Partida Rol por web

Un nuevo grupo de aventureros andaba por la calzada, en dirección de Khirng, la ciudad y fabrica subterránea de los enanos. Un grupo extraño donde los haya, imposible de formar si no fuera porque todos eran miembros del Gremio de la Espada y la Vara, la organización que Kennegan, tiflin mágico de la espada, había sido capaz de formar y mantener en orden.

Normalmente, cuando un grupo del gremio se disponía a partir de viaje eran catapultados a su destino por un poderoso ritual espacio-temporal, la especialidad de Kennegan, pero por alguna extraña razón esta vez el tiflin, con el pretexto de que eran pocos días de viaje, no lo había hecho.

Las preguntas de porque su negativa servían de poco, el lord en si era una incógnita, un hombre reservado para todos aquellos que no fueran su amante semielfo.

Cuatro días habian pasado desde que salieron y al fin estaban llegado a su destino sin ningún tipo incidente. El grupo debía hacer antes un alto y empezar su búsqueda desde un pueblo vecino aun sin asaltar, esperando sacar algún tipo de información con lo que poder empezar, pero lo que encontraron fue algo muy distinto, los restos calcinados de este. Incluso el ultimo pueblo que suponían intacto y mas alejado había sido atacado la noche anterior. Los restos de los edificios parecían los huesos ennegrecidos de lo que una vez fue.

La drow caminaba junto al grupo, no parecía que le importase demasiado el hecho de que no les hayan trasladado mágicamente, de hecho se paso el viaje contando lo emocionaba que se encontraba de estar por fin y por primera vez en una misión autentica y otras batallitas mas.

Lo curioso es que no se hacia cansino, escuchar a la elfa oscura, todo en ella incitaba a llamar la atención, sus movimientos eran gráciles y felinos, su voz una delicia para los oídos, su carácter lleno de inocencia y simpatía, contrario a los de cualquier otro de su especie y los sensible a lo arcano podían sentir un gran potencial en bruto en su interior.

-...Y estuve una semana cuidando de los pollos y las gallinas por que había un lobo, y resulto ser que en realidad era el propio perro del granjero que se escapaba por la noche, quizás me tendría que haber dado cuenta antes jajaja. Pero no lo mate... Pobre animal. Pero nunca había estado en una misión de verdad, verdad...

Y a medida que terminaba la frase, fue viendo el pueblo calcinado y su gesto de alegria se torno en disgusto, se llevo la mano a la boca horrorizada.

-¿Quien...? Se suponía que este pueblo estaba a salvo..

El viaje habia sido agradable, y por una vez, tenia a alguien con quien intercambiar historias, aunque su interlocutora parecia no tener grandes batallas que contar, el tampoco, pero se las inventaba, que era algo que se le daba genial, el camino se hizo ameno para ambos pero el sabia que habia alguien a quien le estaban crispando los nervios cada vez que abrian la boca, pero no le importaba.

- sabeis, al igual que todas las canciones que conozco son de poderosas hazañas, compondre una de esta gesta en la que empezamos!- dijo llevandose la mano a la bolsa para buscar su flauta, pero entonces la saco lentamente, al ver a lo lejos el pueblo al que tenian que llegar- que....- dijo caminando lentamente hacia el lugar- que a pasado aqui?

Como siempre caminaba tras el grupo , la mayoria del tiempo en silencio  que era mi estado normal, en el fondo estaba en cierto modo feliz por fin habia encontrado mi pequeño hermano alguien con quien hablar y compartir sus historias y cuentos para niños para asi yo poder tener un viaje con cierta paz...en cuatro dias de viaje habia conseguido que esa dichosa flauta no saliera de su bolsa...hasta que de repente metio la mano en ella para componer una de sus canciones... pero algo le detuvo, mire al frente y ahi estaba , la razon de el repentino silencio del grupo , el pueblo calcinado hasta los cimientos

pero.. que...

pensé mientras me ponia a la cabeza del grupo al lado de mi hermano mirando alrededor observando tamaña devastacion aun humeante...

