Partida Rol por web

—No había pensado en eso —gruñó por lo bajo, mirando la pata de la mesa de abajo a arriba, y de vuelta. Verdaderamente parecía un gran reto—. A lo mejor podría, a lo mejor no. Me costaría, eso seguro —aceptó. Luego se encogió de hombros—. Hazlo tú entonces, suerte.

Agatosh cedió el honor a Abelgos, y el ratelfo se acercó al segundo. Con unas simples palabras el ratón encapuchado parpadeó con un fulgor azulado, creando el efecto de polvo siendo expulsado de él mismo.

Caidus recordó las palabras que dijo de pequeño al ver ese efecto por primera vez: ¡Polvos de hadas! También el bastonazo de su maestro, diciendo que eso eran ideas de paletos, ignorantes y humanos.

—Abelgos, podrás caer de cualquier altura. Pero sólo una vez—le advirtió—Aprovéchalo sabiamente.

Mhun extrajo un pequeño vial de color verde de su bolsa de cuero y la se la tendio a Abelgos. Este frasco triplicó su tamaño a los pocos segundos, obligando al elfo oscuro a cogerlo con las patas delanteras y caminar de manera bípeda a lo largo de la cocina. 

El grupo de roedores observó a su compañero atravesar parte de la habitación hasta llegar al refugio de una de las mesas. Una vez allí intentó trepar por la pata de la mesa, pero se vio incapaz con tal solo dos extremidades. Por ello aferró el vial de veneno con la cola, la cual enrosco múltiples veces en el cuello de la botella, para posteriormente comenzar su ascenso con gran habilidad. 

Los cocineros en aquel momento comenzaron a cantar una canción de melodía pegadiza y rimas sencillas. Aprovechando aquel momento, Abelgos corrió por la mesa y saltó con fuerza para llegar a la una de las encimeras. Aunque llegó sin ningún problema, durante unos instantes la fuerza de su cola cedió y el frasco comenzó a caer. El sigiloso roedor trató de atraparlo en el aire, pero fue incapaz. Con temor observó cómo el frasco caía, llegando incluso a cerrar los ojos vaticinando el ruido que provocaría el romperse contra el suelo; sin embargo el vidrio no se quebró. La magia de Caidus provocó que el frasco redujera su velocidad de caída, hasta el punto de posarse con delicadeza en el suelo. 

En aquel momento el elfo oscuro intercambio miradas de alivio con sus compañeros. Tras un segundo de regocijo salto a una de las patas de la mesa y comenzó a descender. Con rapidez se acercó al vial dispuesto a cogerlo y esconderse, pero algo le detuvo. Un aroma exquisito sacudió su olfato de una manera que jamás habría creído posible. 

—Mmmm queso—. Pronunció mientras dejaba el veneno en el suelo.

Con aire ausente comenzó a caminar guiado por su olfato. Bajo uno de los muebles una trampa para ratones ofrecía un suculento manjar que no podía rechazar.

Asintió a las palabras de Elentari, que aparentemente acababa de llegar a su misma conclusión. - Voy a probar algo. Seguid buscando, tal vez encontréis algo por si no consigo nada. - Dijo, tomando de nuevo el brazo sin cuerpo y apartándolo del piano por el momento.

- Vicnan, si grito, utiliza la campana para sacarme del apuro. - Añadió, antes de abandonar la habitación con el brazo y su antorcha siemprebrillante alumbrando el camino que habían hecho, desandando sus pasos en esta ocasión hasta que se volviera a encontrar con el atormentado eco de aquella mujer.

Ojalá tuvieran alguna pista de quién se trataba o qué recuerdo, lamento o arrepentimiento la había dejado atrapada en aquella noble mansión en lugar de acabar en el lugar de reposo que le correspondiera a su deidad, pero no la tenían. Lo que iba a hacer era, casi literalmente, un disparo en la oscuridad.

Pero era cuanto tenían y el tiempo apremiaba.

*Dedicó un primer momento a mirarla de arriba a abajo, intentando sacar algo en claro que le permitiera afinar un poco su disparo en la oscuridad antes de dirigirse a ella... Y es que aunque estaban advertidos en contra de interactuar con los espíritus de aquel plano, su interacción con el mayordomo que les había dirigido al interior de la casa parecía indicar que, mientras siguieran "un papel" que el espectro reconociese o aceptase dentro de su obsesión sin romperla, no tenía porqué provocar ninguna consecuencia catastrófica.

