Partida Rol por web

La edad oscura

Primer curso, capítulo I. La carta

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26/10/2014, 10:00
Iraida Weir

Su hermana no había tenido tiempo de responderle debido a la llegada de las lechuzas y al destrozo en que se había visto sumido su trabajo, al que se le podía llamar así siendo muy generosos. Pero su distracción no era tanta como para no ver a Alexander perder los papeles y marcharse corriendo con expresión estupefacta, con las risas de Zora coreando su huída.

- ¡Alexander le tiene miedo a las lechuzas!

La niña lo había canturreado en voz suficientemente alta como para asegurarse de que el chico lo escuchara mientras corría a ocultarse al baño, imaginando como todos los microbios que aquel animal había traído consigo reptaban por su piel. Estaba decidiendo su plan de acción para quitarse toda aquella inimaginable plaga que le envolvía de un modo invisible cuando escuchó a su hermana llamar a la puerta.

- Sal Alexander, ya se han marchado - Iraida esperó a que su hermano abriera la puerta pero Alexander seguía demasiado en estado de alerta como para hacerlo -. Era tu carta a Hogwarts. ¿Cómo quieres afrontar una vida adulta si no puedes ni recibir una carta? Sólo que fueras ese poquito más normal te ayudaría mucho - la escuchó ahogar un suspiro. Parecía increíble como por mucho que Alexander le dijera ella seguía dispuesta a seguir actuando como madre, incluso como la suya, a pesar de que no fuera algo deseado -. ¿Quieres que te la lea?

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26/10/2014, 10:43
Sólo para el director

Con total nerviosismo e ilusión, Troy leyó la carta un total de tres veces. ¡Había sido admitido! ¡Iría a Hogwarts! Su vida como mago empezaba ahí y no podía sentirse más contento.

¿Qué le depararía el futuro a partir de aquel inolvidable día? ¿Cómo sería la varita que iría a comprar? ¿Le comprarían sus padres alguna mascota? Y llegado el momento, ¿a qué casa iría?

Demasiadas preguntas para aquel momento de ilusión. Troy miró a Agnes según bajaba y le dedicó una leve sonrisa. Después miró a Violet a quien asintió con energía antes de dirigirse al salón para responder la carta con una afirmación.

- ¿Cuándo llegará mamá?

¿Y cuándo irían a comprar las cosas? ¡Ya lo estaba deseando!

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26/10/2014, 19:40
Jarek Cerny -Slytherin-

Al llegar los niños la conversación de los mayores cesó pero la mayor parte de la atención de Jarek estaba en las cartas que reposaban sobre la mesa. El comentario susurrado de su madre al llegar a su lado, hizo que el joven sintiese que habían sido observados, por un momento se temió algún tipo de sermón pero por la palabra dicha parecía que el ganar compensaba el ejercicio efectuado.

Cogió el sobre con su nombre en el remitente y se dió cuenta que en la dirección ponía el lugar preciso en el que se encontraban -¿Cómo lo saben? Es así con todo el mundo en todo momento o hay alguna forma de que no te puedan localizar- pensó en que se lo preguntaría luego a su madre pues era un poco inquietante que supiesen dónde se encontraban en todo momento. Además quizás así pudiese localizar a su padre, o evitar que los localizasen a ellos, aunque pensándolo bien de eso ya se debería haber encargado su madre -Le preguntaré de todos modos- Si algo caracterizaba su relación con ella era la confianza, le decía las cosas sin tapujos, al menos las que consideraba que debía saber.

Leyó el contenido de la carta, debían contestar antes de fin de mes para confirmar su asistencia al colegio, una leve mirada a su madre le indicó que lo harían, que ahora su vida estaba en Gran Bretaña y que el colegio al que había ido toda su familia quedaba muy lejos, tanto en distancia como en el tiempo. La lectura rápida del material que debían llevar hizo que se volviese a preguntar de dónde sacaba el dinero, iban a necesitar de un buen montón de galeones y hacía tiempo que lo que habían traído se debía haber acabado. Pero no lo volvería a preguntar, ya lo hizo una vez y desde entonces entendió que era demasiado pequeño y que cuando lo debiese saber sería informado.

Miró a su alrededor, a las chicas y a Simon que también empezarían su primer curso ese año, y luego a Duff que ya había hecho primero. La verdad es que sus consejos y experiencia serían de mucha ayuda, no pensaba hacerle hacer nada demasiado comprometido para saldar la apuesta, su amistad le importaba demasiado. Una medio sonrisa asomó a su cara, iban a ser unos años muy buenos.

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26/10/2014, 20:06
Jarek Cerny -Slytherin-

Al llegar los niños la conversación de los mayores cesó pero la mayor parte de la atención de Jarek estaba en las cartas que reposaban sobre la mesa. El comentario susurrado de su madre al llegar a su lado, hizo que el joven sintiese que habían sido observados, por un momento se temió algún tipo de sermón pero por la palabra dicha parecía que el ganar compensaba el ejercicio efectuado.

Cogió el sobre con su nombre en el remitente y se dió cuenta que en la dirección ponía el lugar preciso en el que se encontraban -¿Cómo lo saben? Es así con todo el mundo en todo momento o hay alguna forma de que no te puedan localizar- pensó en que se lo preguntaría luego a su madre pues era un poco inquietante que supiesen dónde se encontraban en todo momento. Leyó el contenido de la carta, debían contestar antes de fin de mes para confirmar su asistencia al colegio, una leve mirada a su madre le indicó que lo harían, que ahora su vida estaba en Gran Bretaña y que el colegio al que había ido toda su familia quedaba muy lejos, tanto en distancia como en el tiempo.

Miró a su alrededor, a las chicas y a Simon que también empezarían su primer curso ese año, y luego a Duff que ya había hecho primero. La verdad es que sus consejos y experiencia serían de mucha ayuda, no pensaba hacerle hacer nada demasiado comprometido para saldar la apuesta, su amistad le importaba demasiado. Una medio sonrisa asomó a su cara, iban a ser unos años muy buenos.

