Partida Rol por web

Ulfric rápidamente, aunque vio que su hechizo había fallado, decidió acercarse más. Al fin y al cabo había un alumno y estaba Agatha en el interior de aquella cabaña, y él no podía dejarlos ahí, en peligro. Sencillamente, bajó, y señaló a Sàndor que hiciera lo mismo. Con Robert a su lado, realizó un hechizo a uno de los dos licántropos que seguían atacando la cabaña. 

- Petríficus - Dijo, con ojos enfadados, con mirada atenta y los músculos en tensión. Aquella no era una situación normal, del colegio. Una de esas realidades académicas que tanto le gustaban y que podía disfrutar, tomarse con calma y como un reto intelectual. Era sencillamente una situación que requería arrojo. No le faltaba, aunque en su carácter no estaba lanzarse al peligro, pero desde luego estaba el defender lo que era su responsabilidad: el Colegio. 

- Necesitamos espacio para poder retirarnos, cuando liberemos a los que están en la cabaña. - Dijo, secamente. Esperaba que pudieran escapar antes de que llegaran más lobos, o sencillamente, que puedieran llegar refuerzos. - Alguien, al otro lobo, ¡YA!. - Ordenó. 

¡Vaya! ¡Qué ágil hijo de puta!. Buzánszky sabía que al siguiente intento no fallaría pues, al ir acercándose, el margen para esquivar de la bestia se reducía. Así que Buzánszky le conjuró otro Petrificus pero, ésta vez, a bocajarro. Todo pasó en apenas unos segundos. 

Mientras tanto Ulfric se envalentonó y se bajó de la escoba, tirando para adentro. Aquello le pareció a Sándor una innecesaria temeridad. Los hombres lobo funcionaban principalmente por instinto y cualquier estímulo les atraía, como estaban demostrando.

- ¡Ulfric, no! ¡Tenemos ventaja en las escobas y tenemos toda su atención! 

La verdad es que a Sándor también era incapaz de volar por sí mismo en la escoba con seguridad. Siemrpe había sido bastante inútil en ello y no le hacía ni pizca de gracia tener que valerse solo para ello. Así que, esperando que quizás el profesor cambiase de opinión, aguardó en la escoba un rato más y vigiló varita en mano de que no les atacasen por la retaguardia, encarando hacia afuera de la casa. 

Estaba claro, Annelie se había quedado aletargada en el cuerpo y pensamiento de una bestia, allí con sus fauces chorreando saliva mientras sus presas inquietas intentaron defenderse. Pudo notar como unas sogas caen a sus pies, pudo ver como su compañero lupino se liberó de un ataque y otro lo ha recibido de lleno. Esto enfurece a la licana y no duda en buscar la forma de saltar ese inferno para atentar contra Sándor, aquel que quiso hacerle daño a su compañero. 

Aulló con frenesí, alentando a sus camaradas para que se unan en esto. No hay más razón que la sangre derramada, el instinto llama, la cacería ha comenzado. 

Aún cuando empecé a avanzar detrás del joven Lestrange, no dejaba de mirar sobre mi hombro, prestando atención a lo que estaba sucediendo allí afuera. Parecía que la situación era cada vez más complicada para los aurores, y sentí un escalofrío al pensar en el peligro en el que Ulfric estaría.

-Randall, continúa por allí. Busca a la Directora McGonagall y a todo posible profesor que encuentres. Yo... yo debo volver.- Era un riesgo intentar unirme a la batalla sabiendo que había otro lobo muy cerca y que se venía una jauría, pero en ese momento la amenaza parecía ser mayor para los que estaban aún arriba. Quizás, con algo de suerte, podría ayudarlos a venir hacia la trampilla y usar el túnel a través del armario para volver al castillo. -¡Vamos, sigue adelante!- Reforcé hacia el joven estudiante, antes de retroceder una vez más hacia la trampilla.

Randall sabía que no había nada que pudiera hacer contra una jauría de hombres lobo. Una cosa era enfrentarse a un mortífago o a dos, y otra muy distinta hacer frente a un grupo de bestias que desde luego quedaban muy lejos de sus capacidades.

