Partida Rol por web

Estoy de acuerdo con eso, por ende nada de de masacre, sin muertos. Capturar, maniatar y amordazar. Las contusiones que puedan sufrir se las curarán luego con facilidad. 

La idea del almacén era potencialmente mejor que la mia, asi que volví a mirar expectante al ratón.

La mirada del joven escrutinio las facciones de Vicnan, pero en aquella ocasión no era con desconfianza, sino con intriga. De nuevo miró a su alrededor y al ver que nadie le observaba comenzó a deshacer el disfraz. Se quitó la barba postiza, la capa y se bajó de los zancos de madera. Era un simple niño mugriento de las calles de mirada vivaz y sonrisa traviesa. 

—No he visto nada. Solo sé que muchos de los niños de las calles que entran a la iglesia no vuelven a salir— explicó el infante tras unos segundos de indecisión—. Me disfrazo porque quiero llenarme la tripa sin unirme a la lista de desaparecidos. 

» No se ni quisiera si estoy en lo cierto, pero la desconfianza es lo que me ha mantenido vivo estos años— continuó hablando algo más relajado—. Quizás los vagabundos hayan visto algo. Yo al menos no he visto nada. 

Sin duda aquella información, aunque escueta, lanzaba algunas preguntas interesantes. ¿Por qué secuestraba niños? ¿Acaso no era suficiente con los infantes esclavizados de Mesh´Ran?

- Muy bien chico, muy bien - Vicnan se rascó la nuca, pensativo - te has ganado tus monedas, y una más si me puedes indicar algún vagabundo que sepa lo que pasa en los alrededores del Templo -

Después, el Inquisidor se lo pensó mejor y agregó: - Eres inteligente, si te enteras de algo más puedes dejarme un mensaje en El Beso de la Driade. Di que buscas al sacerdote rubio. Y ten cuidado, no te metas en líos -

Se despidió del chico y buscó un lugar dónde deshacerse de su disfraz. Pensaba volver al salón principal y esperar allí a Ildyra. Si alguien preguntaba, admitiría que se había perdido entre los pasillos.

La repulsa del lugar difícilmente podía dejar indiferente a alguien, y Caidus no era la excepción en esta ocasión. De hecho, se sintió tan afectado que apenas pudo decir palabra, además de oír a sus compañeros como voces en la lejanía. Por suerte, el descubrimiento de Balthor hizo que Smurf se removiera intranquilo bajo la solapa del mago y éste volvió a la realidad.

—Antes de entrar por ese pasillo, exploraría e interrogaría a Zalgrán. Quizás sea un ghoul y no lo sepamos.—para tranquilizar al grupo de las posibles visitas indeseadas provenientes del pasillo, les propuso una solución— Puedo colocar una alarma en el pasadizo para que no nos alcance nadie de improvisto desde ahí dentro.

Balthor estaba tratando de controlarse, su instinto el mandaba lanzarse la túnel, y acabar con cualquier cosa que apareciera en su camino, pero Caidus quería interrogar a Zalgrán, Balthor no era vigilante aún, y no podía imponerse a los que ya lo eran, quedaban todavía Agatosh y Ayla por decidir, aunque siendo ellos los que capturaron a Zalfrán, era previsible su voto.

- Lo que hagamos mejor hacerlo rápido, aquí puede haber un rastro interesante. El interrogatorio mejor os lo dejo a vosotros.

Si Balthor descargaba su ira, Zalgrán no saldría viva, tal era la rabia que acumulaba en su interior.

Inofensiva, claro. Pensó Ildyra para sus adentros, pero ya no podía echarse hacia atrás. Siguiendo a la mujer escuchó atenta, tanto a lo que decía como a cualquier ruido cercano. No había oído nunca sobre las marcas, pero de momento la creyó. Cuando la mujer empezó a desnudarse miró proceso con el rostro serio, tal y como ella estaba desnudandose. La verdad es que el sistema de "comprobación", le pareció demasiado mundano. Si no te importa, lanzaré un conjuro para detectar auras magicas, y tu puedes hacer lo mismo. Puedo notar tu aura, pero... mejor estar seguras.

