Partida Rol por web

Sé que lo que decís es verdad, pero mis acompañantes fueron elegidos según sus diferentes destrezas en varios campos que nos pueden ser útiles para nuestra misión y el tiempo apremia. Además...- Sigmund miro con cara de circunstancia y complicidad al soldado - Ordenes son ordenes y cuestionarlas no es nuestro trabajo. ¿No es así?

Finalmente, el experimentado guerrero señaló con el brazo hacia su saco y  el fuego donde cocía la cena de esa noche.- Si nos disculpáis, mañana será un día duro, así como los demás y debemos descansar.

Con voz sincera Sigmund soltó la última frase tendiéndole el brazo al capitán - Gracias por desviaros para venir a advertirnos.

Dejamos aquella posada al alba. Todavia cabizbajo por la perdida del clerigo, Oliver retomo el camino junto a sus compañeros. Las primeras horas de camino las paso rezando por y para Calypso.

Cuando oscurecio ya estaban bordeando los infames pantanos del sobremundo tal y como habia dicho Sigmund. Cuando parecia que todo estaba tranquilo, el galope de un caballo rompio dicha tranquilidad para poner al grupo en alerta. En un gesto rapido y agil, el paladin, junto a sus compañeros, se levanto y empuño su arma preparado para cualquier eventualidad.

Oliver estubo atento en todo momento a la conversacion entre Sigmund y Soke. Esperó a que estos acabaran de hablar para no interferir en una conversacion entre nobles guerreros. Seria de muy mala educacion que Oliver se hubiera metido de por medio. Una vez, estos cesaron en su conversacion, el paladin se acerco lentamente hacia Soke, cuando estubo a su altura le lanzo una reverencia y tomo la palabra... No debeis preocuparos por... Oliver señalo a sus compañeros mencionados anteriormente... ellos, dado que ya nos ocupamos nosotros de hacerlo, incluso ellos mismos se preocupan por si mismos, y por el resto de grupo. Aunque agradezco los consejos que nos habeis dado, siendo estos, sin lugar a dudas de gran utilidad para cualquiera de nosotros. Pero os ruego que respeteis nuestra decision de tomar este camino con la compañia que nos plazca.

Oliver, despues de volver a dedicarle una reberencia, dio media vuelta y se poso junto a sus compañeros, espectante de lo iban a hacer los recien llegados.

La decisión estaba tomada, atravesarían los pantanos. Nae creía que era una decisión muy arriesgada pero por eso mismo los habían reunido a todos ellos, porque se consideraba que estaban preparados para todo lo que se les pudiera venir encima.

Cabalgaron velozmente durante todo el día y solo se detuvieron cuando el sol se ponía y justo antes de entrar en el lugar que llamaban el sobremundo. Se prepararon para pasar allí la noche y mientras se hacía la cena el sonido de caballos llamó la atención a la joven elfa. Quién puede ser...estas zonas no creo que estén muy transitadas...Pero las respuestas a los pensamientos de Nae se resolvieron rápidamente. Aquel caballero que apareció rodeándolos con sus hombres venía a prevenirles de entrar en los pantanos pero su manera de comportarse era muy descortés y la indignación se reflejó en la cara de la elfa cuando se refirió a ella como princesita y débil. Se tuvo que morder la lengua para no contestar antes que Sigmund y aún esperó a que Oliver hablase para añadir su comentario.

-Esta princesita elfa como usted dice acabó con el pirata con más renombre de la zona y podría atravesarle ahora mismo el pecho con una sola flecha.-Le dijo a modo de aviso-Antes de hablar infórmese de con quién lo está haciendo o puede que meta la pata con sus comentarios señor Soke. Además, debería aprender a tratar a los demás con un poco más de respeto, eso demostraría su caballerosidad y su hombría y no sus debilidades.

Naedunëa se giró haciendole antes una inclinación de cabeza y se dispuso a comer.

No había tiempo que perder, por lo que el grupo se puso en marcha rumbo al Sobremundo. Atravesaron un paraje bastante desolador, sin apenas árboles y carente del color verdoso del bosque al que Aeldar estaba acostumbrado.