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26/10/2014, 23:04
Maebh Connolly
Sólo para el director

Ni siquiera le presté atención al comentario de Liam, tan nerviosa estaba por abrir por fin mi carta que cualquier comentario que hubiera hecho mi hermano me hubiera importado muy poco. Sólo esperaba que el abuelo me diera permiso para leer aquellos pergaminos que esperaba con ansiedad desde hacía mucho tiempo. Me imaginaba que las palabras que leería serían muy parecidas a las que habían leído mis hermanos, pero en esta ocasión esa carta llevaba mi nombre. Esa carta era sólo para mí.

Cuando el abuelo por fin me animó a que la abriera, mis manos temblaban mientras leía, con suma atención, todo lo que había escrito en los pergaminos. Sonreí al repasar la lista de libros, de sobra conocidos por habérselos cogido a mis hermanos en más de una ocasión, y fruncí el ceño cuando leí de llevar mascota. Hasta ahora no me había planteado llevar una. A excepción de Darren, que tenía un sapo asqueroso que no podía ver ni en pintura, tanto Liam como Niall tenía una lechuza cada uno, pero yo no sabía si elegiría alguna mascota distinta. Tenía muy claro que no cogería ni un sapo ni una rata, eso me parecían mascotas de muy poco nivel, y un gato... Buf... Un gato seguro que necesitaría mucha atención. Me gustaban los cuervos mucho, y los dragones... pero no creía que estuviera permitido llevar alguno de esos animales. Sí, seguramente yo también me decidiría por una lechuza.

-No entiendo porqué a los de primero no les dejan llevar escoba, sobre todo si ya saben volar.

Aquella discusión se había repetido tres veces con anteriroridad, ya que cada uno de sus hermanos había formulado la misma pregunta, especialmente Darrem que, desde que era muy pequeño, su mayor pasión había sido montarse en una.

-Abuelo... Hay que contestar sin falta a la carta. Dicen que tiene que ser antes del 30. Sería horrible que no pudiera ir a Hogwarts sólo porque se te olvidó contestar. ¿Me vas a acompañar tú al callejón? ¿Y a la estación?

Prefería mil veces que fuera mi abuelo el que me acompañara que mi madre, aunque sabía que ella se empeñaría acompañarme y despedirme.

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26/10/2014, 23:27
Lizbeth Moore

Lizbeth estaba tan asustada como maravillada. Observó con suma atención y cierta envidia como Chuck tocaba el plumaje del animal. ¡Le haría tanta ilusión ser capaz de hacerlo también! Pero ella no era tan valiente como su hermano...

- Quizá se les hayan acabado las palomas... - comentó sin prestar excesiva atención a sus palabras. El contenido de la carta resultaba demasiado extraño y chocante como para no estar absorta en él.

- ¿Colegio de Magia y Hechicería? - levantó la cabeza en busca de la mirada de su hermano. Quizá él pudiera darle alguna explicación. Podría ser una de sus bromas. Quizá alguien había decidido meterse con ella y con Jason. Podría ser, ¿no? A ella siempre le gastaban bromas y podrían haber empezado a hacer lo mismo con él por ser su amigo.

La llegada de Jason le sobresaltó. Lo miró con cierta perplejidad al comprobar el entusiasmo con el que había recibido la carta.

- La magia no existe Jason... - el comentario lo hizo con la boca pequeña y con cierto miedo. No quería quitarle la ilusión a su amigo pero, ¿de verdad tenía sentido alguno esa carta? Miró de nuevo a su hermano buscando apoyo. No hubo comentario pero si reacción. Cuando quiso darse cuenta estaba ya de camino al coche arrastrada por Chuck. Cuando miró hacia atrás pudo ver las lechuzas, a Dana y el helado medio derretido que había quedado sin comer.

No estaba segura de querer enseñar la carta a sus padres. Si de verdad se trataba de una broma podrían empezar a hacer demasiadas preguntas... y no quería que se enteraran de todo lo que le había pasado hasta ahora. Pero, ¿qué otra cosa podría hacer?

- Parece que hay que enviar una respuesta antes del 30 de julio y hacer unas compras en un tal Callejón Diagón... - se sorprendió a sí misma al escuchar el comentario. ¿De verdad era eso lo que más podía destacar en aquel momento? Sintió un escalofrío. - Chuck... ¿qué crees que está pasando?

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26/10/2014, 23:50
Arcturus Nohansen Wüstenfuchs

Alexander no le tenía miedo a las lechuzas. Más exactamente y para ser concretos y exactos, le tenía miedo a todo tipo de animal que tuviera plumas, volara o no. Era consciente de la cantidad de enfermedades que tenían, y por ello, entre otras, tampoco comía ningún tipo de ave.

No le importó que su hermana pequeña lo cantara. Lo que era verdad, era verdad. Por lo que se limitó a esperar, dentro del cuarto de baño sentado sobre la taza del váter. Equipado con alcohol de 96º y alcohol de 72º, con la ferviente creencia que la suma de ambos crearía un coctel mortal contra aquellos diminutos e invisibles seres que tanto mal podían provocar a alguien descuidado.

- ¡No! - Gritó, desde detrás de la puerta mientras seguía limpiándose de forma compulsiva. - ¡Ya sé que es mi carta de Hogwarts! ¡La carta estandar de admisión que adjunta la lista de material necesario para las clases. - Le devolvió el grito, mientras acababa de frotarse, con algunas dudas sobre si había exterminado toda aquella vorágine de criaturas arremolinadas sobre su piel. No parecía alegrarse ni emocionarse. Como si supiera que le llegaba, como si la estuviera esperando.

