Partida Rol por web

Nooooo, no, no pero para asuntos en los que no quieres que se entere la competencia, de modo que pueda sacar provecho de ti, lo peor que puedes hacer es pedir ayuda a los Rantanos. El mercantilismo es una vida de chacales, y cuando se ve la menor flaqueza, la competencia te ataca hasta destruirte por completo.

El beneplácito de Jarvien hizo que olvidara la vergüenza de hace unos instantes y rellenó con generosidad su jarra, discretamente, bueno, tan poco con tanta discreción echó un vistazo a la prácticamente llena de Eralissa. Su gesto decía algo así como, “no sé qué hacer con esta chica”, pero su cabeza enseguida se llenó con la historia que Diente de Sable contaba. Y su mente ya no le permitía pensar en dos cosas a la vez.

Un tal colmillo, que será un animal que podría variar según la zona, un humilde guerrero, Artas, que llegaría convertirse en el capitán de una prestigiosa orden de caballería, que tendré que adornar un poco para que no suene demasiado aburrida, dos gemelos de infalible puntería, a todos esos deberé añadir que lo conozco personalmente. Amigos caídos, un gran caudillo orco y malvados asesinos aliados con ellos. Tendría que aderezarlo un poco, tal vez los asesinos secuestraran o mataran al gran amor de Artas, según el ambiente debería preparar un par de finales. La misteriosa ayuda de un desconocido que tocaba la ocarina, aunque, debería darle un toque un poco más “adecuado”, tal vez un sombrero y una camisa como la del tipo de la otra mesa. Como base suena bien.

Cuando de nuevo se centra en la realidad, capta un poco de tensión en la voz de Eralissa, pero al verla beber enseguida se acuerda de que su jarra de vino sigue allí, así que procede a un par de tragos más, menos cantidad pero más frecuencia, para saborearlo mejor. El calor del fuego y el del licor hicieron efecto, así que Ammaranza soltó los broches de su chaleco de lana y se lo quitó, colocándolo en el respaldo de la silla, y recolocando el medallón en su cuello.

¿Kendal? Estoy segura de que lo había oído antes, pero no recuerdo nada, tal vez debería preguntarle, ¿seguro que no era ella la que estaba en la fiesta del Conde de Taferine? Lo negó muy rápido. Entornó sus ojos cuando miró de nuevo a Eralissa quizás me esté engañando por algún motivo.

Nombre: Ventarius

Tipo de gobierno: Feudal

Gobernante: Sir Lenrak Berilson

Capital: Kalidum

Ciudades importantes: Kendal, Apacalda, Altump, Lancea, Lebetem

Geografía: El reino de Ventarius está situado en la parte oriental del continente. En la zona más al norte está la cordillera que los lugareños llaman Excelsium, cuyo pico más alto alcanza los 7.000 metros. De aquí nacen los principales ríos que bañan la región, en cuyos valles se han ubicado las principales ciudades. El clima es frío, pero no extremo, y conforme nos alejamos de las Excelsium hacia el sur el clima es más seco y cálido.

Ahora Colmillo está fuera de la ciudad, no es como un lobo al que puedes meter haciendo pasar por un perro obediente, pero a un lince no lo puedes hacer pasar por un gato grande. Es un lince boreal, antaño vivían muchos en estas tierras, pero su número disminuyó con la aparición de los primeros hombre en Nigthshade, según me contó Aunt Girasauce...

Se detuvo un momento, al ver que en vuestra mirada no había el más mínimo asentimiento ante el nombre de Aunt Girasauce, por lo que paró de hablar para hablaros de éste personaje.

Bueno, no me extraña que no lo conozcáis, solo los aventureros que han viajado mucho en el norte de Aan han podido llegar a conocerle, al igual que el señor Gandalf Vintur, del que sin duda conoceréis por las leyendas que cuentan, es un "Hirdrum", un inmortal. Según contaba el bardo Devis, Gandalf y Aunt se quedaron en el continente para protegerlo, Gandalf protegería a los humanos en las ciudades, y Aunt a los animales en los bosques.

Cuando todos marcharon

solo ellos quedaron

dos proscritos, dos olvidados

a permanecer aquí, condenados.

Uno, el druida

el otro, el mago

antes amigos,

ahora enfrentados.

Aunt, el lobo

Gandalf el humano

a proteger a los suyos

están condenados.
 

Hmmm, bueno, no se a qué ha venido ésto... jajaja.

