Partida Rol por web

Los guardias se marcharon y dejaron a los viajeros con el joven cazador. Aún echaron un vistazo hacia atrás antes de desaparecer del todo, confusos por el discurso de Detlef.

El muchacho estaba vapuleado y confuso en el suelo. Solo se pudo incorporar lo suficiente para sentarse y llevarse las manos a la cabeza, como si esta le doliera. –Me duele la cabeza…- respondió a Detlef y a Kivo y cuando miró a los viajeros bizqueó un poco, parpadeando antes de poner derechos sus ojos. –Gracias por salvarme, viajeros. Mi nombre es Rizzo y soy un cazador ermitaño- se presentó sin levantarse aun del suelo.

Trató de levantarse de forma aparatosa, aunque no porque estuviera demasiado malherido sino por la confusión que aún se sobreponía en su cabeza. Aquel golpe del guardia le había dejado bien mareado. –Puedo levantarme, puedo- dijo tras sus intentos por ponerse derecho, hasta que lo logró. ¿Se fueron ya los guardias? ¿Os he agradecido ya vuestra ayuda?- se rascó la cabeza confuso, no parecía que el punto fuerte de Rizzo fuera la memoria.

El príncipe miró la preocupación de Dastan y su gesto fue acercarse a darle un par de palmadas donde estaba sentado, en el suelo, para que los viajeros tomaran asiento a su lado.

-Creo… Creo que no pretende castigarnos… Quien quiera que se encargue del mundo de los sueños, se está preparando para algo malo. Quizás quiere protegernos- dijo mirando aquella cúpula de tierra que se movía con lentitud para formarse poco a poco.

–No recuerdo un embrujo… Pero recuerdo un destello y luego nada- frunció el ceño por la confusión, parece que su forma de llegar ahí no estaba clara. –Tampoco sé si quiere acercarme a eso que construyen, es… muy grande. Más grande que mi castillo y puede que de mi ciudad. Es raro. No quería acercarme, porque estoy solo- miró cabizbajo al suelo, sin duda debía haberlo pasado mal si todos los días que llevaba durmiendo los había pasado aquí solo. 

– ¡Tienes un buen chichón! –dijo Kivo. El tal Rizzo no parecía necesitar más medicina que refrescarse–. ¿Por qué querían llevarte? ¿Es verdad que por tu culpa el principe está durmiendo?

Kon se acuclilló a su lado, no entendía nada, pero eso nunca frenó su espíritu amigable y aventurero - Pues ya no estas solo - le dijo alegremente al príncipe - Dastan y yo te ayudaremos ¿Verdad Dastan? Venga, díselo - le dedicó una sonrisa a su compañero intentando animar a Tenji que se mostraba cabizbajo.

Hamo se alegró de haber rescatado al muchacho, aunque aún estaba por ver que fuera completamente inocente. Sin embargo, decidió darle el beneficio de la duda. 

- A mí me interesa lo de esa bruja que has dicho, ¿puede ser que tenga información sobre lo que le pasa al príncipe?

El príncipe tenía ganas de hablar con nosotros así que me senté donde me decía... Cuanta más información mejor. Pero lo que decía era preocupante.

—¿Algo malo va a pasar en el mundo de los Sueños? ¿Quizá nos mantiene aquí para que lo protejamos o para que hagamos algo?

Kon trató de animar a Tenji y yo asentí, quizá estaba haciendo demasiadas preguntas, apoyando una mano en su hombro. —Claro que te ayudaremos, no abandonaremos este sitio hasta que vengas con nosotros. Y sólo iremos a ver que pasa si vienes con nosotros. ¿Sabes? en el mundo de los despiertos la gente está preocupada por tí, saben que estás dormido y quieren que regreses.

Si llevaba aquí todo el tiempo, sin noticias, estaría desesperado porque alguien le dijera algo así. 

El cazador parecía un poco aturdido, con toda la razón. Intenté ayudarle, al menos hacer el amago, pero parecía que él quería hacerlo solo y no insisto. Comienza la ronda de pregunta de mis compañeros al muchacho, pero yo me siento atraída por un mechón rebelde de su pelo, que no puedo evitar dar un poco con la pata. O bueno, con la mano. Que duro era ser antroponeko. 