-De acuerdo, profesora Presley -accedió Lestrange, con nerviosismo. No tenía sentido actuar ahora con heroísmo, solo era un estudiante-. Buscaré a McGonagall y le pediré que traiga ayuda cuanto antes. ¡Aguante! No tardaré -dijo, echando a correr en dirección a las escaleras de piedra.

Ulfric, cegado con la idea de llegar a Agatha cuanto antes, lanzó un petrificus hacia el lobo más adelantado, el que tenía bastante más cerca debido a su posición. Y gracias a sus avanzados pies lo alcanzó. Pues aunque el lobo saltó de nuevo con bastante agilidad, ambas acciones empataron y chocaron, por lo que se petrificó en el mismo aire. Cayendo a plomo en el chirriante y astilloso suelo de madera.

Por su parte, Sándor, se anticipó al lobo que se hallaba tras el fuego azul del inferno y, a pesar de que este babeaba y saltó con urgencia hacia el mismísimo asesor, Buzánszky logró pronunciar sus palabras antes. Lo cual, produjo que se petrificara al igual que su anterior compañero. Aunque esta ocasión, terminando ahora sobre uno de los cuadros de la cabaña, totalmente inmóvil.

-En mi opinión...diría que esto al menos es un alivio temporal- expresó suspirando y reincorporándose el auror que anteriormente había sido lanzado al suelo por uno de esos licántropos, sopesando la suerte que había dentro del caos.

Una vez que os fijasteis, tanto el patronus como Robert seguían expectantes, tratando de cuidar, especialmente este último, cualquier detalle o sombra que quisiera acercarse.

Diggory destacaba por ser un joven servicial, así que le ofreció la mano al otro auror, para que se aupase más fácilmente mientras habló.

-Parece que ellos tienen problemas- comentó, refiriéndose al fracaso que estaban teniendo los aurores que dejasteis al cargo de los tres lobos restantes, pues aún seguían encima de sus escobas tratando de petrificarlos con la dificultad que les suponía la agilidad de las nocturnas criaturas -quizás debería ir a ayudarles, subdirector- refirió viendo que allí ya con Ulfric y Sándor no tenía mucho que hacer -o lo mismo debo encargarme de vigilar la cabaña- su mirada se dirigió hacia la pareja de lobos de dentro de la estancia -según podemos ver uno de ellos es la alumna del colegio. Tampoco es recomendable que se quede sola, sin vigilancia alguna.

El halcón seguía sobrevolando el campo visual de Sándor, cuando de pronto, el patronus del lobo que seguía fiel a Ulfric, casi cubriéndole de cualquier ataque, le volvió a decir algo.

Ulfric, entra dentro de la cabaña y dirígete hacia la trampilla

Retransmitió, justo cuando uno de los aurores que sobrevolaban con dificultad el bosque se giró y sonriente comunicó -Menos mal, es McGonagall- expresó quitándose un gran peso, sabiendo que eso os facilitaría ganar aquello, ya que los licántropos eran demasiado peligrosos, además de fuertes y rápidos para sólo vosotros -Además, parece que no viene sola, ¡está con el mismísimo Harry Potter y...diría que Brendan!

Los lobos empezaban a asomar sus hocicos. Sus dientes, sus uñas os comenzaban a rodear lejanamente. Aunque ya era por poco y...justo a tiempo.

-¡Aguantad!- soltó el auror.

Aquel lobo, tu compañero, fue petrificado en el aire. Al tiempo que saltaba fue impactado por el ataque de la varita y cayó al suelo de golpe, en seco sobre el astilloso suelo. 

En tu caso, prácticamente acabó pasando lo mismo. Trataste de llegar hacia Sándor, babeante, furiosa, pero el asesor del ministerio logró pronunciar aquel petrificus antes de que tus largas y afiladas garras se acercasen, haciéndote caer encima de unos de los cuadros de la cabaña. Te quedaste inerte en ese pasillo de madera, destartalado y chirriante.

Ya no podías hacer nada. Ambos lobos estabais fuera de combate.

Aunque por lo que escuchaste, casi todo tu clan lo estaba, pues el patronus en forma de lobo que custodiaba a Ulfric le acababa de mandar el mensaje de ir hacia la trampilla casi a la misma vez en la que uno de los aurores de fuera daba otra gran noticia para ellos.

Menos mal, es McGonagall. Además parece que no viene sola, ¡está con el mismísimo Harry Potter y...diría que Brendan! ¡Aguantad!