Kennegan, nuestro lord, había decidido ésta vez no transportarnos con su magia hasta el lugar de la misión: había pensado que caminar no era un mal ejercicio para nosotros. El viaje de cuatro días en sí no estuvo mal, pero mis compañeros no eran lo que esperaba encontrarme: una drow, un enano y dos hermanos tiflins (la mayor, mujer y el menor, hombre). Pero para ser honesta, mis compañeros no eran malos: Nhyria contaba historias graciosas sobre otras misiones que había realizado antes de ésta y Isthar sabía buenas odas épicas que le subían la moral a cualquiera.

Ya estábamos por llegar a nuestro destino: un pueblo vecino de Khirng, todavía no asaltado. En cuanto terminamos de subir a una loma que dificultaba el camino, no podía dar crédito a lo que veían mis ojos: el lugar estaba calcinado.

- ¡Rápido, busquemos sobrevivientes!  ¡Tal vez alguien necesita ayuda! - Grité mientras comenzaba a correr hasta el lugar. Luego agregué mientras desenvainaba mi espada larga. - ¡Y prepárense: tal vez nos estén esperando!

El lugar resultaba desolador y el ambiente no solo resultaba tenso, sino también desagradable. En el lugar había una fragancia a leño quemado mezclado con el de un olor dulzón, como el de carne quemada, seguramente el de las víctimas mortales. Los cuerpos yacian dispersos y calcinados, gente que había intentado en un vano esfuerzo salvar la vida. También eran pocas casas las que seguían en pie ahora tras el incidente, aquellas con paredes de piedras pero sin tejado.

De entre todas las víctimas solo una había recibido sepultura. Una tumba reciente a juzgar por la tierra removida y fresca. Por lapida tenia una piedra plana y mal tallada, con una galimatías torpe y torcida, a penas legible. Al lado de esta se había empezado un hoyo mas grande, un trabajo que se había quedado a medias pues parecía estar hecho con la intención de enterrar al resto de las víctimas pero que solo tenia unos pocos pies de profundidad.

Mientras Albafica buscaba al superviviente responsable de la recién empezada fosa, el resto de compañeros seguía en estado de shock, impresionadas ante espeluznante panorama.

El grupo pronto sale su ensimismamiento cuando una flecha zumba veloz cerca de ellos y el enano grita, mezcla de sorpresa y dolor. La punta de la flecha se había alojado en su brazo izquierdo, justamente donde la armadura cubría menos. Al instante el grupo se gira en dirección del ataque, con arma en mano y con el primer conjuro listo en los labios, pero el aire amenazador del grupo se suaviza al comprobar que el tirador era tan solo una niña pequeña con el pelo trenzado, toda manchada de hollín y sangre reseca. Era evidente que había llorado, tenia los ojos hinchados y por debajo de los ojos la suciedad se había corrido.

-Malditos monstruos... ¿venís a comprobar si aun quedan supervivientes? ¡Pues aun quedo yo y no me dais ningún miedo! Padre me enseño a luchar y pienso haceros pagar caro. -Grita enfurecida y sollozando otra vez. La niña suelta el arco para preparar daga y espada.  -Me da igual que seáis, matare a quien se atreva a tocar a los muertos o la tumba de padre.

El enano Dorn, se había mantenido ensimismado y meditabundo durante todo el camino y solamente se ha dirigido hacia sus compañeros para intercambiar rudas pero respetuosas palabras.

Cuando llega al poblado saca automáticamente su martillo de guerra.

La estampa es grandiosa, un ancho enano con unos musculos épicos, enfundado en una cota de malla elobarado por el mismo con el símbolo de Moradin, el Maestro artesano.

Dorn, no se digna a agacharse en busca de ningun rastro, tan solo permanece alerta en busca de cualquier ser vivo que pudiese estar esperando...

De pronto una flecha surge de algún remoto sitio y se le clava con fuerza en su brazo izquierdo...

Por Moradin, ¿quien osa atacarnos?

El enano no duda un segundo y se encara hacia el lugar desde el que sale la flecha y mientras se pone a andar hacia el sitio, arranca la flecha de cuajo del brazo y la tira al suelo.

