Partida Rol por web

Aunque tocada por el sueño, me queda claro que le está pasando al pueblo es fruto de algún maleficio. Confirmo así mis sospechas, entre bostezo y bostezo. Mi adormilamiento se acrecienta por momentos, pero hay algo que hace que entre de forma inmediata en estado de alerta. 

Echo mano de mi arco cuando aparece aquel chacal, cargando flecha, sintiendo como el pelo de mi nuca se eriza y escapa un bufido felino de mis fauces. Estaba sólo y solos no eran demasiado peligrosos, pero olía a can y eso para mi no era agradable.

Sorprendido por cómo se habían dividido en dos grupos bien diferenciados - le llamó la atención ver que Sasha también usaba un arma de proyectiles, habría apostado que llevaría dagas o armas de combate corto - Hamo apuntó con su ballesta al chacal pero se preguntó si no sería peligroso combatir sin entender a qué se enfrentaban. Haciendo memoria, había leído algo sobre esas bestias, ¿qué era...?

Kivo había oído hablar de esos animales y sabía que, individualmente, no eran un enemigo muy peligrosos. Además, ellos contaban con la superioridad numérica. No le gustaba tener que acabar con los animales silvestres, pero era importante controlar la población de los chacales de los bosques, por motivos obvios.

Se adelantó unos pasos con rapidez e hizo una maniobra con el bastón, pero no fue para nada bonita.

No todo en nuestra especie podía ser malo... Queda más patente que nunca cuando soy capaz de enfundar rápidamente una de las flechas del carcaj y ataco la primera. La tensión había hecho que mis párpados se abrieran como platos, pero bien sabía que era un efecto que duraría poco. Después, todo esto se traduciría en quedarme durmiendo en la próxima sombra que encuentre.... Y aquí había muchas. Deberían cargarme en brazos.

Inflo los carrillos con disgusto cuando la flecha pasa de largo...Quizá fue demasiado alta. Pero eso me disgusta.

Dastan contempló al chacal, ¿que haría en los bosques? Agradeció llevar consigo, como siempre, su tridente. Lo solía usar para caminar, pero ahora lo usaría para defenderse, como había hecho en el pasado, en su isla, de las criaturas de las profundidades.

Sin dudar dio un paso al frente mientras sus amigos se preparaban para el combate y sacaban arcos y flechas y clavó el arma en la criatura. El pelear bajo el agua había endurecido los músculos de Dastan y en la superficie se movía con mucha más habilidad. 

La bestia es demasiado lenta y demasiado débil pese a todo. El flechazo de Sasha, que ataca en primer lugar, es suficiente para acabar con ella. Cuando los viajeros se acercaron vieron que el animal tenía la boca llena de colmillos enormes, que bien podrían haber causado una catástrofe de no haber acabado con él. Quizás era uno de los individuos de exploración, puesto que iban en jauría, mejor muerto que volviendo con el resto a informar de que Ora estaba lleno de gentes a las que atacar.

Además, aquellos colmillos podían venderse. Luego la gente los usaba para pociones, utensilios e incluso joyas y no pagaban mal por ellos*.

—Buen disparo, Sasha —dijo Dastan contento. —Ahora, como recompensa, propongo conseguir los colmillos y enterrar al bicho... mientras tú te echas una siesta a la sombra de los árboles —¿Era un trato justo, no? 

Esperaba que no hubiera más criaturas como esa. ¿Tendrían algo que ver con la causa de que la cosecha no madurara?

Creí que mi flechado era erado, pero no. Lejos de eso, parece que la flecha acierta en el animal que pronto se desploma sin vida sobre el pavimento. 

- !YUJUUUUUUUUUUUU! - exclamo, con un saltito y todo, presa de la euforia de haber neutralizado a un animal hostil que podría haber provocado alguna catástrofe. 

Dastan hace una buena apreciación en lo de coger los colmillos, pero a mi la mera idea de realizar más esfuerzo me da una pereza enorme. Tengo que volver a bostezar, hasta que el propia Dastan me propone dormir una siesta mientras ellos proceden. Tengo que abrir mucho los ojos ante eso.

- !Hecho! - replico sin más, buscando una buena sombra donde hacerme un ovillo y dormir lánguidamente. 

Por suerte el combate había durado poco. Kivo no era animo de las peleas, pero no se amilanaba. Pequeño pero valiente. Miró con lástima el chacal de los bosques mientras Dastan le arrancaba los colmillos, y luego, brazos en jarras, observó el bosque del que había salido aquella bestia.

-Deberíamos mirar ahí. Ese bosque tiene algo -comentó.

—Ayúdame a enterrar al chacal mientras Sasha duerme y luego echamos un vistazo en el bosque.

Era difícil escavar aunque la tierra no era muy dura. Sin embargo no era como la arena de la playa ni como el fondo marino. Pero no quería dejar el cuerpo ahí a la intemperie. A saber si se pudriría y atraería enfermedades. Lamentaba haber tenido que matarle.

Esperó también que Hamo se incorporara, a la tarea ¿Quizá tendría algo que se pareciera a una pala?

-No tardaremos ni medio palmo en encontrar raíces, y sin una buena pala nos va a costar. Pero aquí sí hay piedras. Pongámoslo junto a un árbol y cubrámoslo con ellas. Nos costará menos y será más rápido.

Se dispusieron a trabajar intentando no hacer mucho ruido. La pobre Sasha necesitaba descanso. Acabado el trabajo, Kivo se acercó a la chica y movió el hombro delicadamente.

-Eh. Nos vamos a explorar un rato. Si quieres dormir más quédate aquí.

