Partida Rol por web

La edad oscura

Primer curso, capítulo II. La selección

Cargando editor
24/11/2014, 22:20
Maebh Connolly

Miré a la niña a mi lado cambiando el balanceo adelante y atrás por un pasar el peso de mi cuerpo de un pie a otro. Aquella espera me estaba matando y no entendía porqué nos dejaban, a los más pequeños, en aquella angustiosa situación de ansiedad, esperando saber dónde pasarían los próximos siete años de su vida, los más importantes, con quién estarían compartiendo esas vidas y, porqué no decirlo, dejarlos sin cenar a esas horas.

-No lo sé, no lo tengo muy claro.

Me encogí de hombros dando a entender que no me importaba demasiado saber a qué casa iba a pertenecer. ¡¿Que no me importaba?! Eso era precisamente una de las partes más cruciales de todo aquella historia, saber dónde acabaría. La verdad es que había pensado mucho en el tema y no había llegado a una conclusión concreta, sólo tenía claro dónde no quería ir, pero ir... Eso era distinto.

-El sombrero será el que decida, es él que va a mirar en nuestro interior y el que mejor sabe dónde colocarnos a cada uno de nosotros. O por lo menos eso dicen. ¿Y tú? ¿Tienes alguna preferencia?

Cargando editor
24/11/2014, 23:21
Lizbeth Moore

Todo había ido bien hasta que Maebh habló sobre el proceso de selección. Los ojos de Lizbeth se abrieron como platos en una milésima de segundo, a la misma velocidad que su rostro se palidecía al nivel de un espectro.

- ¿¿¿¿¿Q....qué has di....dicho?????

Miraba hacia Maebh como si acabase de ser consciente de que la tenía delante.

- ¿¿¿¿¿Mira en nuestro interior????? - en su mundo solo había una explicación para eso: la tecnología. Y dado que en el mundo mágico no había ni rastro de ella, lo único que se le venía a la mente era un bisturí. - Y.... ¿¿¿y s....si.... y si nos negamos???

Cargando editor
24/11/2014, 23:50
Minerva McGonagall

No tardaron en encontrarse todos en lo que aparentemente era un enorme vestíbulo con grandes puertas de roble que debían dar al exterior. Por supuesto no fue su estilo arquitectónico de elevados techos lo que llamó la atención de los alumnos ni siquiera el hecho, sorprendente para los hijos de muggles, que todo el lugar estuviera iluminado por antorchas. No, lo realmente sorprendente fue ver como las imágenes capturadas por los cuadros no permanecían estáticas, imperturbables al paso del tiempo y ajenas a lo que las rodeaba sino que sus habitantes se movían, pasando de cuadro a cuadro y amontonándose en los más cercanos mientras llenaban el aire de susurros expectantes. A más de uno de los alumnos de primero le pareció escuchar como un fraile y una gallina disputaban sobre la casa a la que iría a parar "la niña metamorfomaga", siendo la gallina la que, con su postura envarada y ajustándose el monóculo cada dos por tres, defendía que por predominar el amarillo en su persona le tocaría ir a Hufflepuff. No tan sorprendente pero sí bastante curioso eran los grandes relojes de arena que adornaban una de las paredes, cada uno repleto de una piedra preciosa diferente: rubíes, esmeraldas, zafiros y amatistas.

En un segundo término, sobresaliendo de entre los asombrados alumnos, estaba Hagrid, que intentaba bajar al rígido Alexander de su hombro. Sacudió una mano por delante de los ojos del niño, buscando una reacción.

- ¿Estás bien? ¿qué le pasa? - preguntó con desconcierto a los demás niños, esperando que resolvieran aquel enigma que escapaba de su comprensión, incapaz de ver que su buena voluntad hubiera podido tener aquel efecto en Alexander.

En aquel preciso instante en el que el grandullón emitía aquella pregunta una puerta secundaria se abrió, dando paso a una mujer mayor de aspecto severo que vestía una túnica de un discreto terciopelo verde, alguien a quien Lizbeth reconoció como Minerva McGonagall. El moño estirado, su postura erguida y sus labios tensos mientras escudriñaba a los alumnos hacían pensar que era alguien con quien valía la pena no meterse.

- ¿Qué hace, Hagrid? Vaya adentro, yo me encargo - la mujer siguió con la mirada al gigantón, que se escabulló por una puerta haciéndose pequeño ante sus ojos, algo difícil considerando que medía más de tres metros -. Bienvenidos al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Mi nombre es Minerva McGonagall, jefa de la casa de Gryffindor y subdirectora del colegio. Tras esas puertas - la mujer elevó el brazo, señalando con la mano unas puertas enormes que quedaban a un lateral - se encuentra el Gran Comedor, lugar en el que se realizan todas las comidas de Hogwarts y que ahora está llena de los alumnos de los otros cursos esperando para el banquete de inauguración. Pero antes de ocupar vuestro lugar deberéis ser seleccionados. La Selección es un proceso muy importante en el que se os asignará a una casa. Vuestras casas no serán sólo el lugar en el que dormiréis, conoceréis a personas de la misma casa y ellos serán vuestra familia. Dormiréis con ellos, iréis a clase con ellos y posiblemente pasaréis vuestros ratos libres con ellos - hizo una pausa, paseando la mirada por los niños que tenía adelante, evaluándolos -. Las cuatro casas se llaman Slytherin, Hufflepuff, Ravenclaw y Gryffindor. Cada casa tiene una noble historia y cada una de ellas ha producido notables brujas y magos. Como veis, vuestros triunfos repercutirán directamente en vuestra casa del mismo modo que cualquier infracción a las normas afectará negativamente. Los éxitos y las faltas se contarán con puntos que se pueden dar o quitar, y la casa que tenga más al final del curso recibirá la copa de la casa, un gran honor. Espero que todos vosotros representéis vuestras casas dignamente - por el modo en que lo dijo resultaba impensable llevarle la contraria. Desvió un momento la vista a un reloj de bolsillo que había guardado y que pronto guardó en el bolsillo. Por la arruga que apareció entre sus cejas estaba claro que lo que fuera que había visto no le había gustado -. ¿Tenéis alguna pregunta antes de que la ceremonia dé comienzo?

