Partida Rol por web

Izume responde con pasión a los besos de Sakura. Una mano le agarra las nalgas mientras la otra le acaricia la espalda provocando un excitante cosquilleo. Cuando ella hace ademán de apartarse rueda para ponerse encima la besa en el cuello.

¿Y cómo lo harías? ¿Cuál crees que es el mejor modo de actuar?

El verdadero creador de esas capas es un científico llamado Ohsumi Masanobu, al que Kaibuki mantiene encerrado y obligado a trabajar en alguna parte de su castillo. Aún no sé cómo sacarlo de ahí sin provocar una guerra en la estación...

Unos fuertes golpes en la puerta interrumpen la conversación.

¡Señor! - grita alguien desde el otro lado - ¡Está entrando una hayajiro cuya llegada no estaba prevista! ¡Dicen que es una situación de emergencia!

Izume lanza un bufido irritado, pero se levanta y empieza a vestirse rápidamente - ¡Llama a la patrulla! ¡Los quiero abajo cuando haya terminado de vestirme!

¡Sí, señor!

Espero que esa "emergencia" no consista en un montón de kabane devorando a los pasajeros - rezonga Izume - Sakura... Sé que lo que te he contado es una traición a nuestro señor y podrían ejecutarte si te ves implicada. Si quieres mantenerte apartada lo entenderé.

Izume está pasando por alto la posibilidad de que ella le traicione y se lo cuente todo a Kaibuki. Algo así es justo la excusa que el noble necesita para quitarse de en medio el problema que representa...

En cuanto llego al cañón me quedo parado con gesto de estupefacción. No puedo usarlo porque la chiquilla ha hecho un bypass, inutilizándolo temporalmente.

Con rapidez Me quito la chaqueta y me remando la camisa, mirando cómo puedo volver a reconectarlo de la manera más rápida y eficiente posible. Me muerdo el labio un segundo al ver los cables, terriblemente asustado de no ser capaz de hacerlo. Uno de los problemas de trabajar con un equipo en concreto es que ya sé cómo hacen las cosas, y los procedimientos transcurren de una manera predecible y casi perfecta. Doy un suspiro de alivio al darme cuenta de que a pesar de que no conozco su forma de trabajar parece que la morenita sabe lo que hace aunque (como prácticamente todas las mujeres) ha hecho varias conexiones extrañas y casi innecesarias. Me lleva un poco más de lo normal pero logro reconectar todo adecuadamente, a pesar de que me hago un corte en el dedo por las prisas.

-¡Buen trabajo, mujer!.- Comento en voz alta para que se me oiga fuera. Al final decido darles un aviso de que me voy a poner a disparar mientras me encaramo al arma.- ¡AQUI VOY!

Cuando estoy apunto de llegar puedo ver saltar a Yûki de un vagón bastante más cercano y realizar justo lo que me proponía. Por suerte también me fijo en como el arma de Shimazu se clava delante mía. Sin dudarlo ni frenar recojo la no-dachi y la pongo en ristre como le he visto hacer miles de veces al capitán atravesando hasta el fondo la no-dachi en el corazón del kabane más cercano y saliendo el filo por su espalda acompañado de llamas azules, señal inequívoca de que había muerto. Aún temía lo que me había pasado pero ahora no era momento para dudas y el objetivo estaba claro.

Acto seguido me impulso en el monstruo sin vida para dar un salto sacando el arma y caer sobre otro de los kabane perforando su caja torácica sin ningún esfuerzo y que este segundo comparta el destino del anterior. Por último y manteniendo una velocidad imposible giro sobre mi mismo para volver a librar el arma y lanzo una última estocada contra el último que queda en pie, lamentablemente este último golpe rebota contra su coraza dejándome algo desequilibrado. Momento en el que me doy cuenta que no aún no había oído la detonación del cañón, lo cual me tensa esperando tener que alejarme en cualquier momento.

