Partida Rol por web

Hobbard había echado ya un par de vueltas al recinto cuando el descubrimiento de JACE llamó la atención de todos. Y se demoró todavía un poco más, escrutando por los rincones semi-derruidos, antes de acudir a ver las novedades con sus propios ojos. Finalmente, a regañadientes, y con un evidente gesto de desconfianza dibujado en el rostro, el parco sujeto se acercó al resto de sus camaradas y atisbó por encima del hombro de NORMOH.

Lo cierto era que no le gustaba como se veía aquello. Con inscripciones o sin ellas, la recia trampilla parecía pensada como escondite, o tal vez algo peor, y eso no le daba buena espina. Además, las sombras de la noche y los ruidos extraños que provenían de ellas le habían crispado los nervios, y hacían que adivinara a los Siervos del Enemigo en cada rincón del lugar.

En cierto sentido, y aunque odiara admitirlo, quizás el patético ataque de excitación en el que había caído el joven VELOCATUS tal vez hubiera conseguido abrirse paso hasta su normalmente templado espíritu…

De todos modos, HOBBARD también era plenamente conciente de que, incluso atrincherados en aquella ruina, su posición seguía siendo por demás de precaria. Los huecos en la muralla eran sencillamente demasiados, y varios de ellos incluso tenían unas dimensiones que volvían prácticamente fútil cualquier intento de sellarlos. Para peor, no parecía haber escombros suficientes para emprender semejante tarea, de tal forma que organizar unas defensas medianamente aceptables resultaba todo un desafío.

Además de todo, estaba la cuestión del quejumbroso techo de la construcción, por su puesto, que bien podía venírseles en la cabeza de un momento a otro.

De modo que, incluso en contra de todos sus principios y del más elemental sentido común, el fornido sujeto dio un paso al frente y comenzó a despejar los escombros que cubrían la trampilla metálica.

- Supongo que no perdemos nada con echar un vistazo. – dijo por fin con aire resignado mientras se agachaba para tomar un bloque de ladrillos – Tal vez encontremos una mejor posición para defendernos. Y de todos modos, siempre podemos volver a cerrarla si no encontramos nada útil.

Normoh observa con los brazos colgando en los costados las evoluciones de sus compañeros de viaje. Da un pequeño y discreto paso lateral alejándose de la trampilla cuando Jace ordena abrirla, y otros dos cuando Velocatus deletrea lo que puede leer sobre ella. Hubiera dado otro par de ellos en la misma dirección de no notar el corpachón de Hobbard sobre su hombro, curioseando la escena. Suspira y mira alrededor. Desde luego, no parece muy cómodo a cubierto. Y todo el mundo parece haber olvidado las siluetas que vieron en el camino antes del encuentro de al comitiva con los perros salvajes. El cazador guarda a buen recaudo la punta de flecha con la que seguía jugueteando y se dirige a la puerta, oteando el ya oscuro horizonte, buscando en la mole del carro, único elemento conocido de los alrededores, cierta seguridad.

Velocatus se preocupa sobremanera al darse la circunstancia de que la mayor parte de sus compañeros se decantan por explorar lo que haya tras la trampilla. Sin embargo, acepta la decisión común y se da por vencido.

El apuesto y malherido jóven se aparta de la apertura metálica, tomando la antorcha de la mano de Jace, pero situándose en una segunda fila de sus compañeros respecto a la entrada al subsuelo.

Observa como Normoh, siguiendo su costumbre de no decir demasiado, se dirige al exterior de la construcción sin decir palabra. Velocatus se pregunta que rondará por la mente del explorador. Sin embargo, sus dudas se esfuman de su mente tan rápido como la figura del bigotudo montaraz.

Por cierto, Jefe, las conclusiones a las que llegó Hobbard (acerca de la imposibilidad de construir defensas medianamente dignas) son puras conjeturas mías basadas en los datos que has ido arrojando aquí y allá (quizás teniendo en cuenta la tirada que hice hace algún tiempo para "Construir Defensas") y mi propia interpretación de la situación. Tu dime si están equivocadas o si necesitas alguna otra tirada para tener más certezas.