Cargando editor
25/11/2014, 10:15
Jarek Cerny -Slytherin-

Jarek observó la gran estancia en la que pararon y sus paredes, parecía el vestíbulo, en una había unos grandes relojes de arena pero llenos de lo que parecían piedras preciosas a punto de caer, dos pares de enormes puertas en sendos muros colindantes y una gran escalinata enfrente de una de ellas que se perdía en las alturas de un techo imposible de apreciar, todo iluminado por antorchas. Al resplandor de éstas pudo apreciar el movimiento que llevaban a cabo los personajes retratados en los cuadros que adornaban la subida, todos estaban bajando hasta los mas cercanos al suelo y mirando a los niños que se agolpaban abajo. -Me pregunto si cada año habrá esta expectación- se dijo con sorna, aunque en realidad era un intento de alejar otros pensamientos.

En el recorrido visual que hizo vió como el guardián llevaba a uno de los niños sobre sus hombros. Al joven Cerny le sorprendió tanto el acto del hombre, 'privilegiando' al chico, como la no reacción del niño pero su atención se vió desviada ante el sonido de una puerta al abrirse. Hacia ellos se acercó una bruja de aspecto vetusto, todo en ella le recordaba a su abuela desde la rigidez de su expresión hasta la forma de andar, y el chico se irgió y adecentó su aspecto en un acto reflejo. Su presentación le informó a Jarek que estaba ante una de las personas con mas autoridad en el colegio y se reafirmó en sus modales.

Escuchó atento todo lo que dijo "...ellos serán vuestra familia..." cuatro palabras que hicieron que un nudo se posicionase en la boca del estómago del joven, tuvo que hacer un esfuerzo por seguir en la misma postura mientras lograba rebajar esa sensación. Para cuando la mujer acabó de hablar ya lo había conseguido pero para nada iba a preguntar algo y delatarse como foráneo. Así pues se mantuvo en 'su sitio', con las palmas de las manos sudorosas, en espera del siguiente paso.

Cargando editor
25/11/2014, 23:08
Erik Gallaway

¿Rojo en las dos situaciones?- pregunto con una mueca. Al parecer, saber si algo le gustaba o lo odiaba no iba a ser tan fácil. Cuando continúa con la descripción de colores me doy cuenta de que algunos de los nombrados ya los había visto. En concreto uno me llama la atención.- Antes lo tenías azul...- murmuro- ¿Qué te pasaba?- Había dicho que el color azul era el de la tristeza. 

Sí. Estaría genial.- digo cuando expresa su deseo de estar en la misma casa que yo. Esto de tener una amiga de verdad comenzaba a gustarme. Pero sus siguientes palabras me colocan en uno de los momentos más vergonzosos de toda mi vida. Bueno, quizás exagero. Pero sí que consigue que mi cara se ponga completamente roja. ¿Cómo era posible que pensase que era el niño más valiente que conocía? Y encima lo había exclamado en voz alta y seguro que el resto de niños lo habrían oído y después se burlarían de mi al comprobar que eso era completamente mentira. Con un tono algo tristón, respondo a su presunción. 

Pues entonces no debes de conocer a muchos chicos...

Mientras hablaba con Caliope habíamos seguido caminando y ya nos encontrábamos dentro del castillo en un hall al estilo de los relatos medievales. No salía en sí del asombro. No sé por qué me esperaba algo más parecido al mundo muggle, pero era como si hubiéramos viajado al pasado. Y entonces aparece una mujer con uno de esos sombreros de punta como el que llevaba Merlín el mago de los caballeros de la mesa redonda y me entran unas ganas inmensas de alargar la mano hacia él y tocarlo para comprobar que es real. Pero en ese momento veo los cuadros y por un momento me quedo sin habla. Pero en seguida, mi curiosidad se apodera de mi mutismo momentáneo. 

¿Has visto esos cuadros?- le pregunto a la rubia emocionadísimo.- Se mueven y hablan y están hablando de tí. ¿Por qué hablan de ti?

La señora del sombrero puntiagudo, que ahora sabía que era la subdirectora, había comenzado a hablar de las casas. Recuerdo las cualidades que había mencionado Caliope, de las que no creía poseer muchas. No creía que fuera posible eso de conseguir logros para su casa, para su familia. Levanto la mano, algo avergonzado. 

¿Y qué ocurre si no cumples los requisitos de ninguna de las casas?- Iba a decir que qué pasaba si no encajabas, pero me había echado atrás a tiempo de evitar las miradas que ya tenía más que aprendidas. Aquellas que me decían que era un poco rarito y que preguntaba demasiado. 

Cargando editor
25/11/2014, 23:58

El camino terminó y una de las profesoras, con aspecto severo pero al mismo tiempo elegante, les dio la bienvenida. Troy permaneció todo el tiempo callado, escuchando - e intentando que no se notase su inmediata admiración por la señora- con aparente seriedad y atención las palabras de la profesora McGonagall, callado. Estaba al lado de Megan y de Violet.

Aquel paso era el último antes de ser elegido hacia una de las casas. Escuchaba cómo los demás compañeros seguían hablando y preguntando sin parar aunque ello no molestó al chico. Más bien le resultaba fácil ignorarles mientras se fijaba en la profesora y en sus palabras.

Por lo que hay como torneos y cosas así... ganar puntos... perderlos... haré ganar puntos a mi casa.

