Partida Rol por web

Observo curioso al recien llegado.

- Pobre diablo, seguro que estos bastardos le echan a patadas.

Tiro un billete sobre el mostrador sonrío al tendero.

- Deme media docena de esos bollos de pan y me perderá de vista.

Cuando extiendes el dinero, te percatas de que el hombre lo mira y no lo toma.

-Lo siento, caballero, pero no está en venta.

Te mira, y vuelve a no decir nada.

Ves que el tipo grande babea mirando los bollos, y sin mediar palabra, toma tus billetes en un rápido gesto, y se los da al tendero.

-Mmm... Mmmbooollooosss- dice.

El tendero se los ofrece, le cobra, y vuelve tras el mostrador. El hombre te indica que salgas tras él de la tienda, con los bollos en la mano, y el cambio en la otra. Ves que espera a la salida, con ellos extendidos como ofreciéndotelos.

Sales de la iglesia, algo desorientado. Todos se han ido, sin esperar por ti.

Sabes que hay dos caminos, uno a la izquierda y ootro a la derecha, y cuando comienzas a otear el horizonte no lo ves por ningún lado.

Tampoco lo ves caminando en dirección a la posada, por el camino frente a ti...

¿Por dónde ir?

Sales de la iglesia. Al salir, miras al cielo. Está nublándose. Quizás en breve comience a chispear. No hace mucho frío, pero sí se ha levantado algo de viento.

Ya en la calle de nuevo, ves que en el camino no se ve un alma. Los dos hombres que os habían estado mirando con cautela antes de entrar en la Iglesia han desaparecido, y no se vislumbra un alma a vuestro alrededor. Miras la hora. En la Iglesia no habéis estado demasiado tiempo, así que aún falta un poco para la hora de comer.

De frente, ves el camino por el que habéis venido, y que conduce tanto a la posada de Mary como a la carretera que sale del pueblo. tal y como estás, a la salida de la iglesia y mirando hacia la posada, el camino de la izquierda es el que os comentó Mary que llevaba al bar del pueblo, y el de la derecha el que conduce a la tienda. Hay alguna que otra casa en cada lado del camino, que se abre justo al llegar a la iglesia y que continúa en sus dos ramificaciones tras ésta.

Comienzas a andar pausadamente por el camino de la derecha. Ves casitas desperdigadas a lo largo del sendero, una de ellas, que ves a lo lejos, te llama más la atención, puesto que está pintada de un tono amarillo harto hiriente a la vista.

A lo lejos, a la derecha del camino, también te parece ver un edificio un poco más grande que los demás. Tiene dos plantas, y es ciertamente mucho mayor que todos los demás que habéis visto en los alrededores, incluida la iglesia. Parece haber alguien parado a la puerta, esperando pacientemente.

Oyes ligeros ruidos procedentes del interior de la casa, pero nada que llame tu atención lo suficente. De pronto, ves salir al hombretón con cara alelada sonriente, con un montón de panes en los brazos, y unas monedas agarradas como buenamente puede en los dedos. Se para ante ti, sin mirarte, y se queda enfocando hacia el interior de la tienda. Al cabo de unos segundos, escuchas pasos dentro de la tienda, y el hombretón, con una sonrisa inocente en el rostro, extiende los panes y las monedas hacia delante, como ofreciéndoselos a alguien que está en el interior.

-No, corasón, si no ha veníiio, será porque le ha pasao algo- te dice, frunciendo el ceño en un gesto de preocupación- No me corre prisa el mes de alquiler, para lo que le iiiiba a cobrar, corasón, como si no me paga. Y me parese que si no lo ha veníiiio a haser, es por algo, me peresió un hombre de fiar, y María no se equivoca nunca cuando jusga a la gente.

Se queda pensativa unos instantes. Casi parece hasta bonita cuando mira al techo distraída. Luego vuelve a mirarte. Te percatas de lo fuerte de sus rasgos faciales. No se puede decir que sea una bella mujer, pero tampoco pasa desapercibida pues sus facciones resultan interesantes, exóticas. Está claro que no es de allí, y eso siempre resulta atrayente. Si no fuese por la imagen de Anne, con su belleza angelical, quizás podría decirse que María habría podido llegar a resultar bella, aunque en la forma de moverse y de hablar es basta como un hombre, y se nota que no está especialmente cultivada intelectualmente, aunque parece de buen corazón. Firme y con carácter, pero un libro abierto.

Sonrio al escuchar el comentario sobre el caracter de mi hermano efectivamente, ese es mi hermano. Una persona en la que siempre se puede confiar, por muy adversa que sea la situacion. Yo aun diria mas, es en estos casos en los que uno puede apoyarse mas en mi hermano.