- Puedo recibir una carta. Lo que no me gusta son las lechuzas. - Aclaró a su hermana, mientras rebuscaba algunos guantes por allí. Al no encontrarlos, decidió tomar la toalla y envolver sus manos con ellas, haciendo unos improvisados. Con no poca dificultad, y una apariencia de lo más extraña, abrió la puerta y miró a su hermana con la carta en la mano.

- No te acerques. - Le advirtió, antes de nada. - Aun estas contaminada. ¿Ser Normal? No quiero ser normal. Ser normal es ser peor. Me gusta ser como soy. ¿Porqué cambiar? -  Y miró la nota que tenía su hermana, pasando la lengua por los labios, armándose de valor. - No, la leeré yo. No podemos estar todo el día. - Tomó la carta, usando aquellos guantes improvisados y no carentes de dificultades, para comenzar a leer la carta.

 

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27/10/2014, 02:06
Erik Gallaway

Miro sujeto al marco de la puerta cómo mi hermana achucha a la lechuza. 

Ten cuidado. Que te puede picar.- mi preocupación es sincera y estoy convencido de que mi miedo está escrito en mi mirada. Debo de parecer un niño de seis años, aquí cagado de miedo en un rincón. Por suerte, sabía que mi hermana no lo pregonaría por ahí. Ella no me avergonzaría de esa forma. 

¿Una carta?- pregunto intrigado. Durante unas décimas de segundo la curiosidad vence a mi miedo y avanzo lo suficiente como para poder coger la carta pero mantenerme a una distancia prudencial del animal al mismo tiempo.- Qué raro..- murmuro. ¿Por qué mandar una carta con una lechuza pudiendo utilizar el correo ordinario? Además, Erika tenía razón. Las lechuzas eran animales nocturnos.

La desdoblo con cuidado y, por un momento, su contenido me deja boquiabierto. Mudo ante la sorpresa, releo su contenido, para asegurarme de que no estoy soñando. ¿Una escuela de magia? ¿Eso existe? y, ¿qué quiere decir eso de que esperan mi lechuza? ¿Qué lechuza? ¿Qué hay que enviar? ¿y dónde se supone que tengo que comprar todo eso? -  Iba a tener que recorrerme las tiendas del barrio y las de cosas "esotéricas" parra intentar encontrar todo aquello. Y las túnicas...quizás en una tienda de disfraces...- ¿Y para qué quiero una escoba? ¿Te hacen barrer en una escuela de magia? Qué raro. Tuerzo la nariz tras este último pensamiento y en el campo de mi entusiasmo de repente se siembra la semilla de la duda. Mi emoción se desmorona al instante. Seguro que es una broma de alguien del cole. Le paso la carta a Erika para ver si ella sabe algo. 

¿Quién querría gastarme una broma como esta?- Aunque por mi cabeza pasan muchos nombres de niños a los que les encantaría gastármela, no veo capaz a ninguno de ellos de idear algo tan complejo. Sus cerebros de abusones no dan para tanto. Un rayo de esperanza comienza a abrirse camino en mis emociones. Además, ¿de dónde iban a sacar una lechuza?

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27/10/2014, 05:41
Megan Faulkner

No te preocupes, James, te escribiré todos los fines de semana. Lo prometo. Ni siquiera te darás cuenta y ya estaré de vuelta. - le susurra con cariño al oído, acariciando la nuca y columna a la altura del cuello de su tío, aún sin soltarlo. 

Esperaba que su tío quisiese acompañarla al Callejón. Sabía que le costaría, pero así podría ir haciéndose a la idea de a poco, y ella no tendría que pedirle a sus padres que se tomaran un día. No quería hacerlos sentir culpables, como siempre que les pedía tiempo lograba hacer accidentalmente.

 

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27/10/2014, 20:32

Como bien había dicho Eugene se trataban de nuestras cartas.  No me sorprendió demasiado que hubiese llegado a aquel lugar, a mi padre también le llegaban lechuzas con mensajes al sitio indicado estuviese donde estuviese. No entendía muy bien como funcionaba, pero se lo achacaba a la magia. Tampoco pensé en ello demasiado, me estaba fijando más en la reacción de los demás, sobre todo en la de mis padres.

Cuando mi padre me hizo la seña para que se acercase obedecí de forma algo sumisa. Al llegar a la altura de los hombros incliné la cabeza un poco a modo de saludo. Sí, padre. Respondí. Era lo máximo que iba a sacar de él. Era más de lo que me esperaba, sobre todo estando rodeados de gente importante.

Volví mi vista a la carta y tomé aire con fuerza. Empieza la hora de la verdad, Joy. Tiene que dar lo mejor de ti.

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27/10/2014, 23:13
Director

Notas de juego

Como te has quedado atrás (por mi culpa, te lo dije xD) te copio el contenido de la carta y paso a otra cosa. No hay nada especial xD

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA

Director: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore

Querido señor Weir,

Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios. Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 30 de julio.

Muy cordialmente, Minerva McGonagall Subdirectora


Uniforme. Los alumnos de primer año necesitarán:

  • Tres Túnicas sencillas de trabajo.
  • Un sombrero negro puntiagudo para uso diario.
  • Un par de guantes protectores.
  • Una capa de invierno.

Libros. Todos los alumnos deben tener un ejemplar de los siguientes libros:

  • El Libro Reglamentario de Hechizos Miranda Goshawk
  • Una Historia de la Magia, Bathilda Bagshot
  • Teoría Mágica, Adalbert Waffling
  • Guía de Transformaciones para principiantes, Emeric Switch
  • Mil Hierbas y hongos mágicos, Phyllida Spore
  • Filtros y Pociones Mágicas, Arsenius Jigger
  • Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos, Newt Scamander
  • Las Fuerzas Oscuras. Una guía para la autoprotección, Quentim Trimble

Resto del equipo

  • 1 varita.
  • 1 caldero.
  • 1 juego de redomas de vidrio o cristal.
  • 1 telescopio.
  • 1 balanza de latón.

