Partida Rol por web

Bajé del tronco. Había visto suficiente. Era el objetivo, y si no lo era... sería algo interesante. Algo por lo que merecía la pena acercarse.

- Destellos anaranjados, chasquidos, rugido de furia, doce metros- dije señalando la dirección de la que venía, desde las aludas, la luz-. El ruido aumenta si sales de la espesura, en la copa del árbol. La batalla está terminando. Desde aquí abajo no se nota. Vamos.

Dicho ello, me puse a trotar en la dirección pertinente. No cabía tiempo para más prórroga. A una escasísima distancia había... no quería ni saberlo. Pero allí estaba. Y no me gustaría.

Uno ha de hacer lo que debe hacer.

El sigilo, si lo querían, para ellos. Sigilo y Trece no eran palabras compatibles. Era pedirle al sol que fuese oscuro.

Detuve mis pasos mirando a Kalth frunciendo un poco el ceño, pero reconociendo que tenía razón asíque me acerqué a él para catapultarme hacia los árboles cuando Trece me obligó a frenar la carrerilla que había tomado, derrapando en el suelo y levantando una pequeña nube de polvo. Él había visto algo y sabía hacia donde teníamos que dirigirnos por lo que, a una distancia prudencial seguí sus pasos, caminando paralela al camino con la intención de que el follaje me otorgara algo de cobertura tras la que esconderme.

Sacudí la cabeza al darme cuenta que me había quedado pegado en mi sitio.

- Ey esperadme- Me comencé a mover antes de perderlos de vista, no iba a desaparecer como Lilith si podía impedirlo. Ahora trece aumentó el ritmo y no sabía que tramaban Kalth y Rei, pero aumenté el ritmo yo también para intentar alcanzarlos.

Los chicos se movieron en la dirección que indicó Trece, y al cabo de unos quince metros se encuentran varias cosas espeluznantes.

Lo primero que vieron fue el cuerpo de Lilith, en el suelo, sin cabeza, cortada por lo que parecía ser un arma muy afilada. Lo segundo que vieron fue a Mortimer, la pelirroja, flotando, con los brazos y las piernas estiradas como si tratara de formar una estrella de cinco puntas siendo el quinto ángulo la cabeza. A su alrededor, como a un metro de la punta de sus pies y manos, se trazaba un círculo de fuego, flotando en el aire, como si quisiera rodear de forma perfecta a la chica.

Lo tercero que vieron fue lo más espeluznante. Un ser, de piel azul y armadura roja, como las de los guerreros de oriente, pero la armadura era una cara, con colmillos, y parecía estar dividido por la mitad, siendo la parte baja del pectoral la mandíbula superior y la parte superior de la cintura la mandíbula inferior. Los dientes no paraban de moverse y los ojos de los pectorales miraban con una maldad inusitada. El rostro que asomaba bajo el casco donde estaría la cabeza de todo humano, era un rostro duro y adusto, pero que sonreía como si supiera todas las cosas que van a pasar en este momento.

Con una lentitud propia del que sabe de su victoria y quiere saborearla, el ser puso su espada en guardia y, tras esto, rugió como una bestia.

Era sorprendente que hasta ese rugido se lo hubieran tragado los árboles.

Lo primero que hice fue sentir lástima. Era consciente de que había hablado de Lilith, ya caída, como si fuese algo reemplazable y prescindible. Todos lo éramos. Sin embargo, seguía siendo difícil de aceptar viéndola allí tendida. El hecho de que tuviese la cabeza separada del resto del cuerpo no lo hacía sino más duro.

Inmediatamente, movido por la ira, dejé que el impulso vital volviese a correr por las venas, desplegando las ya típicas esferas de energía en seis colores, formando aros en la parte distal de las extremidades y sobre la cabeza. Finalmente, las alas brotaron de espalda mecidas por el resorte de la venganza.

Miré a Mortimer, ceñudo, y entrecerré los ojos, furioso, con un rictus seco en los labios. Estaba a punto de hacer el comentario ingenioso de rigor antes de lanzarme a la carga, cuando me crucé con aquel guardián. A simple vista, era muy fácil suponerle una gran fuerza y habilidad, mayores a la mía por tamaña distancia. No sabía si agradecer la compañía de los demás miembros del grupo o si considerarlo un final conjunto.