Pero ha dicho usted que no le habia pagado el alquiler, ¿significa eso que se mi hermano se hospedaba aqui con usted? un leve tono de impaciencia asoma en mi voz ante la posibilidad de encontrar una pequeña pista que pueda ponernos sobre la pista de mi perdido hermano.

Cojo los deliciosos bollos, los olfateo complacido y con una amplia sonrisa pongo uno en sus manos.

- Muchas gracias, has sido muy amable, me llamo Alan. - Le ofrezco mi mano para que la estreche. - Estoy buscando a un amigo que se ha perdido y esa gente no me estaba ayudando mucho.- Pongo una expresión triste mientras saco nuevamente la foto. Dejando que la vea y atento a su expresión por si muestra alguna clase de reconocimiento.

-¿Conmigo?- no sabes si es una pregunta o una exclamación de asombro- ¡No, por Dios! ¡Maríiiia no hospeda a ningún hombre en la casa que era de su maridiiiito, corasón!- se santigua, como si hubieses dicho una obscenidad-  No, corasón. Pero mi marío teníiiia una casiiita vieja como ella sola, que se cae a pedasos. El primer día que su hermano de usté vino por aquí, me dijo que buscaba donde quedarse a dormiiir, le diiiije que habíiiia una pensión estupenda a la entrá del pueblo, pero no queríiia ni oír de quedarse en pensión, asíii que, corasón, le comenté que tenía una casiiita medio destrozá, y pese a que insistíi en que estaba p'al arrastre, quiso que se la alquilase, y me paresió de fiar, asíiii que asepté.

En ocasiones te cuesta seguir un poco el ritmo de sus conversación. Es extremadamente locuaz, y tiende a alargar exageradamente cualquier sílaba con i acentuada, pero por lo demás, se nota que es excepcionalmente sociable, aunque eso sí, con un carácter tremendo. Ciertamente, parece una mujer de armas tomar, aunque no puedes dejar de pensar que parece tener buen corazón.

-Por sierto- te pregunta, mientras termina su taza de café y la deposita en el plato. Juguetea con la cuchara distraídamente mientras formula su pregunta- No queríiiia pareser maleducá. No le he preguntado qué le parese el pueblo. Yokelville no es una maravilla, lo sé...

El tipo enorme, en el momento en que le ofreces uno de los bollos, abre los ojos desmesuradamente, sonríe, lo toma en sus manos y lo ingiere en un santiamén, chupándose los dedos al terminar, como haría un niño pequeño.

No le ha llevado apenas unos segundos comerse el panecillo con avidez, y después, con los dedos aún algo babados, toma tu mano con fuerza y se presenta.

-Yo... Yo soy Bartley. Bartley Hodge. ¡Encantao!- sonríe, mostrando unos dientes negruzcos sucísimos. Cuando le enseñas la foto, comienza a golpearse la cabeza suavemente con una mano, y mira al cielo, pero no te responde. Se pone como a entonar una cancioncilla de cuna, tarareando, ligeramente ausente.

De pronto, parece volver en sí de nuevo, y os mira a ambos muy sonriente.

-Bartley encantao de conocerles. No son d'aquí, ¿no? Los d'aquí son muuuuu raros tos.

Gordon sale, mientras su cigarro le deja ese exquisito y tan necesario. Se acomoda el sombrero y se limpia el abrigo blanco, mientras esboza una de sus mejores sonrisas. Sus compañeros rondaban el pueblo, seguramente con la misma intención. Y tenía a Charles Jr. pegado a sus suelas. Empezaba a fastidiarle aquel chico, casi tanto como su padre y su tío. Los Mallard eran una familia de recatados hipócritas, todos y cada uno de ellos simplemente le resultaban en extremo desagradable. Tendría que apresurarse.

Oteando a su alrededor, en aquel lugar perdido, tan lleno de hostiles residentes y sospechosos sujetos. Sería una fascinante, una fantástica historia, con un aburrido profesor, tan seguro de sus capacidades, que alardea de ellas e impide la investigación a cualquiera que amenace con quitarle el crédito, con potenciales homicidas en cada casa, familias maltratadoras y satánicos pueblerinos. Solo faltaba poner la ficha de Charles Mallard, y tendría el mejor artículo que se hubiese visto la luz en Boston. Estaba de excelente humor.

Caminó hacia aquel edificio, precavido por la figura que alcanzaba a ver, arrojando humo como una chimenea andante, y contando los momentos para hacer el gran descubrimiento.