Le gustaba competir, ¿pero estaría al nivel de los demás estudiantes para colaborar en pos de su casa? ¿Y qué casa sería finalmente? Miró de reojo a Megan. ¿En qué estaría pensando? No le hacía mirar a Violet para saber lo que andaba maquinando su mente. Ya estaba deseosa de entrar en esa sala y de sentarse junto a su nueva familia.

La profesora McGonagalla preguntó por preguntas y Troy permaneció callado. No haría ninguna pues solo ralentizaría la selección y encima podría llegar a quedar muy mal. Estaba acostumbrado a permanecer mudo. Miró entonces hacia las puertas. ¿Qué pasaría si Violet y él caían en casas diferentes? No se preocupaba por ella, sino por él mismo. Ella siempre había sido su apoyo. Como estaban muy apretados, probablemente nadie lo notó, pero el chico cogió de la mano a su hermana con firmeza aunque no la miró.

Solo ella podría imaginar qué estaba pasando por la cabeza de su hermano en aquellos momentos. No le había molestado separarse de sus padres para ir al colegio, y tampoco se había preocupado en exceso por Agnes. Pero allí plantados, la única familia de la que disponía era su hermana y necesitaba saber, comprendiendo ahora más que nunca cómo podrían estar sintiéndose los demás compañeros sin familia ahí, que pasara lo que pasara Violet continuaría a su lado así como él al de ella.

Cargando editor
26/11/2014, 00:24

Aguanté la chaparrada de la subdirectora. Todo aquello ya lo sabía, por supuesto. Pero había niños, sobre todo sangre sucias, que no tenían ni idea de la ceremonia, de las casa ni de absolutamente nada. Probablemente fuese un trámite que se repetía cada año. ¿Se lo sabrá de memoria? El moño parecía tan estirado como la mujer, seguramente sí.

Esperé a que alguno de los niños hiciese alguna pregunta estúpida. Por suerte no pasó. La única pregunta que escuché fue la de un niño, uno de los que había visto en la tienda de varitas. La pregunta era buena. No había tenido constancia de nadie que le hubiera pasado aquello. Se suponía que, si tenías en don de la magia, acabarías en alguna de las casas. Seguramente, si no fueses escogido en ninguna, acabarías en Hufflepuff. Ahí era donde iban los que sobraban, o eso era lo que tenía entendido.

Miré a la profesora con interés, evaluando la respuesta que podría dar a aquella pregunta. Seguramente no diría la verdad, no degradaría una de las cuatro casas en público, pese a que todos sabíamos que era así como funcionaba.

La verdad era que no podía esperar a que empezase la ceremonia. Quería sentarme en el asiento, que me colocasen el viejo sombrero en la cabeza y comer junto con los demás Slytherin. Toda mi familia había estado en Sytherin, no podía ser yo menos.

Cargando editor
26/11/2014, 00:45
Maebh Connolly

Miré estupefacta a la niña que estaba a mi lado, ¿acaso era tonta? Aquellas preguntas no tenían ningún sentido para mí, tampoco me parecía tan raro que el sombrero supiera cómo éramos en el fondo. Quizás el hecho de haber escuchado tantas veces la misma historia conseguían que lo tomara como algo normal, sin plantearme cuestionar lo que era correcto o no con el sombrero. ¿Negarse? ¿Cómo iba alguien a negarse a lo que dijera el más sabio? Vale que sólo era un sombrero, pero a lo largo de generaciones había demostrado ampliamente su conocimiento de todos y cada uno de los niños que habían pasado por Hogwarts.

Vaya... Como no he caído antes, seguro que estoy hablando con una muggle y por eso ese miedo y esas preguntas tan tontas.

Iba a responderle con cualquier tontería pero, justo en ese momento, alguien salió a darnos la bienvenida y una charla que, para mí, resultó pesada y demasiado conocida. Volví a mi movimiento de balanceo adelante y atrás, esperando que aquella estirada, de la que había oído hablar en más de una ocasión a mis hermanos, acabara la cháchara y nos permitiera entrar de una vez. No veía el momento de sentarme a una de las mesas bajo los colores de alguna de mis casas preferidas y, a medida que pasaban los minutos, me sentía más y más nerviosa. Pero estaba visto que no íbamos a movernos de allí tan pronto como quería, pues otro niño otro muggle, acababa de hacer una pregunta. Tuve que reconocer que era una pregunta con cierto sentido, aunque el sombrero siempre acababa por tener clara su elección.

Cargando editor
26/11/2014, 09:09
Lizbeth Moore

El miedo a la selección se esfumó en el momento en el que todos sus sentidos fueron sorprendidos y bloqueados por el contenido de esos impresionantes cuadros. Apenas prestó atención al niño que Hagrid llevaba colgado en su hombro. Quizá hubiese sido lo más característico del lugar en el mundo muggle... pero no allí. No en un sitio donde cada centímetro escondía tantas particularidades. No en un sitio en el que había tantas cosas que aprender.

- Yo conozco a esa mujer...

El comentario que Lizbeth compartió con Maebh se quedó en apenas un susurro. De nuevo le habían invadido los miedos e inseguridades de estar adentrándose en un lugar tan desconocido... que sería su hogar el resto de su vida.

- Jefa de Gryffindor...

La observaba con los ojos muy abiertos. Era la jefa de Gryffindor. La casa de los valientes. Sintió un cosquilleo en el estómago... una mezcla de vértigo y admiración por esa mujer. No sabía cómo sería su vida en Hogwarts ni si conseguiría ser una buena bruja. Pero tenía una cosa clara: su sueño sería convertirse en alguien como ella.

Llena de los alumnos de los otros cursos esperando para el banquete de inauguración.

Esas palabras cayeron sobre ella como un cubo de agua congelada. ¿¿¿¿¡¡¡¡Un Gran comedor lleno de alumnos!!!!???? ¿Y qué era eso de que estaban esperando el banquete de inauguración?

