Partida Rol por web

Por unos momentos, ver que la situación alrededor del laberinto parecía encontrarse tranquilo, dudé si acaso quienes habían planeado liberar los Boggart no habían llegado a realizar su plan. Con paso más suave, y aún de la mano de Ulfric, avanzaba en dirección de la Directora MacGonagall, cuando vi la luz elevarse por encima de nuestras cabezas. Sentí mi piel palidecer.

-¡Tenemos que entrar al laberinto, ya!- Dije, pensando si sería más sencillo y apuntando a una de las paredes del laberinto pronuncié: -¡Reducto!- esperando así poder crear un camino rápido que nos llevara hasta donde estuvieran los alumnos en peligro.

Tocaste la piedra y un enorme escalofrío te recorrió de arriba abajo varias veces, inmovilizándote, prácticamente paralizándote.

De pronto tus ojos ya no veían lo que tenías delante, ni tampoco tus oídos podían concentrarse en la voz de Linus. Nada había, nada existía, o al menos esa era tu sensación.

La enorme roca "te había cazado", obligándote a poner todos tus sentidos en lo que quería mostrarte, ocasionando que te metieras por completo en esas imágenes que parecían hasta traerte voces.

La primera hablaba de un pasado, un inicio representado abstractamente donde primaba la simbología, donde las personas podían ser animales, ya que reconocías un sonido similar al de los gritos en niños - pero provenientes del ave-.

La segunda –tu presente- seguidamente fluyó veloz, dejando entre ver una pequeña parte quizás demasiado representativa o dubitativa. Una cuestión moral, en la que seguramente aún te debatías -consciente o inconscientemente-.

Y, la tercera/última, se trataba de un futuro por determinar. La más ambigua, la que puedes decidir cambiar. Aquella que contempla un nexo con coherencia a lo que la mujer de la feria te intentó comentar.

Una y otra vez se repetían ¿Qué extraías? ¿Qué significado le dabas a cada una? Pero lo más importante, tenías delante tres colores/llaves: la roja, la negra y la blanca. ¿Cuál crees que representa tu visión de la antigua piedra?

                                      Pasado                                      Presente                                  Futuro

Anne finalmente acabó tocando la piedra antes.

Desde fuera, pese a que aún tenía los ojos abiertos, parecía haber entrado en trance. Una luz la iluminó al instante, por completo.  Como si la mano que había posado fuera el vínculo que la había unido a la roca. Pues sin duda la piedra estaba impregnada de magia antigua con un valioso poder –de hecho supusiste que eso sería lo que le hacía estar custodiada por un laberinto con su también arcaico “monstruo”-.

¿El problema? Que aún no podías interferir para ayudarla o guiarla, pues por tu parte tenías que esperar pacientemente a que tu novia se desligara sola y consiguiera reaccionar, ya que hasta sus músculos se habían tensado con rigidez y su cara no mostraba apenas expresión. Era lo más parecido a una petrificación.

El mineral simulaba haber “accedido” a ella, desconectándola del lugar y haciéndole viajar hasta lo que le quisiera mostrar.

Lo único claro era que el aura que la recubría no te iba a dejar entrar para comunicarte con ella.

No le gustó lo que vio cuando Anne tocó la piedra- Debería haberlo hecho yo- pensaba, pero ahora ya era tarde. No podía hacer nada y seguramente en ese instante fuese mejor así. No sabía las consecuencias de interrumpir lo que fuese que estaba sucediendo.

Aquel pensamiento se puso por encima del de agarrar a la joven y apartarla de allí. No se fiaba de nada de aquello y que fuese ella primero solo le causaba un tremendo estrés.

-Vamos Anne… por favor…- mascullaba entre los dientes apretados, a la vez que apretaba la varita con fuerza. La sensación de impotencia ante la escena solo le hacía preocuparse más.

Randall suspiró aliviado al comprobar que Cliodna se encontraba bien. Se había temido que la joven hubiera terminado totalmente asfixiada y, durante un instante, había incluso llegado a pensar para sus adentros que si a Cliodna se pasaba algo malo, Linus se las pagaría. Pero por suerte Cliodna se recuperaría.

-Estamos bien -le respondió a Cliodna, sonriendo de comprobar que ella recuperaba la consciencia-. Linus ha continuado avanzando y se ha llevado a Annelie petrificada. Después de que él te lanzase el hechizo para asfixiarte, hubo un enfrentamiento...