- ¡Qué pelo tan gracioso tienes! - luego me ubico y carraspeo, enderezándome como si nada hubiera pasado - Eso, eso ¿que pasa con esa bruja?

El príncipe sonrió a las palabras de Kon, no sentirse solo era un gran avance. Seguramente llevaba mucho tiempo ahí solo, dormido y esperando.

-No- negó Tenji. –No creo que en el mundo de los Sueños, creo que en general. No sé qué pasa. ¿No habéis oído las historias? Hay gente que en el norte ha quedado como congelada y no saben por qué, dicen que es un mal que puede extenderse y puede que tenga que ver. También hay  una parte del reino de Faerys donde todas las plantas han muerto y las que eran más jóvenes han envejecido y crecido como si hubiera pasado por ellas miles de años- explicó el príncipe y se levantó del suelo.

-Podemos ir a echar un ojo, quizás podamos saber más… Yo solo no quería ir solo. Pero ya no lo estoy- amplió su sonrisa, hasta mostrar un gesto de júbilo. –Seguro que resolveremos esto entre todos.

Rizzo se llevó una mano a su chichón y luego negó en rotundo a la acusación sobre el príncipe. -¡No! Ni siquiera conozco al príncipe Tenji en persona. Pero… Mi compañero de viaje fue a dormir y descansar un rato y no despertó, igual que le pasó a Tenji.

El joven cazador se rascó la cabeza pensativo, mientras Sasha trataba de atrapar sus mechones y él acabó por reírse ante aquel gesto. –Hay una bruja en el bosque que sabe cosas. Es tan antigua como el bosque mismo, o eso dicen… Y está en sintonía con los dragones. Sabe muchas cosas, una vez me encontró por el camino y ella me enseñó un conjuro para espantar a las bestias más peligrosas de este bosque. Porque veréis… No todo aquí se puede matar, hay cosas de las que es mejor huir- fingió un escalofrío para darle más dramatismo. –Lo que pasa que la bruja vive en el centro del bosque, podríamos ir a preguntarle pero el camino es muy muy peligr~

Levantó un dedo, recapacitando lo que iba a decir. -¡Ah! ¡Pero si la bestia es muy peligrosa puedo espantarla! Entonces podemos ir si queréis. Porque queréis venir, ¿no? Solo no puedo ir y los guardias no quisieron acompañarme…

¡Ese era todo el misterio! Pues nada, habría que ir a hablar con la bruja aquella y resolver el asunto. Reino salvado, ¿no?

A Kivo no le parecía muy difícil. ¿Por qué los guardias no habían querido acompañar a Rizzo al bosque? Podrían haber resuelto el problema y estaría todo arreglado. Entonces Kivo recordó la oscuridad de los bosques que habían atravesado hasta llegar a la ciudad, y cómo las sombras habían sobrecogido hasta su valiente corazón hasta hacerle estarse quieto y caminar pegadito a Mike, el poni con jersey. Con lo que le gustaba dar brincos por ahí. Pero nadie podía decir que alguien necesitaba ayuda y Kivo no se ofrecía para ayudar.

– Bueno... yo puedo acompañarte. ¿De verdad sabrás ahuyentar a los monstruos más grandes? Eso sería de ayuda, pero si no es posible... ¡se las verán con Kivo! –dijo, dando un brinco y haciendo unos movimientos con su vara de Faerys, golpeando el aire con precisión y habilidad–. ¡Zas! ¡Zas!

- Tenemos dos compañeros que están descansando en una posada cercana - intervino. Aunque tenía muchas ganas de ir al bosque, prefería que Dastan y Kon les acompañaran. Nunca estaba de más disponer de dos brazos fuertes si pretendían salir a esos oscuros lugares - Si no te importa, ¿vienes con nosotros a buscarlos?

- Yo también voy - añado a lo de Kivo sin pensarlo mucho. Sabía que me acabaría dando sueño, pero la curiosidad me podía. Otra gran maldición de los antroponekos, la curiosidad... - Vamos, no hay tiempo que perder - olvido a mis compañeros que descansan en la posada. Mala memoria, que se le va a hacer.

No temía bestias de bosque, o eso quería pensar. Pero si me moviera por miedo, nunca hubiera hecho este viaje y me hubiera quedado en casa jugando con la pelusa. Tentador, pero no estaría aprendiendo tanto.