- Es.... es..... es que... - estaba atascada. Intentó apartar los ojos de McGonagall para mirar a su compañera pero le fue imposible. - ¿Es qué la selección va a ser delante de todo el mundo?

Vuestras casas no serán sólo el lugar en el que dormiréis, conoceréis a personas de la misma casa y ellos serán vuestra familia. Dormiréis con ellos, iréis a clase con ellos y posiblemente pasaréis vuestros ratos libres con ellos.

Cada palabra pronunciada por esa mujer hacía que Lizbeth se sintiera más y más incómoda. ¿Y si se llevase mal con sus compañeros? ¿Y si nadie quisiera ser su amigo? ¿Podría estar sola sin sentirse un bicho raro? ¿Echaría de menos su solitaria habitación?

No pudo evitar dar un pequeño respingo al escuchar la pregunta del niño de gafas. Esa era la pregunta que llevaba haciéndose desde que se enteró de la existencia de las casas en el Callejón Diagon. Miró con total concentración hacia la mujer adulta esperando con ansiedad su respuesta.  

Cargando editor
26/11/2014, 12:37
Caliope Thonks

-Si rojo... Pero uno es rojo... como rojo muy fuerte, de cabreo... Y el otro es un rojo bonito... como el de un lazo, o un corazon... - le expliqué a Erik, con una sonrisa. Entonces me preguntó por aquel color azul en mi pelo antes y suspire, con una media sonrisa, mientras mi pelo volvia a adquirir un ligero tono azulado, al igual que Copérnico- No es nada... es solo.. que echaré de menos a mi padre mucho en Hogwarts y eso me puso un poco triste. - le explique, justificando aquel color de pelo en la estacion. - Pero se pasará pronto.. Ademas, he tenido mucha suerte. La señora Gibbs, que es amiga mía desde que era pequeña, va a trabajar este año en Hogwarts y es... bueno... como si fuera mi madre, vaya...  - le explique, haciendo aspavientos.

No, Caliope. Es mejor que tu madre. Ella al menos se comporta como si le importaras.

Aquel pensamiento hizo que el azul no desapareciera inmediatamente, sino que ganara algo más de intensidad. Sin embargo, y por fortuna, Erik siguio hablando, lo que hizo que mi atencion volviera a centrarse, en el, y mi pelo se aclarara de nuevo, ligeramente- Bueno, no conozco muchos chicos, vale. Pero eso no significa que reconozca a alguien que es valiente... A ver... ¿No llevo razon? - dije, agitando una mano en el aire, apartando aquel oscuro pensamiento de mi mente, mientras mi pelo volvia a recuperar su rubio a mechas rosas habitual.

Fue entonces cuando me percate de que, efectivamente, aquellos cuadros estaban hablando sobre mi. Abri los ojos, sorprendida, y tironee del brazo de Erik, dispuesta a acercarme a ellos- ¡Hola! - exclame, hablando a los cuadros, dispuesta a resolver sus dudas- Me llamo Caliope y este es mi amigo Erik... ¿Por que discuten? - pregunte, en busca de una respuesta, curiosa, como de costumbre.

Pero entonces, de repente, vi a aquella mujer con sombrero puntiagudo y aspecto serio. Me gustaba. Parecia una de esas personas de aspecto serio que en el fondo son personas amables y atentas.  No parecia una vieja bruja mala, y además, no tenia verruga.

Me giré hacia ella, tironeando de nuevo de Erik, para llamar su atencion y que la escuchara. La mujer se presento como la subdirectora y,tras darnos la bienvenida, comenzó a hablar de las casas, a lo que asenti- ¿Vees? - dije por lo bajo a Erik, para que viera que llevaba razon en lo que le habia explicado. -Que guay... Si ella es la jefa de Gryffindor me encantaria estar en Gryffindor...  -dije entonces, sin darme cuenta de que quizás lo habia dicho en voz mas alta de la debida.

Continué escuchandola con admiracion, mientras hablaba de la seleccion y las casas y la Copa de las Casas. Estaba completamente fascinada. Y, cada vez más, sentia que aquel era mi lugar, que me habia estado esperando durante todos aquellos años.

Cargando editor
26/11/2014, 13:06
Maebh Connolly

-¿La conoces?

Aquello sí que me sonó muy raro. Cómo podía ser que una niña, posiblemente muggle, que se sorprendía de las cosas más tontas como los cuadros o las barcas en el lago, de que un sombrero pudiera conocer nuestro interior y de cosas por el estilo, conociera a la jefa de la casa Gryffindor. Fruncí el ceño con extrañeza no exenta de curiosidad, mucha curiosidad, y tuve que morderme el labio para no preguntar, no me parecía buena idea avasallar con preguntas a aquella niña que parecía tan asustada y asombrada ante todo lo que veía.

-Pues claro. Todos nos están esperando ahí dentro. La ceremonia de selección es algo muy importante, tus futuros compañeros de casa están ahí esperando a recibirte. Pero lo mejor de todo... el banquete que nos van a dar después. Mis hermanos me han dicho que es algo incríble, puedes comer de todo y hay muchos dulces y cosas muy, muy, muy ricas.

Había dejado de balancearme pero eso no significaba que me hubiera tranquilizado. Al contrario, como tardáramos más en entrar iba a ponerme a dar voces por la impaciencia.

Cargando editor
26/11/2014, 13:54
Lizbeth Moore

- ¿Q....qué? - la pregunta de Maebh le cogió un poco por sorpresa. - Ah... s...sí, fue quien hablo con mis padres sobre el mundo mágico - explicó, tocándose un mechón de pelo de forma nerviosa. - La verdad es que es difícil no creerte algo que te diga ella.. con lo seria que es y todo eso.

