y lo desato. Después le tiendo sus armas.

-Gánate la libertad con ellas.

Esta era su oportunidad para demostrar su lealtad a la Compañía y hacer que se olvidaran las faltas cometidas hasta ahora. Me dirijo hacia donde duerme Lengua Negra y lo despierto. De camino me cruzo con Sicofante y con un gesto le indico que recuerde nuestra conversación de ayer. Si todo sale mal quiero a mi hermana a salvo lo más lejos de aquí que pueda.
Con todo el mundo despierto y preparándose me quedo solo apartado en un lateral del carro. Me agacho hasta que puedo tocar la tierra con mis manos y recojo un puñado de tierra húmeda del rocío con cada una para después juntarlas y frotarlas la una con la otra. Desde pequeño había oído a los veteranos aconsejarme que hiciera eso antes de una batalla, aunque nunca había tenido claro si se trataba de una especie de ritual o de una forma de impedir que el sudor o la sangre hicieran resbalar fácilmente el arma de las manos. Los soldados podían llegar a ser muy supersticiosos, pero prefería atender los consejos de los veteranos por si acaso.
Desde allí contemplo toda la escena entre Lengua Negra, Uro y el grupo de avanzadilla. El resultado no me disgusta, aunque pienso que Dedos es mucho más ágil, Uro puede ser determinante si surge cualquier complicación. La chica ha demostrado inteligencia cediendo su puesto a Uro.
Me levanto y me sitúo cerca de los que van a estar conmigo durante el ataque, la hora se acerca y ya estamos todos preparados.
Lengua Negra da la orden de partir.

-Buena suerte primo, nos vemos en la puerta. Le digo antes de alejarme.

Notas de juego

Primera parte. La batalla en sí la haré en otro post mas tarde.

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12/02/2012, 17:45
Matagatos.

La avanzadilla y mi grupo avanzamos juntos, dejando a mi padre atrás preparando sus armas y su caballo. Cuando estamos a una distancia prudente detengo a todo el grupo y hago que se agachen. Ponzoña, Peregrino, Loor y Uro siguen su camino hacia la empalizada, el ataque comienza.
Sigo con la mirada los movimientos de mis cuatro compañeros hasta que sus siluetas se pierden en la oscuridad, la misma que los protegerá de ser descubiertos. Mi mirada queda fija en la lejana puerta de madera, una de las pocas cosas que se pueden distinguir desde nuestra posición.
Con la aparición de los primeros rayos de sol me parece escuchar una lejana voz infantil.

¿Los habrán descubierto?

Si por algún motivo la avanzadilla y la distracción no daban resultado nos veríamos obligados a cargar contra las puertas o trepar la empalizada de madera como fuera. Quizá Campaña tuviera la oportunidad de probar que podía romper la puerta de un cabezazo, aunque esperaba no tener que llegar a esa situación. Tras lo que parece una eternidad observo como las puertas se abren de par en par. La primera parte del plan ha tenido éxito. Una pequeña sonrisa se dibuja en mi cara mientras me pongo en pie y desenfundo mi espada corta. Hago un gesto a Ojopocho para que de la señal acordada: el sonido de un búho. Su imitación se parece más al rebuzno de un burro, pero da igual, sea como sea Lengua Negra interpretará la señal. Apunto con mi espada hacia las puertas indicando a mi grupo que cargue lo más rápido posible, no podemos permitir que las vuelvan a cerrar. Comienzo a correr cuando mi padre pasa velozmente galopando por un costado. Le sigo con la mirada hasta que se pierde en el interior del poblado.
Cuando llego a las puertas encuentro a Loor, Ponzoña, Peregrino y Uro rodeados de cadáveres de niños, han tenido que esforzarse para mantener las puertas abiertas y Uro y Peregrino parecen bastante heridos. Hago detener a mi grupo mientras observo la situación. Una oleada de unos doce niños se acercan hacia la puerta corriendo como locos al darse cuenta que están siendo atacados.

-Loor, corre hasta la posición de Lengua Negra y diles que vengan, ya han cumplido su cometido!!

No quiero que siga luchando más y de entre los de la avanzadilla parece la más entera, será mejor que avise al resto del grupo para que se nos unan.

-Proteged a los heridos!! digo señalando a Uro, Peregrino y Ponzoña. El resto atacad!!

Ponzoña se acerca.

-Estoy ileso y puedo pelear. Déjame pelear.

Aunque parece cansado no veo ninguna herida de consideración.

-De acuerdo. Uro, Peregrino quedaos aquí.

Ellos si que estaban bastante heridos y allí estarían a salvo, sobre todo si conseguíamos que ese grupo de niños se mantuviera lejos. Comienzo a correr hacia ellos con mi espada corta desenvainada, mientras el resto de mis compañeros me sigue de cerca.

-Hostigadores!!!!

Grito para infundir ánimo a los mios y atemorizar a los niños que vienen a nuestro encuentro. El suelo está lleno de cadáveres de niños mutilados, probablemente la huella que mi padre ha ido dejando a su paso por el pueblo. Me lanzo contra el primer niño que sale a mi encuentro y lo ensarto en mi espada acabando con su corta vida al instante.
Casi inmediatamente otros cuatro niños son atacados por unas serpientes negras. Puedo reconocerlas. Son como la que me atacó a mi.