De un salto la mujer se pone en pie y comienza a vestirse con rapidez y en silencio mientras escucha al hombre pero sus últimas palabras hacen que se detenga y le mire con fijeza antes de acerarse a él y pararse justo delante esperando que él la mire

-"¿Al margen?¿Yo?Sabes que eso es imposible,necesito acción y esto promete ser interesante.Te ayudaré,Izume,cuenta conmigo y con mis explosivos"-dice con una amplia sonrisa antes de darle un último beso rápido-"Y ahora vete,te están esperando.Yo iré un minuto después"-le da una palmada en el trasero y se aleja de él para acabar de ponerse su chaqueta y buscar sus armas con tranquilidad mientras él se dirige a ver qué quieren los de la hayajiro.Ella irá tras él unos instantes después,los suficientes para que nadie sospeche que estaban juntos

YÛki habia sentido el impulso extra y no supo bien si habia sido cosa de Sachiko, de Arisa o de Lyashi. Solo entonces fue consciente de que estaba rodeada de gente muy poderosa, y ella una simple humana. Se apartó de la mujer y le examinó el rostro y los brazos - ¿te han mordido? ¿y al bebé? - le hizo una seña para que se girara mientras desenfundaba su rifle mientras ella estaba de espalda.

Tras comprobar aquello la instó a agacharse para ser menos visible desde abajo mientras ella oteaba los alrededores del tren en busca de la aparición de más kabanes*
 

El último kabane que queda en pie trastablilla hacia atrás por el golpe fallido de Hideo y un par de pasos más cuando un certero disparo de Shimazu arranca un montón de chispas azules de su jaula cardíaca. Se tambalea por un segundo pero en seguida vuelve a equilibrarse dispuesto a despedazar al mecánico...

Estamos bien - responde la mujer aferrándose a su hijo - No nos han mordido...

Abajo hay dos kabane muertos a causa de Hideo y uno retorciéndose en el suelo apresado por los tentáculos negros de Lyashi. El último acaba de recibir un disparo de Shimazu que no ha acabado con él...

En cuanto la mujer está a salvo, Arisa puede centrarse en el resto de los kabane. Hideo ya había acabado con dos y a la psíquica le resulta complicado seguir sus movimientos, pero por suerte para ella, sólo queda uno tras el disparo de Shimazu. Sin tener que pensarlo mucho más, fija su mirada en él y levanta el cuerpo del kabane a pocos centímetros del suelo, dejando sus brazos y piernas extendidos, lejos de poder hacer daño a alguien. El cuello del mismo se echa hacia atrás hasta quebrarse, apartando los dientes de quien sea que vaya a atacarle. Venga, sólo queda uno...

El espectáculo del último kabane es grotesco y sangriento: levitando a poca distancia del suelo su cabeza gira hacia un lado mientras el cuerpo lo hace al contrario. Se oyen chasquidos y crujidos a medida que los músculos y huesos se van rompiendo hasta que la cabeza se separa del cuerpo dejando salir un chorro de sangre brillante a presión por el muñón del cuello. Poco después el corazón del último kabane explota dentro de su pecho y los tentáculos de Lyashi desaparecen.

¡Eh, tú, maldito idiota! - grita alguien desde la salida de los andenes - ¡Alto ahí!

El que habla es un hombre con uniforme militar cubierto con una capa de cuero gris. Le acompaña media docena de soldados también ataviados con capas grises. Dos de ellos portan dos pértigas en cuyo extremo hay una lazada que rodea el cuello de sendos kabane. Por algún motivo desconocido los dos monstruos ignoran a los humanos que los sujetan y estiran los brazos hacia Hideo. Los otros cuatro apuntan al kabaneri con rifles de vapor mientras se acercan a la Ryugujou.

¿Qué demonios crees que estás haciendo? - el hombre vuelve a interpelar a Hideo - ¡No sólo has ayudado a una peligrosa alborotadora sino que también has dañado la propiedad de Kaibuki Tsutomu, gobernador de Okayama! ¡Suelta esa espada y ríndete!...

La mención del nombre del gobernador de Okayama sorprende a Yûki. Que ella recuerde los Kaibuki sólo eran una familia de mercaderes con más ambición que sentido común ¿Qué habrá pasado con el gobernador Okamoto?