La noche se acercaba, y acamparon antes de llegar a lo que se suponía el camino más dificil al que se habrían de enfrentar. Mientras cenaban, el ruido de una montura llegó hasta sus oídos, se trataba de un jinete. ¿Un jinete aquí?

Aeldar se levantó de un salto y sostuvo su espada mientras los rodeaba un grupo de jinetes y se mantuvo junto al resto de sus compañeros. Tras un intercambio de palabras entre Sigmund y el capitán de aquellos jinetes advirtiendo de lo peligroso del camino, el capitán volvió a su montura no sin antes hacer gestos despectivos sobre algunos de sus compañeros.

Las reacciones no se hicieron esperar, y a pesar de las palabras de Oliver, la elfa reprochó al capitán sus palabras de forma enérgica para después volver hacia atrás ignorando a los jinetes.

El elfo esperó que aquel comentario pasase de largo y que el capitán se marchase por donde había venido y la cosa no llegase a mayores, pues necesitaban descansar bien para poder continuar la marcha al día siguiente.

El caballero parecía dispuesto a irse cuando Nae tomó la palabra. Entonces, el gesto del capitán de la guardia se tornó serio y habló con severidad.

- Cuida tus palabras, elfa. Amenazar a un capitán de Karst está castigado en estas tierras - declaró mirándola fijamente. Una sonrisa asomó en sus labios -y te aseguro que resulta muy tentador hacerte prisionera. Te recomiendo que no me des motivos para hacerlo.

El capitán adoptó un gesto serio con estas últimas palabras y sostuvo la mirada de la elfa que se había retirado hacia la parte trasera del grupo.

Habían llegado al linde de los pantanos, y alejándose del camino habían acampado al resguardo de dos suaves colinas. Nae repasaba la situación del grupo cuando un ruido de caballos llegó desde el camino. Un jinete se asomó por la colina y pronto se vieron rodeados por un gran número de ellos, que resultaron ser caballeros de la Guardia de Karst.

El capitán al frente de la guardia habló refiriéndose con desprecio hacia Picco, Liozard, Nae y Aran. Sigmund tomó la palabra de forma sensata y el shar-zarin tuvo que hacer un considerable esfuerzo para no responder de forma ofensiva. Fue entonces cuando Nae tomó la palabra con un tono de desafío en la voz. El ambiente se endureció y por un momento Lihem creyó que el capitán tomaría represalias, sin embargo, no lo hizo y terminó su frase con una advertencia.

Lihem apretó el puño sobre el mango de su espada hasta el punto de que sus nudillos se tornaron blancos conteniendo la rabia que sentía. Respiró con fuerza y controló los impulsos que le invitaban a agraviar a aquel grosero capitán.

Sigmund, al ver el rumbo que estaban tomando los acontecimientos, decidió intervenir y interpuso su cuerpo entra la mirada del capitán y Nae.

Su semblante serio enfatizaba sus palabras - Perdonadla capitán, se ha sentido ofendida por vuestras palabras, por si fuera poco no tenemos muy buen humor estos días, la pérdida de un buen soldado aún pesa en nuestros corazones.- Sigmund se giro para mirar a Nae con algo de severidad y acto seguido se giro hacia el capitán de nuevo- Además, no queremos ensalzar un conflicto entre naciones, ¿No es así?

Sus últimas palabras sonaron algo picaras.

Como Naedunëa esperaba la reacción del capitán fue inmediata pero que no pensara este que se iba a esconder como una lagartija cuando tiene miedo. Sin embargo, lo que acabó por descolocar a la elfa fue la reacción de Sigmund, sabía que estaban en inferioridad pero aun asi parecía no entender la gran ofensa de las palabras de Soke. ¿Acaso Sigmund pensaba que me iba a quedar callada? Pensaba que me conocía mejor...nunca me dejaré maltratar por un hombre y menos uno como ese capitán...