La comida se había acabado ya en aquellos dos buenos platos que le había servido Tymora, recipientes que quedaron listos para servir nuevamente otro plato a otro comensal gracias a que Liondel había rebañado con el pan, cada dedo de los platos en los que le había servido el pollo, solo quedaban unostrñistes huesos que ni los perros podían aprovechar, arrinconaditos en el filo de uno de las platos.

Al no haber más comida, su cerebro empezó a funcionar ocmo de costumbre y la conversación que se estaba desarrollando en la otra mesa cercana al fuego al igual que la suya, parecía interesante, por lo menos para ser su primera noche en aquella ciudad.

De tal modo que se recostó sobre la silla, estirando las piernas para cruzarlas por los tobillos y dejando los brazos relajados, salvo por el derecho que se aferraba levemente a la jarra de vino que a intervalos se aproximaba a los labios para disfrutar del vino.

Durante el tiempo que siguió a continuación, fue bebiendo y relajándose en su mesa a la misma vez que escuchaba la conversación de aquellas damas y el músico, todo cuanto las voces de éstos permitiesesn ser escuchadas, pues su idea era relajarse, pero le inevitable, pues de forma instintiva le sobrevenía la actitud de estar alerta ante todas las conversaciones de su alrededor.

Las explicaciones de Diente de Sable no terminan de convencer a Eralissa, pero no quiere seguir insistiendo. De reojo observa como Ammaranza continúa bebiendo de aquel vino a un ritmo preocupante, hasta el punto de tener que quitarse algo de ropa. Los calores típicos del alcohol comienzan a hacerle efecto. Por un instante, inclina su jarra hasta contemplar el líquido rojizo de la misma. Desea hacer lo mismo, dar un enorme trago y dejarse llevar por la situación. Pero no lo hace, y se limita a mojar de nuevo sus labios.

- Creo que no conozco personalmente a ninguno de esos caballeros que nombras, aunque sí he oido hablar del tal Gandalf. Vengo del este, y efectivamente no conozco el norte de Aan - Mira a Diente de Sable y continúa tras una breve pausa - ¿A qué te dedicas exactamente? ¿Eres uno de esos paganos adoradores de la naturaleza que habla con las plantas y los animales? Al escucharte antes pensé que eras un simple músico

En cualquier otra circunstancia, es posible que el último comentario no sentase bien a su compañera, pero tal vez el alcohol consiga rebajarlo un poco.

Rió al carcajadas, al escuchar la última frase de Eralissa, que tachaba de paganos a los druidas, algo que en el entorno donde estaba, no le parecía extraño - La naturaleza me enseña a curar y a sobrevivir con plantas, saber vivir con los animales como hermanos, mientras que los dioses se matan entre ellos y obligan a los hombres a luchar por ellos, por un ideal estúpido, por el bien, por el mal, por la legalidad o por el caos, cuando los seguidores de la naturaleza se mantienen neutrales. Alguien realmente sabio sabría qué hacer.

Antaño fui un monje, seguidor de los dioses del bien y la legalidad, pero dejé esa senda hace tiempo, para nunca regresar.

Estaba confusa, habían pasado de una discusión sobre si trabajar al margen de la ley a contar una especie de leyenda sobre otro inmortal como Gandalf, se ve que el vino hacia soltar la lengua también a Jarvien.

Me apetece un trozo de tarta, ¿tendrán? No creo que tengan, y menos como las que hacía la señora Vrass, algo dulce, quizás tengan algo, debería preguntarle a la chica… Una historia, concéntrate en escucharle, no bebas más vino, ya sabes lo que pasa si bebes demasiado

Pero su mano ya llevaba de nuevo la jarra a sus labios, y a través de estos el líquido fluyó hacia la garganta, inundando de sabor una vez más las receptivas papilas gustativas de la joven. Esta se distrajo mirando unos momentos el cambio de posición del tipo de la otra mesa, el del sombrero, pero enseguida la voz de Eralissa atrajo de nuevo su atención.

Reprimió una risa nerviosa.

¿Le ha llamado pagano? ¿Es que se ha vuelto loca?

Desde luego que el susto inicial la despejó un poco, por suerte Diente de Sable había decidido tomárselo de buen rollo, aunque su posterior explicación presagiaba una discusión con la chica que afirmaba que tenía comunicación directa con el mismísimo Heironeous, así que se apresuró a intervenir.

