Partida Rol por web

Excelente disparo, Fukui-san - dice Tomohiro desde el interfono - Fukui Tomoe-sama nos felicita por el disparo y nos informa que ya han enviado a la conductora para mover la hayajiro...

Yo... no quiero morir - la presión fría del cuello desaparece por fin - Es verdad que no sé lo que pasó. Simplemente oí que hubo una explosión en la sala de máquinas y después la Lady Lovibond se detuvo en mitad del puente levadizo... Tu señor ¿Podrá convencer a los señores de Mibu de que dejen al menos explicarme antes de condenarme?...

La psíquica respira aliviada al notar la presión fuera de su cuello, pero sabe que no puede relajarse del todo. Esa mujer todavía está en peligro.

- Ahora que hemos venido como apoyo, no dudarán en escucharnos, y podremos dar testimonio de lo que ha ocurrido. Nosotros sufrimos un intento de sabotaje, y por tu situación no descartaría que se tratase de lo mismo... Mogami-sama es justo, y hará lo que pueda para evitar que se condene a un inocente. - Arisa no duda en sus palabras, recordando un instante lo bueno que ha sido con Sachiko - ¿Te encuentras bien? ¿Puedes contener a los kabane donde estás?

Gracias a la maniobra de Yûki conseguimos atravesar sin problemas la explosión y seguir avanzando entre la horda de kabane directos hacia nuestro objetivo colándonos por uno de los carriles de servicio de los que disponía el puente levadizo. Según nos vamos acercando a la locomotora empiezo a perder las esperanzas de que realmente podamos colarnos allí dentro, pero antes de que si quiera esta desesperación haga mella en mí otra detonación del cañón vuelve a retumbar por toda la zona y veo como todos esos monstruos caen calcinados.

Consciente de que la moto no la íbamos a poder meter, y de que el tiempo apremiaba, salte de ésta y corrí rápidamente hacia la locomotora manteniendo la puerta abierta hasta que me aseguro de que la guardaespaldas me sigue para acto seguido encerrarnos dentro justo cuando nuevos kabane venían a sustituir a los anteriores.

Una vez dentro compruebo que la maquinaria no es exactamente a la que estoy acostumbrado pero si que hay ciertos parecidos por lo que empiezo a sacar el poco equipo de emergencia y a buscar la avería justo cuando veo el sistema de comunicación interno.

- Yûki-san, ¿podrías comunicarte con Tomohiro-dono para decirle que ya estamos dentro y luego con la señora de la hayajiro para ver si puede darme alguna indicación y así ahorrarnos tiempo? Gracias.- le sugiero a la joven mientras continuo con mi trabajo.

Respiro hondo un par de veces al observar lo que acabo de hacer, tranquilo de no haber reventado algo importante.

-Oye, jefe...- Llamo la atención del jefe de guardias y me quedo un momento callado observando a los municioneros haciendo su trabajo. Las manos casi han dejado de temblarme, y tengo especial cuidado en no mirar a nadie a la cara y en mantener un tono de voz neutro.- ¿Limpio un poco más mientras esperamos o es mejor no tentar a la suerte?.

¿Q… Qué coño es eso? – dice incrédulo sin dirigirse a nadie y a todos los miembros del vagón a la vez.

¡OE! AHÍ HAY UN PUTO KABANE CASI TAN ALTO COMO LA JODIDA RYUGUJOU. – No aparta la mirada de la mirilla de su rifle, atento por si su objetivo vuelve a asomar – Bueno, un kabane o lo que cojones sea, porque he visto cómo le han llenado de plomo y el hijo de puta sigue andando como si nada. Tsk… Para colmo parece que tiene varios corazones.

>> En serio, ¿QUÉ MIERDA ES ESA?

Mueve la válvula de regulación de su caldera para aumentar temerariamente la presión del próximo disparo*. – Se ha metido en el paso del siguiente vagón, entre el octavo y el noveno. Si no tenéis una propuesta mejor, lo único que se me ocurre es tratar de reventarlo con un disparo de mayor potencia.

Comenzando a sudar ligeramente ante una amenaza tan cercana y que todavía no sabe cómo eliminar, continúa, tratando de dar la mayor cantidad de información posible a los veteranos – El hijo de puta también lleva una jodida barra de metal casi tan grande como mi polla.

>> Y no creo que sea un kabaneri, es un puto kabane enorme que sabe utilizar armas. Pero QUÉ cojones…

Impaciente comienza a acariciar el gatillo, esperando a que el característico brillo de uno de los corazones del monstruo se ponga a tiro.

Estoy encerrada en mi camarote - explica la mujer - Los kabane no pueden entrar pero yo tampoco puedo salir. La comida se me acabó hace días y me siento muy débil... ¿Dices que también os sabotearon? ¿También recibisteis amenazas del Kokuryukai (1)?