Y se hizo la luz... 

Pienso al ver que me sumerjo en aquel mundo, en ese paralelismo de realidades donde los significados comienzan a tener sentido. Mis marrones ojos, tan profundos y misteriosos se fijan en las tres imágenes observando al detalle lo que se revela. Hay sentimientos encontrados, hay una sensación amarga que sin poder evitarlo duele en el corazón. No sé si estoy en lo cierto, si realmente lo que instinto me dice, es lo que está queriendo decirme este encantamiento. 

Floyd... - 

Algo me dice que tiene relación con él, esos dos cuervos blancos y los animales detrás que representan a las personas. Este pasado habla de muerte, dolor, habla de lo que no quiero saber en el fondo. Pero también puede ser mi legado, ese peso de ser una Grindelwald que lleva la carga de todas las muertes que han ocurrido bajo este apellido. No obstante, siento que es Floyd, somos nosotros y lo que hemos tenido. Pero también los que nos queda. 

El presente llega con ese fervor tan simbólico donde veo las dos caras de la moneda, donde siento de alguna manera que es mi gran debate interno. Sé que de haber estado Floyd conmigo, jamás hubiera besado la oscuridad. Pero desde que me ha soltado, desde que nuestros caminos se abrieron para siempre, yo he decidido encontrarme con aquel lado que he negado durante años. Uno que mi Padre se empecinó en forjar y que al fin de cuentas, está en mi. 

También siento que somos Linus y yo, que al fin de cuentas nos debatimos a la hora de elegir un camino. Es ambicioso y yo lo soy en cierta forma. Mi interés por las artes oscuras ya no tiene redención, es mi camino de salida, pese a que llevo una vida contradiciendo esa misma postura con ello. 

Oscuridad, luz, nosotros. Y ahora, mi dura realidad a futuro... ¿Quién es el verdadero villano de esta historia? 

Me pregunto al morder mi labio inferior, sintiendo que necesito esas respuestas y no tengo nada que aclarar en mi pasado. Tampoco es que me interesa indagar, eso trae dolor, padecimiento... Por esa razón cojo la llave negra con total decisión. 

Esta. 

Buzánszky siguió a la hechicera hacia donde don habían indicado. 

- ¿Cómo han liberado a los boggarts, Circe? ¿Dónde los guardaba?

Tenía una mala sensación, como si fueran a contracorriente, un paso por detrás de los intrusos. Se preguntaba si aquello estaría relacionado con lo que le pasó a Dafne Rowle, los Ferreira y los hombres-lobo o todo a la vez. Sea como fuere, la varita se quedó en la mano por lo que pudiese pasar.

Ulfric se quedó parado unos instantes, y miró alrededor a ver qué hacían el resto. Cuando vio que Agatha salía corriendo hacia el interior del laberinto, se dirigió hacia la directora, para indicarle lo que acababa de pasar someramente, y luego actuar: 

Directora McGonagall, alguien ha liberado a los boggarts, para distraernos a los profesores, probablemente para hacer algo en el interior del laberinto. Quizás justo eso haya causado la petición de ayuda. 

Tras esta información rápida y directa, el subdirector dijo: Ascendio, e intentó observar lo que ocurría en el interior del laberinto desde lejos. Desde ahí, intentaría guiar al resto de profesores hacia lo que estaba pasando, que podía ser cualquier cosa, o incluso, intentar dirigirse él a tiro fijo. 

Agatha quiso atravesar de la forma más rápida y repentina posible el laberinto. Sin embargo, tal y como se había avisado al inicio de la prueba, las verdes paredes formadas por frondosas enredaderas eran poco comunes o mejor dicho: eran mágicas, estaban encantadas.

Por lo que al instante de lanzar aquel reducto, un agujero pareció formarse pero, conforme se creó, se reconstruyó. Visteis cerrarse la entrada que la profesora quiso crear -fracasó en su intento-.

Mientras tanto, Ulfric se acercó rápidamente hacia McGonagall.

La directora del excelentísimo colegio de Hogwarts atendió a Von Hoggen con una nueva sorpresa en su gesto.

Una mueca de preocupación y seriedad se vislumbró en sus pálidas mejillas. No pudo hacer otra cosa más que actuar con rapidez.