Eh, eh, no vayamos ahora a empezar una aburrida charla sobre si mi Dios es la leche porque hace tal o cual, y los demás son idiotas por no verlo, sigamos con el vino, pidamos algo dulce para acompañarlo y contemos historias sobre…

Enmudeció de repente, como si hubiera recordado algo ¿Ha dicho algo más que un simple músico? Clavó la mirada en los azules ojos de la mujer que tenía a su lado

Oye, ¿qué problema tienes con los músicos? El enojo no terminaba de delatarse, no era de las que se irritaba con facilidad en la ciudad de la que vengo es un … buscaba una palabra que no le salía un… eso, que se puede llegar a ser alguien muy importante uff, tengo la garganta reseca con tanta palabra así que cogió la jarra y bebió de nuevo, sosteniéndola en alto, apuntando a Eralissa y si me compañía te parece simple un gesto de orgullo, bastante élfico, o bastante noble, o ambos puedo marcharme bueno, tampoco le costaba tanto enfadarse.

Dejó la jarra en la mesa, con poco cuidado, y está cayó de lado, por suerte no había nada dentro.

Aunque se mantiene tranquila, algunas de las palabras de Diente de Sable hacen mella en su calma. Conoce ese discurso de sobra. Su padre le había explicado en muchas ocasiones que existía gente como él, y que usarían ese tipo de palabras para intentar confundirla. Los defensores de la neutralidad, cobardes sin capacidad de decisión más preocupados por que las cosas sigan como están, en lugar de intentar mejorarlas. No quería discutir con aquel desconocido, pero había temas con los que no podía permanecer impasible.

- ¿Luchar por el bien te parece estúpido? - Comienza a decir en un tono algo más elevado - Entonces creo que...

Ammaranza interrumpe la conversación intentando poner algo de paz, por lo que calla haciendo un enorme esfuerzo por evitar que las palabras no salgan de su boca. Tenía razón, excepto en que fuese una charla aburrida. A pesar de ello, no era el lugar ni el momento para ponerse a discutir. Y menos con alguien como él. Coge aire profundamente y da un sorbo al vino permitiendo esta vez que entre algo más de líquido, aunque está a punto de expulsarlo de golpe cuando escucha de nuevo a Ammaranza.

- ¿Por qué dices eso? - Pregunta realmente asombrada, con el ceño fruncido y gesto de sorpresa - Disfruté mucho con tu canción, así que sabes que no tengo ningún problema con los músicos - Intenta tranquilizar a la semielfa, que parece realmente ofendida - Simplemente me sorprendió que alguien con su aspecto pudiese tener algún talento aparte de ese - hace un gesto con la mano señalando a Diente de Sable - Puedes marcharte si lo deseas, nadie te lo impide. Pero si quieres hacerlo por algo que he dicho, te pido disculpas, aunque desconozco qué ha podido ser.

Se levanta y gira el cuerpo hasta estar frente a Ammaranza, para acto seguido agachar la cabeza con la mano en el pecho. Posiblemente sea demasiado rimbombante para cualquiera de los presentes, pero lo hace con total sinceridad, tal y como le enseñaron.

¿Crees que Klorblog, el sanguinario rey orco, creía que hacía el mal cuando sacrificaba a Grummst cien cabezas humanas? no, de echo pensaba que estaba haciendo el bien, que era lo que se tenía que hacer. El bien es muy relativo Eralissa, y mientras tú buscas erradicar el mal de éste mundo y a las criaturas que lo secundan, yo opto por que aquí hay cabida para todos y solo debemos intervenir, cuando el equilibrio entre el bien y el mal se desvía hacia una de las partes... El fanatismo es la plaga de nuestro mundo, el fanatismo hace que los orcos arrasen aldeas o que los caballeros arrasen campamentos orcos, trasgos o de otra índole. Los orcos y los trasgos también tienen niños y mujeres ¿sabes?

Antaño, en la arboleda en la que viví un tiempo, instruyéndome en las artes de la naturaleza, había cabida para todas las criaturas, incluso trasgos, y ogros, así como humanos, elfos, medianos, y todos vivíamos bien, dentro de nuestro santuario, hasta que un los jinetes de Alwin, cuyos ideales no estaban muy lejos de los tuyos o del los caballeros Rantanos, la arrasaron sin piedad, acusando a los druidas de aliarse con criaturas malignas.

Las leyes humanas son estúpidas, muchos habláis de que los elfos, y otras razas civilizadas son vuestros semejantes, y os sentís orgullosos de la paz que se ha conseguido contra éstos, sin embargo no tenéis objeción en matar a los trasgos que vuestro modo de vida ha desterrado a las montañas... En respuesta a tu pregunta, me parece estúpido luchar por el bien, porque incluso si existiera ese bien por el que luchas, la espada no sería la forma de conseguirlo.

