Partida Rol por web

Aunque había pensado en una estrategia a la que llamaría 'meterse en la boca del león' después de ver la habitación había decidido rebautizarla a 'Meterse en la boca del dragón'.

Primero cerró la puerta a un punto en el que la luz no saliera de forma muy intensa, se sentó en la cama, abrió la mochila y sacó de nuevo la botella de agua, se echó una parte en el rostro y el pecho, era un alivio, después tomó una cobija y se limpió con una parte de ella, repitió el proceso una vez más, hasta casi acabar el agua -Los atrae el sonido,-pensó- pero aparentemente sólo atacan seres humanos, o tal vez un resto de su humanidad les recuerda como diferenciar entre seres vivos y cosas, pero también hay que probar con el olor-.

Dejó la cobija un momento, en silencio recogió los papeles sin tiempo para analizarlos, aunque supuso que unos eran dibujos y cosas que los niños hacen a esa edad, sintió algo de lástima, pero ahora necesitaba una dosis combinada de amor y odio si quería que su plan le salvara el pellejo, le quitó los cordones a un zapato y los guardó, y el otro lo rellenó con una mezcla de hojas de notas que le quedaban de las hechas por Janeth, mas las que la niña tenía.

Entonces cubrió la lámpara con la cobija húmeda en una zona donde estuviera seca para evitar un corto y la encendió. La Luz pálida le indicó que tenía que completar el resto rápido, ubicó una hoja llamativa de la habitación en el espacio de la lámpara, se dirigió a la ventana y ató el zapato con los papeles en su interior, después de sujetarlos con firmeza encendió su contenido, en lo que presumía pocos instantes el calor llegaría a los cordones y los haría arder, era tiempo de los toques finales, usó una sábana húmeda -que esperaba preservara una parte de su esencia, y cubrió el escritorio con ella, dejando una de las notas de Janeth -Tramposo de M"#"@-, y finalmente se cubrió el mismo con una última cobija, se paró junto a la puerta lo más cerca que pudo pero no para obstruir el paso, preparó el zapato que le quedaba y lo tiró contra la ventana, escuchó el estruendo al romperse mientras se puso en currucas.

Era una apuesta de cuatro, una simple tirada de dados, madre e hija entraban a encontrar al monstruo que puso patas arriba la habitación, y tenían tres posibilidades, la criatura brillante de la mesilla, el espectro maldiciendo en el escritorio o el bulto siniestro junto a la puerta, el zapato ardiendo caía, declarando la siguiente ronda para los apostadores, 25 a 1, doble o nada, ¿El temerario bailarín morirá preso de un incendio?¿Comido por una ardiente mujer? ¿o escapará de la habitación encerrando a las criaturas para poder explorar con mejor ventaja antes de que el hogar se convierta en cenizas?

¡No esperen a nuestro siguiente programa! -¡Diablos, debí ser actor!- pensó Marcos como la última cosa antes de experimentar el terror. 

Los zombies observan que la puerta de la habitación al final del pasillo se mueve ligeramente, pero no parecen darle mucha importancia... hasta que escuchan el ruido de una ventana que se rompe dentro de esa misma habitación. Lentamente se dirigen hacia allá.

Al entrar en la habitación, se encuentran el panorama, con un añadido que Marcos no había previsto... al romper la ventana las cortinas se movieron y ahora están en llamas...

La intensa luz de las llamas distrae a esos dos seres durante unos breves instantes, que observan como el fuego se extiende lentamente por la habitación... aunque el humo sale por la ventana.

Esos breves instantes son los que necesita Marcos para escabullirse a gatas de la habitación, lentamente, aunque no lo suficientemente sigiloso. Cuando se encuentra a punto de atravesar la puerta, la niña se gira y le mira fijamente a los ojos:

El terror se apodera de Marcos, que se pone en pie lo más rápido posible y....

Vacío.... ni un alma hay. - No me gusta mucho este sitio, tengo un mal presentimiento. Vayamos rápidos por si acaso. 

El apartamento B en el que os encontrais no tiene salida a la azotea, parece ser que solo el A (situado encima del bar, la tiene). Pero un apartamento vacío puede esconder muchas cosas y ahora nada os persigue. Quizá encontreis algo de valor en alguna de las habitaciones.

Aunque bueno, alomejor podríamos encontrar alguna arma, nunca vienen mal. - Y empezamos a buscar por la casa alguna arma. 

Haciendo acopio de bravura artística el bailarín saca la fuerza de ánimo para deslizarse con agilidad hacia la puerta y cerrarla. Inmediatamente se lleva la mano a la boca para ahogar otro ataque de histeria, por otra parte no podía creer que se le hubiera ocurrido abandonar sus deslizadores fantásticos de 500 dólares, afortunadamente había un vio un par de pequeños y pesados zapatos colegiales, aún tenía uno de los cordones en su bolsillo, como prueba de su proeza.

-Muy bien, la casa de los Locos Adams no tiene antibióticos, punto probado- le debían quedar como siete segundos antes de que la pequeña Camila empezara a tronar en la puerta con tal de conseguir un autógrafo de su artista favorito, despertando a sus fans también, su mente retumbaba con el ¡quehacerquehacerQUEHACER!, pero entonces encontró el tesoro que largamente había buscado.

