Partida Rol por web

- ¡IIIAAAAAAAAAAAAHHHHH! ¡QUÍTAMELO! ¡QUÍTAMELOOOOO!

La psíquica cae de rodillas chillando y tirándose del pelo, intentando arrancar ese pitido infernal de su cabeza, sacudiéndose del agarre de Suzume e ignorando las palabras de Yûki. El pitido dura unos segundos más, que se le hacen eternos a Arisa, hasta que llega un momento en el que sólo oye sus propios gritos y termina apagando su voz, con la garganta dolorida. 
Poco a poco, se da cuenta de que no puede ver nada y sus manos tantean en la oscuridad, percatándose también de que ha perdido la fuerza que la unía a los dos que debía lanzar. Da un respingo al notar las manos de Suzume sobre sus hombros y se queda temblando unos instantes, hasta escuchar su voz y la de Yûki gritando órdenes.

- Asano-san... y Kinomoto-san... ¿do... dónde están? - murmura con la voz temblorosa, aferrándose con una mano a la de Suzume. He... ¿fallado? ¿Están muertos? ¡¿No puede ser, verdad?! - ¡¿Adónde les he lanzado?! ¡¿Quién nos ataca ahora?! - la psíquica intenta buscar algo más a su alrededor pero sólo nota el techo metálico de la Ryugujou bajo su mano. 

Fuera cual fuera la prueba a la que lo estaba sometiendo Airin queda claro que Kotaro la ha superado cuando ella relaja los hombros y se permite mostrar una mueca parecida a una sonrisa de confianza.

Tú dirigirás el tanque y saldrás a recibir a la Ryugujou. Tenemos proyectiles especiales capaces de atravesar el blindaje de los vagones e inundarlos de niebla roja. Tu primer objetivo será el vagón artillado, que deberás neutralizar sin previo aviso. Después conminarás a la tripulación a rendirse. Los pelotones de infantería que te acompañarán capturarán a los que te obedezcan, pero deberás exterminar sin vacilación a quienes se resistan - su sonrisa se amplía y le ofrece a Kotaro una elaborada insignia para prender en el uniforme - Bienvenido a Die Kriegshunde, Kommandant Zweihänder. No te olvides de recoger tu arma antes de salir...

A pesar de la larga distancia el disparo de Yûki destroza la pelvis del monstruo más rápido partiéndolo en dos. El torso desaparece rápidamente bajo la Ryugujou, que ni siquiera se estremece cuando las pesadas ruedas lo reducen a pedazos.

Sin embargo el otro kabane salta hacia un lado saliendo de la línea de tiro de Yûki. Al saltar fuera del puente extiende un grueso tentáculo azul desde su mano que le permite balancearse por el puente. Se escuchan varios golpes mientras el monstruo va enganchándose por los salientes de la Ryugujou mientras Yûki intenta adivinar por dónde atacará. La maniobra le lleva el tiempo suficiente como para que Arisa vuelva a recuperar su visión psíquica aunque el zumbido en su cabeza permanece como advertencia de lo que puede pasar si intenta volver a recurrir a sus poderes.

Mientras la psíquica se y empieza a levantarse el kabane aparece desde arriba y tras lanzar un tentáculo hacia la barandilla de la pasarela se abalanza sobre Arisa...

De alguna manera Hideo y Sakura se las arreglan para caer al agua sin romperse todos los huesos del cuerpo. Tras el desconcierto inicial y sacar la cabeza del agua el kabaneri y la soldado llegan nadando hasta la costa de Gunkanjima mientras la Ryugujou termina de entrar en la fortaleza poniéndose a salvo de los cañonazos de los barcos.

Su rumbo ha llevado a ambos a la base de la torre que se supone que debían destruir, un objetivo que ahora parece imposible ya que no tienen nada para escalar. Mientras Hideo ayuda a Sakura a salir del agua con su pesada carga de bombas percibe una presencia kabane. Al mirar a su alrededor se encuentra con la misma adolescente de piel blanca y ojos rojos que los atacó a Kagura y a él en Mibu.

Sus ropas están tan mojadas como las de ellos y carga con una pequeña mochila a la espalda. En su cadera derecha una pistola de vapor. La mano izquierda está cubierta por un guantelete de hierro negro veteado de rojo. Al ver la mirada de Hideo sobre ella, Nami cierra el puño izquierdo haciendo salir una afilada hoja del guantelete.

Vosotros no me interesáis - dice con voz monocorde - Mis objetivos son los hermanos Zweihänder. Salid de mi camino o morid...

