Partida Rol por web

Un rato después de haberse ido, Quivalen regresa con Niguel.

-¡Hola! ¿Cómo ha ido? ¿Todo bien?

- No conocía Palanthas. La ciudad es, verdaderamente, impresionante - contesta la sacerdotisa ante las preguntas de quienes han esperado - Razz ya ha encontrado una posada y solo debemos juntarnos con el. Si el viaje es tan seguro como los viajes que hemos hecho hasta ahora, en unos segundos podríamos juntarnos con el -

A Amílcar no le gustaban demasiado los asentamientos estables y mucho menos las grandes ciudades, pero sólo por la alegría que le produjo ver a sus dos compañeras sanas y salvas el nómada asintió sonriendo.

Gnart asiente a la información de la clérigo mientras recoge sus cosas preparándose para irse.

¿Estáis listos? pregunto al resto antes de comenzar a preparar el nuevo conjuro que nos llevará a Palanthas a todos, por fin y si los dioses quieren

Quivalen os teleporta de vuelta a Palanthas, donde Razz aguarda. Os resulta sencillo encontrar dónde vender el tesoro que habéis acumulado y comprar algunos objetos que seguro que os serán útiles en lo que está por venir.

Algo más tranquila al estar nuevamente todos juntos, Niguel respira aliviada y, antes de buscar donde vender y comprar objetos, se dedica a buscar un templo de Kiri Jolith.

La sacerdotisa necesita pasar algo de tiempo en contemplación, no solo para agradecer por todos los que siguen con vida, sino para elevar algunos rezos adicionales por el alma de Kolthar que, no tiene ninguna duda, ha sido llamado a la presencia de la deidad por sus acciones en Krynn.

Amílcar aprovechó el tiempo que estuvieron en aquella metrópolis para hacerse con varios objetos interesantes. Las grandes ciudades no eran lo suyo, pero sin duda ofrecían ventajas comerciales que tampoco había que desdeñar.

Gnart acompañó a Amilcar y también se hizo con unos nuevos guantes tras vender los suyos. También acudió a un armero para que mejorase sus protecciones 

Niguel quedó sorprendida por la variedad de objetos que era posible encontrar en la ciudad.

Aconsejada por uno de los clérigos de Kiri Jolith, descubrió una pequeña tienda especializada en objetos mágicos fuera de lo común donde se pasó más de una tarde completa admirado, y comprando, una infinidad de pequeñas protecciones.

- Si realmente todo esto funciona como dicen, el camino será más sencillo - comentó a sus compañeros cuando los arrastró al lugar para que ellos también tuvieran la oportunidad de ver el muestrario.

- Si quieren pueden volver más tarde y ver si algo les interesa especialmente, después de todo ese mago-armero dijo que tardaría unos días en mejorar las armaduras que le dejamos -

27 de mishamont (invierno), 422 DC

Tras doce días en Palanthas, dejáis atrás las comodidades de esta gran ciudad para regresar al anfiteatro de los Grandes Páramos en donde mora Mohrlex. El Dragón Supremo parece ciertamente otro, ya totalmente recuperado de la enfermedad que le aquejaba. Pero también recuperado en espíritu, aparentemente completamente preocupado por el bienestar de las criaturas que viven en su reino.

Tras discutir con él vuestros siguientes pasos, os explica que al norte queda Wulfgar, una ciudad amurallada que es un refugio de solámnicos. Mohrlex cree que allí podréis obtener más información acerca de dónde se encuentra el legendario Cementerio de los dragones. Os ofrece la ayuda de sus wyverns para transportaros hasta los límites de los Grandes Páramos, desde donde solo hay unos pocos días de viaje hasta Wulfgar. Tras agradecerle su ayuda, os despedís y os subís a las criaturas aladas que os transportan con velocidad fuera del reino de Mohrlex.