Esto es obra de Serpiente. Al final si que tenía algo guardado.

Otro niño es atravesado por la lanza de Jabalí y para esas alturas Campaña ya ha llegado a mi altura y embiste con su yelmo a otro que se le cruza en su camino. Del golpe sale despedido hasta empotrarse contra el poste central de una choza mientras mi primo grita.
El resto de niños nos ataca, pero puedo esquivar fácilmente al que viene a por mi y Campaña para con su escudo el ataque de otro. Attar y Jabalí no tienen tanta suerte y son alcanzados por las lanzas, aunque el peor ataque se lo lleva Guepardo que recibe una herida muy fea en la entrepierna que lo deja sangrando abundantemente y tirado en el suelo. La herida parece muy grave.

Tengo que atenderlo cuanto antes.

Intentando librarme de mi atacante lo antes posible fallo mi ataque, estoy más pendiente de Guepardo que de mi rival.

-Quitarme esta rata de encima!! Tengo que ayudar a Guepardo!!
Grito para que mis compañeros se encarguen de él y yo pueda atender a nuestro amigo herido.

Uno a uno los niños van cayendo muertos a nuestro alrededor, hasta que el último de los que queda intenta darse la vuelta y huir. Un error, es atravesado por una flecha de Dedos, aunque sigue corriendo tan solo para encontrar la muerte en la espada de mi padre, que acaba clavando su lanza en él.
El pueblo se ha convertido en un auténtico caos de gente gritando y chozas ardiendo, nadie parece ofrecer ya una auténtica resistencia. Aún así no quiero perder a nadie en medio de la confusión. Tenemos que permanecer juntos.

-Reagruparse!!! Campaña, Ponzoña y Jabalí a primera línea!!! Los demás proteged los flancos!!!

Con esto el grupo se junta en torno a Guepardo y puedo pararme a atenderlo. Dedos me pregunta algo pero ahora mismo estoy demasiado preocupado por mi compañero para contestar. Tan solo atisbo la llegada de Lengua Negra y su grupo. Ahora él podrá comandar la situación de controlar al poblado mientras yo atiendo al herido. Me concentro tan solo en Guepardo mientras intento separar sus ropas ensangrentadas.

-Que alguien me traiga agua y trapos!!! Buscad en las chozas!!

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12/02/2012, 21:31
[RIP] Mentiroso.

Esta era la oportunidad que Mentiroso buscaba.

-Matagatos... -no terminó la frase, simplemente necesitaba una aprobación tácita de él para adentrarse en el poblado y empezar a buscar agua y trapos. Entre otras cosas.

Y así empezó a entrar en las cabañas buscando agua y trapos. Y cualquier cosa de valor.

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14/02/2012, 06:08
Caracabra.

Paso la noche en vela. La preocupación y las molestias no me dejan dormir. Miro fijamente mi lanza y mi escudo situados delante de mi.

Seremos el grupo de distracción.

No me gusta la idea. Tendremos que atraer la atención sobre nosotros y seguramente nos responderán con una lluvia de flechas o saldrán a atacarnos. Además solo seremos un pequeño grupo de gente enferma. Los mejores guerreros estarán al otro lado del pueblo. Intento distraerme de esos pensamientos pero una y otra vez vuelven a mi mente torturándome. Seguramente algo malo va a pasar y yo estaré en medio de todo.

Unas horas antes del alba Serpiente comienza a hacer un ritual. No me fío de ese Oscuro, prefiero que le haya tocado ir al otro grupo, junto con el farsante de Rastrojo. Cuando Matagatos comienza a levantar a todos me pongo de pie. Me cuesta bastante hacerlo, tengo los huesos entumecidos y el cuerpo no responde como me gustaría. Espero mi turno para comer las gachas que la pitonisa prepara como todas las mañanas.

Está cada vez peor. Al menos espero que no sea contagioso.

Pruebo las gachas.

Para ser la última comida que podemos probar podían haberse esmerado un poco más. Ni siquiera me acabo la escudilla.

Sigo a Lengua Negra hacia el pueblo de Tres Castores, aferrando mi escudo y mi lanza con fuerza para obtener la seguridad que me falta, aunque sigo desanimado por lo que puede pasarnos. Esperamos la señal indicada, aunque esta nunca llega. Lengua Negra nos manda avanzar y mostrarnos y hacer ruido cuando oye una especie de rebuzno.

¿Pero la señal no era un búho?

Golpeo mi lanza contra mi escudo mientras grito. Todos a mi alrededor hacen lo mismo intentando atraer la atención del enemigo. Parece que no nos oyen y al cabo de un tiempo me siento ridículo, pero continuo obedeciendo las órdenes de Lengua Negra.
Cuando Loor llega corriendo me espero lo peor, eso no estaba en el plan, seguro que algo había salido mal.
Las noticias de la guerrera son buenas, las puertas se han abierto y Matagatos y sus hombres ya han entrando en el pueblo precedidos del Portaestandarte. Uro y Peregrino se encuentran heridos pero no están graves. Nuestra misión allí ya no tiene sentido y nos pide que nos unamos a ellos lo antes posible. Lengua Negra nos hace ir corriendo hasta donde se encuentran nuestros compañeros. Me duele todo el cuerpo al correr.
Al llegar al pueblo solo encontramos montones de cadáveres de niños. El resto de nuestros compañeros forman un poco más adelante agrupados en torno a Guepardo que parece bastante herido. Matagatos está intentado hacer algo por él. Parece que el resto del pueblo se ha sumido en el caos y que ya nadie opone resistencia. Al final ni siquiera he tenido que entrar en combate.