Con su beneplacito, detectó magia en ella, estando desnuda. Sabía que había conjuros que escondían el aura, y no era una experta, pero al menos eso lo sabía.

Al acabar, mientras Ayshel se vestía, Ildyra se desvistió rapidamente. Su armadura y protecciones ligeras eran bastante más faciles de quitar que las pesadas placas.

Aun así, vigilando, la permitió investigar su cuerpo, atenta a sus movimientos y sonidos cercanos.

La respiración de Alya era pausada y casi se podía oír el rechinar de sus dientes por la firmeza con la que estaba cerrada su mandíbula. Le estaba costando enormemente reprimir el impulso de ira y arrojarse por el túnel en pos del templo de su deidad. Era una ofensa que su devoto corazón sufría con agonía, al punto que una lágrima escapó de su ojo y rodó sobre el rojo tatuaje que tenía en su mejilla, un símbolo incompleto de Iomidae; si era un engaño, por el insulto a su deidad. Si no lo era, por la profanación de su templo si proveía de niños, medianos o gnomos para tan macabro propósito.

- No considero prudente que yo interrogue a Zalgrán en estos momentos. Aunque no me opondría a hacerlo. - dijo con su voz temblando como el hilo de una guitarra demasiado tensa. En sus ojos, un brillo de fanática peligroso, una mirada que no auguraba nada bueno para el hombre si la dejaban al cargo.

La mirada de la adusta paladina se turbo ligeramente al contemplar el hermoso cuerpo de Ildyra. A pesar de ello, contuvo la vergüenza y la inseguridad, y examinó cada centímetro en busca de alguna marca. Ninguna de las dos tenía inscrito ningún símbolo relacionado con los vástagos. 

—Examine tu aura en cuanto te presentaste como una Vigilante, algo que como bien sabes puede ser fácilmente truncado— respondió con voz seria—. Por el contrario, los chupasangres tienen la necesidad de marcar de algún modo a sus subordinados. Es por ello que te he hecho pasar por este mal trago. 

Tras pronunciar aquellas palabras se giró en redondo, dándole cierta intimidad para poder vestirse. En aquel momento la hermosa espadachina aprovechó la situación para observar con detenimiento el aura de la mujer. Tras varios segundos de concentración no encontró nada sospechoso. 

—Hace unas semanas, una joven devota, quiso compartir conmigo ciertas sospechas. Afirmaba que existía la posibilidad de que algo impío hubiera sido capaz de influenciar en los altos cargos de nuestra iglesia— relato con voz pausada, rompiendo el silencio—. Incapaz de barajar aquella posibilidad, en la que expertos paladines habían pasado tal malignidad por alto, ignore sus palabras. Pensaba que eran las ensoñaciones de una mente joven; sin embargo me equivoque.  

» Tiempo después fue encontrada muerta, justo cuando vuestra gente apareció en nuestra ciudad investigando las desapariciones. Imagino que quería compartir con vosotros cierta información, algo que supongo nunca llego hacer— añadió con cierto rastro de culpabilidad en su voz—. Desde entonces he observado a mi alrededor y escrutinado con los dones de Iomedae a casi todos los miembros de mi orden, pero no he encontrado nada. Tan solo quedan tres, el sumo sacerdote y sus dos guardaespaldas, los cuales se sometieron a un retiro espiritual en una de las alas del templo hace una semana.

A pesar de que sentía cierta curiosidad respecto al pasadizo, e ira hacia Zalgrán, Agatosh no olvidaba el porqué estaban allí, y esperaba que el resto tampoco perdiera de vista el objetivo de esa misión.

—No tenemos tiempo por ahora. Lo primero es lo primero, y tenemos que acabar con el archimago. Podemos interrogar a este cabrón mientras aparece nuestra verdadera presa, pero nada más; por mi que se encargue Alya, no me importa como acabe ese tipo. Y si acaso, después damos un paseo, pero no ahora. Así que... ¿Cómo va la carta? ¿Y las protecciones contra la magia?