Tomohiro observa en silencio el desarrollo de los acontecimientos - No lo entiendo. La estación no parece estar infestada y en cambio acabamos de ver a cuatro kabane atacando a esa mujer ¿Qué está pasando aquí?

Los gritos del soldado le hacen fruncir el ceño - Esto ya es demasiado - maldice mientras sale del vagón a toda prisa...

El cañón gira con una lentitud exasperante mientras el vapor alcanza la presión adecuada. Para cuando Takeshi ha conseguido apuntar a la zona de la pelea entre Hideo y los kabane ya ha terminado todo. O no... El que a todas luces es el jefe de los guardias y el que ha azuzado a los kabane contra esa pobre mujer aparece sorprendiendo a todos con su pequeño truco.

En su cabeza Takeshi descarta rápidamente que hayan podido amaestrar a los muertos vivientes. El secreto tiene que estar en esas capas grises que llevan. Muchísima gente ha intentado descubrir una manera de mantenerse oculto de los kabane y hasta ahora todas han sido en vano. De alguna manera los kabane siempre saben dónde hay una presa viva incluso cuando están privados de uno o más de sus sentidos. Así que Takeshi mira con detenimiento las capas de los soldados hasta que cae en la cuenta de un detalle importante: su tono gris oscuro es idéntico al del hierro kabane...

Muchas gracias Sakura - Izume la besa tiernamente en los labios antes de salir corriendo de la habitación.

Andenes de Okayama

Tras vestirse apresuradamente y coger sus armas y su capa muerta Sakura se dirige corriendo hacia los andenes. Cuando llega sólo tiene que seguir la dirección de los gritos iracundos de Izume para reunirse con su patrulla.

... pero es una alborotadora, señor - intenta explicarse Tokisaki - Nosotros...

¡IMBÉCILES! - le corta Izume - ¡Habéis soltado a los kabane delante de una hayajiro que no conoce los procedimientos de la estación! ¿Quién ha dado la orden?

Kirishima, señor - responde Tokisaki bajando la mirada

Izume deja escapar un gruñido. A Sakura no le sorprende que se trate de ese maldito sádico que además también es el topo de Kaibuki en la patrulla de Izume. No hay cosa que le guste más a ese bastardo que "ajusticiar" a los criminales en el acto haciendo que sus kabane los devoren vivos.

El primer día que Sakura llegó a Okayama él le prometió que ascendería muy deprisa si se abría de piernas.

Hay que solucionar esto rápido - Dice Izume - Okamoto, sube a la cabina y envía instrucciones al señor de la hayajiro. Que ningún tripulante se apee hasta que esté todo controlado. Los demás, preparad los rifles y venid conmigo ¡Vamos!

Cuando Izume, Sakura y los otros soldados llegan a las vías encuentran una situación bastante distinta a la que esperaban. A unos metros de la hayajiro hay un joven con ropas de mecánico que sostiene una no-dachi (1) de hierro kabane entre las manos. A sus pies yacen los restos de tres kabane. Uno tiene un agujero donde debería estar su corazón y los otros dos han sido despachados con la espada. El cuerpo de un cuarto flota en el aire mientras su cabeza arrancada rueda por el suelo.

Kirishima y su grupo de matones ya se dirigen hacia el mecánico para detenerlo. Sakura deja que Izume se haga cargo de dar las órdenes mientras ella estudia la situación: la hayajiro es de tipo pesado, lenta pero con un blindaje extremadamente sólido. Sobre el techo de uno de los vagones centrales hay una mujer que sostiene a un bebé en sus brazos, acompañada por una soldado que está apuntando a Kirishima con un rifle de vapor.

Asomando por la barandilla de uno de los vagones se encuentra un hombre grande y muy musculoso que también lleva un rifle de vapor en las manos y por su expresión se diría que tiene muchísimas ganas de usarlo. Pegada a sus piernas hay una niña de unos diez años que observa la escena con extraña expresión de apatía.