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14/02/2012, 16:32
Guepardo.

Aquella noche el sueño se mostró esquivo con Guepardo. No solía dormir mal antes de una batalla pero en aquel lugar, tan lejano de su tribu, con una misión tan humillante como la de servir de guardaespaldas y rodeado de gentes tan extrañas y poco amistosas; no podía más que sentirse intranquilo. En los excasos momentos de vigilia que tuvo en esas horas soñó con su aldea, con los grandes árboles por los que trepaba cuando era pequeño y con el caudaloso río primaveral en el que se bañaba cuando era niño. En él aprendío a pescar y en su cuenca a cazar. Ambas actividades no eran ni mucho menos las que mejor se le daban. Así que muy joven lo entrenaron para la lucha y lo hicieron un buen guerrero. Más pronto que tarde estuvo preparado para enfrentarse a un feroz animal y demostrar que estaba preparado para unirse a los Jaguares. Y aquel animal al que derrotó, aquel animal cuya sangre cubrió su cuerpo y cuya piel calentó sus frías noches, fue un ágil y fuerte guepardo joven. Desde ese momento Chuma, el niño Gato, se convirtió en Guepardo. Y todos le llamarian así por los restos.
Con una sonrisa de satisfación Guepardo se abrió los ojos aquella noche y ya no pudo dormir más. La batalla estaba cerca y tenía malas vibraciones sobre lo que en ella iba acontecer. Por mucho que quisiera no se podía fiar de aquellas gentes en la guerra. Los jaguares tenían sus propias tácticas de combate y luchaban por grupos de cuatro, atacando rápidamente y alejándose entre los árboles. Muchos ataques en muy poco tiempo, enemigos que iban siendo mermados hasta, finalmente, caer bajo las garras de los grandes felinos. Esa era su forma de combatir. Permanecer estático defendiendo a una persona no era su estilo. No sabía como podía responder.
Se acercó a Pantera y le acarición el hocico. La mula movió la cabeza violentamente como si quisiera espantar a una pesada mosca y siguió descansando. Seguía siendo casi tan arisca como el primer día, pero al menos se dejaba tocar. Guepardo recordó a Sacorroto y pidió al viento que su destino no fuera el mismo. Pronto salió de sus pensamientos, oyó como una especie de cascabel sonaba cerca del lugar y un cántico misterioso lo acompañaba. Se acercó silenciosamente al lugar desde el que provenía el sonido y pudo ver como Serpiente estaba realizando un extraño rito. Se estremeció de inmediato. Aquel brujo le daba auténtico pánico, de hecho todos los hombres que utilizaban oscuros hechizos le producían terror. Recordó cuantos habían sido ajusticiados cuando cayeron en manos de los Jaguares. El destino era caprichoso...antes los eliminaba y ahora tenía que proteger a uno de los peores.

Visto que su destino debía estar escrito ya, Guepardo se sentó en una piedra y observó el horizontes esperando la salida del sol. Mandó a su mente a otros lugares y a otras épocas y dejó que su cuerpo se mantuviera allí. Con el sol dándole de pleno en la cara, volvió al mundo de los vivos y alcanzó su lanza. Era espléndida, antigua y de una punta tan dura y afilada como el diamante más preciado. Se la regaló su abuelo y le hizo jurar que nunca la perdería que moriría junto a ella en el campo de batalla si era preciso. Así se haría, sin duda. El campamento comenzó a mostrar un claro ajetreo. El grupo de avanzadilla estaba preparado para partir y Guepardo, obdiente, se situó junto a Serpiente en cuanto lo hizo. Volvió a sentir un escalofrío cuando éste comenzó a llorar y a reír como un loco. Trató de que no se notara su inquietud...pero eso era imposible.

Los minutos pasan lentos, el tiempo parece detenerse con cada latido. En cierto momento Matagatos da orden de avanzar y todos corren hacia la aldea de los Tres Castores. Ya no hay vuelta atrás, es la hora de la gloria o de la muerte. Nada más entrar en el poblado, Guepardo ve a mujeres con cubos de agua, haciendo sus tareas. Después ve a niños, si niños, con armas que van a luchar contra ellos. Y ya sabe que allí no habrá gloria, que matar mujeres y niños no da gloria, que eso es asesinar y el asesinato lleva a la oscuridad y a la locura. Y Guepardo mira a Serpiente y ve a un monstruo y el sudor hace que se resbale la lanza entre los dedos y el miedo hace que al Guepardo se le erice el pelo. Y asu alrededor comienzan los gritos, la sangre, los miembros amputados, el caos y la muerte. Y trozos de pequeños infantes vuelan de un lado para otro mientras que unos ríen y otros lloran y Guepardo con su lanza en la mano se pregunta que tiene todo aquello de honorable, que pueden ofrecer los dioses a cambio de tanta barbarie y sabe que los Jaguares nunca harían algo así.