—En ese caso,—contestó Caidus en referencia a las últimas palabras de Agatosh— conjuro la alarma para evitar sorpresas y enviamos la carta. Conseguí una buena imitación de Zalgrán, y está lacrada con el sello de su familia. Confío en que sea una buena imitación.—dijo con el orgullo de un trabajo excelentemente confeccionado—Para enviarlo ofrecería unas monedas a un mensajero, a no ser que alguien tenga otro método.

La tensión sigue creciendo... y no es que tengamos mucho tiempo.

- Yo preferiría no tener que matar. A lo sumo, tendrás que beberte la poción, si es que funciona, y parecer algo menos llamativo quizás. A una humana o una semielfa no les recordarán, a un semidrow, quizás si, pero prefiero no pelear con nadie. De todas formas igual mis maldiciones brujeriles o pociones funcionan, no lo sé, si nos pillan probaré si puedo dejar inconsciente a alguien, si fallo tampoco pasará nada.

Cha'kelg'caress -Dije entre dientes para luego soltar un largo bufido de resignación y una mirada algo desdeñosa a la bruja de los mares.

Saqué mi poción asignada y tras pensar un poco mas en si era la mejor opción o no. Tomada la decisión, la descorché con un movimiento del pulgar -¡Afya!-  y procedo a beberla sin respirar e intentado saborearla aunque por su puesto siempre le queda a uno un regusto.

Se me escapó una mueca de aprobación por el sabor, tenia un toque a canela o algo picante, era agradable.  Esperé a ver como sufría la metamorfosis pero tardó lo suficiente como para temerme lo peor. -Pff parece que no tiene efecto por la inhib... -El proceso fue muy molesto y agresivo, noté como los músculos de la cara se me tensaba y contraían de forma involuntaria, en particular las orejas, los ojos me quemaron y supe que algo les pasaba.  El pelo se me comenzó a caer traté de tenerlo en mis manos pero al poco se hizo ceniza o se evaporó.

Y mis manos... el color de piel cambio a uno mucho mas rosado, se hicieron algo mas cortas y robustas, mas toscas. 

El dolor y la molestia pasaron y pude recuperar la compostura, no tenía ningún espejo de plata para mirarme así que desenvainé para poder verme en el reflejo de la hoja aunque fuese vagamente.

-Parezco un niño. -Dije con cierta decepción. -Debe ser mi equivalente en edad humana.

Por fortuna para el elfo oscuro, la poción que había creado el archimago, había sido creada expresamente para saltarse las restricciones del Sanctorium. De modo que tras beber el brebaje sintió como la anatomía de su cuerpo. Sus vértebras se estrecharon, mientras que los huesos de su cadera se ampliaron y los de sus piernas se alargaron. Además, las células productoras de melanina cambiaron su secreción de pigmento, dándole a Abelgos una apariencia completamente distinta. 

Después de aquello el grupo fue guiado por Mhun hasta la sala que había de almacén y sala de lavado. En aquel lugar ningún ser vivo hacía el trabajo de limpieza, planchado y almacenaje, sino que era realizado por sirvientes invisibles sin capacidad cognitiva alguna. Tras reponerse de la sorpresa inicial, los vigilantes se ataviaron con túnicas de colores apagado y reanudaron la marcha hacia su objetivo. 

Como era de esperar, aunque se encontraron con varios estudiantes mientras bajaban la gran escalera de caracol, ninguno de ellos les llamó la atención. Para ellos eran otro estudiante de los complejos teoremas arcanos, después de todo ¿Quién iba a sospechar en un lugar de acceso restringido como la torre arcana?

Finalmente, tras unos minutos en los que su corazón latía desbocado, llegaron a la parte inferior de la torre arcana. Sin duda alguna, el grupo caminó por el pasillo que allí había, el cual les llevó hasta una puerta de piedra con un gran árbol inscrito en su superficie. Antes de que ninguno de los presentes pudiera moverse, el familiar del archimago salió del bolsillo del arquero y se colocó en su hombro. Tras esto, introdujo sus diminutas patitas en su bolsa, sacando una llave de pequeño tamaño que segundos después creció varios centímetros. 