Acercándose al resto del consejo -y susurrándoles la información que acababa de recibir- acabó por emitir una orden que haría paralizar la prueba o en su defecto, obtener respuestas.

Un sonoro pitido retumbó en los oídos de todos.

Seguidamente mandó al resto de aurores a custodiar cada recoveco -pues los primeros ya patrullaban-. Unos se disponían a subirse a sus escobas, ya que la misión estaba clara: encontrar a los alumnos que realizaban el torneo. Y otros, se dedicaron a reunir a cada asistente para tener el control de la situación.

Si encontraban a una persona extraña o no la conseguían identificar, se la llevarían directamente a interrogar.

Las alarmas estaban completamente echadas.

Tras todo lo sucedido, y con la orden de busca y captura a cualquier persona extraña o no autorizada, decidiste sobrevolar el cielo. Lo cual te permitió vislumbrar con bastante lejanía el centro del laberinto.

En él se hallaban 3 alumnos (que distinguiste por las túnicas: una de color verde, otra roja y otra amarilla) y, lo que parecían ser aurores en sus escobas, ayudándoles, en concreto los tres estaban o tumbados o sentados.

Tras la decisión de Minerva, comprobaste que Ulfric sobrevolaba el cielo en busca de respuestas que seguramente te retransmitiría o serviría para arrojar luz a tu tensión.

Keith escuchó a Altair mientras este último se acomodaba tumbándose en el suelo. 

Blumer no dijo nada al principio, pero ciertamente en su gesto demostró -al menos en parte- lo que pensaba, pues era extraño encontrarse con una competición agresiva más que con una muestra de ayuda entre alumnos que a fin de cuentas se conocían. Sobre todo conociendo el temor generalizado debido al torneo pasado.

Tras echar un vistazo hacia los aurores -que quedaban detrás suya- les indicó que fueran hacia abajo del agujero en busca del resto de sus compañeros (Linus y Annelie).

Tras ello quiso pronunciarse, pero un gran y sonoro pitido retumbó hasta por el centro del laberinto. El jefe de los aurores endureció su gesto y miró frunciendo un poco el ceño hacia la dirección de la que habían venido.

-Venga, nos vamos- comentó volviendo a miraros. 

¿Porqué iba a querer axfisiarme? Es serio -y ceñudo- pero ¿hasta ese punto? Aunque lo que menos entiendo es el enfrentamiento...¿Qué les ha llevado a atacarse? ¿Yo? oh no, espero que no, ¿habrá sido por confusión? Puede que la sombra de alguien haya llevado a creerse que éramos el monstruo. Pero ninguno tenemos cuernos. O...eso creo. Ay no, ¡no sé!

Todo me seguía pareciendo un poco ilusorio. 

Puede que tuviera cierta culpa la rapidez de los sucesos, pese a que también podía deberse a la desventaja de haberme encontrado en el suelo. O el ser un poco corta, Cliodna.

Entre abrí los labios y parpadeé varias veces intentando procesar lo que Randall me contaba, sin embargo, antes de hacerlo sonó aquel pitido que me hizo guiñar hasta un ojo de la molestia.

Dirigiendo la vista al auror, decidí levantarme -para seguir la instrucción que acababa de dar-. Así que coloqué la mano en el suelo como gesto de apoyo e hice fuerza en un intento por erguirme. 

Esta vez, si estaba en mí la opción de ayudarles -en especial a Altair y Lestrange-, lo haría sin dudar. Ya que una parte me estaba diciendo que estaba en deuda con ellos -además de con el señor Blumer, obviamente (confiaría en que este último no me pidiera a cambio/como favor ser espía)-.

Como diga señor. - respondo con serenidad y absoluto desgano, era evidente que Randall y Cliodna estaban bien, por tanto cualquier cosa que sucediera a continuación me daba un poco igual.

No tenía idea de que significaba el pitido, sólo daba gracias a Merlín que la prueba ya había terminado y con ello ya podríamos finalmente descansar y volver a nuestras rutinas, lo que implicaba volver a mi investigación y poder dar con los asesinos de mi hermano.

Randall, Cliodna ¿Me aceptarían una invitación a tomar unas cervezas de mantequilla durante nuestra próxima visita a Hogsmeade? - pregunto intentando disipar la tensión del ambiente.

