Partida Rol por web

Me acerco a Vandel, que está aún con una sustancia ácida sobre el cuerpo, quemándose. Saco mi médical kit y busco alguna base fuerte con la que contrarrestar el efecto del ácido.

 - "Dispara a esos putos del aire mientras te quito esta mierda de encima."

Comienzo a verter el líquido que espeso un poco con talco antes. Lo aplico sobre las manchas de ácido para que este pierda potencia y desaparezca. Luego cargo la sustancia buffer diluida en agua destilada en una jeringa y la inyecto en la vena yugular del soldado mientras este dispara.

Mia había delirado. El sargento no la había porteado heróicamente, si no que tan sólo le había apagado las llamas y ayudado a incorporarse. Pronto la vergüenza asomó a su rostro ante tan extraños mas románticos pensamientos pero por suerte el casco y el impacto de la artillería arácnida impideron a Frost fijarse en su rubor. Mierda Mia... ¿estás loca? La batalla no ha terminado ni tú estás muerta... ¡lucha!

- Mil gracias Sargento, le debo la vida... - Mia no se atrevió a hablar más, la situación era crítica y no era momento para despistarse o peor aún, despistar al sargento. - ¿órdenes?

Dolorida y malherida pero parcialmente aliviada por la extinción de su traje y las drogas del medikit, empuñó su Morita y disparó sobre un objetivo fácil que Frost le indicó acto seguido: un solitario Firefry que les intentaba sorprender por detrás. No otra vez... ¡muere! Pensó recordando el ataque sorpresa al pie de la colina que tan jodida le había dejado.

Tras abrir fuego exitosamente se sintió fatigada pero no olvidó transmitir las coordenadas a la espera de que el ataque orbital de la Federación acudiera en su auxilio. Activó la radio y, con voz entrecortada, realizó otro esfuerzo mental para recordar los números de las imaginarias celdillas que cubrían el campo de batalla: Puesto de Mando... aquí la Gatling... solicitamos... TAC UAV 01 supresivo... en (AB,96), desde el sureste... TAC UAV 02 ‘Firecraker’... en (Y,64)...TAC UAV 03 supresivo en... (BV,78)... y ... Thunderstrike en (AZ,58). Antes de cortar, añadió con atrevimiento: Por cierto... ¿para cuándo el apoyo de la flota?

Todo parecía a punto de irse al garete, aún así solo quedaba resistir o morir. Cargué mi morita, pero para lo que necesitaba hacer ahora, era mejor la escopeta. Así que con un rápido juego de manos cambie de arma y apunté a los cielos -¡Tomen esto, mierdas voladoras!- 

Sin la protección del Gecko, solo era cuestión de tiempo para que voladores nos acosarán. Solo esperaba que Haggar y Gallagher pudieran cargase el Tanke de una puta vez.

El artillero acababa de disparar al tanker pero este ni se habia inmutado obeso parecía, al instante vió de refioón como una bola de fuego venía hacia el sin saber mu bien como intentó esquivarla, habia quedado en llamas, y acto seguifo un gran resplandor azulado lo llenó todo.

El impacto de plasma había caído cerca, demasiado cerca, cayó en la cuenta que Rivas estaba ahí detrás,  por suerte se había salvado lo había visto después del brillo inicial del impacto. Otro vistazo y todos parecían en su sitio, todos incluido el maldito tanker que se había cepillado al gecko, antes lo había contenido pero esta vez no sería tan fácil, y por el norte asomaban dos bichos mas, maldita sea mas de esos mamones que disparaban ácido.

¡Disparando!

Habían llegado hasta allí, a los pies de la colina que tenían que tomar, y ahora estaban siendo contenidos y los bichos poco a poco los iban acorralando. Volvió a disparar otra ráfaga al enorme bicho pero por alguna razón parecía que no era capaz de acertarle a tan gigantesco bicho. Me cago en ...  no solo la rafaga no había ido donde quería sino que el cargador se había vaciado tenía que recargar. 

A la orden- gritó el fusilero. A pesar de las heridas sufridas por el bicho volador que tenía zumbando a su alrededor, sabía que en aquellos momentos librarse del tanque era una prioridad si querían salvar su culo. Ya estaban en una situación muy comprometida como para que aquel enorme bicho lanzase su ataque. 

