Partida Rol por web

Por suerte los goblins están haciendo demasiado ruido y están demasiado centrados en su pirómana labor como para detectar a la sigilosa francotiradora que se cuela en el templo y avanza por las sombras. Sin despegarse de la pared, sus pasos casi no suenan sobre la piedra mientras al fondo prosigue el sonido de la hoguera consumiendo papeles y mobiliario roto. 

En cuanto Kerry llega a la pared, sin necesidad de asomarse puede oír la desgradable lengua de los goblins al otro lado y sonido de cajones y papeles. Parece que al otro lado de la pared junto a la que está hay por lo menos un goblin (solo se oye una voz), probablemente buscando más combustible para la hoguera. 

Con gran discreción Kerry asoma la cabeza por la esquina, donde puede ver una sala tenuemente iluminada. En ella, un solo goblin, de espaldas a Kerry, revuelve entre los muebles, arrancando trozos de madera y poniendo los papeles en un montón, mientras habla para sí en su desagradable lengua. 

Había oído la voz de más de un goblin así que supuso que estarían por arriba, cruzando esas escaleras interiores. Kimberly no estaba muy segura de cómo proceder. Usualmente, lo conveniente en estos casos era acabar con los enemigos uno por uno utilizando el sigilo. -Tonta de mí, que olvidé comprar siquiera un mísero cuchillo... o ya puestos un silenciador de los caros...- Descartado pues, al menos por el momento, el disparar a los goblins pequeños pudiendo disparar la mochila del tuestajamelgos, Kerry se dirigió al extremo opuesto, agudizando de nuevo su oido y vista.

Kerry se aleja con sigilo de aquella estancia, dejando al goblin a lo suyo, y cruza la sala de nuevo sin que ninguno de los enemigos repare en su presencia. Llega a la otra sala, idéntica a la del otro lado del templo, y al asomarse ve a otro goblin entregado a la misma tarea que el que ya ha visto: revolver los papeles y destrozar los muebles para llevárselos al goblin pirómano. Kerry puede ver que en cualquier momento darán por terminada su recolección e irán a llevárselo al goblin, momento en el que saldrán de las salas y podrían verla... o no. 

A veces, el primer plan es el plan que hay que hacer. Así lo sintió Kerry, tras ver que por manga izquierda, manga derecha y al frente tenía goblins por doquier. Lo bueno: era justo a los que buscaba. Lo malo, que de veras se estaba quedando sin batería para proyectiles. Así que antes de que los goblins dispararan primero, y perder la oportunidad de sorpresa, decidió disparar ella primero. Se posicionó, y ayudada por su exocortex apuntó hacia la mochila del goblin incendiario, realizando un disparo sobrecargado una vez más. Con un poco de suerte causaría una explosión, alcanzando al segundo jefe de los goblins. No era un mal plan, pero volver a ser rodeada por esas criaturas sin munición... Después de todo, puede que sí que al final tuviera que usar una de esas pistolas. Sí, esas que te explotaban encima...

Súbitamente, la relativa calma del templo es rasgada por el sonido de las baterías del arma sobrecargándose. Los goblins dejan salir un grito de sorpresa cuando el arma de Kerry emite un leve sonido al ser sobrecargada, y un crujido del láser al ser disparada.

El goblin del lanzallamas deja de pronto de enfocarse en quemar el motón de cosas que tiene ante él, cuando una descarga láser le alcanza, por desgracia sin provocar la explosión de su mochila, pero sí abriéndole una terrible herida que casi le hace caer. Ruge en su desagradable lengua mientras el cabecilla grita órdenes a todos y saca su cachivache láser. 

La cosa volvía a ponerse peligrosa, pero Kimberly de nuevo se sentía emocionada en lugar de asustada. La amenaza más cercana que tenía era uno de los goblins pequeños, pero decidió volver a disparar al que le parecía el más peligroso, el del lanzallamas. Ya que si algo había aprendido era que esas criaturas podían rodearla a una muy rápido. Esta vez no apuntó al arma, sino al propio goblin, a la misma herida que ya le había abierto. La mecánica mercenaria sonrió feliz y orgullosamente al ver que había vuelto a acertar. ¡Toma ya!

La sala entera explota en gritos, maldiciones y juramentos, proferidos en la salvaje y desagradable lengua goblin. Las órdenes del cabecilla suenan como ladridos por el templo, mientras corre hacia la humana que ha aparecido de no se sabe dónde allí, en el templo que han conquistado. Se oyen los crujidos de los cachivaches láser al ser activados, la energía llenando sus cañones a través de sus más que cuestionables junturas pegadas con cinta aislante. 

El goblin tuestajameglos no llega a ponerse a suficiente distancia como para disparar con su arma, que tiene un alcance limitado, pero los otros tres goblins que Kerry puede ver sí lo hacen. Los dos que tiene más cerca fallan sus disparos: el primero se pierde en el alto techo y el segundo es disipado por su armadura de grafito. Por desgracia el cabecilla parece más hábil que sus subordinados y dispara certero sobre Kerry a pesar de la distancia, haciendo que vuelva a sentir la ya familiar sensación de las quemaduras a través de las placas de la armadura. 

Casi que le daba pena haber acabado con el goblin pirómano tan pronto. Pero por mucho que se muriera de ganas de ver ese lanzallamas en acción, ¡lo que no le apetecía era ser prendida fuego! Y hablando de fuego, y de peligro, el anterior jefe goblin casi se la cargaba, y no tenía intención de permitir que la historia se repitiera. ¿El problema? ¡Que no le quedaban muchas más cargas de munición! Se movió un poco, acercándose más al pasillo por el que veía acercarse corriendo al goblin jefazo, para tener una línea de disparo mucho más cómoda... ¡y disparó!

Como insidiosas cucarachas saliendo de su nido, aparecieron más goblins por ambos lados de la sala, blandiendo sus armas y gritando lo que seguro que eran obscenidades en lengua goblin. El cabecilla disparó de nuevo al ver el cadáver del tuestajamelgos, cuyo arma, poco fiable, estaba comenzando a calcinar ya su cuerpo. El humo de su carne ardiendo le oscureció la visión y su disparo acabó muy lejos de donde se encontraba la mercenaria. 

Sin embargo, los goblins que estaban más cerca tuvieron suerte: dos de sus disparos alcanzaron a Kerry, que se vio envuelta de pronto en una lluvia de láseres por ambos lados. Su piel quemaba de dolor, y no pasaría mucho tiempo hasta que aquellos impactos comenzaran a hacerle daño de verdad. 

Estaban empezando a rodearla, pero Kimberly mantuvo la calma. Miró a sus alrededores, goblins por todas partes. Por el frente, por la izquierda, por la derecha... Pero no por detrás, no por donde había entrado. La francotiradora se alejó a paso ligero, con el objetivo de reposicionarse. Los goblins también eran muy rápidos, esto sólo le permitiría quizas ganar un par de minutos, pero podrían significar la diferencia entre la vida y la muerte.