Partida Rol por web

Me disponía a avanzar cuando de repente algo cae detrás mía al girarme veo ¡una ardilla gigante!

- ¿Qué es esto? - digo incrédulo señalando a la ardilla mientras mi mano se acerca a la Pistola para desenfundarla.

En el momento en que pronuncia la primera palabra saco la Pistola y apunto a la Ardilla Gigante Parlante.

- ¿Desde cuando las ardillas tienen este tamaño? - pregunto extrañado. ¿Y desde cuando hablan?

Una voz desconocida me hace girarme para buscar su origen. Con lágrimas en los ojos miro a la ardilla.

- ¿Bueno? ¿Por qué va a ser bueno que nosotros sobrevivamos cuando millones de personas acaban de morir?

Me obligo a levantarme, completamente agotada. Evito mirar a mis compañeros, sabiendo que el desprecio que siento ahora hacia mi misma por nuestro fracaso se vería reflejado en ellos y probablemente incrementado por sus reacciones en los últimos minutos.

Inspiro aire con fuerza, si es que es aire lo que se puede respirar entre las ramas de Yggdrasil, y me centro en la ardilla, más para evitar volverme hacia la desolación que se extiende en Midgard que por interés en ella. - Desde el mismo momento en que abandonamos Midgard, James. - Me obligo a contestar al comando.

Enjugo mis lágrimas con la manga de mi cazadora y cierro un momento los ojos, notando cómo se vuelven a humedecer casi de inmediato.

- Después de todo... - repito las palabras de la ardilla con una risa casi histérica. - Efectivamente, parece que ahora todo ha acabado, ¿no es así?

Es Ratatösk, la ardilla mensajera que, según el folklore, se dedica a transmitir los insultos que el águila sin nombre y el halcón Vedfolnir le dedican a Nidhogg, el dragón que roe incensantemente la raiz de Yggdrasil situada en Nilfheim. También ejerce de mensajera entre los diferentes reinos que se conectan a Yggdrasil

Ratatösk mira con curiosidad al humano que le apunta con el arma

- ¿Ardilla? Yo no soy una ardilla. Soy simplemente Ratatösk.

La humana rubia parecía más razonable

- Es bueno, porque aunque se hayan perdido millones de vidas, aún estáis a tiempo de salvar muchas más. Y no ha acabado; de hecho, acaba de empezar.

- Disculpame por tener un padre que no me ha explicado nada sobre Midgar y el resto de los mundos o como se los denomine. - digo mirando a Hila con no poca sorna.

- ¿Ratatösk? - consigo articular con no poco esfuerzo mientras guardo la pistola pero sin apartar mucho la mano de ella. ¿Y qué carajos eres? Además de una Ardilla Parlante, claro.

- ¿A qué te refieres con que esto acaba de empezar? - le pregunto.

- ¿Como que "que"? En todo caso, sería "quien", humano. Y la respuesta es que soy un mensajero, nada más.

Parece que la insolencia de James está empezando a molestar a Ratatösk

- Pues acaba de empezar el Ragnarök. ¿No es obvio?

Aprieto los hombros de Hilda, cruzando un brazo por detrás y de frente mirando a la ardilla, y los froto con calidez, pues ella se encontraba débil y era un deber contenerla. Nunca espere verla así si quiera una vez...

De esa ardilla tenia una noción, viajaba por todo el Yggdrasil llevando mensajes de una punta a la otra... Pero no estaba del todo seguro.

- ¿ Y se puede saber que andas haciendo por aquí, Ratatösk ? Estas llevando algún mensaje? Se puede saber hacia donde vas?-

Es Ratatösk, la ardilla mensajera que, según el folklore, se dedica a transmitir los insultos que el águila sin nombre y el halcón Vedfolnir le dedican a Nidhogg, el dragón que roe incensantemente la raiz de Yggdrasil situada en Nilfheim. También ejerce de mensajera entre los diferentes reinos que se conectan a Yggdrasil

- Ya te puedes imaginar que después de lo que acaba de pasar tengo muchísimo trabajo. Ahora mismo iba hacia Asgard. Os dejaría allí, pero me temo que todavía sois demasiado... mortales para ese reino

Que ganas de preguntarle si se conoce algún chiste... pero no, no da el momento.

Como que demasiado mortales? Que clase de insulto es ese?

-¿Acaso tenemos otra alternativa? Llevanos hasta la puerta, pido hablar con mi padre o cuanto menos alguno de los dioses.-

Mirando a mis compañeros... -No hay más por que quedarnos en este árbol.-

- Puedo dejaros en algún lugar que pille de camino, algún sitio lejos de la devastación del meteorito, pero me temo que en Asgard no podréis entrar aunque os dejase en la puerta. Vuestra sangre divina aún está demasiado diluida.

Aprieto un momento la mano de Ian sobre mi hombro, agradeciéndole el gesto de consuelo, pero retirándole el brazo con el mismo gesto. Me vuelvo hacia Ratatösk, secándome una vez más los ojos.

- Tienes razón, acaba de empezar - el comienzo del fin, ya que no hemos sido capaces de evitarlo - pero desde luego no es un buen principio y, probablemente no vaya a mejorar. Dices que aún podemos salvar muchas vidas... ¿Cómo?

Miro hacia arriba, parpadeando un par de veces para forzarme a fijar la mirada y tratar de vislumbrar los otros mundos, pero los ojos me escuecen demasiado por las lágrimas.

- Si no podemos ir a Asgard, ¿dónde debemos ir? ¿Quién puede ayudarnos? - Recuerdo las enseñanzas que recibí de mi padre. No me preparaste para esto, Ullr. No para fallar de esta manera y que millones de personas mueran por mi culpa. - ¿Cómo podemos aumentar nuestro icor divino para poder consultar a los Dioses?

- Bueno, algo si que habéis cambiado. Habeís salvado a la chica, que estaba destinada a morir. Es un pequeño cambio, pero ya sabéis lo que dicen de las mariposas y los huracanes; hasta el más pequeño cambio puede significar una diferencia abismal en el futuro. Sobre a donde debéis ir... A cualquier lado. El Fimbulvert comienza ahora, y Jotuns, Muspells y Svartalfs comenzarán a mover ficha para tener su parte del botín antes de que Surtr convoque a sus huestes y las haga desfilar por el Bifröst. Van a ser tres años muy duros para la humanidad. Sobre como podéis hacer vuestra sangre más espesa... Eso depende del tiempo y del destino, y siendo este un tiempo de grandes cambios, es bastante probable que vuestra sangre empiece a espesarse desde ya mismo.

- Eso y nada es lo mismo. - digo a Ratatösk. No nos estás diciendo nada que no hubieramos conseguido averiguar en un corto plazo de tiempo.

- ¿Podrías ser más concreto?

- Soy un mensajero, no un vidente. No la tomes conmigo

- ¿Y quién podría ayudarnos? - pregunto encogiéndome de hombros.

- Vuestros padres se pondrán pronto en contacto con vosotros, pero no aquí. 

- ¿Donde? ¿Cuando? ¿Como?

Soltó un bufido exasperado. Aquel mortal era desesperante

- No lo se, yo solamente os estoy transmitiendo un mensaje. Tenéis que volver al mundo mortal y allí os contactarán por separado.