Los disparos de Takeshi consiguen destruir la última torreta de largo alcance del acorazado y además inician un incendio espectacular. Puede que no haya conseguido hundir el barco pero desde luego van a pasar un buen rato entretenidos con las llamas. Las torres de la isla y el segundo barco siguen intercambiando disparos, pero la Ryugujou ya está traspasando las murallas y no le da tiempo a intervenir.

Fukui, el lanzamiento de Asano y Kinomoto ha fallado - Informa Tomohiro por el interfono - No dispares a menos que el enemigo inicie acciones hostiles...

La Ryugujou entra en el castillo de Gunkanjima con un chirrido de frenos y una lluvia de chispas que surge de entre sus pesadas ruedas. Tras ella el puente, debilitado por los disparos del acorazado y el paso de la pesada hayajiro, cae al mar haciéndose pedazos. El estruendo de su desplome se suma a los estampidos de los cañones de la isla intercambiando disparos con los acorazados del Kokuryukai.

La hayajiro se detiene suavemente en unos grandes andenes ante el edificio principal de la fortaleza, ocupados por varias filas de soldados armados con extraños fusiles sin caldera y parapetados tras barreras de sacos de arena. En el centro de las filas se encuentra un extraño vehículo blindado que se mueve sobre orugas, destacando entre los soldados como un pequeño coloso metálico.

Desde su posición Kotaro puede ver a Yûki, Suzume y Arisa luchando contra un kabane de más de dos metros de altura con placas atornilladas al cuerpo y cubierto por una extraña malla azulada.

Llegamos a la costa sin mayores problemas pero tampoco es que fuéramos cumpliendo con el plan como quisiéramos. Mientras estoy ayudando a Kinomoto-san del agua con las cargas explosivas noto una presencia y me giro con la mano en el mango de mi guadaña. Al ver a la niña no hago sino apretar con fuerza preparado para atacar cuando escucho su frase y casi me dan ganas de reír, la maldita bonsái no sabría lanzar a la gente pero lo que era predecir lo hacía con una exactitud peligrosa.

- Por mí no te cortes, puedes hacer lo que quieras con ese traidor y su hermana.- digo con un tono casi tan neutro como el suyo mientras suelto el arma y le hago un gesto a la soldado para que baje su arma.- Pero ya que tenemos objetivos en común, ¿por qué no hacemos una pequeña alianza? - no podía creerme lo que estaba diciendo, esta niñata casi había matado a Kagura... y sin embargo no tenía tiempo que perder en luchar contra ella. Por lo que señalo hacia la torre.- Nuestro primer objetivo es destruir esa torre, si lo conseguimos nuestra hayajiro podrá eliminar a la mayoría de soldados sin nada que realmente se le oponga, lo cual dejara a Airin Zweihänder bastante desprotegida, incluso si quieres te podríamos ofrecer una forma de salida que incluyera tu libertad.- añado encogiéndome de hombros mientras daba un palo de ciego.- Aunque si realmente estás de acuerdo con los ideales del Kokuryukai, lo dejamos en una simple alianza hasta que salgamos de la isla, ¿te parece?- lo más probable es que la chica se fuese sin más y pudiéramos seguir con la misión pero por intentarlo no se perdía nada.

- ¡Si! - grita triunfal acuclillada con una rodilla clavada en el techo del tren al ver su objetivo abatido. Pero hay otro y Suzume está atendiendo a la pobre Arisa como para encargarse de él, cosa que en parte agradece, por lo que desaparece de su visión.

Se incorpora con las piernas ligeramente separadas para afianzar su posición mientras intenta seguir los movimientos de aquel extraño kabane. A pesar de que no entiende como una de esas cosas puede hacer algo como eso sus ojos no muestran temor, si no que parecen fríos, cargados de determinación. No va a dejar que esa cosa siga viva mucho tiempo más.

Cuando lo ve aparecer, rueda sobre si misma, quedando justo a la espalda de Arisa para alzar su arma y apuntar justo en su metálico y pútrido corazón - Agachate Arisa-san - jadea justo antes de disparar milesimas antes de que alcance su objetivo. Si al final fallara el tiro y la pelirosa se agachaba, al menos sería ella quien recibiria el golpe

-"¡Me cago en su madre,en su padre,en todo lo cagable,puñetera bruja de mierda que casi nos mata!"-gruñe mientras sale del agua a rastras o más bien siendo arrastrada por aquel estúpido culo bonito-"Coño"-remata poniéndose en pie y comprobando su adorada lanzagranadas antes de fijarse en la paliducha aquella.La sorpresa es tal que casi no acierta a apuntarla con el arma aunque poco después la baja ante el gesto de Hideo-"¿Una kabaneri con sesera?No sabía que eso existía..."-murmura más para sí misma que para ellos-"Pero eso,niña,lo que él dice"-asiente a las palabras de Hideo-san.