Dio un gran trago al vino de su jarra, y observó cómo, malhumorada, Ammaranza discutía con Eralissa sobre lo de ser un simple músico, algo que a ésta había disgustado, por lo que aprovechó para rellenar su jarra antes de que la medio elfa, se lo acabara todo.

La expresión de enfado se desvance tan rápido como ha aparecido, dejando un sentimiento de culpabilidad y estupidez en la embotada cabeza de Ammaranza, era evidente que el comentario no tenía ninguna mala intención, parece que es la forma habitual que tiene de decir las cosas Eralissa.

No hagas eso Ammaranza alargó la mano, agarrando el brazo de la joven que se había levantado, tirando de él para que volver a sentarla haces que me sienta como una estúpida por haberte hablado así joder, menos mal que no me ha hecho nada en realidad, no sé como se disculparía si se hubiera tirado a mi marido, o algo así aunque en realidad un poco si que lo soy llevaba muy mal lo de las disculpas, no recordaba si alguna vez se las habían pedido, pero de esta manera desde luego que no, y eso la incomodaba. Bajó la mirada, azorada, con las mejillas encendidas debido a múltiples causas no quiero irme, y soy yo la que... ¿Cómo se hacía?  la que debe pedirte disculpas por mi idiota comportamiento esto se le daba fatal, y encima la jarra vacía.

No deberías beber más, joder Ammaranza, como si fueras nueva con esto

Quizás si hubiera estado en mejores condiciones se habría percatado de que las últimas palabras de la chica tampoco estaban exentas de una clara minusvalía a las cualidades o apariencia de Jarvien, pero lo último que ahora le apetecía era discutir, y mucho menos con Eralissa, con la cual había mantenido una cordial relación hasta entonces.  También se le hubieran ocurrido un par de argumentos para debatir las palabras del hombre del bosque, pero estaba claro que aquella estaba lejos de ser su noche, y quería atajar a cualquier precio una discusión entre los que la acompañaban a la mesa. Quizás había sido un error invitar a aquel hombre que raro, yo cometiendo un error, vaya novedad

Alzó la mano para llamar la atención de Tymora venga, vamos a comer algo, seguro que hay algún tipo de pastel casero, yo invito miró con cierto desespero la botella, pero de momento se contuvo, no quería seguir causando una impresión “tan buena”, aunque seguramente ya era tarde.

Yo sé donde está Kendal, bueno, sé que está en Ventarius sonrió, aún ligeramente insegura sobre si sería capaz de mantener una conversación sencilla ¿cómo es? Preguntó a la chica de ojos azules.

Siente con alivio como la delicada mano de Ammaranza tira de su brazo casi al instante. Sigue sin entender qué ha podido ofenderla, y menos aún comprende por qué ahora es ella la que le pide perdón. Mientras tanto, escucha de fondo la disertación de Diente de Sable. Aunque están cerca, le parece escucharlo a lo lejos, como si no quisiera prestarle demasiada atención. Sus ojos siguen puestos en la semielfa.

- No hablaré más de ese tema contigo

Dice sin más, girando el rostro para mirar a Diente de Sable. Sus ojos parecen encendidos, como si tratasen de contener un fuego interno provocado por la ira. Arde en deseos de rebatir sus falaces argumentos, pero no quiere volver a enfadar a su compañera. Siente haberla ofendido, y no caerá de nuevo en la trampa. A juzgar por su aspecto, aquel hombre tenía la experiencia acumulada por los años, y aunque sus palabras carecen de sentido para Eralissa, prefiere guardar silencio dando otro sorbo a su vino.

- Sí, así es - Responde confirmando la ubicación de su lugar de nacimiento - Es una típica ciudad, situada en un bonito valle. Mi instrucción no me permitió disfrutarla demasiado, pero estoy segura de que te gustaría.

Poco a poco recupera la calma, aunque sigue dando vueltas a lo que le hubiese gustado contestar a aquel hombre.

El vino se estaba terminando y la conversación en la mesa de al lado había pasado de ser interesante a despertar ciertas tiranteces, por lo que atendiendo al grado de alcohol que se estaba ingiriendo en la mesa, pensó que era hora de irse a la cama y así evitar presenciar situaciones comprometidas que le pudiesen salpicar, quería descansar y olvidar los problemas aunque solo fuese por una noche, así realizó un último trago, terminandose todo el vino con ese último gesto y se levantó al mismo tiempo que recogía su sombrero de ala ancha, para acto seguido acercarse al lugar en la barra en el que se encontraba Tymora y preguntarle mientras se sacaba una bolsa sonante de dinero o algo parecido.