Los alumnos también podrán traer una lechuza, un gato, una rata o un sapo.

SE RECUERDA A LOS PADRES QUE A LOS ALUMNOS DE PRIMER AÑO NO SE LES PERMITE TENER ESCOBAS PROPIAS

 

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27/10/2014, 23:19
Director

Habían pasado varios días desde que recibieran la carta de ingreso a Hogwarts y no para todos había sido un motivo de alegría y de relax al ver por fin confirmado que habían sido aceptados.

Alexander ni siquiera se había molestado en dar la noticia a su madre algo que por supuesto no fue un impedimento para que su hermana Iraida diera la noticia por él. Su madre había respondido con una vaguedad rallando en la indiferencia mencionando algo sobre tomarse un día libre para ir al callejón Diagon. En cambio su hermana Jessica había montado en colera por una estupidez tras otra aquella semana, y aunque ninguna tenía directamente que ver con la admisión de Alexander en Hogwarts todos sabían que estaba estrechamente relacionado, aunque ninguno lo mencionara en voz alta.

En el caso de Caliope la reacción de su padre había sido la esperada, de felicidad, felicitando a su hija en reiteradas ocasiones con la simple finalidad de verla sonreír y algo más: para compensar la falta de entusiasmo que había mostrado su madre. Lo triste era que no es que su madre estuviera disgustada por su marcha a Hogwarts; había podido descubrir en una charla con una más que airada señora Gibbs que lo que realmente sentía era alivio por distanciarse un poco de su hija.

La situación para los nacidos de muggles, Erik y Lizbeth, tampoco había sido nada sencilla por varios motivos. Erik, pasado el recelo inicial, había contado con una extraña aceptación por parte de su padre que había llegado mucho más pronto de lo que él podía esperar. Ni siquiera hizo mención de cómo respondió a la lechuza pero sí le aseguró a su hijo que en unas semanas irían a un lugar donde comprarían aquellos objetos que mencionaba la carta. Sin embargo quien le había sorprendido había sido Erika, que estaba profundamente dolida por aquella distinción, haciendo que su relación se hubiera enrarecido en los últimos días.

Lo de Lizbeth había sido más conflictivo. Sus padres habían creído desde el principio que aquello era una broma de alguna de las compañeras de clase de Lizbeth, una broma cruel que la hiciera sentir despreciada y, con la inclusión de Jason a la broma lograr que el niño se distanciara de su hija. Por eso mismo les había cogido por sorpresa que al cumplimiento del plazo para enviar la respuesta se hubiera aparecido en su salón una mujer de pelo canoso y rictus estricto que se hacía llamar Minerva McGonagall, vestida como sólo podría vestir una bruja o una mujer disfrazada. Había tenido que recurrir a una simple demostración de magia, tan simple como transformarse en una preciosa gata atigrada con marcas de anteojos, para que la familia al completo guardara silencio durante por lo menos diez minutos hasta que su padre había accedido con dificultad a que su hija estudiara en aquel colegio.

Jarek no había vuelto a escuchar una palabra del tema por parte de su madre desde el día que recibiera la carta pero saltaba a la vista que la mujer estaba orgullosa, ultimando preparativos y llevándolo más que nunca a encuentros casuales con gente influyente. Las fiestas se amontonaban a sus espaldas, perdiéndose en los detalles, sin recordar si aquella familia tenía tantos hijos o era la otra. Eran, por norma general, un despilfarro tal de dinero que asustaba, y ellos conseguían invitación para todas.

Al muy similar podía decirse en el caso de Joy, aunque su madre había empezado a comprarle toneladas de ropa para todas las ocasiones como si fuera a dedicarse al modelaje más que al estudio. Por parte de su padre simplemente se dedicaba a observarla con atención durante las cenas de un modo que pondría nervioso a cualquiera, como si estuviera midiendo en lo que iba a convertirse su hija ahora que por fin pasaba a una etapa más adulta.

Por parte de Maebh la situación había sido lo siguiente a incómoda. Todo el mundo se había unido a los festejos, incluso Sean parecía alegrarse sinceramente por ella. Aunque parecía haber un motivo en toda aquella exaltación del suceso en sí y era ocultar el vacío que había dejado la marcha de Liam, produciendo alivio en uno y tristeza en la otra.

Megan había recibido las calurosas felicitaciones de sus padres, celebrándolo con una cena en familia que pretendía compensar todas aquellas ausencias en los momentos importantes para ella. Pero había alguien que, a pesar de hacer su mejor esfuerzo, no estaba del todo feliz. James. La animaba, la felicitaba y le reiteraba su alegría una y otra vez pero sus canciones se habían vuelto algo melancólicas en las últimas semanas.

Troy por supuesto había gozado de la alegría de un hogar normal al recibir semejante noticia que, aunque esperaba, era una excusa perfecta para ser festejada, una celebración en su honor y en el de Violet. Sus padres les habían llevado al parque de atracciones e incluso Agnes había accedido a ir, quejándose de que aquello eran cosas de críos. Sin embargo su sonrisilla la delataba, demostrando que se lo había pasado bien en ese excepcional día en familia.

Y por fin había llegado el día en que a mediados de agosto todos se habían dirigido hacia el Caldero Chorreante, que les abrió paso al mundo mágico que era para algunos el Callejón Diagon. Excepto Caliope, que como siempre se hallaba desde la mañana en la tienda de sus padres, esperando impaciente a que su padre tuviera un descanso para que la acompañara a comprar las cosas.

 

Notas de juego

Vale, aclaraciones:

  • Por ahora marcaros a todos, si entráis en una tienda o tenéis conversaciones privadas con un pj podéis marcar sólo a esa persona.
  • Podéis describir cómo habéis llegado hasta ahí, vuestras emociones e incluso si ya habéis ido a algún sitio en el callejón. Recordad que rolear podéis rolear en Ollivander's, Flourish y Blotts y El Emporio de la lechuza.
  • Acompañantes:

- Alexander: Iraida. Tu madre no ha podido/querido venir.