La desconexión fue absoluta. Hecha un ovillo junto al tronco de un basto pino, el sueño sobrevenido sin hacerse de rogar. Aunque la siesta es breve, llego a soñar con la pelusa. Todo antroponeko sueña con perseguir la pelusa, esa criatura fantástica y escurridiza que incita a perseguirla y atraparla:

Estoy a punto de saltar sobre ella, sólo un paso más. Uno cuateloso y silencioso... ¡Pero alguien me zarandea de pronto!. Veo a Kivo en mi sueño, para después darme cuenta que ya no es un sueño, junto cuando estoy a punto de replicarle. 

- !Jo, Kivo! - expreso, haciendo un pequeño mohín con el hocico. Me levanto de forma pesada, con el cuerpo aún adormecido, pero física y mentalmente me encuentro más recuperada. - Ya da igual, os sigo...

Los viajeros dieron otra vuelta por el bosque y encontraron un claro, bastante alejado del pueblo. Allí, en medio del claro se encontraba un reloj de sol. Uno muy antiguo y esculpido en piedra, o eso parecía. Era raro que hubiera algo como eso lejos del pueblo, debería pertenecer a alguien sin duda. Al acercarse comprobaron que no era de piedra, sino de un mármol blanco y brillante. La aguja era de oro... Pero lo más raro de todo era que esta no proyectaba sombra alguna. El solo incidía sobre ella, pero no marcaba ninguna hora. ¿Cómo podía ser?

Vieron que en el altar donde se encontraba el reloj, faltaba algo. Había un hueco que debiera contener un orbe, o algo de similar forma, que no estaba. ¿Sería lo que haría funcionar al reloj? ¿No iba solo con el sol? ¿Sabría alguno de los aldeanos de este lugar?

El paseo por el bosque sirve para que mi sentidos vuelvan en si poco a poco. Dejo de estar adormecida a cada paso, pues había renovado fuerzas. Pero en este bosque no hay pelusas. Era un bosque aburrido. !Qué gran pérdida la de estos humanos! !No tenían un bosque lleno de pelusas! Si lo tuvieran olvidarían la pena de las hortalizas y frutas, y se entregaría al júbilo de perseguir a esas diablillas. 

En eso divagan mis pensamientos cuando llegamos al claro y algo en su centro llama mi atención. Ronroneo de pura curiosidad y mis pasos se dirigen hacía allí. Miro impresionada el enorme reloj de sol de marmol, pasando mis manos con curiosidad por su pulida superficie. 

- Esto es raro del todo...- me agacho, fijando la vista en el tema de la ausencia de sombra - Es como si el tiempo se hubiera parado del todo....- falta algo en aquel lugar y agacho las orejas con sospecha ¿tendrá que ver en todo lo que está pasando?

Tras la pelea, Hamo decidió que era una buena idea vender los colmillos de la bestia, aunque no entendía bien por qué Dastan insistía en enterrar el cuerpo. Al fin y al cabo, de donde él venía no daba mucho tiempo a que un animal llegara a descomponerse porque otro se alimentaba de sus entrañas, pero estaba más interesado en observar los alrededores. Sin embargo, ayudó a cubrir los restos con piedras - mucho menos trabajoso - y se unió a la exploración.

Al observar el reloj de sol se emocionó al ver los materiales y lo fino de su manufactura, aunque su rostro se ensombreció al descubrir que había algo que no terminaba de encajar.

- No veo mecanismos ni nada extraño - dijo, pasando la mano por encima de la aguja de oro - No tiene sentido que no proyecte sombra, ¡qué extraño! Pero tienes razón, Sasha, es como si en este hueco faltara algo que alimentara el reloj. Una magia así tiene relación con lo que sucede, ¿pero por qué tan alejado del pueblo y desprotegido? Si los lugareños supieran que puede afectar a sus cosechas de tal manera, lo tendrían en un lugar más visible...

Kivo se rascó la cabeza con incredulidad. Tocó el mármol con su baston, dándole golpecitos. Y como era curioso, saltó al reloj y caminó por él, para comprobar si tampoco daba sombra.

Después de enterrar al pobre bicho, no pasó mucho rato hasta que Kivo despertó a Sasha. Supongo que es mejor pedir perdón que pedir permiso, sobre todo porque permiso no te va a dar porque está dormida. Y los compañeros se internaron en el bosque, dispuestos a encontrar la fuente de que las cosechas no crecieran.

—Vaya, si lo que decís es cierto, puede que tenga algo que ver el reloj con el no madurar las cosechas, como si la tierra estuviera anclada en un determinado mes o tiempo y este no corriera para las plantas. Podemos volver al pueblo y preguntar... o quizá podríamos buscar rastros en los alrededores. Si quien lo robó lo hizo hace poco, quizá haya huellas... o una pista. 

No podían descartar nada. 

El reloj no proyectaba sombra y ciertamente era probable que pasara lo que había dicho Sasha. Kivo puedo confirmarlo al subir sobre el tablero donde estaban escritos los números y ver su sombra proyectada sobre el mismo. No, el problema no eran las sombras, era el reloj. Uno que no debería estar roto no funcionaba. Qué extraño problema.

Sin duda algo faltaba en el mecanismo, una pieza que Hamo había remarcado. ¿Podría ser magia esa pieza? ¿O algo más simple? El reloj no estaba cerca del pueblo, pero puede que alguien del pueblo supiera qué había pasado. O que un niño hubiera cogido la pieza que faltaba. Puede que en la fiesta que preparaba Hiroshi, el tabernero, consiguieran alguna pista más.