Otra cosa. La puerta de la izquierda (que no es la entrada principal ni la trampilla) parecería dar al exterior de la casa? O puede haber otra habitación junto a la principal?

Respuesta del Máster: EDITO: sí, la puerta izquierda da a otra parte del interior de la casa, no al exterior. Perdón.

Jace se sonríe satisfecho. Está convencido de que deben explorar lo que quiera que haya bajo esa trampilla, pero cuando el joven Culprit se posicionó en contra necesitaba recabar más apoyos antes de insistir… pues por desgracia no tiene tanta autoridad como otros miembros de la expedición. Sin embargo, a partir del momento en que el mayor de los Wits se ha mostrado favorable, la cosa ya estaba casi ganada. Tan sólo necesitaba que los demás no se pronunciasen con demasiada energía respaldando a Velocatus… y nadie lo ha hecho.

- Venga, todos sabéis que tenemos que hacerlo – les arenga de nuevo – Pero hagámoslo bien, Ursu haz lo que te he dicho y trata de levantarla desde atrás, puedes utlizar una cuerda anudada al asa para ganar más distancia, los demás rodead la trampilla y estad preparados por si alguien asoma…

Alguien o algo, ahí puede haber cualquier cosa… ¿Pero qué es preferible? ¿Comprobarlo ahora mismo o esperar a la noche, cuando estén durmiendo... o les den alcance los Siervos del Nigromante que les seguían?

En respuesta a las dudas de algunos de los jugadores os dejo aqui un resumen de las características de la edificación:

Pared frontal:

- Centro: puerta de dos por dos metros aproximadamente, abierta, de ella sólo queda el bastidor metálico. Cerrada tendría cuatro aberturas de 1x1 metro.

- Derecha: ventana de 2x1 metro (más ancha que alta), cierre con tablas envejecidas, con huecos y no muy firmes (impresión visual, no al tacto)

- Izquierda: ventana de 2x1 metro tapiada por el exterior por el derrumbe del soportal de la entrada.

Pared derecha:

- Mostrador. Detrás la trampilla. Detrás la estantería derrumbada. Sin ventanas.

Pared posterior:

- Hueco de 3x1 m a 1 metro de altura en el medio de la pared posterior. Atravesada por una gran pieza de metal retorcida casi del tamaño del carro pero a diferencia de éste sin madera, ni ruedas. Al menos no a la vista desde el interior del edificio.

Pared sin ventanas. En la porción no derruida de la pared, estanterías en ruinoso estado.

Pared izquierda:

- Sin ventanas. Puerta metálica de 1x2m. Abierta algo menos de un palmo. Un enorme montón de escombros impide que se abra más y una menor cantidad de escombros impide que se cierre. La abertura permite meter un brazo y/o una pierna, pero no la cabeza y menos aún pasar por la abertura (salvo que algún PJ tuviera la dote Pequeñín, que no es así). La puerta da a otra u otras habitaciones del interior de la edificación, no da al exterior.

Techo:

- Hundido en su porción central. Las porciones más periféricas (sobre las paredes) están más conservadas. La porción hundida está centrada sobre la pila de escombros en el centro y hacia la pared izquierda.

Frontal exterior:

- Soportal de grandes dimensiones. Unos 4-5 metros de longitud y anchura algo superior a la fachada frontal de la construcción. Soportado por columnas de 1x0,5 metros de base y unos 4 metros de altura. La parte izquierda está derruida, mientras que de la parte derecha se han hundido los pilares más alejados de la construcción, por lo que se forma una especie de pendiente entre la porción más alejada a la edificación (hundida y a nivel del suelo) y la porción en contacto con la fachada (en su nivel original y en continuación con el techo).

*NOTA 1: las dimensiones son ancho x alto.

*NOTA 2: si pretendeís hacer trabajos de reparación/fortificación/desescombro, tendreís que precisar/explicarme que es lo que pretendeís hacer.