- Caliope: tu padre.

- Erik: toda tu familia.

- Jarek: tu madre.

- Joy: tu madre.

- Lizbeth: toda tu familia.

- Maebh: Tynam y Niall.

- Megan: James.

- Troy: toda tu familia.

 

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28/10/2014, 10:35
Jarek Cerny -Slytherin-

En casa las cosas seguían igual, bueno igual pero con la emoción de empezar el curso. Le había preguntado a su madre cómo podía ser que los sobres llevasen justo la dirección en la que se encontraban y si había algún modo de localizar a los magos, su mente estaba puesta en que no los localizasen y en saber de su padre. La respuesta, aunque suscitaba otras preguntas como el porqué las lechuzas sabían dónde se encontraban -Entonces, si buscas a alguien solo hay que enviarle una lechuza y luego seguirla-, había calmado de momento las ansias del joven Cerny que no había tenido mucho tiempo para sí mismo y sus preguntas desde que volvieron de la reunión en casa de los Simon.

Los días siguientes fueron toda una vorágine para Jarek, si hasta el momento le había parecido que había visitado a bastantes personas, en menos de un mes creía que ya conocía a toda la gente importante del mundo mágico, o al menos debería. La verdad es que habían sido demasiadas caras y nombres como para retenerlos a todos, sí se acordaba de las primeras familias pero a la tercera fiesta, y con demasiada información dando vueltas por su cabeza, dejó de llevar una cuenta que era imposible. Cada día que pasaba admiraba mas a su madre, no solo los había sacado adelante a pesar de todo, sino que parecía que no había nada imposible para ella. No importaba si era una fiesta con una lista de invitados de lo mas selecto del mundo mágico, o si se trataba de deslumbrar a todos con el aspecto y los modales, en todas las ocasiones siempre conseguía lo que se proponía -Espero estar a la altura de tus espectativas, mamá-.

...

Y por fin llegó el día elegido para ir al Callejón Diagón. El joven había acompañado a su madre en otras ocasiones, cuando habían tenido que hacer compras especiales, pero la sensación en la boca del estómago que sentía esa mañana era el recordatorio que hoy no era un día normal. Hoy comprarían la varita de Jarek, entre otras muchas cosas, y tenía un anhelo especial en saber cómo sería. Ese verano Duff le había enseñado su varita, con mucho cuidado de no hacerla servir pues estaba prohibido fuera de Hogwarts, y había alardeado de lo que le había dicho acerca de ella el que estaba considerado uno de los mejores hacedores de varitas del mundo. El chico estaba deseando tener la suya propia y saber sus cualidades para alardear de ello ante el otro muchacho, como si de una competición se tratase.

Había quedado en el Callejón con sus amigos, en ningún sitio en especial, pero todos irían el mismo día y esperaban encontrarse y comentar lo que habían comprado. Se puso unos pantalones de pinza negros, una camisa de manga corta blanca y una túnica también negra, todo elegante pero de diario, y bajó al salón donde su madre ya le esperaba deslumbrante como siempre. Le hizo un comentario acerca de lo especialmente guapa que estaba esa mañana y se cogió de su mano. Siempre solían viajar utilizando la aparición.

Jarek sintió la conocida sensación de tirón y al instante siguiente se encontraba de pie, aunque algo descentrado, en una de las esquinas del Caldero Chorreante. Las manos de madre e hijo se separaron, se apartaron de inmediato de la pared y, sin una mirada a su alrededor, su madre lo guió rápidamente hacia el patio trasero y a la entrada oculta. Él no tuvo ocasión de observar lo que se cocía pero supuso que todo seguiría igual que la última vez, nada cambiaba nunca en el Caldero. Cuando el paso se les abrió el joven Cerny pudo apreciar que la sensación de su estómago tenía razón, era un día muy especial, todo el Callejón hervía de actividad.

- Primero la varita, ¿verdad madre?

A pesar de los sentimientos de ambos, en público siempre guardaban las formas escrupulosamente. Ya bastante 'malo' era ser mujer soltera con un hijo, como para que alguien pudiese recriminarles un comportamiento no digno de su apellido. Las muestras de cariño y la verdad, solo en casa.

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28/10/2014, 10:48

Habían sido unos días geniales desde que recibieran la carta. El premio de ir al parque de atracciones como celebración fue uno de los viajes más alucinantes que Troy había vivido. ¡Si hasta Agnes se lo había pasado genial! Ambos se montaron en la más grande de las montañas rusas en un total de tres veces, hasta que el chico decidió que una más podría provocar que su estómago no soportase más el algodón de azúcar que se había tomado antes.

No había dicho nada a sus amigos, ni a Henry ni a April, sobre que no volvería al colegio con ellos en septiembre. Troy no era una persona de muchas palabras y menos aún si estas iban encaminadas a una incómoda despedida. Ya se verían en las vacaciones y se pondrían al corriente de todas las cosas. Desde luego podía imaginar las palabras de su amigo cuando se enterase: "¡Qué capuyo! ¡Se va al colegio de tías macizas con su hermana!".

Y ahora había llegado el momento de realizar las compras requeridas para ir a Hogwarts, se encontraba entre nervioso y emocionado. Si bien su expresión seria y tranquila, con las manos metidas en los bolsillos, no dejaba patente aquellas sensaciones. Parecía más bien seguro de por dónde pisaba, conociendo el Callejón Diagon gracias a las otras veces que había acompañado a sus padres a realizar las compras de Agnes o acompañado a su madre al trabajo. Aquel día el callejón estaba a rebosar, haciendo que el chico se sintiera algo abrumado. Posiblemente por ahí anduvieran los que iban a ser sus compañeros de clase y de casa. ¿Qué primer sitio pisar? No sabía si Violet estaría de acuerdo, pero él desde luego, al primer sitio que iría sería a Ollivander's. ¡No podía esperar para tener varita! Los libros podían esperar, la ropa también y desde luego tener un animal no era, para nada, su prioridad. Sin embargo la varita... sin ella no tendría nada.

