Partida Rol por web

Sejmet se paró de pronto. Allí, en medio del bosque.

Un susurro parecía llamarle, desde detrás.

Inquieta, dio media vuelta. Intentó entender qué decía, pero no lo consiguió.

-¿Oís eso? -dijo a sus compañeros, mientras seguía forzando a sus oídos a escuchar.

Sus compañeros negaron con la cabeza, observando la tensa expresión de Sejmet.

El susurro continuaba, pero no allí donde la clériga miraba. Giró sobre sí misma, intentando averiguar la dirección, pero le era imposible. El susurro, que hacía que Sejmet pareciera enloquecida mirando de aquí para allá, comenzó a ser más audible, pero sólo para ella.

Entonces, de pronto, Sejmet dejó de moverse.

Lentamente, como con miedo, alzó la mirada al cielo.

Durante unos interminables segundos, se quedó así. La boca medio abierta por la postura y la sorpresa, la respiración más rápida y contenida de lo normal, los ojos bien abiertos.

Sólo ella veía la luz que le hablaba desde las alturas.

Luego, como sintiendo que algo pasaba, la clériga bajó la mirada, hacia su pierna derecha malherida. Sin cerrar la boca aún, sintió cómo las heridas de la pierna se cerraban solas, y el vendaje adquiría de nuevo su blancura anterior. En apenas unos segundos, Sejmet dejó de sentir dolor. Incrédula, temblando, deshizo el vendaje, y su pierna descubierta se mostró intacta.

Una lágrima silenciosa escapó entonces de sus ojos, que ahora se alzaban de nuevo en busca de aquella luz.

Pero la luz ya se había ido.

El vello erizado y su pierna sana es cuanto quedaba del milagro.

Por fin, cerró la boca y tragó saliva. Después, abatida y aún temblorosa, se dirigió a sus compañeros.

-Yo... -balbuceó al empezar- Lo siento, no puedo continuar con vosotros. Él me ha llamado... Pelor. Me ha... llamado... -repitió, como tratando de creérselo, mirando al suelo pero sin ver nada, viendo algo mucho más lejano.

Después reaccionó. Rápidamente metió la mano en un saco pequeño.

-Tomad -les dijo a los niños- Parte de este oro seguro que es vuestro. -añadió, entregándole unas monedas de oro a Bastian- Cuida de ellos, muchacho. -le dijo por último, al oído, como antes.

A continuación abrazó rápida pero intensamente uno por uno a sus compañeros de viaje.

-Caesar, ahora vos sois el único clérigo... No dejeis que mueran, o por Pelor que aunque él me maldiga volveré para vengarme, maldito mago... ¡Jajaja! -exclamó, dandole unas palmadas en la espalda al abrazarlo.

-Methgar, vos siempre habéis sido la más sensata, nuestra guía. No los pierdas... y vigila a ese en mi ausencia... -dijo socarronamente, señalando con la cabeza a Racalín.- Ah, y cuidadín con aquel tal Sebastian... -rió guiñándole un ojo, una vez terminado su abrazo.

-Por los dioses que no esperaba llorar al separarme de vosotros... -dijo, conteniendo las lágrimas a duras penas- claro que tampoco espera hacerlo tan pronto...

Por último se dirigió a Racalín. Se agachó para ponerse a su altura y lo estrujó.

-Ay, amigo... a vos... cómo os voy a echar de menos... -dijo, y luego la voz se le quebró cuando las lágrimas brotaron libres.- No os voy a hacer prometer algo que no podréis evitar, pero al menos prometed que intentaréis no meteros en demasiados líos...

Después se levantó, se enjugó las lágrimas para recuperar la compostura y miró al recién incorporado al grupo.

-Son buena gente. Espero que vos también lo seáis. -ofreció, con un asentimiento de cabeza.

Finalmente, se adelantó a todos y se giró una última vez.

-Me... me encantaría quedarme... Marcho, me despido ahora de vosotros... -suspiró- con gran pesar... -tomó aire- Pero no puedo desoír la voluntad de Pelor. Él es quien me ha permitido seguir con vida hasta ahora, quien me ha dado el poder de ayudaros... Ojalá quiera que volvamos a vernos...
Hasta entonces, tened cuidado.

Oraré por vosotros...

La clériga dio un paso atrás.
Costaba tanto terminar aquellas palabras...
Dar media vuelta y no saber si volvería a verlos...

-Buena suerte -musitó.

Miró los rostros de cada uno y de nuevo algo le atenazó la garganta y su mirada se empañó.
Rápidamente, pues no sabía si podría irse de otra manera, dió media vuelta y echó a correr.

Su silueta fue oscureciéndose en la niebla, desdibujándose poco a poco, hasta que, finalmente, desapareció.