**- Milady, - dijo en un tono afectado, intentando cubrir tanto terreno como fuera posible. ¿Tal vez debía ser un amante del que nunca pudo despedirse o conquistar? ¿Una madre o un padre afectuosos? ¿Un descendiente? ¿Un profesor al que nunca pudo contentar? ¿Un sirviente dirigiéndola para dar el espectáculo de su vida que nunca pudo ser? Como aquellas había muchas posibilidades, esperaba ser lo suficientemente convincente con alguna. - todo esta listo para comenzar. Ansío escuchar esa pieza. - Dijo tendiéndole el brazo sin cuerpo como quien le entrega un ramo de flores a una artista tras una actuación.

Tal vez así, consiguiera llevarla al siguiente escenario de su tragedia... Y poder solucionar el enigma que les había traído a aquel lugar.

Atento a lo que ocurría, Caidus contuvo la respiración y sintió como su estómago se encogía al tamaño de un guisante. El resultado, no tan milagroso gracias a su previsión, le dejó soltar el aire que tenía acumulado en los mofletes cual roedor regurgitando. Mas los problemas no habían acabado.

Abelgos olió algo. ¡Queso! De repente sintió una atracción fatal sólo de pensarlo que consiguió dominar, y entendió lo que estaba a punto de pasar.

Con un rápido movimiento, agarró una de las migas del suelo igual que si fuera una piedra con la intención de tirársela a su compañero y así hacerle reaccionar. La sopesó apenas unos segundos y, tras realizar unos complejos cálculos que incluían alcance, deriva, posición de las masas de atracción, viento y otros muchos factores, la arrojó aplicando tanta fuerza que, cuando abrió su manita, sólo quedaban migas de la miga.

Aquello pareció más un espectáculo circense que una misión de subterfugio. Durante varios momentos tuvo el corazón en un puño, creyendo que todo iba a resultar en un desastre épico, para a continuación dejar escapar el aire contenido, aliviado. Empero, cuando todo pareció acabar y las cosas volvieron a su ser, Abelgos, en lugar de recoger el veneno e intentarlo de nuevo, se quedó observando algo fijamente. Agatosh siguió la dirección de su mirada hasta que, compungido, se dio cuenta de que lo que tanta atención atraía era una trampa para roedores. Oh.

El queso también hizo que se le hiciera la boca agua, pero sabía que era un error intentar cogerlo. Si el semiratidrow lo intentaba posiblemente acabaría atrapado y, lo que era peor, llamaría la atención de los dos cocineros. Si les daba por mirar bajo la mesa y encontraban la ponzoña, además de a un ratón curiosamente vestido, sospecharían que algo raro ocurría, y podrían perder el factor sorpresa. Sin embargo, ¿qué podía hacer?

Caidus tomó la iniciativa, queriendo tirar una miga para llamar la atención, o al menos eso le pareció, porque el lanzamiento no llegó a producirse. Como nada más se le ocurrió, él mismo tomó el relevo y finalmente optó por salir de su escondrijo y salir disparado contra su compañero, para intentar pararle y, de paso, ayudarle en la segunda intentona.

 El semielfo se alegró de que sus compañeras hubiesen prestado más atención a la mujer que él. Se sentía tan desorientado por las extrañas condiciones del lugar que su capacidad para comprender el entorno resultaba comprometida. —Espera, iré contigo.— No parecía haber un peligro inminente en el salón del piano por lo que prefirió acompañar a Alya.

 Mantuvo la campana aferrada con fuerza en mano mientras la sierva de Iomidae se acercaba a la consumida pianista, presto a sacudirla si era necesario. Un gesto de repugnancia se dibujo en su rostro al ver como Alya tendía el brazo. No dejes que te toque..

La bruja se sentía tremendamente desorientada en aquel lugar, todo parecía seguir unas reglas extrañas y arbitrarias, o quizás es que no estaban sabiendo ver los patrones. No estaba segura si que el resto de sus compañeros estuvieran en la misma situación la aliviaba o le provocaba aun más desazón, pero entonces la mujer de pelo azul tuvo una buena idea.

La Joven Alya se ofreció a intentar algo con la mujer del pasillo y en esos momentos Cylina la verdad es que no tenía mucho que aportar, si hubiese sido cosa de manipular los mecanismos o manipular algún tipo de magia. —Yo me quedo vigilando— respondió por decir algo, consciente de que no había mucho que pudiera hacer en aquel momento.

El grupo se dividió en dos. Ildyra, Elentari y Cylina se quedaron junto al piano, mientras Alya y Vicnan se adentraban en la oscuridad en busca de la joven difunta encontrada momentos antes. 

