Partida Rol por web

No estaba muy segura que el plan de Llell saliese bien, después de todo, sabían que eran tres, en cuanto viesen solo a dos, buscarían la tercero, pero a falta de un plan mejor, no había mucho que pensar.

Estando todos de acuerdo, empezamos con la distracción. Si conseguia distraerlos y cambiar las tornas... Sin armas no podia pelear demasiado bien, aunque siempre quedaba el arma secreta de mi raza. 

La criatura observaba entre la maleza a su presa. Dos afilados ojos que se clavaban en sus trofeos. Hacía tiempo que no probaba carne decente, alimentándose de pequeñas alimañas. Tenía hambre, sus garras apretaban la arena en anticipación. La presa se movía alejándose de él. Su instinto le indicó que avanzara, pero su cerebro le hizo detenerse justo antes de iniciar la marcha. Fijó su vista en la carne. Solo dos. Antes había tres.

Su nariz olfateó el ambiente. Llevaba mucho en esa selva. No había secretos para él. No tardó en localizar la tercera presa, sola. Una presa más fácil. lentamente, se deslizó entre las hojas de helechos y matorrales que le rodeaban, sus pisadas apenas hacían ruido. Saltó sobre una palmera medio tumbada, luego ascendió despacio por ella. Desde arriba, saltó a otra rama y se agachó, acechando desde la misma. Unos pocos metros más allá, ahí está la presa.

Su hambre le atenazaba, sus músculos se tensaron. Su cola se agitó mientras calculaba el espacio que les separaba, enseñó los dientes…

Y saltó sobre el despistado Arania que solo pudo girarse para ver como un enorme felino se abalanzaba sobre él desde una rama superior. La enorme criatura de pelo negro tenía sus garras extendidas dispuestas a clavarse en la carne y viendo que no podría evitar todo el daño, lo que hizo el joven aventurero es impulsarse fuera de la rama y hacia el claro.

Gracias al impulso, evitó que aquella criatura salvaje le envolviera con sus patas atenazándole contra el suelo, pero en el aire, sus garras hicieron un movimiento vertical descendente y le hicieron un tajo en el hombro izquierdo que le bajaba hasta el pecho.

Horrorizados, los otros dos compañeros se giraron a tiempo de ver como Llell caía seguido de lo que parecía una enorme pantera negra que lejos de caer en su trampa, se había aprovechado de ella.

El Arania rodó por el suelo como pudo para incorporarse, gracias a lo cual pudo tomar algo de distancia frente al felino. Este había caído justo en frente de él y le miraba amenazante, dispuesto a saltar sobre su presa. Una baba blanca resbalaba por la comisura de su labio.

Más allá a unos 50 metros, los compañeros del primero miraban expectantes la escena sabiendo que algo debían hacer.

No era sensato que se enfrentaran a aquel “guardian” ellos solos por lo que decidieron tapar nuevamente la entrada e ir por ayuda. Con algo de esfuerzo movieron la roca, tapando el acceso, tras lo cual, pusieron rumbo de nuevo a la orilla. Durante el trayecto, Cornius se echo un vistazo a la herida y determinó que no había sido para tanto y que lo más dañado, había sido su orgullo.

Entre risas, llegaron al campamento donde os recibe una voz profunda y autoritaria.

El Capitán Thalosius se acerca a vosotros con paso firme.

- Bueno, si son nuestros investigadores de ruinas ¿Han encontrado algo de interés en aquel lugar? –

Señaló a su alrededor. Los aventureros pudieron ver como los hombres se encontraban haciendo recuento de personas, recogiendo ramas secas por los alrededores, buscando cualquier cosa que pudiera servir de alimento (Bastante poco os atreveríais a decir) y realizando patrullas en el perímetro de donde se encontraban.

- Aquí la cosa empieza a estar organizada. – Se cruza de brazos frente a vosotros - ¿Y bien? -

Creia que vi a la bestia, pero la perdí de vista un momento y se me abalanzó encima. Me hirió con un zarpazo, pero gracias a mi agilidad me aparte lo bastante como para evitar lo peor... Podria haber muerto alli mismo. Mierda...

- La verdad es que hemos encontrado un foco de donde nos han invocado ... ya que posiblemente hemos sido invocados desde muchos puntos, y oculto hemos encontrado un laboratorio , sin embargo esta protegido y nos ha sorprendido ... hemos vuelto a cerrar la puerta, pero deberiamos volver con un grupo adecuado para recopilar informacion, hay datos de magia y efectos relacionados, y alli tal vez encontremos la manera de volver a donde estabamos o donde alguno no sabia donde esta, jajaja -

Sabía que eso pasaría, esa cosa no era estúpida, cuando vio que faltaba uno fue hacia el más débil o el que estaba solo, se sorprendió al ver que era un felino, mucho más grande que ella, pero compartían muchas cosas, aunque en el estado que estaba dudaba mucho que se pudiese hablar con ella, corrió tan rápido como sus piernas le dieron, Con esa bestia encima en arácnido estaba condenado, quizás él sin armas no podía hacer nada, pero ella no necesitaba armas, más que su cuerpo.

Al ver a su compañero en peligro, Sarabhi y Nekaram se lanzaron raudos hacia el peligro en un intento por ayudar al Arania. Los movimientos de Sarabhi eran gráciles y rápidos y en breve se plantó con un sprint ante el felino que aun se revolvía frente a Llell. Nekaram sin embargo no tuvo tanta suerte y no vio esa raíz que sobresalía unos centímetros del suelo. Perdió el equilibrio, calló al suelo y su cabeza golpeó contra una roca sumiéndolo en oscuridad. El cuerpo inconsciente del kitsune quedó tendido en el suelo.