*NOTA 3: ya tengo hecho el mapa pero como dirían algunos de mis conocidos del mundo del cómic está "pendiente de entintar".

Ursu no puede ignorar la expresión de pánico que se refleja en el rostro del joven y malherido Culprit. Una voz interna parece instarle a desobedecer la orden de Jace, casi convenciéndole de que ahí abajo hay algo que no debería ser descubierto ni despertado. Pero la situación de desamparo en la que se encuentran, con el estado catastrófico del edificio y el parco abrigo que ofrece al exterior, desaconseja tener escrúpulos de más con lo que sea que pueda acechar bajo la trampilla. Se acuerda de Bill y le duele pensar en la suerte que pueda correr el caballo tanto en las entrañas de la ruinosa construcción como a la intemperie. No hay salvación para el viejo Bill.

— Pobre viejo Bill, no deberíamos dejarlo ahí fuera solo, pobre viejo Bill —casi susurra Ursu, y espera que nadie más lo escuche—. Pero viejo amigo, quizás estés más a salvo ahí fuera que nosotros...  Ursu regresará por ti, si la fortuna nos sonríe. Que te protejan los Padres, viejo compañero de fatigas.

Ursu se aproxima a la trampilla con la cuerda que lleva en su equipo. La ata al asa, respira hondamente dos veces y aplica todas sus fuerzas para tirar de ella.

Normoh se alejó del grupo mientras éste se disponía en círculo alrededor de la trampilla y Ursu, siguiendo las indicaciones de Jace ataba una cuerda alrededor del asa de ésta. Para Normoh aquello no parecía más que perder el tiempo, quizás pensara que no debía ser abierta o por el contrario que debían echar un vistazo pero que no merecía la pena hacer tantos aspavientos.

El cazador se apoyó en el marco de la puerta oteando el camino por el que han venido y la calzada tras éste. Sin embargo, la oscuridad de la noche ya era muy importante y la luz de las antorchas a sus espaldas le impidieron ver absolutamente nada. Si los siervos del nigromante seguían allí fuera y él tenía por seguro que así sería, no podía verlos. Cuando se disponía a encaramarse al carro para ver si podía ver algo oyó un ruido a su espalda.

Sus agudos sentidos de cazador le permitieron oir a su espalda, por encima del tono de las voces de sus compañeros o de los esfuerzos de Ursu, lo que creyó era una serie de agudos chillidos semejantes a los propios de un roedor o un pequeño carnívoro o varios de ellos. Inmediatamente el cazador se volvió hacia el interior de la casa, aunque no pudo ver nada más que al gigantón de Ursu dispuesto a tirar de la trampilla. No se veía la fuente de los ruidos. Puede que provinieran del techo, lo que era raro pues éste estaba sobre su cabeza y no a su espalda. Quizás el ruido provenía dl interior de la vivienda. Sí seguramente fuera eso.

Los aventureros se dispusieron alrededor de la trampilla, a excepción de Normoh que había decidido apartarse de sus compañeros y apoyarse en la puerta mirando hacia el camino por el que habían venido.

A un lado de la trampilla se encontraban Hobbard, que empuñaba su enorme hacha, dispuesto a blandirla a pesar de la estrechez del lugar; Jace que empuñaba la lanza en una mano y la antorcha en la otra. Velocatus se encontraba junto a aquellos dos hombres mirando con terror la trampilla que se disponían a abrir contra su consejo más vehemente. Al otro lado de la trampilla Ursu pasó la cuerda por la argolla de ésta se alejó un par de pasos y se dispuso a tirar. Junto a él se encontraba Iunus, que siguiendo el ejemplo de su padre se había armado y empuñaba el hacha de reserva del carro y su enorme escudo manchado de sangre de perro.

Ursu cogió la cuerda con las dos manos y tiró con todas sus fuerzas. Por un momento la trampilla se resistió y los músculos de los brazos del enorme explorador se tensaron y las venas se hinchaban visiblemente bajo la piel. La trampilla crujió. La cuerda crujió. Ursu gruñó y con un enorme chasquido la trampilla se abrió de golpe. El gigante cayó de culo mientras la portilla de metal giraba sobre sus oxidados goznes y golpeaba contra el suelo con un enorme ruido.