Cuando la psiónica realizó su interpretación y entregó la extremidad putrefacta a su dueña, ésta detuvo su golpeteo continuo de su dedo índice derecho contra la pared. Momentos después de gran tensión, en los cuales el espectro permaneció inmóvil, comenzó a moverse con lentitud. Primero observo con extrañeza a Alya, para poco después sonreír de manera tirante y tomar el brazo. Tras esto colocó su brazo izquierdo en la articulación del hombro, provocando que a ojos vista los ligamentos y músculos se empalmaron. 

Sus ropajes finos de seda negra, así como su porte recto y orgulloso mostraban que en su pasado debió ser una joven de alta alcurnia. Aunque su cuerpo delgado y frágil podía confundirse fácilmente con el de un no muerto, también podía ser provocado por una desnutrición severa. No pudieron evitar recordar las palabras del enemigo que había vencido anteriormente. Aquella entidad había hablado de su hermana, la cual había muerto a causa de una hambruna prolongada. 

Minutos después el grupo se reunió con un nuevo integrante. El grupo de aspirantes se apartó unos metros, dejando a la joven sentarse con delicadeza en el taburete y acariciar con dulzura las teclas del piano. Segundos después, cuando comenzó a tocar, las llagas que cubrían su cuerpo empezaron a desaparecer, así como el musgo que cubría su largo vestido y su trenzado cabello azabache. Conforme la melodía iba avanzando la podredumbre de su cuerpo fue desapareciendo, dejando a una hermosa dama de tez blanca como la leche. 

Para fortuna de Vicnan la pieza interpretada no tenía ningún tipo de influencia élfica en su tonalidad, más bien todo lo contrario, pues prevalecían notas graves y resonantes. Sentimientos de nostalgia y melancolía se instauraron en el corazón de los presentes, trasladando sus mentes de manera inconsciente a momentos vividos con seres queridos perdidos tiempo a. 

Cuando la melodía llegó a su fin el hechizo creado por ella se rompió, la ilusión de lo que fue en vida aquella daba se esfumó, siendo sustituido por la fragilidad, el tormento y la podredumbre. Mientras el espectro se levanto y con paso lento regresaba al pasillo donde la habían encontrado, el mecanismo subterráneo comenzó a movilizarse. En aquella ocasión no se detuvo, permitiendo a los engranajes besarse y los engranajes dejarse llevar por la pasión del momento.  

Instantes después sintieron como el suelo temblaba, para poco después oír un sonido procedente del centro de la sala. Con cautela avanzaron con la iluminación verdosa de sus antorchas y luces de artificio, hasta encontrar unas escaleras de caracol que se adentraban hacia el subterráneo.

Estaba visto que su compañero era un fanfarrón. Tanto darse aires para acabar cayendo de forma tan ridícula. Suspiró, mientras se preguntaba si sería lo suficientemente hábil como para resistirse a la tentación. si caía en la trampa, todo temrinaría. Igual era hora de empezar a trabajar.

Entonar una letanía en silencio siendo una ratona no era fácil, su voz era más chillona y conseguir pasar desapercibida no era cosa fácil. por suerte, lo cosiguió.

Alya no podía poner en palabras lo aliviada que se sentía de que aquella idea no le hubiera explotado en la cara, aunque para el resto del grupo debió parecer que simplemente se comportaba con su frialdad y lejanía habituales. En silencio, para no interrumpir la concentración de la espectro ni hacerla darse cuenta de que no era quienquiera que ella pensase en aquel momento que era, agradeció a Iomidae su inspiración y protección en aquel trance.

La música le hizo fruncir levemente el entrecejo, lo cual era notorio en su habitualmente inexpresivo rostro. No le gustaba que le hicieran recordar el pasado de forma emocional. Había tenido que hacer un tremendo esfuerzo en dejarlo atrás, al ser algo a lo que nunca podría regresar. Sólo podía seguir poniendo un pie delante del otro y avanzar por el camino que había comenzado para sí...

... Y aún así, aquella música había puesto de nuevo los rostros de sus padres en primer plano en su memoria; no pudo evitar preguntarse cómo se encontraban y dedicó una silenciosa plegaria a su diosa por ellos.

