Partida Rol por web

Hago una inclinación de cabeza y me retiro sin añadir nada más; no hay cosa que me interese menos ahora mismo que añadir palabras a la confrontación de los orgullos señoriales. Mejor regresar a los libros, las plumas y los tinteros, que me siento más cómodo entre el ingenio de los versos que entre cerril determinación nobiliaria de alzarse los unos por encima de los otros.

-Escribiré esta epopeya...

Inclina la cabeza en señal de despedida tras las palabras de Sylven Water y comienza a marcharse de la reunión. En un momento  se coloca al lado de Jano.

Creo que tenemos trabajo que hacer- le dijo cuando estuvieron algo alejados- si necesitas cualquier cosa no dudes en pedírmela- añade. Sabía que poco podía ayudarle en cuanto a poesía se refiere, pero nunca estaba demás ofrecerse a echar a una mano. 

Los hombres salen de la carpa siguiendo las órdenes de su señora y dispersándose por el campamento salvo Drake Blacktyde que se queda con ella y Rocken Tudbury que con voz neutra informa de que esperará fuera y que odia que lo hagan esperar.

Espero paciente a que los demás se retiren de la estancia. Sonrío al ver a Lord Tudbury ofuscado, teniendo que esperar. Ha luchado mucho y no tiene la costumbre de servir a un señor en silencio. Una vez solos me aboco a la conversación que puede ser determinante para el futuro de esta Casa. Sé que las cosas no están para dilaciones y que la señora no tiene tiempo de escuchar los rodeos, así que voy al grano todo lo que puedo.

- Milady, comprenderá que si vamos a intentar una alianza necesite hablar con usted. Estoy dispuesto a organizar una reunión entre usted y la Reina Asha, pero sería muy útil a los fines de dicha reunión que usted y yo estemos previamente de acuerdo en lo que se pedirá y en lo que se dará a cambio. - Hago una pausa para mirarla con seriedad, hasta el momento la he observado como a una muchachita que está aprendiendo a ser señora, pero ahora los términos son otros - Las fuerzas Greyjoy se han centrado hasta el momento en la costa oeste de Poniente. Mi intención es traer la flota de mi casa y algunas fuerzas que me conceda mi señora Reina a la costa este que es, a mi entender, el territorio que debemos dominar para gobernar los siete reinos. Eso le daría a usted el apoyo por mar necesario para crecer con mayor tranquilidad. Además, estoy seguro de que la Reina reconocerá vuestro legítimo derecho a conducir la Casa Baratheon. - Hago una nueva pausa dramática y continúo - Es cierto que en este momento no es mucho lo que usted tiene para ofrecer, pero no se subestime. La Reina, en primer lugar, le pedirá lo único que todo rey quiere de los señores de otras casas... ¿Imagina cual es el precio? ¿ Está dispuesta al juramente?

Jano hizo ademán de regresar a su tienda en el campamento, pero antes no pudo sino volverse hacia Lucyen para intentar satisfacer su curiosidad.

-Tengo una pregunta que quizás tengáis a bien responderme, Maestre Atreides: ¿aprendisteis más en Antigua o en vuestros viajes personales?

Bueno, no puedo negar que en Antigua sirvió para iniciarme en los conocimientos que a día de hoy poseo- responde al muchacho. Aún mantenía buenos recuerdos de su etapa en la ciudadela- no solo eso: a ver estado un tiempo la ciudadela me sirvió para interesarme por otros ámbitos de estudio que no hubiera aprendido en otras circunstancias. Los cuatro años que estuve en la Ciudadela no los cambiaría por nada en el mundo.

Ahora bien, no puedo negar que el aprendizaje con mis viajes ha sido también satisfactorio. Hay cosas que no se aprenden entre los libros. A decir verdad, los viajes me han servido para poner en práctica mis conocimientos.

Contestando a tu pregunta: estar en Antigua me ha servido para aprender, y mis viajes me han servido para poner en práctica lo aprendido. Ambas cosas son igual de importantes- calla durante unos segundos- en cualquier caso, yo sigo siendo aprendiz, así que en teoría sigo estando sujeto al aprendizaje de mi tutor. 