Preparado para lo peor, estiré las piernas por el tablero de juego, poniendo una pose flexible. Miré a la bestia, centrándome en ella. Había que analizarla antes de actuar. Así que aquel turno veríamos de qué era capaz. Era el momento de actuar de forma cuerda y defenderse antes de atacar. Teniendo en cuenta que era el que menos sigilo había empleado, tenía que contar con la posibilidad de ser el blanco de su ataque. Había de dedicar cada molécula de energía a la defensa. Si aquella bestia reaccionaba antes que yo, podía darme por muerto. Sino, había una nimia posibilidad. Aunque realmente lo que deseaba era que Rei, Melfis o Kalth fuesen capaces de frenarle antes. No quería tener que esquivar un golpe de eso.

No podía creerlo, ahí estaba el cuerpo descabezado de Lilith, ni en sus sueños mas oscuros llego a pensar que esa estúpida se había adelantado y enfrentado a  aquel mounstruo que se elevaba delante de ellos... quizás solo la pillo desprevenida pero aún así había avanzado sola y luego, ahí estaba la pelirroja sostenida en el aire en aquel aro de fuego "Eso si me gusta, tiene es¡tilo"

Alzando el escudo y colocando mi lanza en la mano diestra, mi pelo comenzó a transformarse nuevamente en una llama mientras avanzaba con trece, preparándome para enfrentarme a aquella cosa, el escudo elevado frente a mi y la lanza lista para el combate.

- Prepárate para volver al infierno, bicho de mierda.

Seguí a Rei y a los demás cuando entonces me encontré con todo ese panorama. Mortimer me daba algo de pena, pero no sabía que estaba pasando con ella, y entonces apareció ese ser grotesco y asqueroso, pero amenazante como el solo. Me dispuse a combatir rápidamente, pues parecía que si me golpeaba una sola vez pasaría por el mismo  estado que Lilith.

Quién la mandaría separarse

-¡CARNE FRESCA! -gritó ese ser con dos voces a la vez al ver a los recién llegados y lo único que hizo fue desenvainar la espada y pasar la hoja del arma por la lengua que le salía de la boca del abdomen.

Parecía que ya tenía un objetivo a la vista, pero la pregunta era, ¿cual de los dos a los que miraba? Pues con la cabeza miraba a uno pero con la cara de su torso miraba a otro.

Tenía que mirar a otro lado para no ver el cadáver si cabeza de Lilith, temiendo encontrarme con ésta al girar el rostro.

-Vamos, no me jodas...-¿y dónde había que golpear a ese ser?¿En la tripa? ¿En la cabeza? ¿En los huevos si es que los tenía? No lo sabía y aunque quise atacarle, mis cuerpo se quedó clavado en el suelo con las pupilas contraídas por el pánico. Lógicamente tenía miedo, tenía miedo y quería irme de ahí, que Derek entrara en mi habitación y echara a Kalth cogiéndole de una oreja.

Despiértame...

- Muy original- musité en tono cínico, estático en el sitio.

Increpé con la mano al rival, palma hacia arriba y cuatro dedos en flexión intermitente. Era una llamada clara a que me golpease. Ya había decidido que mi toma de contacto sería puramente defensiva, y en ello me centraría por el momento. Con salvar la vida, me conformaba.

Miento. En el fondo, me sentía en la obligación de, no sólo salvar mi pellejo, sino el de los demás. Mis ofensivas podían esperar a que el Ki recorriese lo bastante el cuerpo. Convertido en aquel hombre rodeado por seis colores, esperaba ser lo bastante llamativo como para que el excéntrico rival me marcase como su principal objetivo.

La lanza giro sobre mi mano y me lancé contra aquella cosa, no sabía cual era su punto mas débil, pero tenía brazos y piernas, desestabilizar al enemigo era una buena estrategia como otra cualquiera, aunque en este caso fuera a ser difícil conseguirlo. Me lancé a atacar su pierna derecha para comenzar el ataque, Rei y Trece se habían quedado atrás o al menos eso parecía, quizás a esperar a que alguien diera el primer golpe. 

El subidón de adrenalina se unió con mi miedo, aquella cosa no era normal y podría costarme la vida, pero si nos quedábamos quietos era una muerte segura prefería morir luchando que sin hacer nada.

- ¡Tenemos una misión que cumplir, a por esta cosa!

Melfis, que fue el más rápido, salió corriendo contra el ser, al cual pilló por sorpresa y, básicamente, ni se defendió, pero el impacto le golpeó en el cuerpo, pero como si fuera de roca, el arma se desvió, parecía que no había llegado a tocarlo pero no era seguro.

