Partida Rol por web

Observa la invocación de Akeelah con una sonrisa dibujada en el rostro. Cuando la criatura se posa sobre una de las torres de la ciudad, mira a su compañera y le amplía la sonrisa. El truco sin duda servirá para disuadir a cualquier atacante. El problema es que es posible que también asuste a los habitantes del pueblo.

- No temáis, ese dragón no os hará nada, es una ilusión - comenta sin darle demasiada importancia - Pero servirá para que cualquiera se lo piense dos veces antes de lanzar un ataque contra vosotros - se gira para mirar a sus compañeros - Ahora ya podemos hacer esa incursión sin temor a dejar este sitio desprotegido. Buen trabajo Akeelah

Akeelah, parecía algo ausente mientras contestaba-Yo me quedo en el pueblo, debo mantener la concentración para que el dragón no desaparezca ,además si atacan puedo reducir a cenizas a un buen número de Gnolls.

Parecía que Eralissa no quería hablar del asunto de Alwin, y respetó su deseo, escuchando sus intenciones, aunque sin convencerle lo más mínimo, si hacían una incursión y los pillaban, sus posibilidades de sobrevivir serían pocas, en cambio, si esperaban para atacar la retaguardia cuando una lucha mayor hubiera empezado, quizás contaran con ventaja.

Akeelah interrumpió sus pensamientos.

¿Qué es mi responsabilidad?

Ammaranza se quedó mirando a Akeelah como si hubiera dicho la mayor tontería que había escuchado en mucho tiempo, ella estaba en el extremo opuesto de ser la adecuada para el mando. Luego desvió la mirada hacia Eralissa, manteniendo la misma expresión de pensar que la hechicera había perdido el juicio.

Yo no soy adecuada para el mando… ni tengo buen juicio… sino, estaría bien lejos de aquí además… no pudo terminar de protestar, pues la había dejado con la palabra en la boca, que era una de las mejores maneras de ganar una discusión, sin duda.

El alarido del dragón la sobresaltó, se había distraído observando los preparativos de la gente del pueblo, y cuando vio aquel dragón sobre la villa, no pudo reprimir un grito de pánico, aferrándose rápidamente al brazo de la chica que tenía junto a ella y buscando con la mirada algún lugar refugiarse. Se quedó mirando a Eralissa una vez más cuando dijo que era una ilusión, admirada por la frialdad y seguridad que demostraba ante lo que para ella todavía seguía viendo como real, aunque confiaba en que la guerrera no le mentiría.

Aquello iba a aterrorizar a la gente del pueblo, debería haber avisado de lo que iba a hacer, pero de una manera mucho más vehemente, y temió que se produjera una desbandada. No dudaba de la utilidad de aquel dragón, pero si de las formas de convocarlo, pues podría ser más perjudicial que de ayuda.

Va a asustar a todo el pueblo le dijo a Eralissa, dándose cuenta de que aún seguía asustada y agarrada de su brazo. La soltó de inmediato, sintiéndose avergonzada por haberse quedado allí, como una cría indefensa.

Mi primer instinto al ver al dragón es activar mi aura de dureza y acoger a todos como aliados, fortaleciendo de repente a todos los presentes que se hallasen cerca.

-Magnífico... -Digo al ver cómo el dragón se eleva sobre las nubes.-Realmente magnífico. Semejante grandeza... incluso en una ilusión. Mi maestro estaría complacido.

-Creo que ninguno de nosotros debería adentrarse en una misión semejante.-Respondo al ver que los que parecen más duchos con las armas empiezan a dividirse.-¿Y si sencillamente protegiéramos a las buenas gentes de esta aldea mientras llegan los refuerzos? Quiero decir, puede que consigamos nuestro objetivo, es más, estoy casi seguro de ello, pero ¿Y si fracasamos? ¿Y si dejamos este lugar desprotegido? No, no me gustaría arriesgarme a eso. Lo mejor será organizar la defensa y formar nosotros la primera linea. De ese modo, nos aseguraremos de que los Gnolls no lleguen hasta ellos mientras podamos, aunque es bastante seguro que los aplastaremos. ¿Os acomoda?

Dicho esto, me vuelvo hacia Akeelah.

-Si no os parece bien, me quedaré con ella para servirle como protección.-Digo a todos mientras la señalo.-Parece capaz de defenderse sola, pero si ha de mantenerse concentrada... puede que los gnolls sean capaces de superarla.