Ja Ja Ja... Tu una mocosa humana, osas atacarnos. Si que eres valiente, pequeña. Pero creo que erras al atacarnos, veníamos a defender tu poblado de lo que sea lo haya atacado y sin embargo hemos llegado tarde.

¿Quien os ha atacado, pequeña?.

A pesar del dolor Dorn, consigue modular lo suficiente su voz para no parecer demasiado amenazador.

La niña desconfiaba del grupo y mas aún del enano. Cuando este se acerco apretó con tanta fuerza las manos que los nudillos se le quedaron pálidos. Por su postura en guardia estaba claro que había aprendido a defenderse con la daga, pero la espada no estaba hecha para alguien de su tamaño y se mostraba torpe con ella. Debia llebarlo por razones sentimentales.

-Como des un paso mas, enano, te haré mas bajo de lo que ya eres. Tu raza es la culpable de esto, ves a engatusar a otro con tus mentiras.

Nhyria observo detenidamente a la niña, era evidente que en sus ojos se encontraba rencor, pero también el dolor de la perdida de los seres queridos, ella había perdido a sus padres (los adoptivos) hace poco mas de un año y recordó el dolor, tratando de empatizar con la niña, hizo a un lado al brusco enano para captar la atención de la pequeña.

-¿Los enanos han atacado tu aldea? Se que es doloroso, pero este aunque no tiene la menor idea de como tratar con otros seres, dice la verdad. Nos ha acompañado en todo momento. Es cierto que veníamos a evitar estos ataques... Lamento que no hayamos llegado a tiempo.

Quedo unos segundos en silencio, si lord Kennegan les hubiese teleportado si que podrían haberlo evitado.

-¿Estabas enterrando a la gente del pueblo cuando llegamos verdad? Nos viste llegar y te escondiste, eres muy inteligente. Te ayudaremos a darles la sepultura que merecen y tu si quieres puedes contarnos lo que ha pasado... Nos ayudara para que evitemos que le pase a otra gente.

Miró a sus compañeros, esperando que la respaldaran en lo de ayudar a la pequeña.

La sonrisa del enano y la cara de afabilidad que intentaba mostrar, se borró de un plumazo antes las palabras de la niña.

Dichas palabras parecieron dolerle más al enano que la propia flecha que esta le había clavado.

El enano, se detuvo de inmediato y se quedó como una de las famosas piedras de las que dicen venir esta antigua raza.

¿Quieres decir que os atacaron enanos?.

La niña afloja un poco el mango de la daga y baja a penas la guardia, pero parecía dispuesta a escuchar.

-Padre dice... bueno, decía... -se corrige la niña- que no hablara con desconocidos, pero no pareces mala persona a pesar de tus compañías... ¿Hablas por tus compañeros al decir que me ayudareis? -La muchacha traga saliva para reprimir el lloro y asesta una mirada dura al enano, aunque ya no tan amenazadora. No quería parecer débil ante él.

-Tenían barba y eran de tu mismo tamaño, de eso no me cabe duda. Aunque ahora que te miro creo que tenían un aire distinto...

Shamara camino hasta quedar al lado de Nhyria  escuchando a la niña en silencio y mirando alrededor de vez en cuando  vigilante, no sonreia, es algo que jamas habia hecho... al menos que ella recordara tampoco era de muchas palabras asi es que prefirio dejar que Nhyria se encargara de eso  ya que al parecer habia conseguido tranquilizar un poco a la pobre niña que mas rencor era temor lo que se dislumbraba en su llorosa mirada, pero era valiente a veces la vida te hace ser fuerte de las peores maneras...

Shamara coloco la mano en la empuñadura de la espada mientras seguia oteando alrededor sin parecer demasiado agresiva aunque su mirada siempre habia sido dura, normalmente era su hermano el que se ocupaba de hablar...

Dorn, intentó parecer lo más firme y poco amenazante que su aspecto de guerrero le permitiera.

Si, así es pequeña, nos habían encargado protegeros, pero evidentemente hemos llegado tarde...

Dorn, miró alrededor y con el martillo señaló el pueblo quemado...