Mientras la chica le explicaba lo que iba a ocurrir sus piernas volvían a temblar descontroladamente. ¿Entonces sería el foco de todas las miradas? ¡No! No iba a poder soportarlo.... ¿y si se echaba a llorar? ¿Y si salía corriendo de allí? O peor... ¿y si se tropezaba delante de todos?

- ¿Ah s-sí...? - se obligó a seguir hablando con la otra niña. Con un poco de suerte dejaría de sugestionarse tanto. - La verdad... es que tegno algo de hambre - darse cuenta de ello le sorprendió. Había estado tan concentrada en lo que estaba por venir que se había olvidado por completo de comer. - Y... tengo muchas ganas de comer dulces - confesó finalmente. Su madre no le dejaba comer casi. Decía que hacía que el culo y las piernas engordasen.

Cargando editor
26/11/2014, 16:14
Maebh Connolly

Así que la vieja cara amargada fue la encargada de explicarle dónde se estaba metiendo.

Me imaginaba que tenía que ser algo normal, para alguien que no tenía ni idea de qué era la magia y que vivía ignorante de todo lo que tuviera que ver con el mundo mágico, necesitaría muchas pruebas de su existencia, y nada mejor que enviar a una señora vieja y con cara de enfado para demostrar que en realidad sí existía el mundo mágico y que su hijita iba a tener el privilegio de formar parte de él. Me permití sonreír en mi interior imaginándome las caras de toda la familia y la desesperación de la subdirectora intentando convencerles de que todo era verdad y el tiempo que, con toda probabilidad, esas cabezas duras hubieran tardado en asimilarlo.

-Pues seguro que hoy te vas a atiborrar de ellos.

Estaba convencida de ese punto, ya que estaba convencida de que mis hermanos no me podían haber mentido al respecto... por lo menos no los tres a la vez.

Cargando editor
26/11/2014, 23:40
Arcturus Nohansen Wüstenfuchs

Ocho pies y seis pulgadas. Esa era la distancia exacta que separaban los pies de Alexander del suelo. Y ese número era exactamente Ocho pies y seis pulgadas más de lo que a Alexander le gustaba estar por encima del suelo. Y ese cálculo había sido relativamente fácil, solo había hecho falta comparar la altura de Hagrid con la del tren -que por cierto, por supuesto que sabía la altura exacta del tren, lo había leído-, y hacer la resta natural con la del cuerpo de Alexander que era lo que correspondía aproximadamente de sus pies a la parte inferior de su cintura.

Pero el cómo no era importante, lo importante era seguía siendo que seguía a ocho pies y seis pulgadas de distancia de su zona de confort, al menos, en lo que a la vertical se refería. El asunto de la horizontal seguía siendo otro tema muy, pero que muy distinto, pues más que en pies, debía medirse en millas. ¡Pero en muchas millas!

En aquel exacto y preciso momento, mientras los otros niños de su edad, felices e ignorantes -lo que hizo que Alexander percibiera cierta relación entre estos dos términos, cuanto más ignorante, más feliz- navegaban en aquellas barcas que se movían solas, él estaba con sus pies atrapados entre los brazos de aquel enorme animal que seguía reafirmándose como semi-humano. ¡Mentiras! ¡Era un ser aterrador, opresivo, agresivo, salvaje, peligroso y lo peor de todo: ¡SUCIO!! ¡Pero menudo un olor desagradable, que falta de higiene, de modales, de educación, de corrección. ¡Horrible! Ahora sentía la terrible necesidad de lavarse, de frotar su cuerpo contra el jabón, contra el champú, contra la esponja, contra el desinfectante -sobretodo el desinfectante-. Al menos hasta que reparó en algo.

Algo horrible.

Algo horrible cuyo nombre, cuya mención, le aterraba, le acongojaba, le dejaba la sangre fría como el hielo y le obligaba a mentalizarse de lo miserable que sería su vida a partir de aquel momento: Baños. Compartidos.

Solo la idea, la figura mental de tal crimen contra la higiene le arrancó otro escalofrió. Ahora le picaba todo. Todo. Sentía como la suciedad, como ente horrible y asqueroso avanzaba sobre su piel consumiéndolo. - ¡NOOOOOOOOOOOO! - Acabó por gritar (Bueno, llegados a esta altura no sabía si lo había gritado, o había imaginado que estaba gritando), mientras hiperventilaba, mientras comenzaba a zarandearse con miedo y desesperación para abandonar los brazos del semi-humano.

Me zarandeé, me moví, luche contra todas mis fuerzas -que cabe decir que era más bien pocas, o nulas- por liberarme. Sin éxito, pues aquel hombretón ni siquiera percibió mis redoblados esfuerzos por conseguir aquel deseo de libertad. Y temblaba ¡Ah, pobre chaval, pobre niño que temblaba como una hoja caduca a finales de otoño! Es posible que el temblar fuera más poderoso que sus esfuerzos por liberarse, y esos mismos espasmos involuntarios tuvieron su recompensa cuando el hombretón se paró, pasando su mano por delante.

¡Ahora tenía su atención!

- ¡Libérame! ¡Yo no te hecho nada! ¡Déjame! ¡Lávate! ¡Eres impreciso e inexacto! ¡No soy tímido! - Soltó rápidamente, mientras conseguía su cometido desesperado: La Libertad. Y cuando la mujer le preguntó que hacía, él, Alexander Weir, paladín de la verdad, la honestidad, la realidad y descriptor de la realidad tal y como era, alzó la voz.

- ¡Torturarme! -

Vamos, más preciso no pudo ser. Porque para él, que Hagrid lo cogiera sin lavarse las manos -o sin lavarse en general- levantándolo del suelo -y añadiendo la Acrofobia a su lista de sutilezas-, llevándolo en una Barca -O lo que era peor, una barca que estaba sobre el agua- y el mayor y peor de los crímenes que alguien podía cometer a ojos de Alexander. ¡Demostrando que era un ignorante! Porque de no serlo, no lo habría tocado. Por supuesto.

