Partida Rol por web

Al ver como con un par de gestos, su bota reluce con luz propia, Alfio sonríe, agradeciendo al nómada - Gracias, así será más sencillo - comenta con la espada en una mano y su rodela en la otra, dispuesto a protegerse de lo que pueda venir

- Solo espero que no haya trampas, no soy muy bueno en eso, pero esten seguros que impediré que cualquier esqueleto se les acerque... por lo menos hasta que estén preparados - agrega dispuesto a emprender la marcha por las escaleras que tiene frente a si

-Parece que no hay nada por aquí, así que... ¡andando!

Cuando llegáis al final de las escaleras, encontráis una pared y, al dar el último paso, una antorcha se enciende se de repente con llamas azules y frías, proporcionando una iluminación parpadeante que os permite ver el vestíbulo.

Alrededor de la esquina de las escaleras veis que os encontráis en un puqueño vestíbulo de unos quince pies de ancho y más de treinta de largo. Hay tres puertas a cada lado, pero cinco de ellas están completamente abiertas, habiendo sido derribadas hace mucho.

Una fina capa de polvo rojo cubre el suelo y levantáis pequeñas nubes de polvo a cada paso. Cuando el olor seco y cobrizo llega a vuestros sentidos, os dais cuenta con una sensación de incomodidad que estáis caminando por encima de lo que queda de quienes cayeron ante la horda de ogros.

En la puerta sur del pasadizo hay otra escalera que lleva hacia abajo, más hacia el interior del templo.

Miro a los lados y al frente, observando y escuchando cualquier ruido extraño.

Este lugar me da escalofríos. Si nos hemos encontrado lo que nos hemos encontrado a las afueras, mucho me temo que aquí, en el interior, la cosa sea bastante más desagradable.

Sigamos bajando ¿o quereis investigar esas estancias? Digo señalando con la cabeza las entradas a las habitaciones.

- Pues... mejor por lo menos mirarlas. Si debemos salir en forma apurada, mejor estar seguros que no haya nada que nos pueda impedir el paso - comenta el caballero con la espada enarbolada - Supongo que primero donde no hay puertas y finalmente la puerta cerrada - señala con su arma

- Si les parece bien veamos que hay por aquí - comenta mientras se acerca a la puerta que tiene más cercana

Esta sencilla habitación no tiene más que restos destrozados de bancos de madera. En algunos lugares hay esqueletos con los huesos cubietos de finas capas de carne que se ha secado llenando el aire de un intenso olor a cuero.

- Nada por aquí - comenta Alfio que no baja la guardia, antes de retroceder hasta el pasillo central y disponerse a mirar en el resto de las habitaciones sin puertas - Vamos una a una ó quieren que nos separemos unos pies para revisar más rápido - pregunta antes de dirigirse a la próxima habitación

Chasqueo la lengua mientras tuerzo un poco la cabeza

Bastente peligroso es el andar revisando salas, como para hacerlo por separado y simultáneamente. Creo que es mejor ir juntos. Si nos surge algún problemas, lo resolveremos más eficazmente y con menos riesgo.

-Sí, estoy de acuerdo con Quiv--añade Amílcar desde la parte trasera del grupo--Es mucho más sensato ir una por una que abrirlas todas de golpe y porrazo.

Aprovechando la aparente relajación que le permite la retrasada posición que ocupa, el arquero va examinando con minuciosidad las estancias por las que deambula la comitiva.

-¡Menuda peste!--medita el abanasinio al escarbar entre los restos de la primera sala.

- Bueno, entonces veamos que hay por aquí - El caballero desanda sus pasos y se asoma a la sala que enfrenta a la que revisó anteriormente, sin preocuparse demasiado por cadáveres y similares.

Sigo caminando, tras Alfio y el resto, atenta a cualquier ruido o sonido extraño que pueda alertarnos de un nuevo peligro.

Se me están erizando los pelos de la nuca, no me gusta tanta tranquilidad.

La sala de enfrente es exactamente igual. La siguiente es algo más grande y distinta: antiguamente esta habitación debió de ser bastante bonita y confortable, pero ahora es un caos. Las esquinas de la habitación están llenas de telarañas que se mueven como trapos de seda con los vientos fantasmales. Un gran banco y un escritorio están hechos trizas cerca de la pared más alejada, con los antes finos cojines de terciopelo reducidos a harapos machacados de mugre y polvo.

El fresco que decoraba las paredes aparentemente se salpicó de manchas oscuras de suciedad y sustancias que es probablemente mejor dejar sin identificar, ocultando los colores desteñidos.

El minotauro cierra la formación, avanzando tras Alfio con la lanza presta para ensartar a los enemigos que puedan salir.

Para ser un templo no hay muchas representaciones de los dioses antiguos, ¿extrano verdad?

El minotauro resopla y estornuda con el polvo.

Maldita sea, este olor es insoportable, es como si el polvo estuviera hecho de muerte.

-Probablemente las hayan robado o formen parte del montón de polvo y escombros que hay por todos lados--afirmó Amílcar tras el comentario del minotauro, entrando en la estancia para examinar el escritorio.

Vas a mover los trozos del escritorio, cuando te das cuenta de que debajo hay algún tipo de moho u hongo. No lo reconoces.

- Si, las robaron... o las destruyeron esos ogros. Hay tantos escombros que no me asombraría en lo más mínimo -

- Tengan cuidado - comenta Alfio dejando pasar a Amilcar al verque quiere revisar el escritorio - Ya conocen el dicho: Cuando hubo fuego, cenizas quedan... y si hay telarañas... -

El caballero deja su frase sin terminar, mientras permanece atento, con la espada en una mano y la rodela en la otra.