Agradeció al espectro su ayuda, lo notase o no, con una leve inclinación de cabeza, acongojada por no poder hacer más por ella. Pero pronto todos aquellos momentos pasaron, cuando lo inmediato volvió a clamar por atención cuando aquel pasaje se desplegó ante ellos. Llamando una vez más a su capacidad inquisitorial de sentir alineamiento, extendió su atención buscando maldad. Si aún quedaba algo del tiempo en el que su conciencia astral podía sentir hostilidad, la superpondría también, y avanzaría con su antorcha frente a ella hacia la oscuridad del subterráneo que les esperaba.

Los complejos cálculos de la mente del arcanista quedaron reducidos a simples migajas, mientras que el poder de la Hija de la Bruma no pareció surtir ningún efecto. Por suerte para el elfo oscuro, Agatosh corrió en su auxilio. En el preciso instante en el que sus pequeñas patitas comenzaron acariciar el queso,  el joven bárbaro lo placo con fuerza y sin miramientos.  

Ambos roedores dieron vueltas en un amasijo de pelos, patas y colas. Instantes después, cuando ambos se pusieron de pie, sintieron la seductora llamada del apestoso alimento. Sus mentes ratoniles ansiaban hincar el diente al queso, pero su parte racional prevaleció y continuaron con el trabajo. 

Abelgos ascendió con facilidad hasta la parte superior del mueble desde donde extendió la cola para recibir el frasco que le ofrecía Agatosh. Tras esto, al ver como su compañero tenía dificultades para trepar le tendió la mano. Para infortunio de este, su compañero agarró lo primero que tuvo al alcance, su rabo. La expresión de sorpresa del pícaro ante tal tirón provocó en el resto del grupo silenciosas carcajadas. Una vez arriba no pudo evitar acariciar su dolorido trasero, lo cual no hizo más que acrecentar la diversión de sus compañeros. 

El resto de aquella “misión” fue pan comido. Con la ayuda de su compañero, Abelgos trepó hasta los muebles superiores desde el cual pudo verter el contenido del vial en la sopa en el momento propicio. Segundos después el grupo se reunió bajo uno de los muebles para así debatir su siguiente movimiento. ¿Debían envenenar los odres de los hombres que hacían guardia? ¿O confiar en sus talentos para el subterfugio?

Algo raro había pasado, hace un instante estaba lidiando con no matarse el o que el veneno no cayese por el precipicio y cuando vuelve en si algo le ha placado y está dando vueltas con el, se aparta como puede y en un gesto mas que estudiado desenvaina sus sables para enfrentarse a la amenaza, con los dietes apretados y mas que dispuesto a matar. Entonces ve que lo que tiene delante es un ratón bien feo de ojos saltones y recupera la memoria y consciencia completa de sopetón.

-"Ups"

Deja su postura amenazante y vuelve manos a la obra. En el segundo intento de subir a la mesa fue como el mismo predijo, no era sencillo por muchos factores y pudo devolver el favor a Agatosh a costa de un terrible dolor de culo y rabo pero lograron su cometido tras tan aparatosa maniobra.

Una vez abajo le dedicó una mirada seria al bárbaro que trataba de decir "Estamos en paz" Aunque en verdad había sido un trabajo en equipo. 

-Estamos convirtiéndonos en ratones de verdad, no quiero pasar ni un segundo mas de lo necesario en este estado. Vayamos ya a por el archimago antes de que se lo lleven y esperemos a que el brebaje haga efecto.

Caidus miró complacido a la dupla de ágiles ratones. Hace un par de días no habría creído que fuesen capaces de trabajar juntos sin tener algún roce serio, pero estaban demostrando ser bastante profesionales y útiles.

—Buen trabajo, compañeros. Ahora a esperar a que surja efecto. Entonces podremos ir en busca del archimago.

Volvió con los demás sin querer hacer ningún comentario, consciente de lo ridícula y graciosa que habría resultado toda la situación para los demás; podía ver sonrisas veladas en esos rostros ratoniles, y el brillo de la diversión en sus miradas. Si, muy entretenido, pensó con un deje de acritud. En cualquier caso, habían tenido éxito.

Coincidía con los demás en dos cosas: la primera, quería terminar cuanto antes y librarse de esa forma de roedor; la segunda, lo más inteligente era ir ya a por el archimago, y hacer frente a los guardias que estuvieran despiertos si llegaban a descubrirles. Solo tenían que esperar un rato, a que los soldados comieran y el somnífero actuara, y entonces podrían liberar al prisionero. Mientras tanto, podrían ir yendo, para adelantar.

—Vamos a las celdas. Guíanos —pidió al antiguo capitán, poniéndose en marcha tras él.