Seguiste volando cerca de la vista de Sándor y así te lograste enterar de que pudieron petrificar a los dos lobos de dentro de la cabaña. 

Además, una nueva noticia favorable se cernió sobre todos, ya que uno de los aurores que estaban encima de sus escobas (tratando de parar, aunque sin éxito, a los 3 lobos que quedaban desde antes), vio algo verdaderamente tranquilizador que comentó en alto.

Menos mal, es McGonagall. Además parece que no viene sola, ¡está con el mismísimo Harry Potter y...diría que Brendan! ¡Aguantad!

A pesar de estar ya casi rodeados (aunque todavía con distancia y lejanía) por los enormes dientes de los licántropos, venían a salvaros. Posiblemente pronto todo habría acabado. 

Te despediste de Randall y permaneciste allí, a las puertas de aquel armario pensando y conectando con tu anterior y aún activo patronus. El mensaje de tu cabeza era bastante claro: "Ulfric, entra dentro de la cabaña y dirígete hacia la trampilla", te dijiste a ti misma para que tu hechizo protector se lo transmitiera. 

Y, con la claridad con la que lo visualizaste, así fue.

Aunque antes de ello, la madera de encima de tu cabeza retumbó volviendo a caer polvo sobre tus ojos y cabello. Tras dos fuertes golpes de lo que parecía haber sido dos grandes cuerpos petrificados, hubo silencio. Un silencio roto por unos comentarios que, denotaban cómo hablaban arriba, seguido de unos gritos eufóricos de lo que supusiste que era un auror.

¿Acaso todo estaba volviendo a su cauce? ¿Habrían parado a Annelie, sin sufrir daños?

Saliste solo y veloz en la única dirección que te permitía aquella empedrada escalinata. 

La soledad de tu actual situación, además de adentrarte en el punto inicial de lo que empezó siendo sólo una prueba inofensiva, te proporcionaban casi un aislamiento dudoso y tenso de lo que afuera pasaba. Aún así eso no te impidió correr con certeza hacia lo que habíais creído que era una posible solución. Un acto completamente útil y necesario para ayudar a los demás.

Cuando de pronto el mismo olor del principio te volvió a invadir, como si fuera un déjà vu tranquilizante o disuasorio de la verdadera realidad.

Podía resultar extraño, podía parecer casi como una especie de sueño, como si nunca hubieses salido por ese camino, pero allí estabas de nuevo, delante de la puerta: en la sala de palancas. Siendo sólo un alumno en esa gran  y vacía estancia.

- Bestia del averno... - Masculló Ulfric con una mirada tensa... aunque se arrepintió de decirlo, puesto que en realidad, podría ser alguna persona que no hubiera querido ser así, pero la tensión del momento le había hecho expresarse de esa manera dura y algo impropia de él. - Voy a seguir al patronus, necesito que alguien me cubra - Dijo al resto, indicando que necesitaba a alguien más, por si acaso.

- Ahora mismo, no corren peligro inmediato, Diggory, -comentó al auror-, pero nosotros tenemos que sacar de ahí a los que estén dentro. Así que el que no entre conmigo, que termine de inmobilizar a estos licántropos, y que se queden preparados con las escobas para salir volando, 3 escobas, 6 personas, se puede conseguir.  - Concluyó el subdirector, volviéndose rápidamente a la cabaña, y dirigiéndose hacia ella. 

Se dirigió con presteza a la puerta de la cabaña, pero nada más llegar a ella, conjuró: - Homenum revelio- Intentando revelar formas humanas... y de lo humano que les quedase a los licántropos, por si quedaban. Lo hizo mientras entraba, y continuaba caminando hacia la trampilla, para abrirla... o lo que hubiera que hacer que le dijera el patronus. 

Todo sucedió muy rápido como para que Annelie en su forma lupina pueda entender. Así que en medio de su sed de sangre, de su desesperación animal, intentó atacar a uno de los hombres que allí había al igual que su compañero lobo y el resto de la manada. 

Fallido resultó ser cuando el conjuro impactó de lleno en su pecho y al suelo cayó como una dura piedra. Hubo frustración y esa desesperación de un animal herido, pero no pudo decir nada más. La luna seguía ejerciendo su influencia, pero en estas condiciones poco podía hacer.