Su objetivo era otro y ella ni siquiera sabía quiénes eran aquellos hermanos así que poco le importaba su suerte por lo que una alianza con aquella ¿cosa?se le antojaba factible...de momento

-Ahí tenéis.- Musito mientras ojeo lo que pasa en el acorazado.- Algo con lo que entreteneros.

La siguiente transmisión de Mogami-sama me deja un poco frío, pero bueno. Hay que adaptarse a lo que hay, después ya podremos meternos con Hideo y su ausencia de puntería. Escucho las órdenes en silencio mientras observo el exterior, ya que hemos atravesado las murallas y el puente se ha ido a tomar viento detrás nuestra. Vaya mierda de plan

-Vale, señor...- Comento con las manos aún en los mandos, preparado por si las moscas.- Me mantengo atento y a la espera.

Mientras no pase nada observo el vehículo que está enfrente de nosotros y el despliegue, atento a cualquier señal para abrir fuego.

Tras unos segundos, la psíquica consigue reponerse y se lleva la mano a la venda en un gesto inconsciente, volviendo a recuperar la vista y con ese zumbido aún en sus oídos. ¿Qué está pasando...? Apenas tiene un segundo para preguntárselo cuando ve aparecer un enorme tentáculo azul y a un kabane, su dueño, trepando por la Ryugujou hasta quedarse frente a ella. ¡¿Qué está pasando?!

Movida más por la sorpresa y el miedo, la psíquica se aparta a un lado a tiempo de esquivar un golpe del tentáculo que parece querer lanzarse contra ella. Oye la voz de Yûki y sólo le hace falta un vistazo psíquico a su espalda para ver el gesto de determinación de la chica. Sin una palabra, se agacha pocos instantes antes de que suene el disparo y apunta con el arco que ya llevaba a su espalda. 

La caldera del arco sisea al tiempo que una de las flechas sale disparada contra el corazón extraño kabane, clavándose justo al lado de una de las placas metálicas que lo rodean. Arisa toma aire y prepara otra flecha cuanto antes, pendiente de si se vuelve a levantar. 

- ¡Koizumi-san! ¿Cuál es el plan? - pregunta,  viendo que la Ryugujou se ha detenido y hay un extraño vehículo a su lado.

Kotaro no pudo evitar abrir los ojos con gran sorpresa. Sin contar con el orfanato, compuesto por gente que le conocía casi desde que nacieron, ésta era la primera vez que alguien confiaba tanta responsabilidad en él. -- ¿Comandante? ¿Alguien como yo? ¿Me dejas el liderazgo de toda esta gente…?

Sin saber exactamente qué responder, se limita a recoger su nueva arma lanzagranadas. Podría haber agradecido la confianza, pero eso rompería el muro de aparente dureza que se había construido; por otro lado, si actuaba con desdén podría parecer que no siente respeto por la confianza y vidas que se le han confiado. Por ello, se limita a responder a Airin con un firme “Así lo haré” justo antes de dirigirse al “pequeño” vehículo acorazado*.

Observa a lo lejos cómo se desarrolla la batalla entre el extraño kabane y sus antiguas ”compañeras”. Por un momento parece pensativo, pero no tarda en dar la primera orden.

¡Artillero, prepara un proyectil perforador de niebla roja! ¡Vamos a atravesar el blindaje de la Ryugujou!

Viendo que el kabane parecía tener problemas para acabar con sus contrincantes, Kotaro acaba por decidirse. – No tengo ganas de que me compliquéis la vida más de lo necesario.

Abre la escotilla superior del tanque y saca su torso de la mole metálica. -- ¡No os arriesguéis poniéndoos a tiro! ¡Limitaos a darnos cobertura y acabad con cualquiera que muestre hostilidades hacia Die Kriegshunde! – Es su primera y última orden al resto de soldados antes de volver al interior del vehículo y cerrar la pequeña puerta metálica.

Si había algún rasgo de liderazgo que destacaba en él, era el de tomar a toda costa las medidas necesarias para evitar el mayor número de bajas entre los suyos, a pesar de que ello dificultara la neutralización del enemigo.

Un segundo rasgo no menos distintivo era su temeraria inclinación por el “liderazgo heroico”: estar siempre presente en primera línea de batalla con el consiguiente efecto alentador hacia sus súbditos… y el mortal riesgo de acabar dejando sin cabeza a su bando en mitad de la batalla. Por fortuna, disponer de un vehículo acorazado que le permitiera ir a la vanguardia mientras su integridad quedaba protegida, era algo que resultaba muy conveniente para su manera de liderar.

¡Poneos las máscaras antigás! – Ordena a la tripulación del tanque.