Así pues, sin pensárselo dos veces, entró en Ollivander's, dispuesto a tener su varita, que le acompañaría toda la vida- si es que no se la cargaba-. El sonido de la campanilla haciendo patente su llegada sonó y él, acompañado por parte de su familia, saludó con decisión y la educación que su madre le había inculcado durante todos aquellos años:

- Hola ¿Se puede?

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28/10/2014, 13:00
Arcturus Nohansen Wüstenfuchs

Red Flu.

Cabe hacer mención de que, ante la idea, la primera respuesta lógica de Alexander fue negarse en rotundo por no pocos motivos. Desde la llamarada, pasando por el ruido, la idea de desintegrarse -que a su corta edad ya suponía que no podía ser algo bueno- y lo más importante y quizás trascendental: La idea de meterse en una mugrienta chimenea. ¡No! Peor todavía, meterse en cuatro. La de su casa para ir y la llegada al Caldero Chorreante, y la del Caldero Chorreante para volver y su llegada a Casa. Fue necesario que Iraida marchara hasta en dos ocasiones y volviera para que Alexander se viera convencido de que no había "demasiados peligros".

Más espectacular si cabe fue su llegada al Caldero Chorreante.

La primera razón: La pinta que llevaba. Solo accedió a meterse en la chimenea con una túnica vieja que le cubría desde el cuello hasta los pies, con unas gafas de bucear de su hermana mayor que había sustraído sin consentimiento y unos guantes de tela oscura.

La segunda razón: Nada más llegar se quitó de forma compulsiva la túnica y las gafas de buceo, teniendo mucho cuidado de como se lo quitaba y usando los guantes, plegando la túnica perfectamente antes de meterla en una mochila de tela que después cedió a su hermana sin preguntarle.

La tercera razón (y quizás la más importante): Parece ser que nadie le avisó que al llegar a su destino, habría gente. Así que posiblemente, allí hubiera lo que Alexander definía como "exceso de humanidad social", por lo que miró a su hermana acusativa, con una mezcla de enfado/miedo/reproche y soltó la frase que llamó la atención de más de un parroquiano. - ¿Que hacen todos estos desconocidos aquí? - Retrocedió, teniendo siempre en cuenta una distancia prudencial y mínima entre él y cualquiera de las personas que allí estaban. - ¿Qué tipo de malvado plan has ingeniado, pequeña bruja? - Reprochó a su hermana por no haberle dicho que estarían con más gente. O peor aún, con más gente que ni siquiera conocía.

Sin esperar respuesta, caminó lentamente teniendo cuidado en no tocar NADA de aquella tabernucha -al menos, tabernucha de mala muerte con una serie de adjetivos descalificadores en la mente de Alexander- hasta llegar a la puerta, mirando el pomo. Allí se mostro poco dispuesto a tocar el pomo de la puerta, y miró a su hermana con cierto gesto de alarma para que abriera la puerta por él. Se mostró nervioso y preocupado al verse atrapado allí, fuera de su rutina y entorno, viéndose obligado a estar cerca de desconocidos, ante la idea de verse obligado a interrelacionarse a nivel social con ellos.

Finalmente, su hermana abrió la puerta, abriéndole el paso al Callejón Diagón, y nada más los ladrillos se apartaron, dejando paso al sueño de cualquier chaval de su edad, Alexander reaccionó de la forma más obvia que alguien como él hubiera reaccionado. - Yo no entro ahí. - Dijo automáticamente. El Callejón tenía varias de las peores cosas que él podía imaginar:

  • Gente.
  • Gente tocando cosas.
  • Ruido.
  • Lechuzas
  • Más Gente hablando con Gente.
  • Niños de su edad.
  • Gente con niños de su edad.
  • Niños de su edad tocando cosas sucias.
  • Cosas sucias.

 

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28/10/2014, 15:03
Caliope Thonks

Por fin habia llegado el gran día.

Estaba acostumbrada a ir a diario al Callejon Diagon, donde mis padres regentaban aquella tienda de objetos y hierbas raras, "La Dríada y el Basilisco". Sin embargo, aquel dia era diferente.

A diferencia del resto, en aquella ocasion mi objetivo no era la trastienda de la Dríada, sino todas aquellas flamantes tiendas a las que solia ir de visita, a hablar con los dependientes, o a ver qué podia pillar a diario.

La chimenea de El Caldero Chorreante se ilumino una vez mas, cuando mi padre, un hombre alto, de pelo rizado y ensoñados ojos azules, aparecio en El Caldero. Y se volvio a iluminar una vez más cuando yo lo hice tras el, tan emocionada que mi pelo, a aquellas alturas, era de un color rosa chillon, que destacaba por doquier.

-¡Tenemos que ir a Ollivander´s, papa! ¡Y al Emporio! ¡Y tambien a comprar los libros! ¡Que emocion! Estoy deseando ver a Ted...¡Seguro que nos esta esperando a la entrada del callejon! - dije, de inmediato, caminando de espaldas, tirando de la mano de mi padre, con una sonrisa radiante, mientras terminaba de comer aquella deliciosa chocolatina que la señora Gibbs me habia dado antes de marcharnos de casa, afortunadamente sin mi madre, que se habia marchado antes a abrir la tienda. A decir verdad, lo agradecia: por alguna razon, sabia que mi madre acabaria estropeando de una forma o de otra, aquel maravilloso dia de compras, sobre todo en cuanto Ted apareciera.

Entonces, de repente, me choque con algo, trastabillando, a punto de caer. La chocolatina salio volando por los aires, a pesar de mis intentos por agarrarla y me vi obligada a agarrarme a lo primero que pille, con aquellos deditos con trazas de chocolate: la tunica de Alexander, la persona con la que me habia chocado.

