Con la espada y el escudo bien embrazados, Irabeth surgió detrás del fuego de Kevveon para acabar con los Tiflins que quedaban o con el bicho alado, lo que hiciera falta.
Tan rápido como había llegado, el peryton cayó pasto de las llamas.
De verdad, eh...
-¡Aaaaah!
Liliana soltó un chillido de sorpresa y horror cuando la bestia alada cayó sobre ella, pero pudo rechazarla con el escudo y sus compañeros se apresuraron a darle muerte.
-¡Kevveon, Ioseph, gracias! -les dijo de un grito. Luego, con furia contenida, miró al tiflin que quedaba en pié. Dio un paso lateral al tiempo que lanzaba un tajo ascendente contra el sectario.
-Estoy harta de juegos. ¡Vamos, venid! ¡Puedo con todo lo que me echéis! -les gritó a los que aguardaban al final del pasillo.
Motivo: Ataque powerfuloso
Tirada: 1d20
Resultado: 15(+7)=22
Motivo: Daño
Tirada: 1d10
Resultado: 4(+9)=13
Viéndose en inferioridad numérica, los tiflins salieron corriendo escalera abajo, mirando atrás para asegurarse de que no los seguirían.
Que miraran hacia atrás para que los compañeros no iba a proporcionarles ninguna ventaja. Iban a caer todos igual que su Peritón alado, o como hubieran llamado a la bestia. Irabeth avanzó ahora con la espada y el escudo embrazados, preparada para acabar con los Tieflings. Con suerte les llevarían directos a la piedra custodia.
—¡Sigamos! ¡Anevia, cuida la retaguardia y asegúrate que no nos rodean!— Ahora le tocaba a ella aguantar los golpes y las emboscadas. Sus compañeros habían dado un relevo, sobre todo el impetuoso Ioseph, pero era ahora o nunca.