—No, somos viajeros pero todavía no escuchamos las historias. Nosotros vimos un lugar donde las plantas no maduraban, pero lo solucionamos arreglando un reloj que había en el suelo. 

Sí, parecía que las cosas iban mal en todas partes.

—Eso es, ya no estás sólo. Nosotros también nos alegramos de haberte encontrado y no estar solos aquí, a saber que nos pasaría si no te hubiéramos encontrado —reconoció Dastan. 

—¡A resolverlo!

Kon asentía a las palabras de Dastan ¡Da gusto oir hablar a este muchacho!

Mientras tanto la extraña construcción en el horizonte continuaba su misterioso movimiento, parecía que, una vez más, se aventuraban a lo desconocido.

La sonrisa de Kon se ensanchaba por momentos, "el tal Tenji parece un chico la mar de simpático también", desde luego no era como la mayoría de gente de dinero y alta alcurnia que había conocido en Lindblunt, sino todo lo contrario. Alegre por haber hecho un nuevo amigo dió un respindo cuando su compañero dejó de hablar.

¡¡Eso es!! ¡¡En marcha!!

Rizzo sonrió ante los movimientos de vara de Kivo, nunca había visto un Oobi tan ágil. La verdad es que pocos Oobis se aventuraban en el Reino del Peligro, no les gustaban sus bosques por razones evidentes. Allí habitaban seres de pesadilla, así como algunas plantas muy peligrosas que habían aprendido a sobrevivir en un ambiente tan hostil.

-Te juro que la bruja me enseñó un conjuro para ahuyentar a los animales más grandes y peligrosos, quizás también quiera enseñáoslo, pero lo primero es el príncipe y despertarle- asintió de nuevo a Hamo. –Claro, vamos por vuestros amigos y luego nos marchamos.

Y así los viajeros tomaron el camino de vuelta a la posada, indicándoles la posadera que sus compañeros seguían reposándose. Sí que debían estar cansados para dormir tanto, pero necesitaban su ayuda. Cuando entraron en aquella habitación que Tohara les indicó, vieron que había cuatro literas, haciendo un total de ocho camas. Todas con colchones bien mullidos que invitaban a tomar un descanso.

Dastan se encontraba en la parte de debajo de una de las literas y Kon en la parte de debajo de la litera de al lado. Estaban tan cansados que no habían llegado siquiera a subir la pequeña escalera a la litera superior. De hecho, estaban tan cansados que por mucho que los llamarais no se despertaban.

Rizzo se acercó al verlos así, frunciendo levemente el ceño. De repente sus ojos se abrieron ampliamente. –Por todos los dragones, ellos también han caído en el Sueño…- se llevó una mano a la boca. –Tenemos que buscar a la bruja cuanto antes, esto está empeorando.

Tenji sonrió ampliamente y miró a Kon y a Dastan. Parecía mucho más animado por las palabras de ambos. No solo no estaba solo sino que le iban a ayudar a solucionar aquello. Ellos estaban ajenos a que en el mundo real sus compañeros de viaje les rodeaban, tratando de despertarles. Sin duda ellos también habían sido atrapados por el mundo del sueño.

-¿Creéis que esto lo podremos arreglar así? ¿Con un reloj?- miró a ambos de camino a aquel edificio enorme. –Parece demasiado fácil. ¿Y pensáis que habrá alguien allí?- señaló el edificio a lo lejos, que estaba siendo protegido por aquellas nubes de rocas.

Kon pensaba que Tenji debía ser menos simpático, puesto que tenía dinero, pero era el príncipe y pronto quizás rey. Un buen rey debía ser justo y cercano con su pueblo, más si pertenecía a un Reino como aquel, donde debía estar al tanto de toda amenaza que ocurriera en el lugar. -¿Vosotros de dónde venís? No me suena habeos visto por aquí. No, por aquí no, pero en mi Reino. ¿Sois Viajeros?- un tono de emoción se atisbaba en sus preguntas.

Al principio le resultó gracioso ver cómo sus compañeros estaban tan cansados que no habían llegado a meterse en las camas, pero cuando se inclinó sobre Kon para zarandearle suavemente para despertarlo, se alarmó. No despertaban. Como el príncipe, como el compañero de viaje de Rizzo... miró a Detlef, que parecía saber mucho de enfermedades - o al menos, lo parecía - y luego a Kivo.

