Partida Rol por web

Thomas dobló la rodilla sobre el escaló superior e intentor tirar proyectando su peso hacia adelante con un rugido de dolor.

Un ruido como de cuatro patas a la carrera retumbó por el pasillo.

-¡Aaaarg! -gritó Lucita haciendo un hercúleo esfuerzo.

Oana abrazó a Thomas de espaldas a la salida y tiró hacia arriba de él.

-¡Deprisa! ¡Algo se acerca! -dijo al percibir una sombra acercarse a la carrera por el pasillo tras Rosalía.

Thomas trataba de ayudar empujando con las piernas que apenas lograba mantener en pie.

-Sálvate tú -murmuró.

Finalmente, el esfuerzo conjunto de todos dejó atrás a los fantasmas, quienes no pudieron más que quejarse desde un susurro en el más allá. Recomponiendo como pudieron la ayuda en torno a Thomas alcanzaron el último escalón y atravesaron la puerta de la cripta.

Luca asomó al pie de la escalera y rugiendo comenzó a galopar de peldaño en peldaño.

-¡Bloquea la puerta! -le pidió a Oana abalanzándose con Thomas y Lucita al otro lado del umbral.

Eso no detendría a Luca, pero tal vez les diera algo de tiempo.

-¿Habéis traído caballos? -preguntó a la Lasombra sin dejar de correr hacia la salida.

-De acuerdo.

Oana cerró la puerta y utilizó un candelabro para bloquear la puerta, cruzando los brazos del utensilio entre los pomos. Después volcó una mesa y la apoyó contra la pared formando una cuña.

Mientras, Lucita y Rosalía cargaban con Thomas a buen

-Sólo dos -respondió la Lasombra a la pregunta. Estaban ya cruzando el patio interior del convento hacia la salida-. Los hemos dejado en la parte de atrás.

En el exterior del patio, Rosalía alcanzó a escuchar con claridad un crujido, como el crepitar de una turba de antorchas. El fulgo que percibió por  tras la rendija de una de las portezuelas confirmó sus sospechas.

-¿Qué es eso? -dijo deteniéndose casi de golpe-. ¿Qué demonios es eso?

Con gesto nervioso miró en derredor buscando alguna otra salida. ¿Cómo podían tener tan buena y tan mala fortuna en tan poco tiempo?

-Yo también lo he visto -masculló la aragonesa buscando en derredor-. Inquisidores o Anarquistas o algo pero. Espera.

La Vampira se concentro y de pronto una capa de densa negrua cubrió una parte del patio. Ver a su través era imposible.

-Vayamos por detrás.

-He escuchado algo -pronunció alguien en latín mientras se abría una de la puertas.

-Dios mío. Mirad que negrura. El maligno ha profanado este Santo Lugar.

Mientras, Rosalía y Lucita trataban de alejarse en silencio hacia la dirección opuesta. Oana se topó de frente tras ellas y entendiendo la situación guardó silencio y las siguió.

Inquisidores..., pensó con rabia. Paso 150 años dormida y cuando despierto ni uno solo de mis problemas ha cambiado: la Corona y la Inquisición. Qué maravilloso sería si no existiesen.

A su cabeza llegaron la imagen de Ricardo y sus últimas palabras. No estaba segura de que hubiera sido él, pero era demasiada casualidad que decidieran aparecer en Santa Engracia aquella misma noche...

En silencio condujo a Thomas ayudada por Lucita hacia la salida.

El grupo cruzó el patio hasta llegar a los corrales, dónde descansaban los animales destinados a los usos propios de la congregación. Cuando los vampiros penetraron, las gallinas y los dos cerdos comenzaron a inquietarse, con el incipiente riesgo de llamar la atención de todos los Inquisidores.