- No ha dicho buenas noches y bienvenidos. - Añadió, corrigiendo a la subdirectora. Habían viajado al norte, y todo el mundo sabía que en aquella zona -Escocia, posiblemente- lo tradicional era dar las buenas noches y después dar la bienvenida. Seguramente ella no fuera sabedora de eso, por suerte, ahí estaba él para enseñárselo.

Ahora, un poco más tranquilo -y el último, más alejado y almenas dos metros separado de cualquier otro ser humano- se dio cuenta que estaba sucio. Comenzó a limpiarse de forma compulsiva, no sin antes cubrirse las manos con los guantes, y pensando en quemarlos después de aquello. No tenían salvación alguna.

Le picaba todo. Necesitaba lavarse. Más aún, necesitaba que todos los presentes también se lavaran. Y se callaran. Y dejaran de decir irracionalidades, imprecisiones, sinsentidos y lo más exagerado aun: Cosas que no eran verdad. Por desgracia -para él- y suerte -para los demás- no tuvo tiempo para explicarles lo equivocados que estaban en prácticamente todo.

Por no decir todo, después de todo, él era una persona educada y correcta.

¿Banquete de Inauguración? - No. - Añadió, con aquel "no" rotundo y absolutista. - Es un banquete de Bienvenida, no de Inauguración. ¿Lo está haciendo a posta? - Por desgracia, la respuesta ni le importó por que la mujer siguió hablando, y lo que dijo, lo marcó a varios niveles.

¿Qué? ¿Clase con ellos? ¿Dormir con ellos? ¿PASAR TIEMPO LIBRE CON ELLOS? ¡Pero qué tipo de agujero infernal es este, oh, despiadada sociedad!

Tembló, y aunque a todos nos gustaría decir que lo hizo como hacía tiempo que no lo hacía, aquello habría sido mentir. Pues tembló, si, pero como lo hacía sobre Hagrid solo unos minutos atrás. Estaba pasando un mal rato... ¡uno malísimo! ¡Sobre todo porque el ambiente estaba caldeándose! -En el sentido literal, estaba aumentando la temperatura a causa de la acumulación de personas- Y aquello no le gustaba ni un pelo.

Por suerte para él, se cansó de decir cosas. Y lanzó una pregunta. Una que él podía responder, así que levantó la mano. - Tengo muchas. - Contestó con total tranquilidad. - La primera es... ¿sobre qué ámbito hace referencia cuando ofrece la posibilidad de que le hagamos preguntas? Si fuera más precisa, no necesitaríamos hacer estas preguntas que están fuera de lugar en este preciso momento.

Cargando editor
27/11/2014, 00:35
Director

Los personajes de los cuadros habían respondido a Caliope con una simple y silenciosa mirada evaluativa antes de enfrascarse nuevamente en una discusión acalorada aunque esta vez el objeto de debate era el "niño paliducho de las gafas". Tampoco es que tuvieran mucho tiempo para enterarse de cómo iban las apuestas pues enseguida había aparecido McGonagall llamando al orden.

Durante el discurso, Violet permaneció callada como todos los demás aunque por su mirada Troy pudo ver lo emocionada que estaba con todo lo que estaba sucediendo, a pesar de que seguía bajo su fachada serena de costumbre bajo la que se ocultaba en público. El niño pudo notar cómo le devolvía el apretón con cariño. A pesar de sus frecuentes encontronazos siempre habían estado muy unidos y sus roces eran sólo parte de su dinámica normal como hermanos.

Fue aquel el momento en que McGonagall respondió, suavizando apenas su expresión y dirigiendo una mirada que alguien que la conociera mejor podría interpretar como compasiva.

- Señor Gallaway - ¿cómo conocía su apellido? -. Los requisitos, como usted dice, no son tales, son sólo las características más comunes en los miembros de dichas casas, pero también hay otros de igual valor y que muchas veces no corresponden al clásico estereotipo de la casa, como la lealtad, el compañerismo, el altruismo. Un miembro de la casa Slytherin puede ser tan o más valiente que uno de la casa Gryffindor del mismo modo que uno de Gryffindor no tiene por qué ser valiente en el sentido estricto y común de la palabra. Hay sitio para todo el mundo en Hogwarts - fue entonces cuando la mujer se tomó su tiempo para dirigir una peligrosa y acerada mirada al chiquillo que había interrumpido con impertinencias -. Señor Weir, su hermana me informó de sus particularidades pero aquí tratamos a todo el mundo por igual y ante conductas como la suya otros alumnos se han ganado un castigo. No voy a hacer una excepción con usted así que nos veremos mañana en mi despacho cuando acaben las clases de la tarde. Le sugiero que en adelante se guarde de corregir a sus superiores o de cuestionar sus frases - McGonagall no le dedicó más tiempo, simplemente paseó la mirada por los demás alumnos antes de dar una palmada que resonó en el gran vestíbulo -. Bien, ha llegado el momento. Esperad a que os llame, os sentaréis en el taburete, pondré el sombrero en vuestra cabeza y él dirá la casa a la que perteneceréis. Entonces podréis reuniros con vuestros compañeros en las mesas correspondientes.