-No -respondo sin pensarlo un instante.

Después chasqueo la lengua y tomo aire.

-No voy a jurar lealtad a Asha porque no la considero legitimada para ocupar el trono ni capaz de devolver la paz a Poniente. Sé que es vuestra señora y que alguna virtud ha de tener, pero por lo que he oído de ella y lo que vi en la lectura del testamento de Daenerys es irreflexiva y sanguinaria, y de momento todo lo que ha hecho es saquear. No quiero a alguien así gobernando el reino y no me arrodillaré ante ella sólo porque quizás pudiera ayudar a esta Casa naciente -explico con algo más de serenidad pero en el mismo tono tajante-. Si ésa es la única forma en que Asha aceptará colaborar, entonces prefiero no pactar con los Greyjoy. Lo lamento, pero habéis de entenderlo; seguro que en el fondo vos también sabéis que no sería una buena reina. Sin embargo, es posible encontrar otra manera de que vuestra señora nos ayude, y entre vos y yo hemos de encontrarla.

Bajo la mirada, con una mano en la barbilla, pensativo. La respuesta no me sorprende en lo más mínimo, No sería la muchacha que admiro si hubiese respondido otra cosa.  Sin embargo me deja un mal sabor. Me debato entre lo que deseo y las necesidades de mi casa.

Comienzo solemne – Alguna  vez me preguntó usted acerca de mi misión o propósito que me había traído hasta su falso ataúd. Mis respuestas fueron sinceras pero no completas. La Reina Asha me había encomendado buscar posibles aliados para la causa de la Casa Greyjoy. Ella deposita en mí una confianza que usted debería aprovechar, milady.  – Hago una pausa y respiro hondo – Ya ha demostrado, mi reina, que está dispuesta a forjar alianzas con aquellos que no se arrodillan ante ella, y lo demuestra el reconocimiento del Rey Brand Stark como señor del Norte. Está claro que nuestro principal enemigo es común a ambas causas. Pienso que una alianza sigue siendo posible, pero tendrá usted que ofrecer algo, claro está. A pesar de la gran confianza que mi reina tiene hacia mí, me temo que los términos de una alianza sin sumisión deberá usted dicutirlos con Asha directamente.

Jano bajó la mirada pensativo y casi apesadumbrado. Le trataban de maestre, pero en realidad no lo era. Nadie le había enseñado nada, no tenía maestro ni se había sometido nunca a ninguna disciplina. Tan sólo había leído los libros que alguien le mandaba, ¿en qué le convertía eso? ¿Era verdaderamente un conocedor de algo?

-Gracias, Lucyen Atreides... Iré a mi tienda a reflexionar sobre las cosas que hay que hacer y la forma en que puedo ocuparme de ellas. Vos también tenéis por delante un largo y complejo trabajo.

Tomátelo con calma, Jano- contestó Lucyen- y no te desesperes- no tenía mas que decirle al muchacho. 

-Lo sé perfectamente, Drake -sin nadie más delante vuelvo a llamarlo por su nombre de pila, pero no con intención de faltarle al respeto sino porque quizás sin quererlo he adquirido cierta confianza con él-. Tú conoces a tu señora y la situación de mi Casa, dime qué puedo ofrecerle yo a cambio de su amistad, algo que la satisfaga pero no me humille ni me obligue a renunciar a mis principios. Soy consciente de que estoy en muy mala posición para negociar con nadie, que tengo mucho que pedir pero muy poco que dar, pero necesito alianzas, Drake, y cuanto más poderosas mejor. Tampoco olvido que tú tienes ciertos intereses -lo miro significativamente-, relacionados con ese sanguinario Dagon Harlaw. Eres inteligente, quizás puedas discurrir una manera de beneficiarnos a ti, a mí y a Asha.

De repente me siento en jaque. Debo conseguir lo mejor para mi Reina, sin embargo desde las entrañas quiero aconsejar bien a Lady Sylven.  Ciertamente está corta de consejeros y me conmueve la confianza que deposita en mí.