Arisa nota un estremecimiento en la mente de Ryushun. Sin duda ese nombre significa algo para él, aunque por el momento opta por guardar silencio.

La imagen de un rostro aparece en la mente de Arisa, de expresión arisca y despectiva marcada por una cicatriz en el lado izquierdo

Mi mecánico. Se llama Gennosuke. Tuve que contratarlo para este viaje porque el que tenía me abandonó en la estación de Utsunomiya... Bueno, no. Simplemente desapareció sin más...

¿Te has dado un golpe en la cabeza, chico? - responde Shimazu - ¿De qué demonios estás hablando? (1)

El interfono vuelve a sonar, pero esta vez es una voz de mujer totalmente aterrorizada - ¡Shimazu-sama, ayúdenos! - de fondo se escuchan unos potentes golpes de metal contra metal - ¡Un k... kabane enorme está echando la puerta abajo! ¡Sálvenos, se lo suplico!

¡MALDICIÓN! - grita Shimazu. Se dirige hacia la puerta posterior del vagón, que aún no ha sido alcanzada por los kabane, y se dispone a abrirla - ¿Alguno de vosotros viene conmigo?...

Al entrar en la sala de máquinas Hideo encuentra un cadáver vestido con un mono de mecánico cuyo pecho ha sido reventado por una bolsa suicida que alguien le puso en la espalda. El cuerpo está hinchado y tiene un color entre el verde y el negro, además de estar repleto de gusanos e insectos carroñeros. Debe llevar semanas ahí tirado. Tras taparse la nariz con un pañuelo el mecánico empieza a trabajar en el motor...

Hideo se pierde en las profundidades de la sala de máquinas mientras Yûki manipula la radio para ponerse en contacto con Tomohiro e informarle de la situación.

Me alegro de que hayáis llegado bien - dice su voz desde el otro lado - Escucha: he hablado con el puesto de control de Mibu y dicen que van a enviar a una conductora para mover la Lady Lovibond. Ya deberían estar ahí.

En ese momento se escuchan unos fuertes golpes en la puerta de la locomotora...

¡Abrid la puerta! - exige el hombre con voz autoritaria sin dejar de golpear la puerta - ¡En nombre del gobierno de Mibu, dejadnos entrar inmediatamente!

La pesada puerta de la locomotora es abierta por una chica joven con aspecto de soldado que lleva a la espalda un rifle de vapor y una katana en la cintura.

Ella también observa con cautela a los recién llegados: un hombre alto y larguirucho con ropas sencillas de estilo militar que porta una katana de hierro kabane, y una chica joven con gafas vestida de forma similar.

Soy el capitán Hajime Saito, de la guardia de Mibu - se presenta el hombre - Ella es Lyashi Korusu, la conductora de la que le hablamos a tu señor ¿Habéis conseguido reparar el motor?...

Me dirás qué sé para decírselo a los valientes que vayan jejeje

Durante sus investigaciones sobre los kabane Takeshi se ha encontrado con multitud de historias increíbles, algunas tanto que resultaba obvio que eran mentiras o exageraciones. Sin embargo la descripción de Kotaro coincide con algunos rumores que el joven erudito había descartado por considerarlos una patraña: algunos kabane poseen la facultad de fusionar sus cuerpos entre sí para formar una entidad de mayor tamaño, mucho más fuerte y poderosa que un kabane normal. Aunque se le ha dado muchos nombres a esta criatura el más común de ellos es el de "Fundidos"...

-¿Cuanto tiempo llevan aquí?- era algo que simplemente no me había preguntado hasta ese momento y que me hacía cuestionar como había aguantado la ciudad con la puerta abierta desde hace tanto tiempo, aparte que estaba claro que no se había suicidado sino que lo habían rematado. En fin, nada descabellado si lo habían mordido y el hombre no se atrevía a suicidarse( nada por lo que culparle, la verdad). Estas dudas quedan apartadas rápidamente ante el hedor del lugar que casi me hace vomitar.

Haciendo de tripas corazón y procurando tocar lo menos posible el muerto empiezo a buscar la avería.

Me quedo callado un momento al escuchar a Kotaro y luego estiro el cuello todo lo que puedo a través de una de las aberturas, intentando ver lo que él dice que ha visto. Sin éxito.

Empiezo a pensar si desde mi posición podría disparar a la monstruosidad esa, pero lo veo demasiado peligroso, corro el riesgo de darle al vagón. Me giro hacia Shimazu-sama y carraspeo.

