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La Ira de los Justos - La incursión de la Herida del Mundo

1-1. En la oscuridad

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11/03/2014, 16:30
Narración

Despertáis en la oscuridad. Un dolor atronador os late entre las sienes. Os sentís golpeados y magullados, el polvo os llena la nariz y la boca. Hace frío aquí, el tipo de sensación que se obtiene al bajar a la fresquera o internarse en una cueva. Eso es. Cueva. Al manotear a vuestro alrededor os dais cuenta de que yacéis sobre piedra helada, restos de escombros, guijarros y polvo. Los gritos ahogados que vienen de alguna parte os provocan un dolor aún más agudo en la cabeza, pero alcanzáis a percataros de que estáis ilesos. Salvo alguna rodilla despellejada o algún moratón en los brazos, estáis enteros. No os cuesta nada poneros en pie.

El primero en hacer algo es Cage. Toquetea la punta de antorcha que asoma por una de las aperturas de la mochila y tira de ella. Con el pedernal y el acero la prende y la luz que brota de ella os permite veros unos a otros y lo que tenéis a vuestro alrededor.

Los cuatro estáis aún poniéndoos en pie y tratando de orientaros en la oscuridad. A vuestro alrededor hay escombros y enormes rocas rotas que han rodado hasta donde estáis. Se oyen ecos de gritos y gemidos de dolor. No muy lejos de vosotros una mano inerte brota de la pared. Poco puede hacerse por el dueño.

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11/03/2014, 17:45
Narración

A medida que el dolor de cabeza disminuye, vais recordando lo que ha ocurrido y por qué estáis aquí.

Hoy es 16 de Arodus, el día del festival de Armasse. Habéis esperado con ganas este día, pues provee de distracciones a un pueblo en primera línea de guerra. En Armasse siempre hay sonrisas y alegría, música en las calles, comida popular y competiciones. Por toda la ciudad se celebran justas, campeonatos de pulsos y carreras. No puede obviarse el sentido militar de la fiesta, pero no por ello resulta aburrido. Para los habitantes de Kenabres, es un merecido soplo de aire fresco entre tanta presión y temor.

Recordáis haberos cruzado en la plaza Clydwell, al oeste de la catedral. Los cuatro teníais un buen puesto donde observar las ceremonias de apertura al amanecer. El resplandeciente paladín, tan bien parecido y sonriente, que había ayudado a una anciana a encontrar un asiento cercano desde donde presenciar el discurso del inquisidor. El tiflin, que despertaba miradas de desprecio y odio entre sus allegados y que salvo con una pareja de enanos de avanzada edad, no hablaba con nadie. La misteriosa mujer de la capucha acompañada de una niña a la que tomaba de la mano, contemplando a los miembros del clero de soslayo. Y el hombre gato, un forastero con grandes ojos curiosos y un apetito inacabable para las cosas nuevas.

Lord Hulrun, señor de Kenabres, subió a la tarima ataviado de brillante armadura. Se aclaró la garganta y abrió la boca para iniciar el discurso, pero algo sucedió y la multitud se acalló antes de que pudiera hablar. Al oeste, como si el sol se elevara desde la dirección errónea, una brillante luz resplandeció. La sombra de Hulrun se distorsionó y cayó sobre la fachada de la catedral, larga y esbelta. Un momento después, una explosión rugiente provocó un viento árido y lleno de polvo y pequeños guijarros que se abatió sobre todo el mundo. La tierra se estremeció.

La fortaleza conocida como la Cometa, donde se sitúa la piedra custodia de Kenabres, al oeste, había desaparecido engullida por una lengua de fuego, rayo y humo. Un potente rugido os ensordeció mientras un dragón plateado tomaba forma sobre la catedral. Terendelev, la guardiana de la ciudad, había abandonado su disfraz humano y se elevaba para proteger la ciudad de lo que fuese que ocurría. En el cielo la esperaba una forma pesadillesca, tanto como el dragón quitaba el aliento.

Una forma humanoide tan grande como tres hombres, cuya piel parecía hecha de brasas y rayos, manejaba una espada y un látigo ígneos. Al momento supisteis quién era: Khorramzadeh, el Rey de la Tormenta de la Herida del Mundo. ¡Y estaba allí, en Kenabres!