Indudablemente, Gordon, el edificio más grande al que te estás aproximando no es otro que la tienda de comestibles, la única que hay en todo Yokelville.

By camember, shot with CE6430 at 2009-11-30

Parados junto a la puerta de entrada ves a Jason y Alan, los dos jóvenes, conversando con un hombretón muy corpulento que no habías visto antes. Se encuentra de espaldas a ti en estos momentos.

Alan sostiene en brazos varios bollos de pan, así como un trozo de papel que no eres capaz a vislumbrar qué podría ser a tanta distancia.

Mientras conversáis, veis cómo Gordon se aproxima a vosotros, fumando un cigarrillo. No hayni rastro de Mycroft o Charlie.

Perdone, no trataba de...no era mi idea la de decir...no pretendia insinuar nada semejante, disculpeme respondo tan rapido debido a la vergüenza que apenas se me llega a entender ademas mi hermano esta felizmente casado desde hace tiempo, y su esposa es una de las mujeres mas encantadoras que conozco. Me vuelvo a disculpar por no haberme sabido expresar correctamente, lo que yo queria preguntar es si usted le proporcionaba un techo donde dormir, nada mas.

En cuanto al pueblo, me parece un lugar de lo mas tranquilo y acogedor respondo una vez recuperada la compostura pero me tiene intrigada la actitud de los habitantes del pueblo. Aunque si un grupo de extraños viniera a atosigarme a base de preguntas, yo tambien lo miraria mal. Perdone que sea tan pesado, ¿pero no le dijo mi hermano el porque de su visita?

¿ Conseguiste que te vendieran algo en la tienda Alan ?

Hola Bartley

No somos de aquí, somos de otro sitio

Le respondo simplón tratando de aguantar la contagiosa sonrisa del sujeto

 jejeje

¿Porqué dices son tan raros en Yokelville?

No hablan con extraños... ¿porqué?

¿Nos lo dirías?

¿A donde habían llegado las cosas para que dependiéramos del tonto del pueblo?

Alguien se estaba riendo de nosotros, y aunque tenia cierta gracia, la broma ya duraba bastante

AH Hola Gordon

Veo tambien has optado por refrescar las ideas aquí fuera, arrímate, éste es Bartley

Justo ahora nos iba a decir que ha pasado en el pueblo para que todos estén tan raros

María suelta un carcajada al verte tan cortado por tu comentario, y te devuelve una amplia sonrisa.

-No hay problema, corasón, tengo claro que no iban por ahí los tiiiiros- vuelve a reír- Possí, yo le proporcionaba un techo, si a eso vamos. La casiiiita está ruinosa, pero paresiiiía que a él le gustaba igual, o eso me dijo. Y el motiiiivo por el que estaba aquí... Algo me comentó de un reportaje sobre pueblesiiitos y sus costumbres. Yo creiiiía que seriiiía bueno para atraer turiiismo y ver si este pueblucho de mala muerte se reaviiiiva un poco, porque esto está mu muerto, corasón.

-En cuanto a los que viiiiven aquí...- ves qu baja la cabeza y que no termina la frase, como dudando de si hablar o no.

No se preocupe miss Maria, entiendo perfectamente la situacion. Se que la gente de pueblo no suele verse atraida por aquellos que habitamos en la ciudad. Nos consideran extraños. Y lo entiendo. Las costumbres y el ritmo de vida son muy diferentes, cada vez mas diria yo. Y si ademas al hablar preguntamos antes de siquiera presentarnos es normal que los oriundos se sientan incomodos.

Recuerdo una vez, cuando estaba haciendo una investagicion para mi tesis doctoral  comienzo a relatar con la mirada perdida tuve que ir a un pueblo llamado Ashburnham, ya que en su biblioteca se encontraban unos manuscritos que databan de la epoca precolonial americana, y que podrian contener informacion valiosa sobre las costumbres de los antiguos inquilinos de estas tierras. Nada mas llegar, me diriji a la plaza del pueblo, y sin siquiera saludar, comence a preguntar a todos los que pasaban por mi lado por los manuscritos. Y la respuesta de las gentes del pueblo fue la que cualquiera podia haber esperado: desde miradas de desaprobacion hasta insultos, alguno incluso intento agredirme. Debi de haberme dado cuenta de que no era la mejor de las maneras de abordar a los habitantes de Ashburnham, pero estaba tan excitado por los manuscritos que no pude evitarlo. Y estoy seguro de que este caso es similar. Un grupo de desconocidos de la ciudad llega al pueblo y comienza a hacer preguntar sin dar siquiera los buenos dias. Incluso la mas paciente de las personas perderia los nervios, ¿no cree miss Maria?