Norwan se quedó escuchando cómo aquellas hembras hablaban entre sí, sin dejar de mirar de forma descarada sus rasgos y curvas. Sin duda cualquiera de las tres podría ser una buena mujer para el humano... tal vez un ligero arreglo de carácter sería lo correcto. Ensimismado como estaba, dio un respingo y casi se cae de culo cuando un asqueroso dragón surgió del pecho de la humana asquerosa. Cuando le explicaron lo que era no pudo mas que farfullar unas maldiciones ante lo que para el era una aberración y más si era realizada por una tatuada con un asqueroso dragón. Pasado el momento se recompuso y rio para intentar disimular su gran susto. - Bah uno más grande probó mi hacha hace ya unos años, puede que asustes a unos pocos cara perros pero no a los verdaderos guerreros, al menos no con trucos de trobador de pueblo.

Yo prefiero ir a cazar a esas malditas perras con ilusiones de clérigo, pero si no vais el resto no importa ya que aquí tendremos más que suficientes enemigos para demostrar a TEMPUS - Subió el tono al decir el nombre para recobrar el valor- que somos dignos de su poder. Tempus no salvará a nadie que sea débil o cobarde. - Dijo recitando lo que siempre intentaba recordarse antes de una batalla y es que no tenía derecho a curar a nadie que demostrara una cobardía digna de orcos.

-Estoy seguro de que Tempus no verá como una cobardía posponer la batalla hasta que las personas que habiten aqui esten sanas y salvas.-Respondo acercándome a Norwan.-Después de todo, si murierais en combate y los gnolls arrasasen la zona y asesinasen a sus habitantes habríais fracasado ante los ojos de Tempus, ¿No es asi?

Permaneced todos aqui, apoyad la defensa de estas buenas gentes y después, cuando la zona sea segura, podremos partir los cinco juntos con quienes quieran acompañarnos y eliminar la amenaza de los gnolls.

Norwan negó con la cabeza ante las palabras del humano, no le culpaba por ser un ingnorante ya que eso no era su cometido como seguidor de Tempus. - Te equivocas humano,- Añade con voz seria- pues yo sigo a mi dios y mi dios sólo protege a aquellos que considera dignos en el combate. No a los débiles que se protegen tras las faldas de mercenarios y demás rufianes. Si los campesinos son masacrados no sería más que por su cobardía y su propia debilidad. Si yo me coloco delante de los caraperros en el ataque no será por proteger sus débiles culos sino por demostrar ante Tempus que soy digno de reunirme con él en la batalla eterna...- Se queda pensando ante sus propias palabras un instante como si tuviera que pensar mucho - Bueno a las mozas sí las protegería aunque no me lo exigiera Tempus ya que estas pueden ser muy agradecidas en las noches posteriores. Si te contara lo que me pasó con dos mozas de cuadras tras el ataque de una banda de orcos cerca de Aguasdulces...- Dice quedándose un momento como rememorando proezas pasadas.

-Ya me lo imagino.-Respondo.-Pero es más difícil luchar cuando el objetivo no es solo la supervivencia de uno sino la de muchos. Creeme, lo digo por experiencia.-Digo mientras aprieto los puños.-Ahora imagínate lo siguiente. ¿Qué crees que diría Tempus si partes a descabezar el ejército enemigo en lugar de enfrentarlo abiertamente y con honor?

¿Y si te quedaras a defender a estas personas y, motivados por tu ejemplo luchasen a tu lado? ¿Y si debido a tus hazañas se creara un santuario en agradecimiento a Tempus en estas tierras? ¿No crees que podrías presentarte con orgullo en la batalla eterna acaudillando a cuantos has iluminado bajo la luz de Tempus?

Norwan se quedó un rato pensando estupefacto, sin duda aquel humano le había dado una explicación razonable y difícil de discutir. Tras unos momentos se encogió de hombros y pegó una estruendosa carcajada. - Sabes humano que puede que tengas razón, dejemos que nos ataquen los malditos caraperros y les daremos en su hocicos negros. Puede que hasta alguno de estos flojos aldeanos tengan coraje como para poder seguir a Tempus. Alzó el hacha - Por Tempus! Dame fuerzas para luchar y a cámbio haré que se escuche tu nombre por todo el campo de batalla. Le habían convencido, Norwan esperaría a luchar de frente contra los caraperros. Al menos hasta que alguien le diera otra idea.

Por suerte tanta palabrería le había hecho olvidar al maldito dragón.