En ese momento una nube de polvo salió de la trampilla, si cabe más denso y pesado que el que inundaba el edificio semiderruido procedente de ladrillo, rocas, tejas y madera. La nube alcanzó a todos los que se encontraban junto a la trampilla, que empezaron a toser de forma incontrolable. Con los ojos llorosos y la nariz y la boca llenas de polvo, los aventureros fueron recuperándose lentamente y dejando de toser, mientras se sacudían de encima el polvo lo que a su vez hacía que aquellos a su alrededor volvieran a toser con fuerza.

Unas escaleras se abrían paso en la oscuridad debajo de donde había estado la trampilla. Con la luz de las dos antorchas sólo podían ver los primeros escalones.

Velocatus fue de los últimos en recuperarse y la herida en el vientre le dolía cada vez que lo hacía, como si el perro volviera a morderle cada vez que tosía. Finalmente dejó de toser, aunque permaneció doblado sobre la cintura. Con los ojos enrojecidos y llenos de lágrimas miró hacia el hueco de la trampilla.

Unas escaleras se abrían paso en la oscuridad. Con la luz de las dos antorchas sólo podían ver los primeros escalones, que estaban cubiertos de polvo. A Velocatus le pareció que algo más cubría los escalones, como un polvo más denso y adherido a la piedra de color entre parduzco y verdoso que ocupaba casi toda la superficie visble. El aprendiz no sabía que era aquello pero recordó, sin proponérselo, como si aquello no fuera al caso, una conversación con su abuela, en la que ésta le hablaba de una extraña planta que crecía en los lugares antiguos o abandonados y en las cosas que eran dejadas de lado o a las que se había acabado su tiempo, los alimentos que se dejaban sin comer, la madera cortada que se dejaba sin quemar. O como las casas abandonas, pensó Velocatus.

El muchacho no pudo recordar el tipo de planta de la que se trataba, pues poco pudo recordar más en ese momento de aquella conversación, pero las muchas horas de estudio de los libros y las lecciones de su abuela si le permitieron saber, que no se trataba de plantas con propiedades curativas.

-Eh! Eh! Habéis oído eso?- Normoh había vuelto al interior de la estancia, quedándose más o menos a la entrada, bajo el dintel de la desvencijada puerta. Susurraba bastante fuerte al grupo, extendiendo una mano hacia ellos para llamar su atención sin hacer demasiado ruido. De repente se quedó en silencio, mirando hacia arriba, hacia los lados, hacia atrás y hacia arriba de nuevo. Mantuvo la vista fija en el techo mientras sacaba cuidadosamente su antorcha y la acercaba a la que Jace mantenía alzada.

-Creo que era... Puede que fueran ratas... o murciélagos...

Esforzándose por contener la tos, Jace trata tambien de calmar los ánimos:

- Es igual que sean una cosa u otra, no representan una amenaza para nosotros – o eso espera al menos – Ahora lo importante es ver lo que hay ahí abajo…

Intenta disimularlo pero está bastante irritado. Y lo peor es que es consigo mismo, por no haber previsto lo que ha pasado con el polvo que se ha levantado, llenándolo todo y dejándolos medio ciegos, prácticamente indefensos con ese estúpido ataque de tos. Si hubiese salido algo de esa trampilla…

Eso por no hablar del ruido que han montado, seguro que no hay nada por los alrededores que todavía no sepa que están aquí, encima con todas esas antorchas. Como misión táctica, está siendo todo un fracaso, se imagina las críticas que le estaría haciendo ahora mismo Martin Justicar, el jefe del cuerpo de guardia de Forbrag, si estuviese aquí. Maldito viejo insoportable… aunque la verdad, no le importaría oír sus sermones si eso implicase tener refuerzos. Pero no los habrá, eso está claro. Así que será mejor tirar para adelante con lo que dispone y apechugar con lo que encuentren.