Racalín,extrañado y asombrado por lo acontecido recientemente,exclama a la clériga,antes de que se funda con la oscuridad:

Pero adónde vas?,podrías acompañaros hasta Aguas Fuertes,no puedes dejarnos solos,ahora que tenemos una misión que cumplir.Digo refiriéndome a los niños.Dudo que Pelor,esté de acuerdo con tu decisión.Ha sido tu conciencia,quien te ha jugado una  mala pasada...

El bosque, antes oscuro y tétrico, como si de un cementerio natural se tratase, había cambiado su aspecto y, tras los últimos segundos, la maraña de zarzas y espinos que ocultaban el serpenteante camino que transcurría entre gruesos árboles había dado lugar a espacios abiertos, salpicados por grandes troncos de enormes chopos, hayas y encinas, cuyas copas, apenas visibles en lo alto, formaban un techo que dejaba pasar, aquí y allá, los rayos de un sol distante, creando un bello juego de luces y sombras.

El sendero, ahora ya libre de toda maleza, se mostraba iluminado, como invitando a recorrerlo y dejarse llevar allí donde él decidía. El ambiente, cálido a los sentidos, estaba plagado de pequeñas luces que flotaban por todas partes, subiendo y bajando gracias a la brisa que las mecía, al tiempo que peinaba las flores y hierbas de alrededor, propagando sus fragancias.

Quizá haya sido Pelor el causante de tan bello paisaje, mostrando por unos segundos en lo que su día fué este Bosque. Perdida por las lágrimas, Sejmet corre y corre mecida por esa misma brisa, el camino la llevó, tras recorrer los más bellos rincones, hasta lo que para ella era algo así como un refugio: Su Dios. Seguramente, el propio, hará que regrese con el resto de sus compañeros..

Compañeros que han sido "despertados" de ese extraño acontecimiento por las advertencias de la elfa salvaje.

Tras lo ocurrido, la elfa salvaje deja los sentimientos a un lado y acude en busca de sus compañeros, dando la alerta de lo que ha percibido.

Sin perder tiempo, los dos elfos acuden a la carrera hasta un tronco donde hay un perro zarandeándose bruscamente, tratando de zafarse de la cuerda que le oprime el cuello. Es extraño, ¿quién habrá dejado aquí a un pobre animal en ese estado?. Los alrededores quizá tengan muestras de lo ocurrido.

El animal, gruñe y ladra al veros. Pero es posible que deje de hacer esos movimientos tan bruscos con un comportamiento adecuado.

Creo que podré acercarme a él para quitarle eso... pero tendrás que cubrirme la espalda le dice a Minsk mientras deja su arco en el suelo y comienza a acercarse lentamente al perro

Mientras avanza no deja de hablarle suave y dulcemente intentando tranquilizarlo lo suficiente para que no le muerda la mano que tiende hacia él. Avanza muy lentamente, un paso tras otro hasta que finalmente se encuentra lo suficientemente cerca del perro para levantarlo y evitar así que continúe ahorcándose con su propio peso.

Cuando lo tiene bien cogido, asegurándose de que no se le caerá libera una de las manos y con cuidado intenta quitarle el collar..

El muchacho se queda perplejo al contemplar a la mujer del turbante. No puede llegar a explicarse lo sucedido, su intención es acercarse al resto de los niños para protegerlos de cualquier amenaza visible en el transcurso de ese nuevo paisaje.

Todo suele ser bastante efímero, y al poco tiempo es alertado por los gritos de la elfa.

El joven no tarda en hacer un gesto con la cabeza a los niños, para que avancen en dirección a los elfos. Antes de dirigirse hacia allí, echa una última mirada en la misma dirección en la que corrió Sejmet. Tras ello, se pone a la par del resto, pensativo.

-Tened cuidado Sra.- Dice a cierta distancia del animal, esperando que el comportamiento de Methgar sea el adecuado para calmar al nervioso animal.

Las suaves palabras en el idioma de Methgar, tranquilizan considerablemente al animal hasta el punto dejar acariciarse el lomo. El can, no deja de olisquear a Methgar por cualquier punto que sea oloroso y que le pueda transmitir buenas sensaciones.

Dispuesta, deja su arco en la hierba y alarga las manos hasta el collar que la mantiene preso.

El collar es una cuerda bien atada por manos de algún ser con malas intenciones y para una persona de la talla de un aventurero es pan comido desenredar el nudo. El animal queda libre, y lame sin parar una las manos de Methgar, salta y se lanza sobre ella con las dos patas delanteras en una muestra de agradecimiento.

Buen chico... dice mientras acaricia al perro lentamente Quién querría hacerte algo así, con lo majo que eres?...

lentamente, quitándose despacio al perro de encima y saca de su mochila un poco de cecina que le da con cuidado para que no le muerda de la emoción Seguro que estás muerto de hambre, pobrecito, toma anda...

Sin embargo, al poco tiempo recuerda la peligrosa situación en la que se encuentran y retrocede nuevamente hasta su arco, el cual recoge, y sus compañeros

Conocéis a este perro? sabéis si es de alguien del pueblo? pregunta a los pequeños

si es así me va a escuchar quiera o no... mira que tratar así a un pobre perro!