Haggar, acabemos con ese cabrón- y tras decir esto disparó una ráfaga de balas contra el tanque

- ¡Vamos, vamos, vamos! - seguía pidiendole a la Morita, mientras le golpeaba con la mano abierta a la altura de la expulsión de cartuchos. Stukov no comprendía por que no salía el cartucho, hasta que en el último momento, le dio un golpe más fuerte e hizo saltar la bala que tenía encasquillado el disparador.

- Joder, por fin. - Se quejó, dejando caer la bala al suelo, y tomó aire, apuntando entonces hacia el puto bicho lanzallamas. Ya me habían dado con el puto ácido, no me apetecía probar ahora el lanzallamas. Apreté el gatillo descargando lo que quedaba en el cargador.

Gallagher había disparado su arma y se apartó del combate bajando hacia el sur a intentar reunirse con el resto del escuadrón que intentaba llegar a la colina. A su espalda había dejado un bicho muerto y otro tocado. Estaba seguro que si seguía mucho tiempo ahí acabaría muerto. Eso se hizo más patente cuando un chorro de fuego surgió del lado derecho. Sin pensarlo el infante se lanzó hacia delante evitando la mayoría del ardiente enemigo pero sin poder evitar que su traje comenzara a surgir llamas. Por si fuera poco otro bicho apareció y golpeó en el costado. Un golpe suave que se bloqueó gracias a la dureza de la armadura lo que sólo hizo que se desestabilizara un poco. Por desgracia no tuvo tiempo de considerar más la situación, aun con la armadura ardiendo había recibido una orden, y aunque no podía acatarla por completo podía hacer lo más parecido a ella.  Sacando un nuevo cargador lo intercambió por el vacío y disparó una ronda contra aquel bicho que bajaba por la colina, esperaba que aquella acción pudiera conseguir lo que le habían ordenado. Desesperado vio como el fuego comenzaba a consumirle, debía detenerlo cuanto antes o sería demasiado tarde.

La ronda de misiles Blizzard proveniente del Gecko MLRS se hizo llegar y justo en el momento mas oportuno. El espectáculo fue sumamente brutal, y no por que ahora los proyectiles causaran mas daño que antes cuando aun no iniciaba el asalto; sino por que ahora a los pies de la cima de aquella colina que con el tiempo todos recordarían como la colina de fuego, se encontraban en el mejor lugar para presenciar la devastación que los muchos proyectiles causaban sobre el terreno. Si no mal recordaban, cada sistema Blizzard lanzaban 9 misiles que estallaban con una gran precisión a una corta distancia, y si consideraban que el MLRS podía disparar hasta un total de 6 lanzaderas Blizzards a la vez, la cantidad de explosiones era algo simplemente inolvidable.

No obstante, de entre las llamas, se podían divisar varios sobrevivientes, y es que esos bichos Plasma eran realmente muy duros; dos de ellos habían caído y los otros se notaban muy golpeados, pero a pesar de ello, aun podían darles mucha guerra, si las fuerzas de la federación no querían derramar mas sangre, tenían que darse prisa y aprovechar la ocasión para rematar al enemigo. Y por suerte, en beneficio de esto, con las actuales acciones de los infantes sumadas al poder de la artillería de la federación, prácticamente todas las fuerzas defensivas arácnidas sobre la cima habían sido aniquiladas y ya solo un puñado seguía defendiendo la colina.

Aunque no todo eran buenas noticias, desde la retaguardia de ambos flancos, se estaban dejando venir varios bichos; en el flanco derecho era una cantidad que no debía causarles preocupación, pero en el flanco izquierdo el numero era realmente un problema que habría que resolver pronto. Y todo ello sin sumar a los Burrowers que aun no aparecían y que sin embargo, allí estaban.

El infante estaba ardiendo pero no había podido hacerse cargo del fuego que envolvía su armadura y que sin duda comenzaba a traspasarla. Sólo podía desear que su cuerpo aguantara hasta que aquel infierno se apagara solo pues tenía otros problemas más acuciantes. Un bicho le había lanzado una lluvia de dardos venenosos que por poco no lo llevan a la tierra para no volver más y encima de la colina unos cuantos bichos parecían tener ganas de bajar a comerlo. Haciendo acopio de valor decidió olvidarse del fuego y centrarse en aquellos bichos. Si bajaban no solo él moriría sino que sus compañeros que estaban al norte se verían encerrados y no podrían replegarse al sur. Apuntó con el fusil y lanzó una lluvia de balas con la intención de detener el avance lo máximo posible hasta que se hubieran replegado. - Hay que dirigirnos al sur y agruparnos - Sargento yo retengo a los de la cima! - El fusil lazó el fuego dejándolo sordo durante unos segundos para después dar un paso hacia sus compañeros al norte siguiendo las órdenes del Sargento en contra de lo que él pensaba hacer. Parecían estar demasiado lejos como para alcanzarlos, tal vez nunca llegara a ellos y tal vez el sargento tenía razón que era mejor separarse.
 