-Que se debe por la gustosa cena de hoy señorita Tymora?...si no recuerdo mal, era aparte de la habitación, cierto?

Ruego que me disculpe, quizá mi lengua es demasiado larga y te he ofendido el hombre se levanta y hace una ligera reverencia pero no me gusta que me llamen pagano sonríe, hablando satiricamente como si todo lo anteriormente expuesto se debiese al comentario de Eralissa. Uff... quizá este vino sea bueno, pero es algo fuerte... Yo me voy ya ha dormir, mañana parto de la ciudad, hacia Alwin, quizá si algún día vais hacia allí nos volvamos a ver.

¿Quién sabe, Eralissa? Quizá ambos tengamos razón, y hablemos de la misma cosa, desde diferentes puntos de vista. Espero que paséis una agradable estancia en la ciudad.

Sin esperar una respuesta, por las razones obvias del estado de malhumoramiento de Eralissa y el de embriaguez de Ammaranza, se va escaleras arriba, mientras de uno de los bolsillos de su pantalón saca la llave de la habitación mientras va subiendo los escalones.

No, emm... Liondel, la cena y el desayuno ya las habéis pagado con la habitación, al menos los de hoy. La posadera ya tenía síntomas claros de sueño, pero seguía afanándose en servir tan prontamente como pudiera, sobre todo a la cuadrilla de enanos que bebían sin parar.

La noche se va cerrando, y la mayoría comienzan a recogerse en las habitaciones, lo cierto es que aunque no había habido fiesta en la taberna, había sido una noche concurrida, los enanos salieron por las puertas, y el grupo de aventureros subieron escaleras arriba, hacia las habitaciones, ahora, sin el cobijo de la sombra, se veía que no eran más que un grupo de mozos, algunos aún con granos, que habían escuchado demasiadas historias y se habían embarcado en la vida del aventurero a una edad demasiado temprana y aunque no iban mal pertrechados, no tenían la soltura suficiente, ni la apariencia para parecer un grupo de aventureros medianamente decente.

Al final, solo quedasteis tres, mientras Tymora limpiaba las últimas jarras y daba un repaso a las mesas, sobre todo la del grupo de los enanos, los cuales habían dejado una generosa paga a la posadera, pese a sus pésimos modales.

Acogió con alivió la marcha de Jarvien, pero se despidió de él con una sonrisa y una nueva felicitación por la música que había interpretado, prometiendo que en caso de que viajara a Alwin, que por cierto no tenía ni idea de donde estaba, lo buscaría.

Después se quedó mirando a Eralissa, con una mueca divertida, le desconcertaba, y eso le gustaba, en el sentido de que no le parecía una persona dentro de lo común así que la típica ciudad sonrió ampliamente ya me gustaría a mi saber que es lo que tú consideras una típica ciudad la botella de vino se había vaciado, así que tal vez había llegado la hora de poner fin a aquel extraño día, aunque sinceramente no le apetecía mucho meterse en la cama todavía y no creas que te vas a librar de contarme más cosas le advirtió.

Se levantó de la silla, demasiado deprisa, y tuvo que agarrarse a la silla, aún con la sonrisa en los labios creo que la dueña del lugar agradecería que nos largáramos a nuestras habitaciones dijo mientras cogía el jersey y miraba con tristeza su jarra tumbada sobre la mesa, yo sigo teniendo hambre dijo con cierto enfado, encaminándose con decisión hacia la barra, aunque a mitad de camino se volvió para comprobar si Eralissa la seguía, y esperó a que llegara junto a ella, antes de apoyarse en la recia madera.

¿Podrías darme algo para comer que pueda llevarme a la habitación? Preguntó a Tymora sin importarle demasiado interrumpir lo que estuvieran hablando ella y el desconocido, al que miró en ese momento, los ojos marrones brillaban ligeramente bajo la luz, con descaro lo sien.. pero no pudo terminar la disculpa por la interrupción, y fue un eructo la que la terminó. Ammaranza se tapó la boca, conteniendo la risa y girándose hacia la otra chica con una petición de ayuda en su mirada, a ver si era capaz de salvarle aunque fuera un poquito de dignidad, aunque para ser sinceros, no es que eso le preocupara demasiado a Ammaranza en estos momentos.