La joven no podía evitar estar dolida por el comportamiento de su compañero pero decidió no echar más leña al fuego. Y a su mirada le respondió con otra fría y dura. Esperaría a que se fueran para hablar con él. La ofensa fue para el grupo en general y no ha hecho nada por evitarlo...Después de todo lo que he hecho por todos ellos...puede que este no sea mi lugar- pensó la elfa.

Finalmente el grupo había decidido atravesar los pantanos. No era ni de lejos el mejor plan para unas vacaciones desde el punto de vista de Áran, pero su ayuda como guía ya fue desestimada una vez. Ahora no iba a oponerse a la decisión de la guía ni sembrar discordia en el grupo; no era momento para ello.

Viajaron durante una larga jornada hasta alcanzar el límite del sobremundo y acamparon para poder adentrarse en el siniestro territorio con la luz del sol cubriéndoles las espaldas a la mañana siguiente. Sin embargo, no fue una noche de dulces sueños.

El sonido de caballos al galope alertó al grupo y se pusieron en guardia. Acto inútil, pues a los pocos segundos fueron rodeados por multitud de jinetes arqueros que les apuntaban con sus flechas. Áran no sabía cómo reaccionar, pero desde luego no se iba a dejar matar sin oponer resistencia. Con sus espadas desenvainadas se mantuvo a la espera de una oportunidad para escapar, o al menos llevarse a todos cuantos pudiera por delante.

Tal vez si ruedo por el suelo hasta debajo de un caballo los arqueros no me dispararán pensando que ya he sido impactado, y pueda desmontar a un enemigo y robar su caballo... Na, es casi igual de mal plan que la carga frontal... ¡Cepos! ¿Por qué no compré cepos para osos en la ciudad? Después de conocer a Picco debí haber pensado en que sería más seguro dormir rodeado de trampas. ¿Estaré perdiendo facultades?

Mientras el pícaro daba vueltas a sus ideas buscando una salida (lo único que era capaz de hacer en semejante situación), un hombre que parecía ser el jefe bajó de su montura e intercambió palabras con el grupo.

Idiota arrogante. Si no estuviéramos en esta situación no te atreverías a tratarnos así... ¡Si me hubieras llamado ladronzuelo de barrio en una situación justa no te habrías dado cuenta de que te faltaban incluso las botas hasta varios días después de que me hubiera ido de la ciudad! Ladronzuelo de barrio... ¡Incluso los ladrones tenemos orgullo!

Intentando calmarse y encontrar una salida, Áran consiguió mantener la boca cerrada. Seguro que sus modales no habrían gustado mucho al caballero, y desde luego la elfa ya había tentado a la suerte por todos los integrantes del grupo.

Pero que sepas que me quedo con tu cara... Si nos volvemos a ver, vas a echar algo en falta. ¡Te lo aseguro!

Soke miró desafiante a los presentes desde su caballo, emitió un potente silvido que hizo que todos los caballeros se dirigieran de nuevo al camino. Él quedó rezagado, cambió su expresión a una más cordial y habló por última vez al grupo.

- Tened cuidado. El sobremundo es una tierra peligrosa incluso para el más valiente y poderoso de los héroes.

A continuación espoleó a su caballo para abandonar el lugar junto con el resto de caballeros de la guardia de Karst.

La partida de la guardia sumió al grupo en un tranquilo silencio, únicamente roto por los sonidos naturales del lugar. La noche transcurrió sin más novedad, y en cuando el sol hizo acto de presencia al día siguiente, el grupo ya estaba dispuesto para reemprender la marcha. Al poco de salir, tomaron el desvío que los llevaría al paso del sobremundo. La senda, en un principio sólida y cómoda fue cambiando a la par que el paisaje, y se convirtió en un simple surco en la tierra rodeado de charcos, lodo y pequeñas plantas, por lo cual se vieron obligados a bajar de sus monturas y continuar el camino a pie. La niebla hizo acto de presencia con una espesura fuera de lo normal impidiéndoles ver más allá de unos veinte metros.