-¡Uy, ahiva, perdon! -dije, mientras mi pelo cambiaba de color, a uno más oscuro, anaranjado en aquella ocasion, durante el instante en el que dudo aquella incertidumbre, aquel susto- Es que me he tropezado... ¿Te he hecho daño? - pregunté de inmediato al chico, soltandome entonces de la tela de su brazo, mirándolo, mientras me rascaba la nuca, y mi pelo iba recuperando, progresivamente, aquel color rosa chillon nuevamente.

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28/10/2014, 15:49
Lizbeth Moore

Tenía clavada en su mente la imagen de la bruja que había acudido a su casa para asegurarse de que sus padres le dejaran ir a Hogwarts. Era tan vívida como el escalofrío y la emoción que sintió al presenciar su rápida demostración de magia. Mientras daba todas las explicaciones necesarias, ella registraba la información mientras no quitaba ojo de aquella mujer. Habían pasado varios días pero aun entonces seguía dándole vueltas a todo lo que estaba por venir.

Según le informaron, el primer paso era ir al Callejón Diagon. Y allí estaban. Hacía apenas unos segundos que un amable viejecito les había abierto el acceso a través de los ladrillos mágicos. No paraba de compartir sonrisas cómplices con su hermano al ver el desconcierto de su padre y la incomodidad de su madre. Para dos personas tan acostumbradas a controlar todo lo que les rodeaba eso resultaba de lo más impactante.

Por su parte Liz iba agarrada de la mano de su hermano, mirando hacia todos lados intentando absorver lo máximo posible. Su corazón bombeaba tan fuerte que parecía que estaba apunto de salírsele del pecho. Estaba increíblemente emocionada. No solo por la novedad de todo aquello, sino por lo que significaba. Iba a empezar de nuevo. De cero.

Se preguntó dónde estaría Jason. Le hubiese gustado mucho ir allí con él aunque estaba segura de que eso hubiese desencadenado muchos comentarios y miraditas por parte de su hermano. Se puso roja al instante y sintió la necesidad de separar su hermano de la de Chuck. Para disimularlo se giró hacia su padre.

- ¿Podemos ir primero a comprar la varita?

El gesto afirmativo de su padre hizo que diese pequeños saltos en el sitio. Con diferencia era lo que más ilusión le hacía. Aunque también le daba un poco de miedo... ¿qué pasaba si era incapaz de controlar la magia que salía de ella?

Las dudas se le fueron al instante cuando vio el cartel de la tienda. Echó a correr hasta allí, quedándose a un metro y medio de la puerta. Entonces se giró en busca de su familia, con visible ansiedad. ¿Por qué no se daban más prisa? Ella iba a entrar sola, le daba tanta vergüenza... Por suerte, su hermano hizo los honores por ella. Con una tímida sonrisa siguió sus pasos, entrando por fin en la tienda Ollivanders.

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28/10/2014, 23:57
Jarek Cerny -Slytherin-

En casa las cosas seguían igual, bueno igual pero con la emoción de empezar el curso. Le había preguntado a su madre cómo podía ser que los sobres llevasen justo la dirección en la que se encontraban y si había algún modo de localizar a los magos. La respuesta, aunque suscitaba otras preguntas como el porqué las lechuzas sabían dónde se encontraban -Entonces, si buscas a alguien solo hay que enviarle una lechuza y luego seguirla-, había calmado de momento las ansias del joven Cerny que no había tenido mucho tiempo para sí mismo y sus preguntas desde que volvieron de la reunión en casa de los Simon.

Los días siguientes fueron toda una vorágine para Jarek, si hasta el momento le había parecido que había visitado a bastantes personas, en menos de un mes creía que ya conocía a toda la gente importante del mundo mágico, o al menos debería. La verdad es que habían sido demasiadas caras y nombres como para retenerlos a todos, sí se acordaba de las primeras familias pero a la tercera fiesta, y con demasiada información dando vueltas por su cabeza, dejó de llevar una cuenta que era imposible. Cada día que pasaba admiraba mas a su madre, no solo los había sacado adelante a pesar de todo, sino que parecía que no había nada imposible para ella. No importaba si era una fiesta con una lista de invitados de lo mas selecto del mundo mágico, o si se trataba de deslumbrar a todos con el aspecto y los modales, en todas las ocasiones siempre conseguía lo que se proponía.

...

Y por fin llegó el día elegido para ir al Callejón Diagón. El joven había acompañado a su madre en otras ocasiones, cuando habían tenido que hacer compras especiales, pero la sensación en la boca del estómago que sentía esa mañana era el recordatorio que hoy no era un día normal. Hoy comprarían la varita de Jarek, entre otras muchas cosas, y tenía un anhelo especial en saber cómo sería. Ese verano Duff le había enseñado su varita, con mucho cuidado de no hacerla servir pues estaba prohibido fuera de Hogwarts, y había alardeado de lo que le había dicho acerca de ella el que estaba considerado uno de los mejores hacedores de varitas del mundo. El chico estaba deseando tener la suya propia y saber sus cualidades para alardear de ello ante el otro muchacho, como si de una competición se tratase.

Había quedado en el Callejón con sus amigos, en ningún sitio en especial, pero todos irían el mismo día y esperaban encontrarse y comentar lo que habían comprado. Se puso unos pantalones de pinza negros, una camisa de manga corta blanca y una túnica también negra, todo elegante pero de diario, y bajó al salón donde su madre ya le esperaba deslumbrante como siempre. Le hizo un comentario acerca de lo especialmente guapa que estaba esa mañana y se cogió de su mano. Siempre solían viajar utilizando la aparición.