- La verdad es que Dagon Harlaw – Digo el nombre con cierto asco- está algo lejos de mi alcance en este momento.  La mejor manera de derrotarlo y terminar con su frenesí de sangre es ganar mayor influencia que él ante la Reina. Para ganar esa influencia  necesito trabajar en algunos aliados, así que le diré lo que, a mi parecer, es lo mejor que puede usted  hacer. – Esta vez la pausa no es dramática, realmente estoy evaluando mis palabras – Ante su falta de recursos para negociar, tendría que ofrecer acciones, acciones que de todas maneras emprenderá.  En la entrevista con la Reina Asha usted tendría que evitar lo más posible el tema de las lealtades, los títulos y los territorios. El centro de la conversación debe rondar al enemigo en común, muéstrese deseosa de venganza, mencione a su familia y la crueldad que debió soportar. Luego prometa, a cambio del apoyo por mar,  la amistad y algunos mercenarios que yo mismo pagaré, guerra sin cuartel contra el falso rey. Prometa que alzará al pueblo llano contra el tirano para consumirlo desde las partes internas del continente, donde Greyjoy no es fuerte. Todas estas acciones usted las llevará delante de todas formas, por lo que, básicamente, no estará usted ofreciendo nada. Si esto no funciona puede agregar una oferta matrimonial, aunque sé que es un tema delicado para usted.

Lo dejo ahí, está claro que el tema incomoda a Sylven y debe resolverlo en su interior antes de ser tema de debate.

Estrecho los ojos y lo observo en silencio largos instantes, cavilando.

Por fin mis labios se curvan en una aguda sonrisa y le palmeo el hombro afectuosa.

-Asha tiene muy mala suerte y yo muy buena porque estás aquí y no con ella -suelto una suave carcajada-. Haré lo que sugieres, creo que es la mejor idea que he oído en mucho tiempo, y al fin y al cabo no tengo ninguna otra.

Después recupero un tanto la seriedad.

-Gracias. Sé que no tienes ninguna responsabilidad para conmigo ni mi Casa. Llegará el día en que pueda devolverte el favor -sonrío de nuevo, pero al momento mi gesto se torna seco-. He de hablar con Lord Tudbury ahora. Por favor, hazle entrar cuando salgas.

Hago una reverencia sin disimular mi satisfacción. Creo que he podido ayudar a todos.

- Sus palabras me halagan. Se lo agradezco milady. – Soy breve esta vez. Salgo de allí tranquilo. Una vez afuera indico a Lord Tudbury que ya puede ingresar.

Tras la despedida de tu aliado, Drake, entra el "Caballero Tortuga" en la tienda.

¿Y bien?

No pude averiguar si el anciano maestre cargaba consigo algunos cuervos, de ser así es un buen momento para intentar dar alguna señal de vida en las Islas de Hierro antes de que decidan que es hora de que mi sobrino se haga cargo de Marea Negra.

Paseo por el campamento buscando al maestre o su aprendiz, incluso el pequeño me sería de utilidad. Me simpatiza ese chico, es bien despierto, tal vez le deje vivir cuando de el zarpazo. Sonrío con satisfacción, cualquiera que me viera pensaría que estoy loco, riendo sólo. La risa es el gruñido de la bestia, sube desde el pozo más oscuro en donde la tengo encerrada y se distorsiona en aquella leve carcajada.

Drake, en su intensa búsqueda, se encuentra con el joven Atreides.

Un venado pasta nervioso entre las ruinas de una gran fortaleza, levantando constantemente su cabeza en busca de depredadores pues se encuentra completamente solo.

Pese a ello no es capaz de ver una figura que lo observa escondida tras unos matorrales, una forma rojiza. 

Te acercas al acechante, un pequeño venado de color rojizo. Pero ¿no es eso una melena? Parece un león después de todo, aunque no sabes como lo has podido confundir con un venado ¿tal vez por su cornamenta? ¿cornamenta? Otra vez es un venado rojizo que observa al ser de su misma especie. En sus ojos se ve un profundo pesar.

Sin embargo el venado se esfuma y vuelve el león. Lo que no se han ido son sus ojos, inundados de tristeza, duda y miedo.