Un movimiento en el extremo de la hayajiro llama la atención de Sakura. Su corazón da un vuelco al descubrir que en el vagón de cola hay un cañón de vapor doble. La potencia de esa arma es suficiente para reducir a pedazos cualquier parte de la estación que pueda alcanzar. Y ese cañón está apuntando ahora mismo hacia Kirishima...

Arisa frunce los labios al ver cómo los tentáculos de Lyashi destruyen por dentro al kabane que se había detenido al principio. Ella también había hecho cosas desagradables, pero no se había dado cuenta de que se veía de esa forma tan horrible. La aparición de un hombre viniendo desde los andenes la desconcierta, pero su mandíbula se tensa al ver que vienen con dos kabanes, atados como si fueran perros de presa. Su vista se dirige un momento hacia Sachiko, recordando que ella había pasado por una tortura como esa cuando la salvaron de esos bandidos. 

¿Alborotadora? Mira extrañada a la mujer que ha subido al techo junto a Yûki y luego suelta un bufido al entender que esa "propiedad" eran esos cuatro kabanes. Viendo que Tomohiro abandona su estancia, Arisa suspira y mira al kabane que ha dejado suspendido en el aire. Si lo suelto podría volver a atacar, pero no puedo quedarme aquí...

- Maldición... - gruñe la psíquica, visiblemente cansada. 

Con un gesto de mano, aparta el cuerpo del kabane varios metros lejos de los demás, esperando que al menos tengan una oportunidad si el condenado decide moverse. Rápidamente baja a sus aposentos a recoger su arco, antes de seguir a Tomohiro al exterior...

No sé si lo que más me asustaba era que ellas pudieran hacer eso o lo rápido que me estaba acostumbrando a ello. Pero tampoco es que tenga mucho tiempo para pensar en ello o incluso sobrecogerme ante el dantesco espectáculo que probablemente me estaban dando las dos psíquicas de la hayajiro.

Pues rápidamente entran un grupo de soldados, para controlar la situación. O eso parecía pues según su jefe va hablando mi cara es un poema que va pasando de la sorpresa a la incredulidad para terminar en cólera. Al menos la cólera era fría y pude disfrazarla hasta cierto punto con una expresión más o menos calmada.

Por un momento considero darle un buen golpe pero sus compañeros apuntándome con los rifles y el hecho de que sirvan al señor de la zona me hace considerar usar un poco de mano izquierda, y ya no hablemos de que lleven kabane como si fueran animales de presa. Por lo que bajo el arma aunque sin soltarla y con mi mano libre señalo al vagón artillado para llamarles la atención sobre él.

- Si me disparáis sin más mi compañero allí apostado no dudara en devolvérosla con creces. Personalmente no me apetece morir y estoy seguro que vosotros tampoco.- le digo al energúmeno sin moverme del sitio e intentando que mi voz no deje clara la opinión que estoy teniendo de la situación.- Si esta "mercancía"- no puedo evitar escupir la palabra con bastante desagrado.- está en este estado es porque amenazaba la hayajiro de mi señor. El cuál estoy seguro que estará dispuesto a negociar con el vuestro sobre como resolver esto de una manera pacífica sin que todos saltemos por los aires...

Sakura frunce el ceño ante la soberbia de aquel hombre pero su respuesta mordaz queda trabada en su garganta al ver aquel cañón doble por lo que amartillando su arma se acerca hasta Izume para susurrarle lo que ha visto ignorando los cuerpos del suelo y el sin cabeza volador.A ella esas cosas es la sudan así que poco le importa su muerte

-"¿Eres tú quién está al mando?Porque quizás no deberías amenazarnos con dispararnos cuando acabáis de irrumpir en nuestra base,seguro que muchos morimos pero te aseguro que seguimos siendo más que vosotros,además ¿tan poco aprecias la vida de un bebé para encararte de ese modo a nosotros?"-trató de ganar tiempo para que Izume reorganizara a sus hombres antes de proseguir-"¿Para qué habéis venido?"-pregunta al hombre que ha hablado

La tensión era enorme, pero podía aguantarla, a pesar de que el dolor amenazaba con hacerle olvidar todo y gritar como una loca...pero su fuerza de voluntad se sobrepuso y finalmente el Kabane cayó al suelo, muerto definitivamente. Durante unos momentos se había sentido impotente al poder detener sólo a uno de aquellos monstruos, pero la rápida reacción de sus compañeros hizo que pudiera concentrarse en el que había atrapado con su poder. Suspiró con alivio cuando vio como la mujer y su hijo eran puestos a salvo por Yûki. 