—Esta es la llave que abre esa puerta— ofreció Mhun con voz aguda—. Aparte de esta, existe otra copia que obviamente tiene Shandal. Dentro de sala no se que puede haber de modo que debemos obrar con cautela.

Puede que el desprecio y la ira que sentían los vigilantes por las atrocidades que habían transcurrido en aquella cámara secreta, provocará la rudeza con la que trataron a su prisionero. Sin delicadeza alguna lo colocaron con fuerza contra la pared, tras lo cual le lanzaron un cubo de agua fría. Tal y como esperaban, el grandullón despertó de un brinco y les observó con cierta sorpresa. 

—¿Qué está ocurriendo aquí?— preguntó sin ningún atisbo de arrogancia en su voz—. ¿Por qué estoy aquí? ¿Vais a hacerme daño?

Tal como el hombre abrió la boca y pronunció algunas palabras, tanto Agatosh como Alya, se percataron de que algo no marchaba bien. Aquello no tenía lógica. El Zalgrán que habían conocido jamás se habría mostrado frágil e inseguro, ni siquiera en una situación como aquella. 

En aquel momento Nalen´Dag inscribió los últimos grabados del campo antimagia. El hechizo que disfrazaba la apariencia de Agatosh y Caidus se vino abajo, mostrando entonces su verdadera forma. Todos conocían el aspecto real del elfo, pero no el del alquimista. Los presentes no pudieron evitar sorprenderse al ver como este se convertía en una criatura. Sin embargo el ritual realizado por el archimago, aún tenía que revelar un artificio más.

Los cabellos rubios de Zalgrán abandonaron su tonalidad clara, para posteriormente adquirir una tonalidad azabache. Su barba se desprendió, dejando una piel limpia de impurezas y completamente suave. Sus orejas crecieron hasta tomar la forma distintiva de los elfos, mientras que sus facciones cuadriculadas cambiaron hasta ser finas y delicadas. El elfo al ver descubierta su verdadera apariencia sonrió de manera inocente y nerviosa. 

—Hola— pronunció casi en un susurro.

Sus palabras trataban de no empeorar la situación; sin embargo todo acababa de empezar. En primera instancia Caidus sintió como su alarma había sido activada, momentos después todos escucharon un grito gutural al cual siguieron decenas más. 

Algo se acercaba… 

Me sintí rídiculo con las ropas de aprendiz de mago, yo que no tenia paciencia para los sortilegios y los conceptos arcanos -Parece que ha funcionado el plan, hemos tenido suerte hasta ahora.  -Dije a las dos mujeres con tono neutro. 

Asentí al ratoncito y tomé la llave con decisión. -Vuelve a esconderte, si algo saliese mal serías nuestra única esperanza. - Luego de eso me dirijo a mis compañeras. - Si tenéis que preparar algo, lo que sea, este el momento, al otro lado puede pasar cualquier cosa.

Y salvo que hubiese alguna razón para detenerse mas de lo debido procedería a abrir la puerta, a la cual me quedomirando con recelo.

Hmmm ¿Véis algo en la puerta raro? ¿Algo como una sello de protección o una trampa? Si yo fuese el señor de este lugar no me limitaría a una llave como medida de precaución y mas teniendo la guerra declarada.

Los eventos sucedieron en una racha de sorpresas una tras otra, primero Agatosh resulta que no tenía la pinta que tenía, era algo más rojo, más espinoso y más cornudo.

- ¿Y eso Agatosh? No hace falta esconderse de nosotros ¿somos compañeros no?.

Otra sorpresa llegó con el cambio de Zalgrán, si era un elfo no era la persona que buscaban, era un señuelo, una broma, parece que su misión estaba fracasando.

Con furia, agarro las solapas del nuevo elfo y lo apretó contra la pared, su intención no era aplastarlo, pero no hacía falta que supieran eso.