-Gracias por atender a razones, valeroso amigo. No dudo de que tu valor será apreciado por Tempus.-Respondo ante las plegarias del clérigo.- Respecto a vos, dama Eralissa, hace varios días nos vimos y me parecisteis una mujer justa y piadosa a la par que fuerte por lo que pude ver y oir. ¿No creéis que sería más conveniente esperar refuerzos y proteger a estas personas? Si partimos a la misión de descabezar el ejército gnoll puede que un puñado de ellos consiga llegar aquí.

No pongo en duda el poder persuasivo del dragón que la dama ha conjurado, líbreme de faltar al respeto a las más grandes criaturas del universo, pero si una sola de las personas de la aldea cayera victima de un gnoll escurridizo, habríamos fracasado. Y no podemos permitir que eso ocurra, ¿no creéis?

Además, como bien dice esta bella y diestra ilusionista, ninguno somos especialistas en sigilo. Si el ejército gnoll nos ve llegar podemos vernos en una emboscada en lugar de lanzar un ataque sorpresa. Si decís también que forman parte de la garra roja... no tendremos la menor oportunidad de pillarles por sorpresa.

Creedme, he visto luchar a los garras rojas. No a los que aparecieron muertos en la ciudad al día siguiente de mi llegada, esos parecían una cuadrilla de mercenarios medio entrenados por el aspecto de sus ropas. No. A los que yo vi luchar es a los que tomaron al asalto uno de los distritos de la ciudad. Una columna interminable de guerreros bien armados que se movían como uno solo. Los rantanos no duraron un asalto contra ellos. ¿Creéis que nosotros divididos podremos no solo pillarles por sorpresa sino además acabar con su lider?

Haríamos mejor en preparar una defensa sólida en la empalizada, barricadas para cortar las calles, un lugar al que retirarnos si todo se tuerce, y ballestas, arcos y flechas para que quien quiera y pueda nos apoye desde lejos. Si conducimos a los Gnolls a nuestro terreno, si dominamos el campo de batalla, si mermamos sus fuerzas desde lejos mientras los que más preparados estemos para el combate cuerpo a cuerpo servimos como defensa, entonces podremos resistir hasta la llegada de los hijos del hielo. 

Los villanos se sorprenden cuando aparece el dragón surcando los cielos y lanzando fuego al aire, por un momento cunde el pánico, hasta que alguien grita - Ese es el dragón dorado del rey que ha venido a ayudarnos, estamos salvados. De pronto todos se relajaron, la euforia por la reciente aparición era grande y por un momento, la gente de la villa pensaba en un fin alternativo a la huida, podían vencer.

Con más esmero ahora, continuaron fortificando la muralla y creando barricadas en la calle principal por si los gnolls conseguían entrar.

-Muy bien.-Digo al ver la reacción de las gentes de la villa.-Ahora habrá que ver cómo organizamos la defensa. ¿Hay alguien que dirija la defensa? ¿Con qué armas cuentan? ¿Cuantos hombres son?

Me giro hacia Akeelah y pregunto.

-Habrá que protegerte para que el dragón dure lo más posible... ¿Necesitas un buen lugar para vigilar? Podemos situarte en el edificio central, en la parte alta, y defenderlo con barricadas. Sería un lugar al que retirarse si los Gnolls consiguen entrar. ¿No os parece?

-Por mi parte puedo servir de ayuda reparando armas y armaduras y forjando otras si es preciso. Podré entrar en combate también llegado el momento. ¿Y bien? ¿Cómo lo hacemos?

No son más que una turba de campesinos inexpertos, que como mucho tendrán sus horcas y guadañas guardadas en el trastero... pero no solo es la falta de material, sino que no sabrían manejar una espada - Leonardo seguía dándole vueltas a la idea de una incursión, que ahora con siete hombres era más que viable, sin embargo, si los siete no estaban de acuerdo no podía hacer nada para convencer apl grupo, así que tendría quedarse tras la débil barricada de Tonfalia para salvar a sus ciudadanos. No será necesario, si el dragón se mantiene durante mucho tiempo sin atacarles, no les costará mucho saber que es una ilusión... de momento servirá para intimidarles.

-¿Podrían manejar arcos, hondas y ballestas?-Pregunto a Leonardo.-Si consiguiésemos hacer un par de docenas de hondas con trapos viejos o algún arco o ballesta de caza y les enseñasemos a usarlas aunque sea de forma rudimentaria, podríamos tener una cobertura más que aceptable. Luego, llegado el momento, pueden tomar las horcas si el enemigo les alcanzase. El dragón puede darnos todo el tiempo que necesitamos, pero hay que actuar deprisa. 