Por un momento toda la acció se detiente, el corazón del guerrero bombea a mil pulasanciones por segundo. Mira a Serpiente y de la boca del brujo surjen serpientes infernales. Los ojos de Guepardos se convierten en dos perlas blancas y la lanza cae entre sus dedos. Se agarrá la cabeza con ambas manos e intenta negar lo que ve. Los niños lloran de locura y miedo mientras sus calzonces se ensucian con sus propias heces y la muerte los llama de la forma más horrible. Y Serpiente ríe y Guepardo sabe que está condenado.

En ese momento escucha un grito a su espalda y, a trompicones, sale de su estado de pánico. Su instinto animal le grita que se proteja. Pero es demasiado tarde. Solo le da tiempo a agacharse a por la lanza y estando aún de cuclillas intentar golpear al niño. Éste lo esquiva con facilidad y cuando Guepardo se levanta le asesta un golpe en las partes al Jaguar. Todo se ha acabado para él. No habrá gloria, ni reconocimiento, ni riquezas. Hoy solo habrá muerte para Guepardo. Se desploma en el suelo y huele su propia sangre.

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14/02/2012, 17:42
Rastrojo.

La vida era como un puñetazo en los dientes. Tenían que pasar desapercibidos y eso significaba retrotraerse a los tiempos de los aspirantes. Sonreír al ver que una mano cerrada se acercaba a ti con todas sus fuerzas. Y lo de sonreír no era el fuerte de Rastrojo. Aguantó lo de dormir a la intemperie como un machote... Se comió las gachas frías sin protestar... Y se guardó para sus adentros, por mucho que le reconcomiese, que le mandaran a morir en el grupo de choque de los Hostigadores.

Podría ser peor. Podría ir con el grupo de infiltración. Habría sido genial verle acercarse al poblado de los Tres Castores con su habitual discrección, trepar por la cuerda una empalizada más alta que él y pedirle por favor a uno de los niños que si podría abrir un momentito la puerta, que es que los Oscuros tienen que atacar.

Seguramente habría muerto.

Pero todo a su alrededor le decía que moriría de todos modos. Todo eran malos presagios en el campamento. Augurios de que moriría en aquel amanecer. La luna estaba demasiado baja aquella noche. No cantaban los pájaros, o eso o que el mal oído de Rastrojo no los detectaba. Vió a un saltamontes brincar y darse de bruces con el carro de Khadesa, y después, cuando el bicho se revolvía aturdido para reemprender la marcha, el insecto murió aplastado por la pezuña de Orgullo. No era como para tener un buen karma, pero eso hacían los chamanes: ver malos augurios por todas partes.

Cuando se puso en pie lo hizo con la certeza de que su muerte era inminente. Se abstrajo de sus abstracciones y volvió a la realidad. Parecía que los otros dos grupos ya se habían marchado. Tocaba esperar a que las puertas se abriesen. Jabalí, en ese momento, se acerca a Rastrojo.

Recuerda, sobre todo no me estorbes.

¿Que no te estorbe? ¿Que no te estorbe? ¿Y si te meto mi bastón por el culo te estaría estorbando?

De acuerdo-contesta Rastrojo servilmente.

La aldea de los Tres Castores, como toda gran aglomeración humana, había presenciado suficientes muertes como para tener una población de fantasmas bastante respetable. Hasta en el exterior de la empalizada había unos cuantos. Y unos cuantos vagaban lo suficientemente alejados como para que en sus rondas nocturnas pasearan por el campamento de los Hostigadores. Eran espíritus neutros, es decir, con las facciones desdibujadas y el contorno borroso. Caratótem le explicó que los entes con esa forma habían tenido una muerte serena. Coincidía con la fama de irreductible que tenía la tribu, que era capaz de tener muertes por vejez en un territorio tan hostíl como la sabana. El ejército de los Tres Castores consiguió alejar las batallas de las puertas de su poblado y sus guerreros, o no morían, o lo hacían tan lejos que Rastrojo no podría verles aquí.

Sonreían. No con una boca, sino difuminándose en el centro de la cabeza hasta dejar una gran mirilla con forma de media luna. "¡Qué amigables!", pensó Rastrojo. Los espíritus neutros han perdido la totalidad de sus recuerdos. No sienten apego por la tribu que dejaron atrás, y era lógico que no les importara aquel pequeño ejército de extranjeros. Sin embargo, el aprendiz de chamán hizo una segunda interpretación, ya no tanto de su agrado.

Bastardos... No me están sonriendo... Se burlan. Me señalan y cantan canciones sobre mi muerte...

Rastrojo, Rastrojo, dubidibú...

Rastrojo, ¿a dónde irás tú?

Rastrojo, Rastrojo, dubidibú...

¡Morirás e irás al culo de Gulg!

Una flecha te atravesará el ojo...

¡Muérete! ¡Muereté, Rastrojo!

Las espadas de los castores te rebanarán...

¡Muérete! ¡Muérete, estúpido chamán!

Rastrojo, Rastrojo, dubidibú...

Rastrojo, ¿a dónde irás tú?

Rastrojo, Rastrojo, dubidibú...

¡Morirás e irás al culo de Gulg!