El terrible e hipnotizante espectáculo que formaba el bombardeó incesante sobrecogió durante unos valiosos segundos a McNillon. La abrumadora potencia de fuego descargada sobre la colina era un evento de una magnitud que el fusilero jamás había visto en su vida y aun así no estaba seguro de querer presenciar algo así otra vez estando él tan cerca de tanta destrucción. 

Pero debían tomar aquella colina por lo que era el deber de la Federación disponer de todos sus recursos para ganar esta guerra y, como ya habían demostrado otras veces, soldados como ellos eran herramientas a su disposición. Peor estaba bien, Jenkins conocía bien su función. La línea de infantes debía aprovechar la oportunidad para avanzar y tomar posiciónes sobre la loma. Por lo que el fusilero inició su carrera hacia el objetivo mientras la humareda todavía lo cubría todo. Fue en ese mismo instante cuando unos proyectiles de plasma surgieron de entre la nube de humo describiendo una trayectoria parabólica que no resultaba complicado de adivinar. -Esos bichos todavía siguen en pie...- Masculló con evidente molestia. Pero aquellos bichos de plasma no era la más inmediata de sus preocupaciones. De la nube de polvo y humo surgió el tanque que McNillon había avistado antes, dañado pero todavía peligroso para el escuadrón Gatling. -¡Ese maldito tanque sigue en pie!- Advirtió a sus compañeros más cercanos. Parecía que cuanto más cerca se encontraban de aquella maldita colina, más difíciles se tornaban las cosas.

El dolor es insoportable y siento que voy a desfallecer. Tanteo en el cinturón el cuchillo en busca de algo que me alivie momentáneamente pero un nuevo destello de los bichos de plasma comienza a ascender así que toca moverse.

Me cuesta mucho, pero me levanto, al parecer han aumentado el peso de mi armadura en estos últimos segundos. Comienzo a avanzar hacia la rampa que es donde se supone que vamos, allí alguien me podrá echar una mano. Apenas soy consciente de que el fuego aún no se ha extinguido de mi cuerpo, necesito apartarme del mortal plasma.

--"-¡Ese maldito tanque sigue en pie!"- escucho gritar a McNillon y cuando levanto la cabeza observo que es así, ahí justo hacia donde voy hay un maldito y enorme bicho así que le apunto y le disparo una ráfaga corta mientras sigo moviendome.

-Necesito...apoyo- digo fatigado cuando vuelvo a hincar la rodilla en la tierra.

El fuego comenzó a llover en forma de misiles Blizzard. A diferencia del temido plasma, esta vez el cielo entregaba esperanzas a los soldados, esperanza en forma de destrucción masiva sobre la cima de la disputada colina. Frost sabía que jamás olvidaría esa sensación: su cara mirando hacia arriba a través del blindado cristal de su casco, el creciente tremor generado por la ráfaga de artillería, su corazón acelerado pareciendo encogerse ante las terribles explosiones, latido por latido... el rostro de Mía recibiendo ese milagro que estaban esperando. Y tras eso la respuesta brutal de los arácnidos en forma de un potente ácido orgánico salpicándole el costado, carcomiendo su traje, llegando hasta su piel, una espina atravesándole el muslo derecho como un harpón cazando una ballena.

El dolor y la quemazón, insidiosos e insoportables llegaron junto al terrible temblor que iluminó la colina como si fuese un volcán en erupción. La herida no era peor que aquella que siempre recordaría en el afamado Fuerte Helado, sin embargo era la primera vez que probaba en carne propia los ácidos que utilizaban aquellos bichos sobre sus víctimas. Lo estaban cocinando vivo, lo estaban macerando de a poco, su traje estaba cediendo, dejando entrar el terrible frío que inicialmente no parecía combatir la quemazón.

No pudo evitar contorsionar su cara, apretar los dientes, sacudir su cabeza de una lado a otro ante la horrible sensación que lo subyugaba.