El suelo comenzó a crujir y a romperse y a vomitar demonios a las calles. La dragona y el señor balor lucharon en los cielos. La pelea terminó en breve; el balor clavó su espada en el cuerpo de Terendelev y lo pateó hacia las calles frenando así su carpa. Un par de golpes después, el dúo de titanes cayó en espiral sobre la multitud.

Ahora que lo habéis recordado, no volveréis a olvidar la visión de la dragona cayendo sobre la fachada de la Catedral de San Clydwell. En ese momento, un demonio titánico apareció al final de la plaza, reduciendo varios edificios a poco más que ruinas a medida que emergía al mundo. La falla que creó se extendió zigzagueando por la plaza como lo haría el hielo al resquebrajarse. La tierra se abrió bajo vuestros pies catapultándoos a las tinieblas.

Mientras caíais, la dragona os miró, y a pesar de que el señor balor se abatiría sobre ella en unos segundos, alcanzó a pronunciar unas palabras de magia y poder que os hicieron frenar en vuestra caída, abrigados por su hechizo salvador. En ese momento visteis cómo el Rey de la Tormenta degollaba a Terendelev y su sangre plateada fluía sobre la plaza como la plata fundida. La cabeza de dragón cayó al suelo cuando el techo de piedra se cerró sobre las vuestras, dejándolo todo a oscuras...

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11/03/2014, 18:49
Kevveon Gunn

El tiflin sacudió la cabeza para despejarse del mareo reciente. La luz de la antorcha de su compañero le cegó por un momento, pero logró adaptarse a ella rápidamente. En un instante recordó todo lo ocurrido en la plaza y terribles imagenes le vinieron a su mente todas juntas, golpeando sin compasión una y otra vez. Vio caer a Terendelev y desaparecer la Cometa y lo que es peor, no vio a sus padres. Su sangre de demonio empezó a arder en su interior.

-Padre... Madre ¿Donde estáis? Por todos los dioses ¿Donde estáis?-

Recobró la compostura todo lo bien que pudo. Se sacudió el polvo de su túnica morada y se subió el cuello de esta, como si no hubiese ocurrido nada. Se colocó el pañuelo beige bien anudado y miró alrededor suyo, buscando algo o a alguien.

-¿Sir? ¿Sir?, ¿Donde estáis Sir Alas Negras?- Bufó por lo bajo-. Maldito pájaro.

El Cuervo apareció de entre las sombras, graznando de temor. Se le posó en el hombro. -Miedo, miedo- gritó en la lengua común. 

El Mago acarició a su compañero mientras se acercaba a los que habían caído con él. -¿Estáis todos bien? Por los dioses, ¿Que es lo que ha ocurrido? Tenemos que salir de aquí y hacer frente a esos demonios.

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11/03/2014, 19:07
Ioseph Merrion

Estaba completamente a oscuras, casi como si el mundo entero hubiera desaparecido. Tenía la sensación de que todo daba vueltas, aunque era difícil saberlo en la negrura total en la que se encontraba. Las únicas otras sensaciones que notaba eran su propio dolor y respiración, y el sonido de los gritos y los escombros cayendo. No había sido capaz de moverse, y no estaba seguro si era por la conmoción o porque tenía rotos todos los huesos.

De pronto, a su izquierda, un fogonazo de luz le hirió los ojos. Una antorcha, un superviviente. Una voz, otro más.  Solto un gemido lastimero y su armadura chirrió cuando rodó para arrodillarse. Vio su guja un poco más allá, completamente ilesa, y una mano que se le ocurrió que podía ser de la anciana que estaba sentada a su lado. Se obligó a eliminar ese pensamiento y se puso en pie con dificultad.

La luz no le favorecía mucho. Parecía una aparición fantasmal, con los ojos azules entornados para protegerse del brillo del fuego y cubierto de polvo y grava de los pies a la cabeza.

-¿Hay alguien ahí? -preguntó. A la luz de la antorcha veía solamente una figura rodeada de escombros. Empezó a avanzar hacia él cuando de pronto le salió al paso un demonio, y se detuvo. Pronto se relajó: no percibía ningún mal en él. Aún así se dirigió a él con cautela-. Me encuentro bien, señor. ¿Hay más...? ¿Hay alguien más vivo?