¡Conductor, a toda máquina hacia el último vagón de la Ryugujou! ¡Vamos a neutralizar su artillería! ¡Ve junto a la hayajiro para salir de su alcance!

¡Artillero, abra fuego a mi señal! – Dice, justo antes de ponerse su propia máscara.

Observa por la mirilla durante unos segundos que se hacen eternos, acompañado por el “melodioso” rugir del motor del vehículo. Entretanto hace un gran esfuerzo por controlar su ansiedad, aguardando con gran paciencia una distancia de tiro que permita una mayor garantía de perforación del blindaje. En cuanto el cañón principal del tanque se encuentra a una distancia de disparo de casi a quemarropa con respecto al vagón artillado, la siguiente orden se hace evidente.

¡¡FUEGO!!

Tras el disparo, la orden de Kotaro es hacia el conductor. -- ¡Ponnos a un lateral tras la Ryugujou! ¡Qué salgan de la hayajiro si quieren ver dónde estamos!

Una vez posicionado el tanque, se limita a observar con paciencia la batalla entre Yûki y Arisa y el kabane con trozos metálicos, en caso de que todavía no haya ningún ganador.

¡Artillero, prepara un proyectil explosivo! ¡Apunta directamente a la torre de artillería del vagón! – Ordena entretanto. Sintió que toda precaución era poca, y si en la Ryugujou tenían máscaras de gas, había que tener preparado un plan B.

Si finalmente han acabado con el kabane**, Kotaro vuelve a abrir la escotilla del tanque y grita a los miembros de la Ryugujou. -- ¡SI QUERÉIS VIVIR, SALID DE INMEDIATO DE LA RYUGUJOU DE FORMA ORDENADA Y DESARMADOS! ¡RESISTÍOS, Y NO HABRÁ PIEDAD! – Tras lo cual, vuelve al interior del vehículo y cierra la escotilla.

Abre la escotilla superior del tanque y saca su torso de la mole metálica. -- ¡No os arriesguéis poniéndoos a tiro! ¡Limitaos a darnos cobertura y acabad con cualquiera que muestre hostilidades hacia Die Kriegshunde! – Ordena al resto de soldados antes de volver al interior del vehículo y cerrar la pequeña puerta metálica.

Isae se acercó a los ventanucos de observación y corrió los paneles para poder mirar fuera, viendo lo que se temía. Por el periscopio de exploración había visto que la única salida era la vía que cruzaba por encima del puente. 

Estaban atrapados en aquella maldita isla. 

El vistazo le confirmó que no había lugar para mover la Hayajiro, con lo que a menos que se reconstruyera el puente, no tenían salida. 

Apagó la Hayajiro y cerró las válvulas de presión, intentando mantener el vapor estable en el motor el máximo de tiempo posible por si tenía que poner aquella mole de nuevo en marcha...aunque lo dudaba, porque ya no tenían sitio para moverse. 

Se acercó al tubo de comunicación y conectó con Tomohiro y con Takeshi, pues ambos tenían que oírle -  ¡TOMOHIRO-SAN! ¡Han volado el puente, no tenemos salida! ¡No hay sitio para mover la Hayajiro! Sólo podemos usarla como protección...pero aquí quietos somos un blanco perfecto....¿Qué hacemos? - preguntó. - Por cierto, en ése vehículo tan grueso está Kotaro. - añadió, tras verlo salir un momento a través de la esclusa superior. 

La hoja de Nami desaparece en su funda tan rápido como ha aparecido - No quiero que se repita lo de Kaerikumo y Shimonoseki - de su mochila saca una larga cuerda atada a un gancho de metal que lanza hasta engancharla en lo alto de la torre. La kabaneri empieza a trepar ayudándose de la cuerda y de las garras de su guantelete. Hideo y Sakura la siguen arrastrando consigo la pesada bolsa de las bombas. Sobre sus cabezas las torres de artillería siguen intercambiando disparos con los barcos acorazados, lo que explica que nadie se fije en las tres pequeñas figuras que trepan por la torre. Cuando Nami llega a una ventana se cuela por ella desenfundando nuevamente la hoja.

Los gritos sólo duran unos pocos segundos.

Hideo y Sakura encuentran una carnicería en la sala del cañón: cuatro personas yacen en el suelo agonizando mientras se tapan inútilmente las puñaladas que han recibido en el cuello o el abdomen. Las mandíbulas de Nami atenazan con ferocidad el cuello de un soldado mientras bebe ruidosamente la sangre. De una patada hace rodar a otro moribundo a los pies de Hideo.

En ese momento empiezan a sonar más cañonazos, esta vez dentro de la fortaleza...