Los planos de la zona resultaron inútiles en aquel lugar, pues hacía un buen rato que habían perdido el rastro del camino. La frecuencia y el tamaño de los charcos había aumentado considerablemente obligándolos en más de una ocasión a rehacer sus pasos al encontrarse en sendas totalmente rodeadas de agua. Al mismo tiempo, debían cuidar muy bien sus pasos, pues en numerosas ocasiones, el terreno resultó ser traicionero y hundieron sus pies en surcos de cieno.

La situación y el lento avance comenzó a minar el ánimo del grupo, que a mediodía tenía la sensación de no haber avanzado más que unos cuatro o cinco quilómetros. Después de parar a comer, el grupo retomó la marcha. A medida que se adentraban en los pantanos, aumentaron los sonidos que los rodeaban. Rara vez lograban descubrir el origen de los ruidos, pero estos los acompañaron a lo largo de toda su travesía. Mientras tanto, el collar de Nae había empezado a brillar ligeramente, aumentando así la intranquilidad del grupo.

El día se oscureció sorprendentemente pronto, y se asentaron junto a un pequeño montículo alrededor del cual la tierra parecía especialmente firme. La noche cayó y con ella la niebla se disipó. Como si hubiera surgido expontaneamente, una inmensa extensión de terreno pantanoso los rodeó bañada por una tenue luz azulada. Liozard extrajo de su bolsa, un pequeño saco con unos polvos que todos lograron identificar como "fuego amigo" igual al que habían recibido como regalo de los elfos. De esta forma, Liozard encendió una pequeña hoguera empleando la magia y la roció con estos polvos haciéndolo indetectable desde la distancia. Además, realizó una serie de hechizos para aislar el sonido, al igual que ocurría con la luz. Algo más tranquilo, el grupo cenó, y nada más terminar, la elfa interpretó una suave canción con su flauta Ney.

Mientras el grupo contemplaba ensimismado la interpretación de Nae, una pequeña babosa se internó en el rango de acción del fuego amigo. El pequeño animal se detuvo con el repentino cambio de luz, pero avanzó hacia ellos inexorablemente, camuflado por el tono del terreno.

 Despues de la inesperada visita que recibieron, intentaron pasar la noche lo mas tranquila posible. Lo cual consiguieron, al no haber ningun tipo de percance durante la noche.

Antes de acostarse Oliver, dedico una ultima plegaria en memoria del clerigo y despues se dirigio a su lugar para descansar. Al pasar al lado de Nae, no pudo evitar dedicarle una dulce mirada, viendola tumbada, descansando, sin olvidar su rostro, su tersa piel y su aliento reflejado a la luz de la luna como la noche anterior.

Acomodandose lo maximo posible, Oliver cerro los ojos y dejo que el sueño se apoderara de el, mientras sus sueños lo transportaban a su mas tierna infancia, donde apenas tenia preocupaciones y daba la sensacion de que vivia en el rincon mas pacifico del universo.

La mañana siguiente llego enseguida y no dudaron un segundo en reemprender la marcha. El dia empezo con fuerzas, pero a medida que iban avanzando en el camino, el paisaje y la niebla que hizo acto de presencia, empezaron a hacer mella en el animo del paladin, el cual caminaba con cautela, ante el terreno que tenia bajo sus pies.

Mientras caminaban, el grupo se dio cuenta de que el colgante que portaba Nae al cuello, empezo a emitir una tenue luz brillante. Cosa que puso alerta a todo el grupo.

Cuando hicieron un alto en el camino para pasar la noche, Liozard haciendo gala de la magia, la utilizo para que la noche fuera tranquila, aislando el ruido y la luz que pudieramos emitir durante la noche. el paladin se dispuso a dar buena cuenta de la cena mientras miraba a sus compañeros, nadie parecia tener nada que decir, asi que la cena transcurrio en la mas absoluta tranquilidad.

Nae se dispuso a tocar su instrumento, y ante la divina estampa, el paladin quedo absorto en sus pensamientos ante el sonido que emanaba la flauta Ney.