Aquello que internamente había percibido como minutos de dolor agónico pasó en menos de tres segundos. El impacto emocional del momento lo estaba marcando de tal forma que el tiempo no era tal.

Abrió los ojos, seguía vivo, seguía activo y con muchas responsabilidades aún sobre sus hombros. Sabía que podía correr, moverse y combatir aún con el sufrimiento que esas heridas le provocaban. Lo había hecho antes cuando todavía era un novato temeroso. El paisaje volvió a él como tomándolo por sorpresa, aquella substancia corrosiva había afectado a Taylor y a Guerra, su propio cuerpo se había interpuesto ante García que estaba muy cerca, se alegró de ello.

- Hay que dirigirnos al sur y agruparnos - Sargento yo retengo a los de la cima! - 

En el sur había demasiados soldados, el plasma les estaba por caer encima, obligándolos a lanzarse contra los defensores que tenían cerca.

-Hacia el norte Gatling, el camino al sur es demasiado peligroso- Respondió ante el ofrecimiento de Gallagher de quedarse allí conteniendo al enemigo. Le pareció un acto heroico, un sacrificio valeroso, pues esa posición sería arrasada en unos segundos por el plasma que ya comenzaba a pintar los cielos. Respetaba eso, lo entendía, sabía que el ex-sargento quería redimirse. -Fuerza, honor, lealtad- Fueron las palabras que llenaron la mente de Jhonny, valores muy profundos que siempre respetó. Si no volvía a ver al fusilero Gallagher en vida, recordaría siempre éste momento.

Había notado como uno de los misiles había dado de lleno sobre las rocas que usaban de cobertura no muy al norte de su posición, por allí podrían trepar de forma poco complicada y esa fue la dirección en la que corrió. Cada paso le recordaba que acababan de atravesarle el muslo y envenenarlo, y estaba seguro de que cuando terminase la batalla le dolería realmente.

-García, que un dron apoye a Gallagher con fuego de cobertura y otro abra fuego sobre el tanke que se acerca a la rampa, que el cañón thunderstrike derrumbe el hueco de una vez- ordenó por radio a la consejera mientras saltaba entre nieve y escombros de la terrible explosión.

La granada no había hecho el daño esperado y Hans vio como sus compañeros avanzaban y hacían ráfagas controladas contra la mole del tanque cubierta tras el muro de roca, sabía que era ponerse en peligro, pero tenía que unirse a ese muro. Mientras avanzaba recargó su Hawkeye y cuando estuvo junto a sus compañeros alzó la morita y mandó cinco balas bien dirigidas contra ese tanque, con la esperanza de abatirlo de una vez por todas- Gracias por el apaño -dijo a Tarcus pues se sentía mejor y ya no le quemaba tanto el interior de su cuerpo.

Una lluvia de fuego cae sobre la colina y todo se vuelve más intenso, si aun cabe. Me quedo cegado por una tiempo al recibir tanta luz por las explosiones pero el efecto pasa rápidamente. El ácido ya dejó de ser un problema inmediato y puedo seguir moviéndome a la par de mis compañeros. - Tenemos que bajar a esos malditos tanques gente. - Ya Rivas y Vandel están abriendo fuego sobre dicho tanque como leyéndome el pensamiento y me doy cuenta de que puedo confiar en ellos con firmeza.

- Toma esto porquería. - Hago mi parte y mando una ráfaga al mismo tanque buscando derribarlo para poder tomar la colina y evitar seguir siendo parte de la galería de tiro de los bichos plasma.

Precioso simplemente precioso eso era lo que le había parecido las explosiones de los blizzard cayendo desde el cielo estrellándose uno por uno encima de esas monstruosidades que no dejaban de escupir bolas de plasma. Todo se estaba precipitando, pero los infantes no tenían tiempo que perder los enormes bichos que habian resistido al devastador ataque habían vuelto a bombardearles, y si no se movían iban a ser poco mas que otro numero en el recuento de bajas de la federación.

El artillero no quería pensar en eso, lo único que podía pensar era en como alcanzar la cima de una vez por todas y eliminar a esos malditos bichos que le habían prendido fuego, por suerte la armadura le había protegido y apenas notaba un poco más de calor. Recargó la morita,  y escuchó por radio el nuevo movimiento, hacia el norte, donde estaba él con suerte el plasma no se desviraía tanto , todo estaba de momento despejado, de pronto vio como uno de esos blásters estaba ahí detrás del gecko, ¡maldito bicho ! y disparó rápidamente la recién recargada morita, pero notó que los disparos no iban donde quería.