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11/03/2014, 20:00
Cage

Con la antorcha en la mano empecé a recordar lo sucedido en la plaza a medida que el dolor de cabeza disminuía. Unas imágenes de lo más increíble llegaron a mi mente y fui consciente de la suerte que había tenido de salir con vida. Bueno, la suerte que había tenido por haber sido salvado por la dragona en realidad, yo poco habría podido hacer en aquella situación. Lástima que hubiera tenido que morir de aquella forma tan horrible.... En fin, que le iba a hacer. Tenía problemas más urgentes como para ponerme a llorar a una dragona, como salir de aquel lugar, por ejemplo.

Levanté la antorcha sobre mi cabeza y escuché voces, a las que me acerqué con cautela. Observé sin ningún tipo de disimulo las dos figuras que tenía frente a mí. Eran de lo más extraño, sobre todo aquel ser que parecía sacado de las historias que me contaban de niño. En él me detuve bastante más y mis enormes ojos brillaron curiosos mientras examinaban a la criatura. Vaya, que interesante. Dije al verle con aquel pájaro negro. De lo más curioso...

Me alegra ver que no he sido el único que ha salido con vida de esta. Tal vez deberíamos buscar más supervivientes. Dije, mientras me giraba buscando algún superviviente más. ¿Cómo propones que salgamos de aquí y, eh... Luchemos contra esas cosas?

Primero ayúdame a salir de aquí y luego ya te dejaré ir a luchar contra los demonios tranquilo, no te preocupes.

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11/03/2014, 21:53
Coriander

Coriander, que había empleado su tiempo en acostumbrar sus ojos plateados a la oscuridad, se tuvo que tapar el rostro con las manos cuando el félido encendió la antorcha. No se encontraba muy lejos del resto, así que escuchó sus conversaciones sin dificultad. La mujer se levantó apoyándose en los escombros y se miró las manos, llenas de esquirlas y polvo manchado de sangre. También notaba un cosquilleo en la mejilla. Cuando la rozó con las manos pudo comprobar que lo causaba la sangre que brotaba de un largo corte en la frente.

-¿Chesnut? -dijo en alto y repitió la pregunta varias veces hasta que algo se movió debajo de su túnica morada y negra.

Coriander palpó las telas hasta dar con un pequeño animal, un erizo joven que temblaba hecho una bola entre sus manos. El vínculo que los unía hacía que la mujer pudiera notar su miedo.

-¿Cuanto tiempo llevo inconsciente? -preguntó alzando la cabeza hacia el resto y de pronto fue consciente de algo-. Oh, dioses no... Anay... ¡ANAY!

La mujer miró a un lado y a otro desesperadamente gritando aquel nombre hasta que tropezó con una tabla de madera astillada y cayó de nuevo al suelo. El golpe la desconcertó y volvió a levantarse en silencio, acercándose esta vez al paladín.

-¿Ha visto a una niña? ¿Habéis visto una niña? -miró al resto-. Morena, pelo muy largo y ojos azules...

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11/03/2014, 22:08
Narración

Un fogonazo advierte de que se ha encendido otra antorcha no muy lejos.

-¿Quién está ahí? -pregunta una voz masculina y cantarina al otro lado de la cueva-. ¡Mostraos!

-Con esos ojos no creo que veas nada, elfo -dice otra voz de hombre, mucho más grave y amarga-. Te han dejado un buen estropicio.

-¿Quién eres? Te conozco...

-¡Y tanto que me conoces!

Un grito femenino y desgarrador hace vibrar las paredes de la cueva.

-¡Lo siento! -se disculpa el elfo-. No te he visto.

-Está bien... -responde la mujer con evidente sufrimiento-. Acercad la antorcha, por lo que más queráis.

El humano obedece y a unos pocos metros de vosotros y en parecidas condiciones encontráis a otros tres supervivientes a la caída. El que está de pie, muy alto y esbelto, es un elfo. Su rostro de perfil exhibe una gran quemadura en mitad del rostro que le cruza los ojos. Mira en todas direcciones, desconcertado y confuso, y trata de orientarse con ayuda de su báculo. Junto a él y levantándose, un humano de complexión recia y ricos ropajes llenos de polvo os echa una ojeada desconfiada. En el suelo, junto al elfo, hay una mujer humana sentada con una pierna extendida y otra recogida.