Randall se levantó como buenamente pudo. La prueba había terminado, al menos para ellos tres, y ahora eran Annelie y Linus los únicos aspirantes a ganadores. Sonrió pícaramente, pensando que al menos la prueba había sido ganada por un Slytherin. El joven mago suponía que la victoria sería para Linus, aunque siempre podía haber alguna sorpresa.

Arqueó una ceja al escuchar a Altair preguntándoles acerca de invitarles a tomar unas cervezas de mantequilla la próxima vez que visitaran Hogsmeade.

-¡Claro! -esbozó una sonrisa, mientras alzaba un dedo pulgar como gesto afirmativo-. Dalo por hecho.

La conexión que tenías con la mitológica piedra perfectamente podía ser llamado déjà vu o un error en la matriz -en lo referente a los tiempos y, quizás, más concretamente al futuro-, pues dirigir los actos o el simple hecho de poder actuar sobre ellos, es algo sumamente extraordinario.

Daba la opción de adentrarte en más ámbitos, pero -por suerte o desgracia- tu misión era la de elegir una llave y salir de allí.

Así que, como tal, eso fue lo que hiciste. En tu mente decidiste un color: lo evidente, lo más oscuro, el negro.

Tras hacerlo las ensoñaciones se desvanecieron como si fueran humo o simplemente cristales rotos, y sólo quedaste tú en mitad de la nada. Podías notar el eco de respirar, el frío de no saber dónde estabas -a excepción de que en el suelo se encontraba tu propio reflejo- hasta que un cubo brilló justo en el momento en que tu cuerpo –ajeno en aquellos momentos a ti- insertó la llave en la roca. Como en una interconexión.

Una vez pudiste apreciar lo que tenías delante, viste que era como un gran dado del tamaño de tu mano, con su correspondiente número en cada cara.

Con sólo cogerlo/tocarlo, regresarías al control voluntario de tu cuerpo.

Anne se mantenía inmóvil. Tú continuabas esperando con impaciencia.

Alrededor tuyo seguían volando aquellas llaves de colores. No te hacían daño, pero tampoco las podías coger, ya que no se acercaban donde estabas.

Por otro lado, las voces de arriba aún hablaban, hasta que sin previo aviso un lejano pitido te sobresaltó con ligereza. Algo más estaba pasando.

Dirigiste la vista hacia el cielo y, acto seguido, Anne alzó el brazo casi al mismo tiempo. Una llave negra se posó en su mano abierta. Con los ojos fijos en el mismo punto -y dando la impresión de ser casi una posesión-, sus dedos la introdujeron instantáneamente en un espacio de la piedra, dando la sensación de automaticidad, de ser un acto básicamente inconsciente guiado por la magia antigua que la tenía anclada a ella.

Sin embargo, tras insertar la pieza que faltaba, poco a poco la luz que la recubría empezaba a flojear. Lo que significaba que comenzaba -la roca- a dejarla de nuevo en libertad.

Eso te alegró, el problema fue descubrir que unos aurores se disponían a bajar hacia vosotros. Estaban buscandoos.

Circe avanzó con paso firme acompañada tanto de ti, como del boggart.

No expresó palabra alguna en vista a que se hallaba concentrada en seguir la pista para, seguidamente –portando a sus “mascotas”- llegar al colegio de magia y hechicería -lugar en el que los volvería a "res-guardar"-.

Sin embargo, sabía que le hablarías –¿Se refiere a en qué parte de Hogwarts andan escondidas mis hermosas criaturas?- preguntó ella tras tu pregunta –supongo que se acuerda de Fluffy –respondió sin necesidad de que le contestaras –pues justo allí. Así que no entiendo quién ha podido encontrarlos sin ni siquiera saberlo. Además de haber abierto la puerta que continúa cerrada bajo un encantamiento.

Anduvo un poco más con paso elegante pero continuado, permaneciendo erguida. Demostrando una compostura encorsetada con modales -¿usted ha logrado capturar a criminales, asesinos, magos peligrosos o tenebrosos? –Inquirió ante su insistente interés por descubrirlo todo - ¿Acaso persigue la fama, señor Buzánszky? – volvió a preguntar  sin variar su gesto más allá de la alegría que le daba saber que se encontraban cerca de lo que la nigromante buscaba.

De pronto un largo e irritante pitido retumbó por las lindes e interiores del bosque. Provenía del torneo, claramente.

Lo que denotaba que tanto Agatha como Ulfric habían llegado a informar al resto sobre vuestras suposiciones.