- ¡¿ Quien eres tú?! ¿Que papel tienes en esto? ¡Habla antes de que te aplaste!

Para redondear todo escucharon esos gritos bestiales, estaba claro, les habían tendido una trampa y estaban de lleno en ella.

- ¡Ronroneo conmigo! Sea lo que sea le vamos a dar duro.

Tras acabar de vestirse Ildyra puso una mano en el hombro de Ayshel para consolarla. -Tranquila, la vengaremos.- Suspiró, como si hubiera dejado fisicamente una carga.

-Mis compañeros están recabando información, estoy seguro que la información que nos des será una parte importante del rompecabezas. Si tienes algún contacto o sospechas de alguien de la ciudad también nos será de ayuda, pero evita actuar sola y cuenta con nosotros.

Con aquello dicho, espero a que la paladín de Iomedae estuviera preparada y organizara sus pensamientos para compartir la información con ella, y después iría a buscar a Vicnan.

Cuando Vicnan tendió las monedas, el niño las tomó a una velocidad pasmosa. Después mordió una a una cada moneda confirmando así que no eran falsas. Finalmente miró fijamente al inquisidor con una sonrisa pícara en sus labios. 

—Si hubiera alguien así, ya le habría preguntando yo— explicó el infante como si fuera lo más obvio del mundo—, pero hay un viejo que siempre se entera de todo. Se llama Feldón. Estaba en el templo cuando me encontraste. 

Tras despedirse con la mano el joven pícaro se marchó corriendo, perdiéndose poco después en las entrañas de la ciudad de Norul. En aquel momento, el semielfo fue consciente de los ropajes que llevaba y se apresuró a regresar al templo de Iomedae. Pensó en deshacerse de la túnica carmesí; sin embargo aun las necesitaría si quería regresar al mismo lugar. 

Gracias a su disfraz nadie le puso ningún impedimento para acceder de nuevo a la catedral. Tampoco le supuso ningún esfuerzo orientarse en el interior del templo. De modo que minutos después llegó a la misma sala donde tan solo quedaba un gnomo. Este saboreaba junto a una rata los últimos restos del estofado, el cual al oírle llegar levantó la cabeza y le sonrió.

Ildyra siempre había tenido el don de decir las palabras de aliento correctas en el momento preciso. Por tanto, no le extrañó cuando sintió como los hombros de Ayshel se relajaban y dejaba escapar un suspiro. 

—La única pista que tengo es que parte de esa mácula se encuentra entre estas paredes y solo me quedan tres personas por escrutinar bajo el juicio de Iomedae— dijo la paladina con fuerzas renovadas—. Salvo que el resto estén escondiendo su malignidad de manera impecable y continua, no hay duda alguna, tiene que ser el sumo sacerdote o sus guardaespaldas. 

» El resto de mis compañeros niegan la posible corrupción de nuestra orden. De modo que estoy solo ante esta amenaza— añadió poco después con cierta incomodidad—. Tu ayuda sería de gran valor en esta cruzada. 

La proposición de la sierva de Iomedae era obvia. Quería ir en busca del mal con la fuerza de su brazo y la pureza de su corazón. Sin subterfugio, sin miedo.

- Buenos días, señor - saludó Vicnan al gnomo, aunque su tono poco amigable no se parecía en nada al de los abnegados sacerdotes. "Tengo que trabajar en mi expresión", se reclamó.

- Estoy buscando a un hombre llamado Feldón - agregó - me dicen que sabe todo lo que pasa en las calles. Necesito algo de información... -

Con el chico, la diplomacia económica rindió sus frutos. Pero con este hombre Vicnan no estaba seguro. Decidió probar otra estrategia:

- Soy un investigador de la Iglesia de Iomedae. Estoy investigando ciertos rumores sobre desapariciones en este Templo. Si usted puede ayudarme diciéndome si vio algo inusual estos últimos días, la Iglesia estará muy agradecida -

Tal vez una pequeña mentira ponga al viejo de su lado.