Jarek sintió la conocida sensación de tirón y al instante siguiente se encontraba de pie, aunque algo descentrado, en una de las esquinas del Caldero Chorreante. Las manos de madre e hijo se separaron, se apartaron de inmediato de la pared y, sin una mirada a su alrededor, su madre lo guió rápidamente hacia el patio trasero y a la entrada oculta. Él no tuvo ocasión de observar lo que se cocía pero supuso que todo seguiría igual que la última vez, nada cambiaba nunca en el Caldero. Cuando el paso se les abrió el joven Cerny pudo apreciar que la sensación de su estómago tenía razón, era un día muy especial, todo el Callejón hervía de actividad.

- Primero la varita, ¿verdad madre?

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29/10/2014, 00:06
Maebh Connolly

Los días siguientes a que me llegara la carta habían sido muy raros. La tensión que se respiraba por la marcha de Liam se había tapado con una euforia exagerada celebrando mi próximo ingreso en Hogwarts, si hasta Sean se había mostrado más amable que de costumbre. Pero las discusiones volvieron cuando le dije a mi madre que prefería que fuera el abuelo quien me acompañara al Callejón Diagon, incluso que prefería que fuera él también el que me llevara a la estación cuando llegara el día. Después de varios gritos y recriminaciones, mi madre dio el brazo a torcer, por lo menos en las compras, pero de la despedida en la estación no dijo nada. Pude ver la tristeza reflejada en sus ojos y en los de Sean, pero a mí no me importó. Quería que fuera el abuelo quien me acompañara y lo había conseguido, sabía que sería casi imposible que los dos pudieran coincidir en el mismo sitio sin que hubiera problemas.

Cuando llegó el día señalado para las compras mis nervios estaban a flor de piel. No era la primera vez que iba a Londres, al callejón, pues ya había acompañado a mis hermanos en otras ocasiones, pero esta vez era especial, lo que íbamos a comprar sería sólo para mí. Por fin iba a tener mis propios libros y, lo más importante, mi propia varita. Sentía muchísima curiosidad por saber qué varita me elegiría. Parecía que mi excitación era contagiosa, ya que el abuelo sonreía como hacía tiempo que no le veía hacerlo.

Tanto el abuelo como Niall y yo nos aparecimos en el Caldero Chorreante. Ya conocíamos el camino así que no hizo falta que nadie nos lo indicara. Una vez pasado el muro de ladrillos y, al ver lo animadas que estaban las tiendas, mis nervios fueron en aumento, si es que eso era posible, y no sabía muy bien dónde quería entrar primero, aunque había dos sitios que para mí eran fundamentales.

-Niall, ¿vas a venir con nosotros o has quedado con tus amigos? -No estaba muy segura que mi hermano quisiera estar todo el tiempo con un viejo y una niña, quizás le diera vergüenza si sus compañeros de curso le veían-. Abuelo... La varita primero ¿verdad? Me hace tanta ilusión... Tengo mucha curiosidad por saber qué tipo de varita voy a tener.

Tiré de la mano de mi abuelo, arrastrándolo hasta la puerta de la famosa tienda de Ollivanders. Con curiosidad miré por el cristal antes de entrar y, para mi decepción, comprobé que estaba abarrotada en esos momentos. La desilusión se pintó en mi cara, tendría que esperar y me moría de ganas de tenerla ya entre mis manos.

-Quizás sea mejor que vayamos antes a por los libros, luego volvemos aquí y, con suerte, habrá mucha menos gente. Venga vamos.

La sonrisa de Niall me demostró que mi elección era de su total agrado. ¡Claro! Como él ya tenía su varita...

Notas de juego

A la librería :)

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29/10/2014, 01:19
Erik Gallaway

Todavía estaba mirando la pared alucinado. ¿Cómo diablos habíamos hecho eso? Al llegar a aquella pared, mi padre había accionado algunos de los ladrillos de forma aleatoria y un mundo nuevo se había abierto ante nosotros. No tenía ni idea de cómo había descubierto la clave mi padre ni de por qué no le extrañaba la existencia de un mundo lleno de magia, de algo que solo pasa en los cuentos. De hecho había muchas cosas en su actitud que no tenían sentido últimamente. Pero, lo que captaba mi atención en esos momentos era solo una cosa: ¿qué mecanismo había hecho que la pared se moviese? Por más que miraba no lograba encontrar indicios de que hubiese engranajes ocultos.

No salgo de mi ensoñación hasta que mi hermana tira de mi para hacerme contemplar el espectáculo que se muestra ante nuestros ojos. Una vorágine de gente con túnicas y sombreros se mueven veloces de un lado a otro, entrando y saliendo de los edificios que bordean un callejón que ocupa el lugar donde antes solo había una taberna. Me quedo absorto mirando el cabello de una niña, que cambia de color. Qué peluca más original, pienso cada vez más convencido de que esto me va a gustar. Tiro de la manga de mi hermana, señalándole a la niña. 

Mira cómo mola.- Pero justo en ese momento una lechuza pasa volando sobre mi cabeza y no puedo evitar dar un respingo y refugiarme tras Erika, usándola de escudo.- ¿Por qué les gustan tanto los bichos en este mundo?- protesto. Y aunque no la veo, puedo escuchar la risa de mi abuela y preveo el consiguiente chiste sobre mi fobia a los animales. No entendía por qué había tenido que venir toda la familia. La abuela se podía haber quedado en casa en lugar de andar dando mal, para variar. 

Miro a mis padres que examinan el callejón, siguiendo unas instrucciones que mi padre tiene escritas en un papel. ¿De dónde las habrá sacado? Mi madre está tan descolocada como yo o más, pero la abuela parece en su salsa. 

¿Cuál es la tienda de la varita, papá?- pregunto emocionado. Quería saberlo todo sobre las varitas: cómo las construían, qué llevaban dentro, qué había que hacer para que funcionasen. Era tan emocionante. A lo mejor incluso podía fabricar mi propia varita. Eso molaría una pasada.