-Creo que no tiene ninguna conmoción, jefe.- Digo con un leve tono de sorpresa, curiosidad e inquietud. Y curiosidad, joder claro que quiero ir a verlo.- Pensé que eran patrañas pero al parecer no.- Empiezo a hablar más rápido, sé que el jefe de guardias sólo quiere saber dos cosas: qué es y cómo matarlo. Probablemente sólo quiere saber la segunda, pero bueno...- Algunos kabane pueden unirse unos con otros y formar un organismo mucho más grande, fuerte y al parecer inteligente al que suelen llamar “Fundido”. Como son varios kabane juntos el bicho debería tener varios corazones...supongo que hay que destruirlos todos para borrar a la bestia del mapa.- Dirijo una mirada llena de duda a los rifles y luego al cañón, preguntándome si podríamos moverlo.- Esto...para matar a esa cosa vamos a necesitar un petardo más grande que los que lanzáis con los rifles...¿Tenemos algún armatoste de asedio que podamos mover, jefe?.

No, pero tengo un plan: intentar que esa cosa se aleje del vagón lo suficiente como para que puedas volarla en pedazos. Podemos utilizar el Chisai Ryu y dispararle con la Gatling hasta que nos haga caso. Otra opción es subir al techo e intentar que me siga hasta ahí para que puedas dispararle ¡Minami! ¿Crees que podrás conducir en esas condiciones?

P... pero señor - titubea el soldado - El cañón de vapor es demasiado potente y no soy tan buen conductor como Koizumi-sama. Yo...

¡Bah, excusas! - le interrumpe el otro - Vaya con los jóvenes de hoy en día. Es encogéis de miedo en cuanto las cosas se ponen un poco difíciles ¡Espabila, chico! Si no hacemos algo vamos a perder a todos los tripulantes de ese vagón ¡Kotaro! ¿Qué dices tú? ¿También eres una gallina?...

- Si los kabane no pueden entrar, de momento estás a salvo. Encontraremos la forma de sacarte de allí cuando hayamos conseguido despejar la zona. - responde Arisa, algo aliviada, aunque lo que dice a continuación la deja un poco confundida, más aún por la reacción de Ryushun - ¿Kokuryukai? Que yo sepa no recibimos amenaza alguna, pero hemos tenido varios problemas con el motor y asaltos... Y ese mecánico, ¿dónde está ahora? Podría tratarse del saboteador si apareció de forma tan conveniente... - añade, sin darse cuenta en el momento de que tal vez ha sido demasiado sincera con ella. Tras unos instantes, la joven intenta cambiar de tema, intentando arreglar su torpeza anterior - Si hay alguien más que te preocupe, podemos intentar buscarlo. O por lo menos avisar a los demás del vagón en el que estás para que te saquen de allí lo antes posible.

No me he dado ningún… -- mientras respondía a Shimazu suena la voz desesperada de la mujer por el interfono -- …golpe en la cabeza…

A continuación escucha la intervención de Takeshi – Patrañas… ¿Por qué cojones iban a ser patrañas?

La explicación sobre los “Fundidos” le dejó con una sensación de inquietud bastante incómoda. Parecen existir tantos kabane como ratas, y con solo un puñado de ellos “fundidos” las armas convencionales dejan de ser efectivas. -- ¿…Qué pasará si llega el día en que comienzan a fundirse en masa? ¿Cuál es el límite de kabanes “fundidos” en una única criatura? ¿Por qué coño no existe ya algo más que unos putos rifles de mierda para contrarrestar esta amenaza?

En cualquier caso, la completa respuesta de Takeshi le elevó un poco más dentro de su ránking de personas útiles en la Ryugujou. – Al final el poca-cosa será útil de verdad y todo.

Ante la pregunta y provocación de Shimazu, Kotaro permaneció unos segundos callado. Nunca le hizo ninguna gracia arriesgarse en combates en los que no tiene la ventaja, mucho menos si la amenaza es un monstruo que no puede matar por sí mismo. ¿La gente del resto de vagones? No les debía nada, ¿por qué debería jugársela por ellos? Además, ya sabían dónde se metían al iniciar este viaje…

…Sin embargo, haber aceptado embarcar en esta misión suicida no tendría ningún sentido si vuelve a Kongoukaku con la fama de cobarde. Sintiendo cómo su propio instinto de supervivencia le maldecía, responde a Shimazu con tono fanfarrón.

Salir de aquí roza la desobediencia ante la orden de Tomohiro de sellar los vagones. ¿Estás seguro de que lo quieres hacer? -- busca molestar al jefe de guardias señalando una posible falta de disciplina, queriendo devolvérsela por preguntarle si es un gallina – Menos mal que entre vosotros hay alguien con pelotas y fama de no someterse a nadie más que a sí mismo – reduce la presión de la caldera hasta un nivel adecuado, baja de la silla y busca equiparse con dos katanas y un segundo rifle.