Los enemigos están cayendo ante nuestros ataques y solo queda un Tanker delante nuestro evitando nuestro ascenso. Veo a los compañeros del norte y escucho las palabras del Sargento Frost pues parece que les están acribillando.

"Tenemos que tomar esa colina y tenemos que hacerlo ya."

Sin pensar muy bien en lo que hago pero convencido de que debemos obtener la superioridad que nos brinda el terreno elevado, corro entre los disparos de mis compañeros mientras comunico a mi equipo:

 - "Acá Tarcus, tomando la colina."

Corro sin parar y lo más rápido que puedo para poder llegar a la cima y desde ahí visualizar todo el campo. La altura me dará buena cobertura contra ataques de abajo y los bichos de arriba no podrán cubrirse de mis disparos. una vez estemos a la misma altura. Eso puede darme la oportunidad de ayudar a los del norte que ellos necesitan.

De alguna forma más propia del instinto que de un soldado profesional, de un ciudadano, seguía pretando el gatillo de la morita varios segundos después de que el sonido del percutor golpeando el aire le avisaba de que no había nada más que disparar en el cargador.

Pero no fue hasta que el bicho lanzallamas que estaba delante de él no cayó al suelo, muerto, y que dejó de moverse de forma definitiva, no fue consciente de lo que estaba pasando a su alrededor. Sujetó la morita con uno de las manos, mientras buscaba sellar las partes rotas del traje para conservar el calor, mirando hacia el cielo.

Al ver las estelas de plasma en el cielo, supo que la cosa se seguiría de mal en peor antes de que comenzaran a mejorar. ¿Y que podía hacer? Miró de reojo el caminón destruido, pensando en el poder del imperio Arácnido. La primera imagen que acudió a su cabeza fue una de esas explosiones con forma de hongo. Se preguntó por que no habían gastado de esas a decenas antes de llevarlos allí abajo.

Porque una vida es más barata.

Apretó los dientes con cierta rabia, sintiendo la desesperación de quien sabe que va a morir. Miró a su alrededor, pensando solo en sobrevivir, en seguir adelante. De todas las posibilidades, cumplir la misión era launica alternativa a salir vivo de allí.

Cumplir la misión.

- ¡Si, Señor! - Necesitó gritarlo, más que para ser escuchado, para convencerse a si mismo. Ahora debía poner orden a sus prioridades. Recargar la morita debía ser la primera. No, correr como indicaba el Sargento debía ser la primera.

Se lanzó a la carrera, llegando hasta la colina, buscando las mejores piedras para escalar y alcanzar lo alto de la colina y poder comenzar a disparar lo antes posible.

La flota contestó a Mia con actos en vez de con palabras. Apenas pasaron unos segundos desde que formuló su pregunta hasta que la colina quedó barrida de enemigos. Prácticamente.

Pese al devastador ataque orbital, un contingente parecía haber sobrevivido justo para impedirles un acceso seguro a la cima y para apoyar el disparo de plasma de la artillería enemiga. Mierda... el cielo vuelve a teñirse de púrpura... tenemos que subir la colina ya... Justo en ese instante una espina alcanzó a Frost sorpresivamente. - ¡Frost! - Mia, que sabía perfectamente lo que era eso, temió por la vida del sargento. Pero por suerte éste se recompuso sin problemas y rápidamente ordenó desplazarse hacia el Norte para evitar ser alcanzados. - A sus órdenes, sargento... aunque debería de sellarse la herida lo antes posible.

Mia avanzó torpemente hacia el Norte: la pierna herida no respondía como para correr y el traje le rozaba sobre las quemaduras. Pese al dolor, se posicionó al pie de la colina y transmitió las coordenadas de los ataques aéreos. -Aquí la Gatling... TAC-UAV 01... supresivo en (AG,71)... de este a oeste. TAC-UAV 02 supresivo... en (BB,64) desde el noreste. TAC-UAV 03 nada... Thunderstrike en el agujero... en (BI,61)... Y... gracias por el apoyo aéreo.

Al cortar la comunicación, la Consejero Táctico se percató de que desde la nueva posición tenía un buen ángulo para lanzar un granadazo sobre la colina. Sin dudarlo, atacó a los enemigos pertrechados en lo alto.