Serpiente te atacará con un hechizo...

¡Muérete! ¡Muérete, sucio mestizo!

Evita la espera, suicídate para poner algo de tu parte...

¡O serás pisoteado por el caballo de Portaestandarte!

Matanza centra sus ojos en el mestizo, con cara de caballo asesino. Otro mal augurio. O el caballo escuchó la canción y está de acuerdo o se trata de una pura casualidad, y las ganas que tiene el animal contra Rastrojo ya le vienen de antes.

Hay que reconocerles una cosa, esos espíritus desagradables tienen el mismo sentido de la rima absurda que tiene Rastrojo. Eso podría significar que la forma que tenía el chamán de invocar a los espíritus es la más ortodoxa, o que su mente trastornada está interpretando el sonido del viento y asimilándolo a uno de sus cánticos.

Y en la lejanía se escucha un rebuzno fantasmagórico...

¿Mordisco?

Le llama. Le está esperando desde el más allá, para que desatasque sus intestinos llenándose el brazo de mierda hasta el hombro, en un ciclo de tortura escatológica sin fin. Otro mal augurio... ¿cuántos van ya? Pero ya no importa. Las puertas del poblado se han abierto, toca correr.

Y correr... Y correr... Rastrojo no corría tanto desde su periodo de instrucción. Mira a Portaestandarte. Normal que llegue siempre fresco a la batalla, va en caballo. Mira a Serpiente. El hechicero no tiene muy buen aspecto. Su cara es de satisfacción, sí, pero vete tú a saber si ese gesto, en el sistema de valores trastocado y mezquino de Serpiente no viene a significar dolor.

El camino se hace largo. Al llegar a la puerta, los cadáveres de niños Castores ya se amontonan por docenas. Serpiente hace honor a su nombre y lanza un conjuro que aterroriza a un montón de niños de teta. Acaban en el suelo, retorciéndose hasta morir.

Te gusta demasiado el espectáculo, Serpiente.

Pero lo importante es que han llegado. Tras cruzar la puerta, Rastrojo se para tras Jabalí para recuperar el aliento. Ahora serán los Castores los que tengan que correr para acercarse, y el bueno de Rastrojo no tendrá que correr más.

Pero Jabalí, su ilustre guardaespaldas, tiene otros planes. Se marcha a la carrera contra los niños dejando a Rastrojo desprotegido. El campo de batalla se vuelve un caos. La caída de Guepardo, el mejor guerrero de la promoción, pasa absolutamente desapercibida para el siempre poco atento aprendiz de chamán. Es por su profesión, debe mantener siempre la concentración en el mundo de los espíritus a costa de un déficit de atención en el mundo de los vivos.

Rastrojo trata de acercarse lo máximo posible a Jabalí. Sabe que todas sus posibilidades de contradecir los malos augurios que vaticinan su muerte, dependen casi exclusivamente de que no se despegue del guardaespaldas que se le ha asignado.

Pero Jabalí está luchando con otro pequeño Castor. Rastrojo trata de golpear al niño sin éxito y su bastón se interpone entre los dos contendientes.

¡Quita de en medio!

Jabalí atraviesa al niño con la lanza, a pesar de toda la molestia que supone tener a Rastrojo al lado. Ya solo por eso, aquel guerrero debía de haber hecho méritos de sobra como para convertirse en Hermano Juramentado.

Lo siento... solo trataba de ayudar-un grito interrumpe la disculpa.

¡Reagruparse! ¡Campaña, Ponzoña y Jabalí a primera línea! ¡Los demás proteged los flancos!

Pero Rastrojo poca atención presta al caos que hay desatado frente a sus narices. En lugar de vigilar, mira de reojo cómo Matagatos se arrodilla junto a un cuerpo. Tarda en identificarlo. No es uno de los niños, eso seguro, así que debe de ser un Hostigador... ¡Guepardo! ¡Es Guepardo! ¡Guepardo ha caído!

El aprendiz de chamán mira a Jabalí. Lo había vaticinado: Jabalí no caerá en esta batalla. Pero mejor no presumir todavía de que una de sus predicciones había acertado, no vaya a gafarla y que a Jabalí se le clave una flecha en el ojo, le rebanen las espadas de los Castores, sea víctima de un conjuro de Serpiente, le dé por suicidarse o Matanza lo pisotee.

Dubidibú... Aggg, ahora no soy capaz de quitarme esa estúpida canción de la cabeza.

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14/02/2012, 17:48
Sicofante.

La noche pasó tranquila para el tagliano, con un descanso placentero. ¡Quien diría que antes del alba habría una batalla! Quizás precisamente por eso, por lo que podría ocurrir mañana, tuvo un buen descanso. Aún así y todo, para Sicofante no pasaba desapercibido que su papel era secundario en esta situación. Él no estaría en el frente, sino en la retaguardia, a salvo del combate protegiendo a la pitonisa de cualquier peligro... peligro que dudaba que pudiera darse. 

La noche pasa tranquila y tras las primeras horas de la mañana Sicofante se levanta como el resto del campamento.