Rei se había desorientado y Trece estaba esperando un ataque, pero Bishamonten decidió atacar al que tenía más cerca. Conun grito espeluznante, alzó el arma por encima de la cabeza y la descendió con una brutalidad animal, pero Melfis alzó el escudo y lo bloqueó sin problemas, aprovechando para lanzar otro lanzazo con el mismo éxito que el anterior, ninguno.

Kalth saltó al combate lanzando varios golpes como era común en él, aunque de forma muy visible, pues el ser estuvo a punto de devolverle algún regalo por ser tan previsible, aunque se sorprendió al recibir un golpe, el cual sí le hizo daño y le obligó a girar la cabeza.

¿Qué estaba pasando con ese ser?

Aprovechando la fijación que parecía tener la colosal criatura con Melfis y Trece, lancé mi propio ataque, dispuesta a retirarme con una de las cabriolas acostumbradas de los entrenamientos. La lanza se tornó fría y su cuerpo se cubrió de escarcha cuando fue al encuentro del cuerpo del bichejo. Con el impacto, la lanza vibró, desestabilizándome imposibilitando la separación.

Estoy muerta.

Sólo necesitaba tiempo. Tiempo, y estudio. Si dosificaba con sabiduría el Ki, sería fácil idear una sucesión de estrategias. Parecía un rival simple, vulnerable ante la acumulación de golpes pero letal a nivel ofensivo si no se le frenaba. Había que proceder con prudencia, y antes de ver cuál era la estrategia más apropiada, debía calcular cuál era la forma más apropiada de dañarlo.

Parecía ser duro, muy duro. Pero más al daño de Melfis que al de Kalth. Asumiendo que el del segundo era a puño desnudo, no podía sino sonreír. Eran, al menos en teoría, mis mismos golpes. Pero no fue ese mi proceder.

Un pequeño halo de energía azul y vaporoso brotó del puño derecho. Era la energía latente en los refuerzos. A ver qué hacía su armadura contra algo así. Al abalanzarme contra él, sentí reaccionar con mediocridad, pero el objetivo era comprobar su resistencia, y me bastaría con muy poco. Casi agradecí no haber desencadenado ningún otro poder más efímero.

Mi lanza había casi rebotado en su piel... ¿como era eso posible? Daba igual, Kaklth parecía haberle dado y Trece parecía cargar sus poderes... aunque Rei estaba algo dispersa y sus movimientos eran torpes...

Lancé de nuevo mi lanza contra esa cosa, ahora que Kalth parecía haberlo distraído, era el momento, el escudo seguía cubriendo mi cuerpo, dejando solo la parte de la lanza al descubierto para permitirme atacar.

Había conseguido acumular suficiente energía dentro de mi cuerpo, así que me lancé a toda la velocidad que pude, igual que había hecho con el último soldado.

Salté sobre ese ser y lancé una serie de golpes sin parar, a una velocidad pasmosa, intentando derribar o hacer todo el daño que pudiera hacia ese ser inmundo al que veía capaz de hacer grandes atrocidades.

Kalth saltó encima del ser, provocando una lluvia de golpes pero solo dos de ellos parecieron causar algo de efecto. El ser era duro, pero estos dos golpes hicieron trastabillar ligeramente al ser provocando que no pudiera atacar. 

Rei saltó de nuevo y atacó al mosntruo con un lanzazo, pero este la vio venir y la devolvió el golpe. Recibió el impacto y notó como el Jürgeneth gritaba de dolor en su cabeza, pero ella no recibió daño alguno. Este sonido la distrajo y al intentar separarse de nuevo de el monstruo se tropezó, quedándose tendida en el suelo y con una pierna dañada.

Trece se abalanzó sobre el monstruo soltando un tremendo impacto que hizo clavar una rodilla al ser. La boca del pecho gritó y pareció estremecerse ante el impacto mientras que el rostro de su cabeza permanecía impertérrito ante el golpe, pero parecía que le había causado bastante daño.

Melfis, lento, se había librado de recibir otra serie de golpes por la intervención masiva de los demás miembros de su grupo. Cuando lanzó su ataque ante un enemigo arrodillado, la lanza volvió a ser desviada unos milímetros antes de alcanzar al ser. Parecía que no podría hacerle daño con esa lanza, al menos por ahora.