Mientras esperabas a que la elfa le quitara la correa al animal, tu instinto hizo que no perdieras la guardia en ningún momento.

Tus ojos han percibido un movimiento entre los árboles, cerca. Agudizas la vista por los alrededores por si hubiera alguien espiandoos, pero no es así. Vuelves a concentrar la mirada en ese punto que te ha parecido ver como alguien se escondía tras los frondosos árboles del bosque.

Tendrás que acercarte si quieres salir de dudas, o puede que solo haya sido alguno de los animales que habitan por aquí. En cualquier caso, sabes que no hay peligro de amenaza.

Mientras esperabas a que la elfa le quitara la correa al animal, tu reboltosa forma de ser hizo que no perdieras la guardia en ningún momento.

Tus ojos han percibido una hoguera cerca de donde estaba sujeto el perro, y restos de objetos personales de alguien que ha acampado por aquí. Quizá el dueño del animal ande cerca. En cualquier caso te parece extraño; la hoguera, el perro atado..

Minsk camina hacia los árboles, con la vista pendiente de algo en particular, que aparentemente nadie más se ha percatado. Camina con la espada larga en su mano derecha, y con la izquierda hace una seña con la mano al grupo para que se acerque, cuando está a a penas diez pies de lo que sea que se ocultara tras esos árboles.

Sal de tu escondite o te ensarto, alimaña.- dice a un grupo de árboles situados en frente del elfo.

Me acerco con sigilo hacia el lugar que acabo de avistar,y utilizo la cobertura que me ofrecen los arbustos para esconderme.

Veamos que hay...

Desde mi escondite observo que objetos hay cerca del campamento.

Los pequeños se sienten un tanto alarmados al ver al animal, más por miedo de que hiciera algo a Methgar como morderla en la pierna. Algunos animales suelen tener la rabia y puede resultar más peligroso de lo que parece. Cuando todo está bajo control, Bastian es el que toma la palabra como de costumbre.

-E.. Hay unos cuantos perros por la aldea, la.. La mayoría suelen tener uno igual. Dice no muy convecido de si mismo hasta que se agacha a la altura del animal y acaricia el pelajo de la parte baja del cuello. No, no le reconozco..-

Tras esta pequeña intriga, el reboltoso Racalín parece haber descubierto una pequeña hoguera al lado del tronco en el que estaba atado el perro. Los alrededores indican que alguien -y no hace mucho- ha estado acampando por aquí. O por el contrario, quizá hayáis "molestado" a ese alguien en este pequeño campamento y asimismo se ha querido ocultar al percibiros.

En silencio, Bastian da una orden a los pequeños para que no se separen de él y ya busca su daga sin apartar la mirada de esos árboles a los que acude Minsk. Se prepara para lo peor.

Mientras Racalín da cuenta suelta de los 'objetos personales' que hay desperdigados por lor alrededores de la hoguera, Minsk, intenta intimidar a la persona que está al otro lado de los árboles con arma en mano.

Methgar cegada por el animal, no se había percatado de este pequeño percance. En cualquier caso su instinto le permite estar siempre en guardia.

Cita:

Unos segundos de intriga y...

...un bandido huye como un animal que sabe que va a ser cazado. Corre corre y corre esquivando las ramas que se interponen a su paso, así como toda la maleza que se cruza. Aún teneís una oportunidad para perseguirle, pero los niños no podrán quedarse mucho más tiempo y quizá el camino a Aguas Fuertes, aunque está cerca, sea demasiado peligrosos para volver ellos solos.

Aún conmovido por la escena con Sejmet y preocupado por sus escasas habilidades como clérigo de las que ahora depende el grupo, Caesar se ha mantenido pensativo durante toda la marcha la situación es muy desagradable pues las responsabilidades son algo de lo que siempre ha huido. El pequeño incidente apenas y si le sacan un segundo de sus pensamientos y se mantiene a la expectativa, sin embargo se relaja al ver huir al bandido y se limita a encogerse de hombros. Déjenlo ir, debemos llegar a aguas fuertes cuanto antes, sin Sejmet mis artes curativas no serán suficientes para salvarnos la vida en caso de necesidad...

Aprovecho la oportunidad y me acerco hacia los objetos personales del extraño y empiezo a rebuscar.

Haber,haber...

Si, será lo mejor, aunque si le siguiéramos quizá encontraríamos más niños... - tras meditar unos instantes de inquietante silencio, abre mucho los ojos y echa a correr tras el bandido-Llevar a los niños a la ciudad, y no me sigais. Nos volveremos a ver, estoy seguro- grita mientras corre a toda velocidad entre la maleza.

Ahora,todos sus sentidos están fijados en un único objetivo, una presa...su espada larga ya está fuera de la vaina, y la otra mano está preparada para agarrar su arco en el caso de encontrar un claro.