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11/03/2014, 22:20
Anevia Tirabade

La mujer del suelo entorna los ojos para miraros mejor. Tiene el cabello corto y castaño, viste una armadura de cuero y cruzado a la espalda lleva un arco y un carcaj con cuatro flechas. Al posar la vista sobre el paladín, está a punto de sonreír, pero acaba mostrando una mueca de dolor y preocupación.

-¡Ioseph Merrion! Gracias a Iomedae que sigues con vida. -Tanto Ioseph como Kevveon conocen a esta mujer. Es Anevia Tirabade, la esposa de Irabeth Tirabade, una de las paladinas más famosas de Kenabres por haber llevado ante la justicia a traidores a la ciudad. Aunque Anevia no es tan conocida como su mujer, las dos son parte activa de la comunidad-. ¿Has visto a Irabeth? ¿Sabes dónde está?

Anevia trata de ponerse en pie sólo para tropezar y caer con un alarido. Su pierna no parece capaz de ir a soportar su peso.

Notas de juego

 

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11/03/2014, 22:28
Horgus Gwerm

-¡El paladín está con el tiflin! -dice el hombre de mediana edad-. ¡Traición! Esa alimaña ha venido a acabar el trabajo. ¡Aravashnial, mátalo! ¡Mátalos a todos antes de que nos maten a nosotros!

Menea de un lado a otro la antorcha, cuya luz arranca destellos plateados a su cabello.

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11/03/2014, 22:31
Aravashnial

-Silencio, Horgus Gwerm -contesta el elfo, que parece haber reconocido la voz del humano al fin-. ¿Hay un tiflin, dices? ¿Con Ioseph Merrion? ¿Y quién más? -Se dirige al grupo con voz potente-. Quienquiera que seáis, decid vuestros nombres y vuestras afiliaciones. Me interesa saber quién es el tiflin y qué hacía en la plaza.

Tiene el cabello tan rubio que parece blanco y le cae sobre el rostro ocultando a medias las quemaduras, que a buen seguro duelen muchísimo.

-Mi nombre es Aravashnial y soy un miembro de los Guardianes de la Fisura. Me acompañan Horgus Gwerm y Anevia Tirabade, si mi oído no me traiciona, y no hay niña alguna en los alrededores. ¿Sois amigos o enemigos?

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11/03/2014, 22:39
Kevveon Gunn

El mago hizo caso omiso a las palabras del humano, ya las había escuchado, más elaboradas y por mejores oradores.

-Mis señores, me llamo Kevveon Gunn, hijo de Helga y Danus Gunn, el alquimista, y si, soy un Tiflin, así que vamos a pasar la parte en la que se me insulta y vamos a intentar salir juntos de aquí. Me alegra ver que no solo nosotros hemos sobrevivido al desastre de ahí fuera y ahora que os veo, mi señora tirabade, no dudo en que vos podréis sacarnos de aquí para poder continuar la lucha.

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11/03/2014, 22:45
Aravashnial

-Kevveon, el tiflin. Recuerdo tu nombre. -Aravashnial aprieta los dientes en algo parecido a una sonrisa-. Bien, entonces no hay motivos para temer por tu fidelidad más que por cualquiera de tus compañeros.

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11/03/2014, 22:50
Ioseph Merrion

Sostuvo por los hombros a la mujer, temiendo que volviera a caerse, y estaba a punto de prometerle que iban a buscar a la niña cuando escucharon más voces. Una vez más fue a intervenir, pero el tal Horgus le interrumpió. Extendió el brazo entre el humano y el tiflin, pero éste último parecía muy capaz de defenderse solo, así que se acercó a Anevia para ayudarla a ponerse en pie.

-No la he visto, lo siento. ¿Estaba... estaba contigo? ¿Habéis visto a alguien más?

- Tiradas (1)
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11/03/2014, 23:04
Cage

Iba a responder a la mujer que buscaba a la niña cuando tres nuevos sujetos aparecieron en la escena. Tres sujetos no precisamente sutiles.