Ya es la hora- piensa al ver la actividad de sus compañeros, preparándose para el combate. Él hace lo mismo: se enfunda en su armadura ligera, recoge sus armas y tras acabar se dirige hacia el carro, donde se encuentra su misión: proteger a la Pitonisa. Misión importante, pero no por ello a Sicofante no le quedaba un regusto amargo: quería estar en el combate. Y es que tenía una deuda pendiente que solucionar, como consecuencia de cierto incidente que le había avergonzado en lo mas profundo de su ser. No obstante, y para su desgracia, no sería hoy. 

Observa, en silencio como sus compañeros terminan ya sus preparativos. Entre ellos, sus ojos se detienen en R´Gaa. Era su primera batalla, y temía por ella. Le gustaba la joven muchacha: su risa, su ternura con los animales, su simpatía, su timidez, su sonrojos cuando le decían lo bella que era... no quería que le pasase nada malo. A pesar de su poca creencia en los Dioses, Sicofante lanzó una ligera plegaria para que volviese a salvo. Poco mas podía hacer.

Ahora si, los hostigadores se ponían en marcha. Los veía partir, uno a uno, en silencio. ¿Cuantos de ellos vivirían y regresarían triunfantes? ¿Y cuantos de ellos serían enterrados hoy? no podía saberlo... solo esperaba que saliera todo bien y que el combate fuese una victoria para la Compañía. 

Cuando el último de los hostigadores se pierde de vista, Sicofante prepara su caballo, solo por lo que pudiera pasar, y espera, tranquilo la vuelta de sus compañeros... si es que volvían.

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14/02/2012, 22:10
Pelagatos.

Recé a mi Diosa Oscura hasta que el sueño me venció. No por mi vida, pues si debía morir una batalla era el lugar más noble y llenaría de orgullo a cualquier guerrero y sus adheridos; ni tan siquiera por la victoria de los Hostigadores, pues sabía que eso no lo decidían los Dioses, sino las acciones de la batalla. No. Rezaba para que me diese fuerza, para que la debilidad no me atacase durante la batalla, para que se me permitiese demostrar que yo también era un recluta digno de ser admirado.

Desperté con los sutiles sonidos de el resto de Hostigadores al levantarse. Tenía mi espada aferrada con fuerza cerca del corazón.

Hoy es el día. Derrama sangre por la compañía. Derrama sangre por tu orgullo. Derrama sangre por tu Diosa.

Una vez estuve fuera, tras comer las insípidas y grumosas gachas que teníamos como desayuno, Lengua Negra me comunicó un cambio de última hora: no sería el segundo guardaespaldas de Rastrojo, sino que me uniría a su pelotón de distracción.

¿Por qué ahora y por qué así? ¿Por qué ahora tengo que ser el blanco de los vigías como una pura distracción, sin oportunidad a luchar como un hombre, con mi acero?

Pero ya no había tiempo de preguntas ni dudas, los diferentes grupos se encaminaban a sus puestos y yo debía ocupar el mío. Ignorando mis dolencias, me encaminé con la cabeza alta.

A la orden de Lengua Negra, tras un sonido que parecía un rebuzno más que un búho, empezó nuestra parte. Ruido y movimiento, para que la atención recayese sobre nosotros. Me sentí estúpido y humillado, sobretodo porque no parecía que nadie que se percatase, o le diese importancia, a nuestra presencia.

”Por supuesto que no. ¿Qué clase de estrategia absurda es esta? ¿Quién consideraría una amenaza a cuatro soldados ruidosos? Cada nueva acción de Lengua Negra hace que haya más dudas sobre su liderazgo.

De repente, una de las negritas, la que llevaba inconsciente casi todo el viaje hasta levantar hacía un par de días, se acercó corriendo y nos condujo a todos rápidamente al interior del poblado, pues parecía que la incursión había sido un éxito y necesitábamos todas las fuerzas en el poblado.

Una sonrisa de satisfacción se dibujó en mi cara. Ya era hora. Pero al llegar a la puerta todas mis esperanzas de gloria se marchitaron. Ya no quedaba resistencia alguna, y aunque la hubiese, eran todo niños que aún conservaban sus dientes de leche. Ascender por matar un enemigo como ése era una burla, así que aún sintiendo que solo había perdido el tiempo en el día de hoy, ya no me dolía tanto no haber estado en la batalla.

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14/02/2012, 22:34
La Compañía Negra.

GUEPARDO:

- Tirada de Heridas Graves: TS Fortaleza, que se queda en +1 al aplicar la pérdida de Constitución. La dificultad es 12.

- Tirada de Infección: TS Fortaleza (+1 en total aplicando Constitución reducida). Dificultad 10.

- Tirada para Estable: Son cuatro asaltos tirado en el suelo sangrando sin poder ser atendido por nadie. Cuatro tiradas TS Fortaleza (total es +1) a dificultades: 10, 11, 12 y 13. - Alternativamente puedes no hacer tirada de Estabilidad alguna y gastar 1 Punto de Acción para quedarte Estable en el primer asalto.

 

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14/02/2012, 22:50
La Compañía Negra.

MATAGATOS:

- A partir del quinto asalto tras ser herido de enorme gravedad, es el primer momento en que puedes atender a Guepardo.

- Al no tener equipo médico adecuado, todas tus tiradas de Curar Heridas tienen una penalización de -5.