La mujer se dirigió hacia la puerta del Gran Comedor y con un gesto teatral de varita ésta se abrió hacia adentro, mostrando centenares de rostros vueltos hacia ellos, la mayoría con expresión expectante aunque se podía ver alguna que otra muestra de impaciencia o aburrimiento. Varios de ellos vieron rostros conocidos entre la multitud que aguardaba sentada en las cuatro grandes mesas de las casas: Agnes con su sonrisa socarrona, guiñando el ojo a sus hermanos y casi en la otra punta de la mesa de Slytherin, Duffield haciendo sendos gestos de ánimo sentado cerca de Selwyn Dracons, una de las que mostraba expresión de aburrimiento y que sólo cambió para poner los ojos en blanco cuando encontró la mirada de su prima, haciéndola partícipe de la pesadez del acto como si la niña estuviera sentada con ella en lugar de ser una de las protagonistas. En la mesa de Ravenclaw estaba Niall, que levantó un pulgar en señal de ánimo al ver a Maebh y se medio incorporó para verla mejor. En Hufflepuff Iraida contemplaba a su hermano con ilusión teñida de angustia puesto que Alexander por fin iba a estar en Hogwarts, sí, pero con todo lo que aquello conllevaba. cabía decir en su favor que e 99% d aquella angustia era por cómo se desenvolvería su hermanito en un ambiente como aquel y sólo un 1% era porque se volvieran a desarrollar escenas potencialmente bochornosas.

Por supuesto no eran sólo aquellos rostros de miradas fijas lo impactante del lugar sino que el techo, o lo que parecía una total ausencia de él, resultaba abrumador con su cielo nocturno repleto de estrellas alzándose sobre ellos hacia el infinito, acompañando aquel recuerdo que duraría toda la eternidad.

Finalmente, en lo que pareció el paseo más largo de la historia, todos los nerviosos alumnos de primero se encontraron ante la mesa de los profesores, un variopinto grupo de gente entre los cuales pudieron reconocer al rubicundo Hagrid y, en el caso de Caliope, a la señora Gibbs, que le dirigió una amplia sonrisa. Sin embargo lo que llamó la atención de todos fue que frente a la mesa había un taburete sobre el cuál descansaba un viejo y ajado sombrero.

Algunos de los niños empezaban a preguntarse qué esperaban de un viejo trozo de tela deshilachado cuando una gran rasgadura se abrió en forma de boca y el sombrero empezó a hacer lo que sólo podía describirse como hablar:

"Cuando Hogwarts comenzaba su andadura
y yo no tenía ni una sola arruga,
los fundadores del colegio creían
que jamás se separarían.
Todos tenían el mismo objetivo,
un solo deseo compartían:
crear el mejor colegio mágico del mundo
y transmitir su saber a sus alumnos.
"¡Juntos lo levantaremos y allí enseñaremos!",
decidieron los cuatro amigos
sin pensar que su unión pudiera fracasar.
Porque ¿dónde podía encontrarse
a dos amigos como Slytherin y Gryffindor?
Sólo otra pareja, Hufflepuff y Ravenclaw,
a ellos podía compararse.
¿Cómo fue que todo acabó mal?
¿Cómo pudieron arruinarse
tan buenas amistades?
Veréis, yo estaba allí y puedo contaros
toda la triste y lamentable historia.
Dijo Slytherin: "Sólo enseñaremos a aquellos
que tengan pura ascendencia."
Dijo Ravenclaw: "Sólo enseñaremos a aquellos
de probada inteligencia."
Dijo Gryffindor: "Sólo enseñaremos a aquellos
que hayan logrado hazañas."
Dijo Hufflepuff: "Yo les enseñaré a todos,
y trataré a todos por igual."
Cada uno de los cuatro fundadores
acogía en su casa a los que quería.
Slytherin solo aceptaba
a los magos de sangre limpia
y gran astucia, como él,
mientras que Ravenclaw sólo enseñaba
a los de mente muy despierta. Los más valientes y audaces
tenían como maestro al temerario Gryffindor.
La buena de Hufflepuff se quedó con el resto
y todo su saber les transmitía.
De este modo las casas y sus fundadores
mantuvieron su firme y sincera amistad.
Y Hogwarts funcionó en armonía
durante largos años de felicidad,
hasta que surgió entre nosotros la discordia,
que de nuestros miedos y errores se nutría.
Las casas, que, como cuatro pilares,
había sostenido nuestra escuela
se pelearon entre ellas
y, divididas, todas querían dominar.
Entonces parecía que el colegio
mucho no podía aguantar,
pues siempre había duelos
y peleas entre amigos.
Hasta que por fin una mañana
el viejo Slytherin partió,
y aunque las peleas cesaron,
el colegio muy triste se quedó.
Y nunca desde que los cuatro fundadores
quedaron reducidos a tres
volvieron a estar unidas las casas
como pensaban estarlo siempre.
Y todos los años el Sombrero Seleccionador se presenta,
y todos sabéis para qué:
yo os pongo a cada uno en una casa
porque esa es mi misión,
pero este año iré más lejos,
escuchad atentamente mi canción:
aunque estoy condenado a separaros
creo que con eso cometemos un error.
Aunque debo cumplir mi deber
y cada año tengo que dividiros,
sigo pensando que así no lograremos
eliminar el miedo que tenemos.
Yo conozco los peligros, leo las señales,
las lecciones que la historia nos enseña,
y os digo que nuestro Hogwarts está amenazado
por malignas fuerzas externas,
y que si unidos no permanecemos
por dentro nos desmoronaremos.
Ya os lo he dicho, ya estáis prevenidos.
Que comience la Selección."

 

Tras sus palabras todo quedó en silencio hasta que la voz de la profesora McGonagall, que se había situado junto al sombrero sin que nadie lo notara, hipnotizados como estaba con el modo en que temblaba al hablar, dijo en voz alta el nombre de uno de los alumnos, dando por empezada la selección.

- ¡Abott, Roxanne!

- ¡Ravenclaw!

- ¡Cerny, Jarek!

- ¡Slytherin!

- ¡Connolly, Maebh!

- ¡Slytherin!

- ¡Dracons, Joy!

- ¡Slytherin!

- ¡Faulkner, Megan!

- ¡Ravenclaw!

- ¡Finnigan, Jason!

- ¡Gryffindor!

- ¡Gallaway, Erik!