Puedes darles un arco y rezar por que tengan la suficiente pericia para no herir a ninguno de los ciudadanos de la aldea... pero con una honda podrían tener algo más de pericia, y son más sencillas de hacer y se pueden hacer en menos tiempo, quizá de ahí resulte algo. 

Supongo que también podrían manejar una ballesta, pero en el tiempo en el que tardas en hacerla puedes armar a todo el pueblo con hondas... de modo que eso si que se puede hacer.

-Bueno, mi idea es dejar una zona despejada, sin coberturas de ninguna clase, entre el muro y el perímetro de barricadas intramuros. Una parte de nosotros cubrirá el muro, mientras que los demás permaneceran en el centro con las hondas preparadas. En cuanto los gnolls ataquen, debería llover sobre ellos una enorme cantidad de proyectiles. Con eso podríamos mantenerlos a raya y debilitarlos lo bastante como para poder acabar con ellos cuerpo a cuerpo. 

En las zonas despejadas podemos colocar barriles con aceite o cualquier otro líquido inflamable a modo de pequeño parapeto. Si la lluvia de piedras lleva a los gnoll a refugiarse allí, una flecha incendiaria los haría servir como una enorme arma deflagradora.

Hago una leve pausa como si me diese cuenta de que estoy hablando de más.

-Disculpadme, llevo tantos años dándole vueltas al saqueo de mi aldea que temo estar comportándome como un general sin serlo. Lo lamento. ¿Qué necesitáis que haga?

- Bien, entonces la decisión está tomada - dice al escuchar como Leonardo también parece olvidarse de la incursión para mermar las fuerzas de los gnolls - nos quedaremos a defender la ciudad, al menos hasta que mañana lleguen el resto de caballeros

Tenía experiencia en combate, pero pocas veces se había visto en una situación parecida. Tan solo aquella vez en la que perseguida por un pequeño escuadrón de trasgos, tras una incursión fallida, tuvo que refugiarse en un caserón abandonado. La diferencia es que en aquella ocasión era inexperta, y estaba sola y aterrorizada. Ahora tenía a gente a su lado, y algunos de ellos grandes guerreros y hechiceros. Además, había aprendido a controlar su miedo, y nada le hacía perder la calma.

- Las hondas estarán bien. Y si es necesario que usen hoces, guadañas o martillos. Cualquier cosa será valida, pero nosotros seremos la primera línea en caso de que esos gnolls sean tan estúpidos como para atacarnos

Poco iban a dormir aquella noche. Sólo espera que el cansancio no les juegue una mala pasada

- Ammaranza - dice mirando a su compañera, colocándose frente a ella. Parece más segura de lo habitual, como si estar rodeada de guerra mostrase su otro lado - espero que hayas descansado bien porque queda mucha noche por delante y tienes muchas cosas que contarme

Con una sonrisa, toca el brazo de la semielfa dándole tres ligeros golpes

La semielfa había escuchado las conversaciones en silencio, pendiente sin poder evitarlo del enorme dragón que la hechicera había convocado, le habían dicho que era una ilusión, y sin embargo no terminaba de estar tranquila del todo con su presencia. Además, ella no entendía absolutamente nada de tácticas militares, de donde refugiarse o cual era la posición más adecuada para plantar cara. Se alegró de que hubiera otros que tomaran las decisiones.

Desvió la mirada unos instantes hacia Leonardo, ella tampoco había sido partidaria de la incursión, pero si que había otras opciones para descabezar a los gnolls, aunque fuera con la batalla empezada. Ella tenía sus habilidades, pero no iba a arriesgarse sin necesidad, y menos después de que el guerrero de la armadura roja hablara así de los garras rojas. La pregunta que formuló no iba a contestar ella, puesto que ni estaba al mando, ni tenía ni las más remota idea de lo que podían hacer.

Por suerte Eralissa parecía mucho más segura, y entre ella, Dovahkiin y Leonardo, prepararían la defensa sin duda, apoyadas por ese clérigo idiota de Norwan, y luego tenían a Akeelah, sin duda podrían defender la villa.

Devolvió la sonrisa a la guerrera no te preocupes, nunca he necesitado dormir demasiado, y tú también tendrás cosas que contarme una copa de vino en una taberna charlando, ese si que le parecía un buen plan, ahí si que se sentía cómoda, y no en medio de los preparativos para una batalla. Se sentía algo más relajada con la presencia de los aventureros recién llegados, y se alegraba de que no la hubieran tenido en cuanta para realizar ninguna tarea. Era mucho mejor así.