- Debo mejorar...debo poder detener a más... - pensó, mientras veía con un sentimiento de indiferencia como el último Kabane era destrozado por el poder de Arisa-san. 

Su mirada se fijó en los hombres armados que se estaban acercando, y no dio crédito a lo que veía. No podía creerlo, pero lo tenía delante de sus ojos y no había forma de estar equivocada. Aquellos malditos llevaban unos kabanes como si fueran perros de presa o algo similar, azuzándolos hacia Hideo con total tranquilidad e indiferencia. Sus palabras le decían que aquello era una práctica habitual, y algo le decía que la tal alborotadora era una de las tantas víctimas inocentes que sufrían en aquel lugar, con un terrible presentimiento sobre lo que estaba pasando allí. 

Hideo contestó con soltura y diplomacia, a pesar de la extraña situación, y se había adaptado a gran velocidad a los sucesos...pero una soldado trató de no dejarse intimidar por sus palabras, contestando de modo totalmente cínico. 

- ¿Cómo se atreve a decir eso de Hideo, si ustedes han lanzado a esos Kabanes contra la mujer y el bebé? ¡Será cínica e hipócrita! - pensó desde su lugar. Decidió no exteriorizar sus sentimientos, ya había metido la pata y tenía a varios de sus compañeros enfadados con ella, así que más le valía empezar a hacer las cosas bien. 

Se preparó mentalmente por si tenía que intervenir, aunque esperaba no tener que hacerlo. 

Se aseguró que la mujer se hubiera agachado tal y como le habia pedido y luego comenzó a prestar atención a lo que estaba sucediendo allí abajo. Algo habria sucedido para que el anterior gobernador ya no estuviera, pero...  Se tumbó boca abajo, pero con los codos apoyados para sostener el rifle en sus manos y preparada por si tenia que disparar.

Su cuerpo se tensó y el estómago se le contrajo al ver a cierta persona entre aquellos soldados. El cañón del arma viajaba de su objetivo hasta la chica que se había acercado a él.

- ¿Mujer, Que ha pasado con el gobernador Okamoto? - su pregunta brotó en tono bajo hacia la mujer que tenia al lado. Podrian escucharla y no le importaba, pero antes de interrumpir lo que sucedia allí abajo queria asegurarse. Sobre todo si estaba él allí abajo.

Al parecer había más gente que quería unirse a la fiesta y la nueva hace que los ojos me brillen de pura rabia mientras intento mantener la compostura un poco más.

- Supongo que hasta que venga alguien más lo estoy pero soy un simple mecánico. Un mecánico al que tus compañeros han amenazado con sus rifles cuando ha acabado con unos kabane que no solo atacaban mi hogar sino que, a no ser que en esta ciudad los hayáis entrenado para ser niñeras, estaban a punto de devorar a ese bebé que tanto parece importarte. Por cierto de nada por salvar su vida.- digo ahora sin disimular mi tono cabreado en la voz.- Lo único que he pedido es que esos idiotas bajen sus armas y aún estoy esperando...

Fue obligado a abdicar por Kaibuki-sama - abraza a su bebé con fuerza y lo arrulla para calmarlo - Ya, ya, Yuuto-chan. Ya estamos a salvo - mira a Yüki con ojos suplicantes - Porque estamos a salvo ¿Verdad? No nos entregaréis a los guerreros grises. A mí me convertirán en una gris y a él se lo comerán. Por favor - lágrimas de miedo le embadurnan el rostro - Haré lo que sea...