Ya que las probabilidades de supervivencia no variarán mucho una vez fuera del vagón, ya sean uno, dos o cinco soldados ahí fuera, trata de forzar una situación en la que sea él quien se quede con la mayoría de la gloria en caso de que todo salga bien – Los demás podéis quedaros aquí, no hay necesidad de que os arriesguéis a que vuestro honor quede manchado por una posible desobediencia. Puedo hacerme cargo yo solo.

>> Tampoco es necesario arriesgar la Chisai ni el arma del demonio que incorpora. Ese monstruo simplemente busca sangre; le enseñaré que puede conseguirla fácilmente justo delante del cañón que debe disparar el ratón de biblioteca – señala a Takeshi con la mirada --. Además, quiero ver con detalle cómo un disparo a bocajarro de un cañón de artillería lo hace estallar en mil pedazos – inevitablemente, si tenía algún compañero que siempre le ayudaba a superar situaciones de gran estrés psicológico ése era su sadismo.

Una vez está completamente armado, estira los brazos hacia el techo y agarra una escotilla. Antes de abrirla observa a los demás, por si tienen algo que decir.

- Vaya modales - murmuró con los ojos entrecerrados fulminando a aquel hombre con la mirada, para acto seguido sonreir con aspecto dulce e  inocente.

- Yo soy Yûki, guardaespaldas del gran señor, Mogami Tomohiro - alzó la palma de su mano derecha para saludar antes de enlazar ambas a su espalda mientras se balanceaba sobre sus pies, provocando que su minifalda bailara al compás - Pues todavía no he aprendido a ver através de paredes, ni a leer mentes, así que creo que tendremos que esperar que el mecánico vuelva y nos de su veredicto. No creo que tarde - ladeó la cabeza mientras miraba con curiosidad a la muchacha de gafas

- Nuestra hayajiro también es dirigida por una mujer - dijo con orgullo - Seguro que le caeria bien - puntualizó como si aquello fuera algo relevante o necesario

- Salva Mibu... - recordaba Lyashi mientras los golpes en la puerta del Capitán Hajime Saito resonaban con fuerza en sus oídos.

Suzume había sido una buena compañera, fiel y amable, en el poco tiempo que habían estado juntas. Lamentaba tener que dejarla atrás, en aquel horror, se sentía más segura con ella a su lado...aunque el aura de autoridad y amenaza que desprendía el capitán eran suficientes como para dejar en segundo plano a cualquier otro conocido hasta ahora.

La situación estaba peligrosamente cerca de descontrolarse, pero Lyashi aún tenía las palabras de Lady Tomoe en mente - Doy gracias al cielo porque estés aquí, muchacha. - con su orgullo por las nubes como nunca, estaba erguida al lado del hombre militar cuando la puerta se abrió y una menuda muchacha, con aspecto de soldado, pelo negro como ala de cuervo les miró, primero fulminando al hombre con la mirada y después dulcificando su rostro en una risueña sonrisa, casi inocente.

La forma de contestar de la muchacha al Capitán Saito auguraba un cabreo monumental por parte de éste, con lo que Lyashi, intentando minimizar de alguna forma el impacto y de paso, agilizar su entrada a la Lady Lovibond, dio un paso al frente y con una ligera reverencia respetuosa saludó a su interlocutora. La forma en que ella le recibió le causó una cierta conmoción, pues le estaba mostrando respeto, algo demasiado nuevo aún para Lyashi. - Bienhallada Yûky-San. - le dijo, esforzándose por pronunciar bien su nombre, pues en su profesión había aprendido que a la gente le gustaba ser escuchada, no oída, y una forma de demostrarlo era prestar atención a su nombre. Había gente que se molestaba mucho si lo decías mal...y eso era malo para el negocio. - Déjeme decirle que es un honor estar aquí. Lo que Hajime-Sama quiere decir es que es de vital importancia mover la Hayajiro para que las puertas de Mibu se puedan cerrar cuanto antes, por lo que os estaría profundamente agradecida si, mientras esperamos a su mecánico, me acompaña hasta la cabina de control para que pueda familiarizarme con la Lady Lovibond, por favor. Cualquier segundo que ganemos es esencial para evitar la pérdida de más vidas...y seguro que ella me caería bien. ¿Qué le ha sucedido? - le dijo, terminando su frase con una sonrisa amistosa.

Se recolocó en el hombro las correas, tanto de la ballesta como de la caja con los medicamentos y hierbas, apartando a un lado la katana que le molestaba en la cintura. El pequeño zurrón que llevaba colgando al costado contrario parecía contener algo voluminoso, pero ligero.

Quería entrar cuanto antes para ir a la sala de conducción y poder ir admirando la Hayajiro.

Siguiendo un impulso, le dijo al capitán - Capitán, dígale a Fukui-Tono que lo conseguiré. -