 El inquisidor fue entrenado para juzgar, para él las cosas eran blancas o negras, no existía el gris. Sigues a Sarenrae o no, eres bueno o malo, amigo o enemigo.. Esa doctrina le había permitido superar incontables pruebas así como ascender en la jerarquía del monasterio, pero estaba resultando ineficaz en el reino de Pharasma. Nada parece tener sentido..

 La consumida entidad demostró por un momento el ser que había sido. Una elegante mujer que mezclaba con perfecto equilibrio el blanco y el negro en sus rasgos. Es un espíritu torturado, una víctima del hambre capaz de dar inmenso sentimiento y profundidad a su interpretación.. Sin darse cuenta, Vicnan cerró los ojos y se permitió disfrutar la melodía. Su mente fue invadida por la imagen de un hermoso rostro femenino que se inclinaba hacia él y besaba su frente. En su fuero interno deseo que fuese un recuerdo real y no solo algo nacido de su imaginación.

 El semielfo estaba tan inmerso en su ensoñación que no ser percató del cambio en la pianista. Permaneció ensimismado hasta que el temblor del suelo le regresó a la realidad. Al avanzar por el pasillo y comenzar a descender por la escalera se aseguró de ir delante de sus compañeras, no por considerarles necesitadas de protección, sino para garantizar que la luz del alba que brotaba de espada guiase sus pasos. —¿Cuánto habrá transcurrido en el plano de los vivos?— No lo había mencionado antes, mas le preocupaba que el druida y la bruja no pudiesen mantener el portal mucho tiempo más.

Aquella idea parecía haber salido bien, el brazo correspondía a la mujer del pasillo y esta se acercó al piano como rememorando algún tipo de tiempo pasado, cuando empezó a tocar y su aspecto poco a poco fue cambiando hasta el que debio tener en vida y estaba claro que no siempre había sido un espíritu desgraciado.

Recuerdos de su infancia fueron evocados por aquella música, pero ¿por qué? ¿por qué rememoraba sus días en el pantano blanco? ¿por qué veía las caras del brujas del aquelarre que la crio? en su vida nunca había habido música, alguna canción junto a la hoguera como mucho. Pero la música fue acabando y los recuerdos desapareciendo, no solo los suyos, también los de aquella desdichada alma que tocaba el piano, hasta que finalmente al terminar la melodía volvió a su eterna desgracia en aquel extraño lugar.

Se encaminaron hacia el pasadizo que se había abierto al activarse el mecanismo, desde la retaguardia hizo que su daga resplandeciera con magia y la alzo con su cabello, para que desde lo alto iluminase a todos sus compañeros en aquella oscuridad antinatural. —Pues no lo sé, pero deberíamos entretenernos lo menos posible— dijo respondiendo a Vicnan.

Mientras bajaban por los peldaños de piedra las luces de sus antorchas parpadearon teatralmente amenazando con apagarse de un momento a otro; sin embargo cuando estas lograron recobrar su fuerza lo hicieron con unas llamas naturales de color naranja. ¿Qué significaba aquello? Con aquella pregunta resonando en su mente continuaron caminando hasta que sintieron un cambio de presión en el ambiente. Al principio no le dieron importancia; sin embargo cuando la escalera de bajada les hizo subir y llegar a una nueva planta no pudieron evitar sentirse confundidos. 

Desorientados miraron hacia atrás encontrando a sus espaldas una escalera de bajada, aun cuando acaban de llegar allí bajandolas. Delante del grupo se extendía un largo túnel cuyo final eran incapaces de percibir. El ambiente era cálido y pesado, provocando que sus ojos lagrimearan tratando de contener un estornudo. Con ninguna certeza en su destino y demasiadas dudas en sus corazones, los aspirantes a Vigilantes avanzaron por el corredor. 

Cuando estaban apunto de llegar al final, oyeron unas sonoras pisadas acercarse. En un acuerdo silencioso los miembros de la pequeña compañía se detuvieron y agazaparon lo máximo posible contra el suelo y la pared. Poco después una figura humanoide de proporciones descomunales apareció por el pasillo perpendicular. Una gran chepa le obligaba a ir inclinado, a pesar de la cual casi llegaba a rozar el techo. A su hombro, sin apenas esfuerzo, llevaba un cuerpo que rezumaba un olor a podredumbre. ¿Serían los cadáveres desaparecidos de la ciudad de Mesh´Ran? 

Con el corazón latiendo desbocado observaron como aquella abominación pasaba de largo sin percatarse su presencia. Ninguno pronunció palabra hasta que el sonido de las pisadas se oyó amortiguado por la distancia.