Esto no lo hemos podido hacer los enanos... Mi pueblo no hace esto...

Dices que tenían un aire extraño... ¿A que te refieres?. Puede ser vital para todos.

Nhyria lanzó una mirada de reprimenda al enano, giró un poco y hablo en voz baja de forma que la niña no pudiese escuchar lo que decía.

-Puede ser vital para todos, puede ser vital para todos... -Repitió como burla- ¿A quien te refieres a su familia y conocidos que están muertos? Un poco de tacto, si se le presiona mas no va a decir nada.

La drow volvió a girarse y camino unos pasos acercándose, aunque siempre manteniendo una distancia tal que la niña no se sintiese amenazada.

-Y sabias eran las palabras de tu padre. Mi nombre es Nhyria Rayne, de ciudad del Esplendor y mis compañeros son: Albafica, Dorm y los hermanos Shazkar... Isthar y Shamara. -Acompaño las palabras de un gesto de mano para que entendiese que nombre correspondía con cada aventurero.- No, no puedo hablar por ellos. Pero si que puedo hablar por mi y asegurar que yo no me voy de aquí hasta haberte ayudado y que estés segura. Al menos cuatro manos trabajan mejor que dos.

Lanzó de nuevo una mirada a sus compañeros, que no parecían dispuestos a ayudar demasiado, la mirada fue clara, si querían seguir adelante antes de solucionar el problema de la niña, tendrían que avanzar sin la hechicera. Para que la niña viese que iba enserio se acerco al hoyo y busco una pala o en su defecto una buena estaca de madera y comenzó a hacer mas profundo el agujero.

-Cuéntame pequeña, dime mas sobre esos que os atacaron o en que dirección se fueron. Igual que te aseguro que tu gente descansara en paz te aseguro que los culpables recibirán castigo por estas atrocidades que están cometiendo.

Dorn, aliviado ante el hecho de que la hechicera tomase la iniciativa, se quedo inmovil a la espera de información.

La niña asiente y deja la espada aun lado para secarse la cara con la mano libre.
-Mi nombre es Karine... -responde la muchacha ante desinteresada amabilidad.

-Nunca antes había visto un enano hasta anoche. Los de esta zona no salían de sus minas, no les interesaba lo que pudiera pasar fuera... -asegura, con los hombros caídos por el cansancio de las penurias y el cavar sin haber dormido esa noche. -Solo se, ahora que veo a tu compañero, que eran distintos... Cuando atacaron me cruce con el cabecilla. El terror me paralizó pero nunca olvidaré su mirada... -intenta hacer un esfuerzo para describir lo que vio, mas por lo desagradable que le resulta recordarlo que por no saber describirlo- quizás fuera por el reflejo del fuego, pero juraría que eran de color ámbar... Dirigía a un batallón de armaduras llameantes. Padre mató a dos de esas cosas cuando intentaron prenderme y me obligó a esconderme junto con madre... -dice, avergonzada- Nos escondimos en casa, pero registraron las cabañas y las quemaron. Para que no me hicieran daño madre salió corriendo para distraerlos, prácticamente se entregó... -Dice con seriedad, culpándose del secuestro de su madre.

-Entre los cuerpos solo encontré el de padre, puede que madre aún siga viva... Se llevaron con ellos a unos cuantos mas...

Karine, tranquila. Te ayudaremos a encontrar a tu madre.

¿Cuantos eran esos enanos malditos?

La muchacha parecía esta vez algo avergonzada, quizás por las tajantes preguntas del enano o por no saber responder con un número. Había aprendido a defenderse pero no era una estratega militar acostumbrada al fragor de la batalla.

-No lo se... -fue la simple y sincera respuesta de la niña. -No puedo preveniros de cuantos pueden ser pero quizás os sirva echar un ojo a las dos armaduras que padre derrotó. Al matarlas su fuego interno se apagó... También encontré esta cosa clavada en el pecho de padre. -Dice rebuscando en un saquito atado a la cintura y mostrándolo sobre la palma de la mano. La niña muestra al grupo una púa larga y afilada de color cobrizo.