Mientras tanto el Arania sopesaba sus posibilidades con el felino mientras intenta predecir sus movimientos. El animal no le dio demasiado tiempo, embistiendo rápidamente con su enorme boca abierta buscando la pierna del aventurero. Sin embargo, la larga experiencia de Llell le permitieron esquivarlo y evitar el ataque.

El hipótido se rascó el montón dubitativo.

- Pardiez, son noticias interesantes las que traéis. – Miró a su alrededor – Pero lo cierto es que ahora mismo todos tienen alguna labor en lo que esperamos que regrese el grupo de expedición. No obstante, por la descripción que habéis dado, creo que si hay algo que podemos hacer. – Sonrió socarronamente – Permitidme que os acompañe esta vez, creo que tres aguerridos valientes serán suficiente para dar cuenta de ese guardián. –

Thalosius dio unas indicaciones sobre como debían continuar en su ausencia tras lo cual os hizo una señal para que le siguieran Zook y Cornius. Los eruditos se sorprendieron al ver como un ser tan grande como el capitán podía moverse con tanta celeridad y gracia en el agua. Tras llegar hasta la entrada tapada, Thalosius señaló la roca que habían puesto a modo de puerta improvisada.

- ¿Es esta la roca? –

Haciendo gala de una gran fuerza, empujó el solo la roca, abriendo por completo el acceso al estudio arcano. Lo curioso sin embargo, es que no hizo alardes ni se mostró altivo por su acción, simplemente se giró de nuevo hacia sus dos acompañantes.

- Ahora, antes de entrar, deberíamos pensar en como abordar a ese ser. Uno de nosotros debería quedarses aquí por si surgieran problemas fuera o por si la criatura intentara huir escaleras arriba. – Señaló al Mida – Teniendo en cuenta que aun se encuentra aturdido, creo que lo mejor es que espere aquí y que seamos usted – dijo señalando a Zook – y yo quienes bajemos. – Entonces miró al gnomo - ¿Recuerda algo de la criatura? ¿Tamaño, complexión? Lo mismo para el lugar, usted es el que mas datos tiene, seguro que juntos podemos decidir el mejor plan de acción. –

Y con sus enormes ojos fijos en el hechicero, esperó a conocer toda la información que este pudiera recordar.

- No parecia grande, pero si muy agil ... yo lo esquive por suerte pero Cornius no tuvo tanta suerte  ..., vaya delante y le cubro por detras ... - digo de forma alegre y expresiva - pero tenga cuidado esta lleno de documentos, papeles e informacion valiosa .... -

Logre evitar otro zarpazo del felino por muy poco. Aun tenia en una de mis manos la pata de mesa rota que podria servir de garrote. Pero de poco me podria servir para acabar con esa bestia... asi que recurrí a un truco racial. Junté mis 4 manos y lancé una telaraña para inmovilizar a la bestia. Si lo conseguia, nos seria mas facil deshacernos de ella. 

El Felino observó durante unos instantes a Llell mientras este sopesaba sus opciones. Con el trozo de mesa aun en la mano, atacar fue lo primero que se le ocurrió, pero al ver a la enorme pantera preparar su ataque, supo que aquella arma improvisada de poco serviría en combate directo. Pero no tener sus armas no le dejaban desvalido.

La pantera se abalanzó sobre él intentando golpearle con su zarpa, pero el arania hizo un quiebro dejando que el ataque pasara de largo. El animal intentó voltearse para seguir su ataque, pero una fina tela de araña salió disparada impactando directamente en las patas delanteras de la criatura que comenzó a sacudirse violentamente en un intento por soltarse. Mientras forcejeaba, rugía y soltaba bocados para cualquier que intentara acercarse.

Habia conseguido atrapar al felino en mis redes. Aunque era fuerte, podrian retenerlo durante un buen rato. Me volví hacia Sarahbi que se acercaba a toda prisa para ayudarme. 

- Eso lo retendrá un rato. Crees que puedes con él? - Le dije empuñando mi pata de mesa rota con una de mis manos superiores. - O agarramos a Nekaram y nos vamos? 

Miro a Llell y alzo una ceja -¿poder?- sonrió -cuida de Nekaram- y se volvió hacia la pantera atrapada. Poniéndose justo en frente de ésta, mientras forcejeaba con las telarañas del arácnido, lanzo una patada justo a la cara del animal.

Sabiendo que su cuerpo era un arma en si misma y con confianza en sus habilidades, Sarabhi encaró la bestia que se revolvía atrapada en aquella trampa lanzada por Llell. Las zarpas se lanzaban, los dientes amenazaban, pero superada la sorpresa inicial acrecentada por la incertidumbre de su situación, finalmente se centró en lo que quería hacer y estudió con la mirada los movimientos de la criatura y cuando vio una apertura en sus defensas, descargó la pierna que golpeo con fuerza la cara de la bestia.

El negro felino rugió con furia, enseñando unos largos dientes amarillos. El pelo de la bestia se erizaba mientras intentaba mostrarse amenazador. Comenzó a revolverse con furia, sacudiéndose en un intento por liberarse de aquella trampa que le mantenía inmóvil. Apoyándose con las patas trasera , intentó romper sus ataduras, las telarañas se estiraron y algunas hebras se soltaron. El felino se sacudió con violencia, revolcándose en el suelo, algunas hebras más se soltaron, pero la telaraña se mantenía firme, inmovilizándolo irremediablemente. La pantera volvió a rugir, esta vez diferente, esta vez asustada.