- Voy a bajar, quiero que Normoh y Ursu me acompañen – ruega más que ordena – Los demás esperadnos aquí arriba… hay que mantener esto vigilado.

Alguien va a tener que hacerlo y aunque no le haga ninguna gracia, tiene claro que como guardia de la comitiva le corresponde encabezar el grupo. Además, no se atreve a darle órdenes al joven Culprit ni a los Wits, así que no le quedan demasiadas alternativas…

Normoh vio como el polvo, que tenía un matiz verdoso se asentaba, todos sus compañeros estaban llenos de polvo y el interior de lo que fuera que había bajo el suelo no estaría más limpio. El cazador sonrió para sus adentros contento de no haberse visto en semejante nube de toses y atragantamientos.

Ursu, cuya salud siempre parecía de hierro fue el primero en recomponerse de la gran polvareda y las toses y atragantamientos que siguieron a ésta. O puede que fuera el hecho de ser el más alejado cuando la trampilla se abrió lo que hizo que no recibiera tanto polvo ¡y todo gracias a haberse caído de culo! No obstante puso cara de asco por el polvo verdoso que le había caído encima y que junto con la sangre de los perros empeoraba aún más su aspecto, que por lo no general no era demasiado bueno.

Iunus ofreció su mano al explorador para que éste se pusiera en pie y mutuamente se limpiaron el polvo. Al joven leñador le preocupaba especialmente el color, lejos del color rojizo de los ladrillos, el marrón de las tejas o el serrín de la madera pulverizada de las estanterías. Cuando Jace dió los primeros pasos en la escalera, Iunus no pudo evitar decir:

- ¿Seguro que es buena idea? - y volvió los ojos hacia su padre esperando de éste un asintimiento o una muda negación.

Ursu, de pie, frotándose el trasero y recuperándose del ataque de tos, con los ojos escocidos por el polvo, se dispone a seguir a Jace. Pero se da cuenta antes de dar un paso más de que le falta algo.

— ¿Alguien le prestaría una antorcha a Ursu? Ursu no quiere perderse allá abajo, o pisar a sus compañeros —pregunta. 

Velocatus tosió bruscamente, y cada vez que lo hacía una mueca de dolor se asomaba a su rostro y entonces apoyaba la mano libre en el vendaje.

Luego calmó su tos, junto a los demás, y oyó la petición del enorme cuidador de las cuadras:

—Toma...— dijo, pasándole a Ursu la antorcha que un momento antes había tomado de la mano de Jace.

—... y cuidado con eso, puede ser rebaladizo.— Añadió, señalando a algo más cubríendo los escalones, como un polvo más denso y adherido a la piedra de color entre parduzco y verdoso que ocupaba casi toda la superficie visible.

Sin decirlo claramente, parecía claro que con su gesto al desprenderse de la antorcha Velocatus esperaba "librarse" del descenso a las tinieblas.

Menudo cobardica.

Cuando Normoh entró hablando de ratas y murciélagos, Velocatus se giró hacia él con gesto extrañado, pero no añadió nada.

—¿Ratas y murciélagos?— Pensó Velocatus para sí —¿De qué habla? Yo no he visto nada...—

Se guardó sus pensamientos para sí.

La cara de Normoh es un poema cuando escucha las últimas palabras de Jace. Abriendo muchos los ojos observa enmudecido las caras de sus compañeros: los rostros hieráticos de los Wits, el aterrorizado Velocatus, la mirada poco expresiva de Ursu, el ceño fruncido de Jace. Se envara y parece querer hablar o quejarse, pero al final simplemente farfulla algo sobre "idea estúpida", "obligaciones", "cazar" y "meterse ahí abajo" y apunta con su antorcha hacia el agujero y tantea cauto el primer escalón antes de aprestar su arco.

Entiendo que enciendes tu única antorcha y que te acabas de presentar voluntario para encabezar la exploración del piso inferior en lugar de Jace.

Por otro lado, es imposible "aprestar" un arco si tienes una mano ocupada con una antorcha.