-Vaya, cuanto odio gratuito... Es una buena forma de empezar una conversación, si señor. Ni siquiera yo lo habría hecho mejor. Dije, arrastrando un poco las palabras. No me gustaba aquel hombre, no necesitaba escuchar más de él. Mi nombre es Cage, hijo de Base y Vaner. Los nombres era completamente inventados y acompañé las palabras con una reverencia algo exagerada para disimular una sonrisa, lo que dejó al descubierto el arco que llevaba colgado a la espalda. Creo que puedes considerarme un aliado dadas las condiciones.

Me incorporé y miré al elfo con curiosidad. Definitivamente no soy vuestro enemigo. No dijo nada sobre su raza, no lo veía necesario y menos dada la reacción que había causado Kevveon. Aunque claro él tenía sangre de demonio y yo no.

Humanos... Siempre llenos de prejuicios.

Tras analizar con minucioso detalle a los tres nuevos sujetos, se giró hacia la mujer que buscaba a la niña. Lo siento, no veo ninguna niña. Tal vez haya tenido más suerte que nosotros y haya conseguido escapar y ponerse a salvo.

O igual está muerta, pero eso es mejor que no lo pienses.

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11/03/2014, 23:20
Anevia Tirabade

De un simple vistazo sabe que la pierna está rota y que sin entablillarla no logrará nada. Mientras el resto habla, Ioseph compone una tablilla con restos de madera y cuerdas y afianza la fractura de modo que la mujer pueda erguirse con ayuda de un bastón improvisado en la forma de leña rota que halla tirada por ahí. Anevia le sonríe con calidez.

-No a las dos preguntas. Gracias, Ioseph. Me temo que no puedo hacer mucho más que vosotros. Estoy de acuerdo en que debemos buscar una salida para volver a Kenabres y hacer lo que podamos y ver si nuestros... seres queridos están bien.

Anevia es ahora Amable

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11/03/2014, 23:37
Kevveon Gunn

Kevveon lamentó la herida de Anevia ya que con ella de una pieza seguro que encontrarían el camino much más rápido. Sir Alas Negras empezó a dar pequeños saltos en su hombro y a enredarle el pelo con el pico, nevioso.

-¡Salir, salir!- graznó inquieto. 

-Si Sir, buscaremos una salida pronto- Respondió el mago.

-Bien mis buenos señores, lamento ser descortés pero debemos de movernos lo antes posible. Propongo que los que estén heridos se queden atrás mientras que el resto seguimos avanzando. Sería una pérdida de tiempo que los que no están en condiciones para moverse tengan que volver si por un lado no hay salida. Yo puedo ver en la oscuridad si hace falta ir sin llamar la atención... por si algo nos espera más adelante- Se quedó mirando a Ioseph, el cual tenía aspecto de poder abrir la marcha-. ¿Vos que opináis, mi señor?

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11/03/2014, 23:54
Horgus Gwerm

-Estoy con el tiflin. Sin que sirva de precedente, claro... -farfulló el humano-. Yo estoy ileso, pero la ladrona y el mago sólo nos retrasarán. Que se queden aquí y ya vendremos a buscarlos cuando encontremos la salida.

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12/03/2014, 00:08
Coriander

-Yo opino que deberíamos ir todos juntos -protestó Coriander al erguirse, sin intención alguna de presentarse como el resto.

Aprovechó para echar hacia atrás la capucha y enseñar unos cabellos plateados que destellaban con la luz de las antorchas, al igual que su blanquecina piel. Tenía los rasgos finos y a la vez marcados, una mandíbula cuadrada y unas cejas negras y espesas. Por otro lado, la ancha y recatada túnica no desvelaba nada más sobre su fisiología.

-Y también pido que alguien me ayude a buscar a mi acompañante. No podemos dejar a nadie atrás.

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12/03/2014, 00:12
Kevveon Gunn

-No es bueno para lady Anevia el andar sin ton ni son buscando una salida que puede estar muy lejos de aquí y por supuesto que no dejaremos a nadie atrás, mi lady...- Esperó a que la mujer respondiera.

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12/03/2014, 00:16
Aravashnial

-Agradezco tu amabilidad, Horgus, pero no es negociable. Anevia y yo iremos con vosotros y buscaremos la salida. No sabemos lo que hay aquí ni lo que podría atacarnos en vuestra ausencia -zanjó el elfo.