- ¡Ravenclaw!

- ¡Keibler, Stacy!

- ¡Hufflepuff!

- ¡Knight, Troy!

- ¡Gryffindor!

- ¡Knight, Violet!

- ¡Ravenclaw!

- ¡Moore, Lizbeth!

- ¡Gryffindor!

- ¡Simon, Eugene!

- ¡Slytherin!

- ¡Thonks, Caliope!

- ¡Gryffindor!

- ¡Weir, Alexander!

- ¡Ravenclaw!

La selección se llevó acabo entre aplausos, furiosos por parte de Slytherin al encontrarse con que sus nuevos miembros eran los primeros en ser elegidos, y palmaditas de ánimo cuando los niños se sentaban en la que finalmente era su mesa, junto a su nueva familia.

Notas de juego

Veamos, obviamente hay más alumnos (pobres huffies xD) pero de momento con los que hay tenemos suficiente. Respecto al número, veréis que Ravenclaw tiene un componente más, eso es porque tanto Slytherin como Gryffindor tendrá más pnjs, aunque sean de otros cursos. Tampoco es que la diferencia vaya a suponer ningún cambio.

Y bueno, llevo más de una hora posteando, mañana por la mañana si tengo tiempo o al mediodía os pondré post individual del sombrero así que si queréis postear hasta entonces hacedlo hasta el momento en que escucháis vuestro nombre.

Cargando editor
27/11/2014, 09:56
Director

En cuanto el sombrero seleccionador rozó la cabeza de Jarek éste pudo notar de forma inmediata como si aquel objeto animado se adentrara en los recovecos de su cerebro y llegara hasta su alma.

- Mmmm... - de algún modo aquella voz susurrada a sus oídos resultaba parte de una conversación privada frente a cientos de personas -. Tienes un alma compleja. Eres inteligente, sin duda, mmm. Veo sensibilidad en ti, orgullo y una fuerza nada propia en alguien tan joven. Pero puede que haya miedo en tu interior, un miedo arraigado con el que te vistes cada día sin darte cuenta como si fuera una segunda piel. Eres impaciente y activo, no vas a esperar a ver que te depara la vida, vas a salir a buscarlo por ti mismo, ¿verdad? Serías un buen gryffindor, pero creo que donde realmente te sentirás como en casa será en ¡Slytherin!

Cargando editor
27/11/2014, 10:03
Director

En cuanto el sombrero seleccionador rozó la cabeza de Maebh, ésta pudo notar de forma inmediata como si aquel objeto animado se adentrara en los recovecos de su cerebro y llegara hasta su alma.

- Ah, otra Connolly. Tan parecidos y tan diferentes - murmuró el objeto extrañamente animado con voz rasposa -. Veo muchas dudas en ti, subyacentes en toda esa seguridad que irradias. Valoras la pureza de sangre pero, ¿de verdad es así? ¿Eres así o es la personalidad artificial que has creado para que se adapte a como crees que deberías ser? Hay cierto rencor y ambición en ti, pero éstos son un buen combustible para los grandes magos, tan útiles como los nobles propósitos, por eso creo que estarás más que de acuerdo conmigo en que eres ¡Slytherin!

Cargando editor
27/11/2014, 10:10
Director

En cuanto el sombrero seleccionador rozó la cabeza de Joy, ésta pudo notar de forma inmediata como si aquel objeto animado se adentrara en los recovecos de su cerebro y llegara hasta su alma.

- De la noble casa de los Dracons -  de algún modo aquella voz susurrada a sus oídos resultaba parte de una conversación privada frente a cientos de personas -. Todos guardáis similitud con el animal de cuyo nombre procede vuestro apellido. Serenos, fríos, elegantes y pasivos a simple vista pero con un ardiente interior. Dicen que más vale no despertar a la serpiente y eso vale también para ti. No tengo ninguna duda respecto a tu casa. ¡Slytherin!

Cargando editor
27/11/2014, 10:14
Director

En cuanto el sombrero seleccionador rozó la cabeza de Megan, ésta pudo notar de forma inmediata como si aquel objeto animado se adentrara en los recovecos de su cerebro y llegara hasta su alma.

- Tienes un espíritu atribulado - empezó aquel objeto inanimado en un discurso privado sólo para sus oídos y que a la vez se hacía público ante la vista de todos -. Lo que te ha pasado te han hecho aferrarte con más fuerza que nunca a tu inocencia infantil y a una flexible moralidad a la hora de juzgar a los demás. No todo lo bueno es tan bueno ni todo lo malo es tan malo, ¿verdad? Características de un buen slytherin sin duda pero, mmm, no. Te falta ambición y astucia. Te riges por tus nobles emociones lo que te llena de fuerza para seguir adelante pero a pesar de esa valentía veo miedo en tu interior, miedo de que las cosas cambien, miedo de que se vuelvan demasiado reales, miedo de que acaben contigo. Por eso necesitas de toda tu lógica para mantener tu vida en pie, de toda tu sensibilidad e inteligencia. Serías una gran gryffindor pero creo que sacarás más beneficio personal de pertenecer a ¡Ravenclaw!

Cargando editor
27/11/2014, 10:22
Director

En cuanto el sombrero seleccionador rozó la cabeza de Erik, éste pudo notar de forma inmediata como si aquel objeto animado se adentrara en los recovecos de su cerebro y llegara hasta su alma.

- Otro Gallaway, ¿eh? - de algún modo aquella voz susurrada a sus oídos resultaba parte de una conversación privada frente a cientos de personas -. Trabajadores y curiosos, eso lo tenéis en común. Pero en tu interior hay todo un mar de inseguridades que por ahora te impiden crecer. Miedos y dudas. Tienes las herramientas necesarias para superarlas pues tu inteligencia te pondrá en el buen camino. Sin lugar a dudas, ¡Ravenclaw!