- Esto es grave - dijo, subiendo con mucho esfuerzo a sus amigos a la cama para que no durmieran en el frío suelo - ¿Quizás es algo en el aire? ¿Una planta? Debemos ir a ver a esa bruja de inmediato.

Tic, tic, tic.

– Eh... despertad... que tenemos que ir al bosque... ¡eh! –dijo Kivo a los dormilones, dandoles golpecitos con la punta de la vara–. ¿Qué les pasa? ¿No nos oyen? ¿Habrán comido algo raro?

Kivo no entendía nada. Se agachó a mirar debajo de las literas, y alrededor y entre las mantas. A lo mejor había algo que explicara qué les pasaba.

El camino de vuelta a la posada fue más animado y menos... tenso de lo que había sido el día hasta entonces. Rizzo, aunque quizás un poco parlanchín, parecía ser una persona afable, y a Kivo le caía bien. Incluso en el poco tiempo que llevaban juntos, Detlef empezaba a percibir que sus compañeros tenían sus formas de ser, su personalidad y sus razones. Kivo era impulsivo, vital  y curioso. Hamo era relajado, diestro y contemplativo. Sasha era... bueno. No lo tenía excesivamente claro. Quizás por la diferencia de especies, le costaba mucho decir en qué pensaba la antroponeko en cualquier momento dado. Si pensaba en algo. A veces parecía no hacerlo, o si lo hacía seguía una lógica demasiado ajena a la suya para entenderla.

Eso le desconcertaba y le gustaba a partes iguales. En general le pasaba con todo su grupo, salvo Dastan y Kon, con los que había tratado poco. Todos le hacían sentir curiosidad y le daban una curiosa sensación de estar a gusto. Incluso Sasha. A veces, especialmente Sasha.

En estos pensamientos, entraron en la posada y fueron a despertar al resto del grupo. En cuanto pisaron la habitación y vieron los cuerpos en el suelo, bajo las literas, algo en la boca del estómago de Detlef empezó a agitarse. Tenía un mal presentimiento. No habría sabido decir por qué. Nada en la habitación era extraño. Bueno, que durmieran en el suelo, pero eso era curioso más que extraño.

Y aún así...

Sin percatarse de que lo hacía, los ojos del joven volaban por la habitación. Buscaba... ¿qué? Todavía no tenía claro que hubiese nada que buscar.

Y aun así...

Sumido en sus propios pensamientos de nuevo, percibió apenas como Hamo y Kivo empezaban a alarmarse al ver que sus intentos por despertar a sus compañeros eran en balde. Incluso antes de que lo hiciera Rizzo, su mente ya había llegado a la conclusión.

Tened cuidado. No...- trastablilló, inseguro. No... ¿qué? ¿Qué sabían ellos, realmente? ¿Qué sabía él? Se estrujo los sesos tratando de recordar un pasaje, una historia, un registro de los cronistas antiguos o una explicación en libros de medicina para este sueño que se apoderaba de la gente así, a traición y sin dejarlos ir.

... no sabemos aún cómo se transmite este sueño. Podría ser el aire, los insectos... quizás incluso el contacto con los infectados- vaya, eso podría haber sido útil si se te hubiese ocurrido antes de que los subiesen a las camas. Bien hecho, "sabio". Si es algún tipo de enfermedad... mundana...

"¿Mundano?" ¿Esto?. No en el mundo que él conocía, desde luego- deberíamos intentar mantenerlos aislados de los demás... cada persona que se contagiase podría contagiar a otros tantos. Pero si es mágico...

Detlef empezó a mirar por toda la habitación, levantando colchones, mirando debajo de las camas, de las almohadas, en arcones, mesas, taburetes, en las ventanas...- quizás haya un foco... algo, un objeto que canaliza energía mágica desde un lugar hacia aquí para causar este efecto. Puede que no sea siquiera un foco, que sea un resonador de un hechizo, o... incluso un generador, algo que "cree" este sueño, pero... ¿dónde?... y ¿qué?...

Kivo, Hamo... echad un ojo a vuestros amigos, les conocéis mejor que yo. ¿Veis algo raro? ¿Su complexión es distinta? Están... no sé... ¿más pálidos, o flacos? ¿Tienen un color distinto? Algo en la uñas, la boca, la forma o color de los ojos...