- Estabilizar al paciente: Requiere un asalto. Tirada de Curar Heridas, dificultad base 15.

- Combatir la infección: Requiere un asalto. Tirada de Curar Heridas, dificultad 10.

- Tratamiento al paciente una vez estabilizado: Requiere al menos 10 minutos de cada hora y hay que tenderlo en un lugar apropiado, al menos un camastro o algo así. Tirada de Curar Heridas, dificultad 15. - Penalización adicional de -5 (además del -5 por falta de instrumental) si no se consigue trasladarlo a un lugar limpio y adecuado para tratar a un herido grave.

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14/02/2012, 23:01
Guepardo.
Sólo para el director

Master, a ver si entiendo bien lo de las tiradas que soy novato en el rol. Yo las hago para ganar tiempo, si no son así ya me aclaras. Gasto un punto de acción para estar estable, aunque con heridas graves no creo que sirva para mucho.

- Tiradas (2)
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14/02/2012, 23:35
Loor.

Tras la conversación con sus compañeros de batalla Loor se dispuso a descansar hasta que las primeras indicios de las luces del alba les indicaran el momento de iniciar la incursión en el campamento de sus enemigos. Y estas luces llegan en lo que a la guerrera no le parece sino un breve instante, un breve momento entre cabezada y cabezada, como si el tiempo pasara más deprisa o la noche hubiera sido más corta de lo normal.

Así que con la cabeza un tanto embotada se unió a sus compañeros de avanzadilla y se dispuso a saltar la empalizada pero su somnolencia la traiciono ya que la guerrera hizo mucho más ruido en el avance que sus tres compañeros juntos lo que provoco que uno de los vigías la descubriera, pero gracias a los hados o quizás a la ayuda de la Diosa el niño que dio la alarma resbalo y cayó desde su puesto de vigilancia hacia el duro suelo el cual lo recibió con un fuerte abrazo. Aprovechando esos momentos de confusión los reclutas consiguieron entrar en el campamento y se escondieron cerca de la puerta de la empalizada esperando el instante propicio para abalanzarse hacia la puerta de la empalizada. Y este se produjo pronto ya que cuando todos los “defensores” estaban alrededor de su compañero caído Uro salió corriendo y empezó a tirar de la enorme tranca que servía de cierre a la empalizada pero a pesar de su enorme fuerza esta se negaba a moverse del todo con lo cual Loor hubo de descubrir su posición y correr a su lado - ¡Diosa! – grito como plegaria y con un empujón final la tranca se soltó. La labor estaba hecha pero ahora había que resistir los embates de los cachorros de los Castores, que aunque débiles y mal preparados eran numerosos y tenían dientes.

Y vaya si los tenían ya que en el primer asalto de los defensores se abalanzaron sobre el valiente Uro propinándole un montón de cortes que lo dejaron malheridos pero rápidamente Loor se abalanzo sobre ellos para dispersarlos como hojas de trigo que salían dispersadas ante los veloces y certeros golpes que propinaba con su mortífera vara. Todo ello no sin recibir heridas pero la agilidad de Loor era excesiva para aquellos pequeños que no cejaban en su empeño de morir a manos de los miembros de la avanzadilla – Malditos niños ¿Dónde están vuestros padres? ¡Que vengan ellos a morir en vuestro lugar! – gritaba Loor mientras distribuía golpes a su alrededor hasta que la llegada del contingente principal de la compañía la libro de seguir repartiendo la muerte a un grupo de niños que nunca conocería las alegrías ni las penas de la vida adulta. Ya que pronto escucho la voz de la Matagatos dándole una orden clara y concisa

-¡¡Loor, corre hasta la posición de Lengua Negra y diles que vengan, ya han cumplido su cometido!! –

Cosa que la guerrera agradeció ya que aunque sabia clara cuál era su labor la matanza le estaba dando arcadas y no deseaba continuar más con ella, así que rauda aunque debilitada por las heridas recibidas corrió hacia el lugar donde esperaba Lengua Negra y le transmitió las órdenes recibidas. Parando después a descansar y dejando que la batalla se alejara de ella – No creo que la Diosa sea demasiado feliz al ver lo que hemos hecho – fue su último pensamiento antes de que unas fuertes arcadas hicieran que su la última comida consumida subiera por su garganta.

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15/02/2012, 01:06
La Compañía Negra.

GUEPARDO:

- No sufres de infección, por lo que tu recuperación es algo más viable.

- Lamentablemente, sufres la pérdida permanente y definitiva de tu virilidad por Herida Grave.

- Estás Estable.

- Ahora hay que ver si comienza o no la recuperación. Cada hora una TS Fortaleza (con tu total de +1). La primera es dificultad 10, la segunda 11, la segunda 12, y así cada hora hasta que te salvas o mueres.

- Puedes tirar las tres primeras.

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15/02/2012, 05:16
Matagatos.
Sólo para el director
- Tiradas (2)

Notas de juego

En el modificador ya está incluida la penalización de -5.

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15/02/2012, 10:37
EL TIEMPO SE AGOTA.

MINUTOS DESPUÉS DEL ALBA.

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15/02/2012, 10:39
Reclutas de la Compañía Negra.