-¡Oh, mi pequeña Whitney!¡Prometo nunca abandonarte de nuevo!-, dijo a toda prisa al acomodarse el reproductor, ponía un audífono en el oído izquierdo, daba play al reproductor, con la otra mano libre recoger la caja metálica, y echar a correr como liebre en carrera de galgos hacia la puerta por la que había entrado en primer lugar -ya es hora de ir al segundo piso-, pensó con un gesto de alivio y terror combinados, tirando cuanto obstáculo podía sobre la marcha y cerrando las puertas necesarias para poder ganar la carrera al fuego, esto tipos no jugaban limpio así que el bailarín tampoco, ¿No?.

Al cerrar la puerta escuchaste los gritos de aquellos dos zombies dentrod e la habitación, luchando por salir. Tanto para alejarse del fuego como para arrancarte el cerebro. Pero habías conseguido escapar, y eso era lo importante.

Al salir de aquel piso y poner el pie en el primer escalón para subir con tus compañeros, de repente te das cuenta de una cosa... la puerta del apartamento de enfrente está abierta.... ¿Antes lo estaba?¿La habrá abierto uno de los otros? El hall está oscuro y no puedes ver nada dentro, pero de pronto empiezas a escuchar unos gruñidos y...

Tres zombies salen del apartamento y se dirigen hacia ti. (Escuchaste unos ruidos provenientes del piso de arriba cuando estabas planeando escapar... parece que ellos también lo oyeron)

Tras rebuscar por las habitaciones de la casa, volveis a reuniros todos en el Hall. No habeis encontrado nada, salvo un gran cuchillo en la cocina, que se queda Ea para hacer con él lo que quiera.

Lo que faltaba,¡Paparazzis!-¡QUIERO QUE DEJEN MI INTIMIDAD EN PAZ BASTARDOS CHUPASANGRES!-grita un instante mientras agita el puño al trío a la vez que corre al segundo piso, tratando de ver cualquier salida visible o huella de que sus camaradas han pasado, el tiempo apremia.

Subes corriendo las escaleras, con los zombies a tu espalda. Ellos son más lentos, asi que cuando llegas arriba tienes tiempo para observar la situación. La puerta A está cerrrada, pero la B está destrozada (como si alguien la hubiera abierto a patadas). En el hall ves a tus compañeros, ahí parados.

La llegada del Bailarín -como alma que lleva el diablo- no aporta buenas nuevas al grupo, apenas ha llegado grita sus descubrimientos:

-¡UN TRÍO DE PAPARAZZIS ANSIOSOS DE CARNE PARA LA PRENSA ME SIGUE LOS PASOS!¡HAY QUE SALIR INMEDIATAMENTE DE AQUÍ!

A la vez que trata de abrir la puerta A con afán, pensando en usar las habilidades del tío Tito en caso de que no pueda abrirse con sencillez, la puerta rota no contendrá fotógrafos con hambre de noticias.

-Ah, y la casa está en llamas...

Al ver que la maldita puerta no muestra indicios de abrirse marcos no pierde tiempo y saca la navaja Suiza para trabajar en ella, lo hace con prisa mientras sus colegas analizan la información y deciden tomar curso de acción, para él está claro, correr, poner trabas a los mirones, y seguir al hospital tratando de dejar muy lejos esta indecente zona de bares, era la última vez que invitaba a una chica aquí.

Marcos se apresura a abrir la cerradura mientras el trío de zombies se acerca al grupo con muy malas intenciones. Sus caras dan a entender que llevan varios días sin comer nada, y ustedes son como un jugoso pollo asado esperando para ser mordido. Por desgracia, parece que los inquilinos del apartamento A también habían escuchado a Matías tirar la puerta abajo, y nada más abrir la puerta se abalanzaron sobre el grupo. Estaban esperando detrás de la puerta y no necesitaron más que una pequeña ranura para empujar hacia atrás a Marcos y abrir la puerta completamente. 4 atacantes más se unían a los 3 que subían las escaleras encerrando a los 5 jóvenes en un pasillo sin ninguna salida. ¿Será esté el fin de la historia?

Durante un segundo -un corto pero infernal segundo- Marcos alcanzó a cambiar su expresión de angustia por una de felicidad mientras corría la puerta al coger la caja metálica en la mano libre, la cual le fue borrada inmediatamente apenas todo el equipo de badminton de Salamanca salía del cuarto y le repelía con fuerza de su camino de escape. ¿Cómo es que puede haber tanta gente cerca de un bar a esa hora?, no era nada saludable.

Su ceño se arrugó rabioso en el siguiente momento, ¡le estaba empezando a cansar su puta suerte!.

-Todo el que no tenga un arma detrás de mí, que lo único que me queda es pagar por mi estupidez, traten de que sea una lucha de uno a uno, que con tantos se deben estorbar un poco entre sí. Si les abren un espacio entren al cuarto con cerradura y cierren con llave o corran al otro hasta donde lleguen, ¿Quieren una pieza de mí nenitas?¡VENGAN POR ELLA! 

En cuanto Marcos abrió la puerta y vi a los zombies pensé, ya está, hasta aquí llegó nuestro día. Con el cuchillo que encontré me lo puse en la mano derecha y al primer zombie que vi le atravesé el cuello. 

Lucas observó como Ea rajaba el cuello a uno de los zombies, pero aun quedaban 6. A pesar de que su estado no era el más apropiado, y de que aun le dolía el brazo, Lucas se las arregló para empujar a uno de los zombies por el hueco de la escalera...

-Bien, uno menos...    dice antes de desplomarse en el suelo apoyándose contra la barandilla del pasillo.

No parecía capaz de luchar ni un asalto más por el momento.

Después llegó el turno de Matías, que no dudo ni por un instante y acabó con otro de los zombies de una patada. Ya casi teníais un camino libre para escapar...