POBLADO DE LOS TRES CASTORES, CAMINO PRINCIPAL OESTE:

- Mientras la mayoría formáis un círculo defensivo alrededor del punto donde ha caído Guepardo, rodeado de un charco de su propia sangre, Matagatos está luchando por mantener con vida al antiguo Jaguar Asesino.

- Campaña recoge un escudo de madera con el emblema de los Tres Castores. Uro tiene otro igual.

- Algunos pensáis que los muertos merecen un respeto y, por propia iniciativa, comenzáis a recoger los cadáveres de los niños y a ponerlos juntos a un lado, en filas ordenadas para que después puedan ser enterrados o incinerados.

- Lengua Negra se ha hecho cargo de la situación.

- Aparte de Guepardo, hay otros heridos, aunque no tan graves. Los que peor están son Peregrino y Uro, pero Loor, Attar y Jabalí también están heridos.

- Mentiroso le dice algo a Lengua Negra y después se pierde entre las chozas Castores.

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15/02/2012, 11:08
La Compañía Negra.

NOTA:

- Todos los que habéis luchado en la batalla estáis en este momento cansados tras el efecto de la adrenalina.

- Necesitaréis unos diez minutos de descanso antes de poneros en movimiento.

- Los del grupo de distracción, aunque también habéis corrido, estáis más descansados al no haber tenido que combatir. Podéis actuar con normalidad (Lengua Negra, Pelagatos, R'Gaa y Caracabra). Más descansados aún están Sicofante y Khadesa.

- Los heridos se sienten más fatigados que el resto, necesitarían una hora de descanso. Los más heridos, Peregrino y Uro, van a necesitar un día completo de semi-descanso a baja actividad, por lo menos, aunque lo ideal sería que guardaran cama.

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15/02/2012, 11:39
Matagatos.

La herida de Guepardo era realmente horrible. Sus partes colgaban ensangrentadas y cercenadas. Probablemente si conseguía salvarlo tendría que amputarlas. Pero allí no podía hacer nada de eso por él, ni tampoco tenía el material necesario, ni siquiera algo básico como aguja e hilo. Echo mano al pellejo de agua y limpio la zona herida para poder observar mejor e intentar que no se infecte. No es lo ideal pero es mejor que nada.
Con ambas manos y ayudándome de su taparrabos presiono en la herida. Guepardo se convulsiona, es algo muy doloroso pero tengo que intentar parar la continua pérdida de sangre o morirá allí mismo. Mis esfuerzos parecen no dar resultado.

Vamos amigo, ahora te toca a ti. Haz un esfuerzo por vivir.

Sigo apretando esperanzado mientras la sangre continúa saliendo por la herida. Guepardo comienza a convulsionarse con menos frecuencia y ya no sangra tanto. Parece que se ha estabilizado, es un guerrero fuerte.

Eso es.

Miro a mi alrededor. La mayoría de nuestros compañeros están mirando preocupados la evolución de Guepardo. Necesito varias cosas para poder seguir atendiendo a nuestro compañero. Miro hacia los que quedan del grupo de Lengua Negra, son los que están más descansados. Mentiroso había desaparecido, quizá a hacer algo de lo que yo había mandado, pero no podía fiarme.

-R'Gaa busca agua y ponla a calentar. Pelagatos busca entre las chozas toda la ropa limpia que encuentres. Caracabra, intenta localizar las chozas de los chamanes, busca en ellas cualquier material que nos pueda servir: medicinas, agujas, hilo, vendas, cualquier cosa. Después me vuelvo a Lengua Negra. Necesitaríamos desalojar una choza con varios camastros para atender allí a los heridos, aquí no puedo atenderlos bien.

En medio del polvoriento poblado lo más probable es que se infectaran las heridas. Si disponíamos de una choza limpia y camastros para que los heridos se echaran las posibilidades aumentarían.
Estos momentos son realmente tensos, en la mayoría de los casos si las heridas no se tratan a tiempo las consecuencias suelen ser fatídicas.

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15/02/2012, 12:00
Caracabra.

Mientras formo con el resto de mis compañeros observo el caos formado a mi alrededor. Pequeños cuerpos destrozados, chozas ardiendo, gritos, cuerpos agonizando. Mi mirada se detiene en Matagatos y Guepardo. Hay mucha sangre allí y parece que nuestro compañero está muy grave.
Cuando Matagatos me ordena buscar las tiendas de los chamanes me entra un escalofrío. No me gusta la idea de tener que irme de la seguridad del grupo, y perderme en el pueblo lleno de enemigos. Aunque parece que ya no hay resistencia sería fácil atacar a un hombre solo. Y mucho menos tener que buscar las chozas de los chamanes y registrar sus cosas, eso no me podía traer nada bueno. Por no decir la eventual oportunidad de cruzarme con el Portaestandarte, que me daba más miedo que todo lo anterior junto. Pero era una orden.
Sin decir nada me encamino hacia la zona central del poblado, seguramente se encuentren por allí y seguramente haya varias en un pueblo tan grande.
Aferro con fuerza mi lanza y mi escudo y estoy alerta de todo lo que sucede a mi alrededor.

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15/02/2012, 12:42
La Compañía Negra.

MENTIROSO:

- Tiradas ocultas:

* Esconderse.

* Movimiento Silencioso.

* Buscar.

* Otear.