Partida Rol por web

- Maurice, ¿se encuentra bien? - pregunto al profesor mientras le dejo algo de hueco para que pueda respirar.

- Gracias a Dios, buen trabajo Robert. - por un instante y debido al susto se me olvida la cortesía y nombro a mis compañeros por su nombre de pila en lugar de sus apellidos.

Finalmente me dejo caer al suelo y sentado resoplo mientras doy unas palmaditas en la espalda de Peabody: - Ha faltado poco... Menudo susto. -

Aun conmocionado por la traumática experiencia, comienzo a respirar como sin creer que efectivamente puedo hacerlo.

Tras unos breves instantes, miro a mis compañeros.

-Estoy bien... Estoy bien... Todo ha... sido... un... susto...

Tras otra breve pausa miro a los dos hombres y digo:

-Muchísimas gracias a los dos... Sin su ayuda... Ahora estaría... Muerto... Gracias, no tengo palabras para expresar mi agradecimiento... Les debo la vida.

Me siento en el suelo intentando recuperar el aliento. Parece que nuestro amigo no ha sufrido mayor daño que el susto:

- Por todos los demonios... que cerca nos ha ido...

- Tranquilo Maurice, nos hemos metido los tres en esto, y saldremos los tres de ésta... ténganlo por seguro. No pienso perder a ningún compañero aquí, y averiguaremos lo que le sucedió a Jerry. - Me levanté con fría determinación y examiné el terreno con la linterna para ver por dónde era mejor continuar la marcha o si esto era posible.

- Pues yo no creo tener la misma presencia de ánimo que usted señor Kellemport. No me avergüenza confesar que estoy realmente asustado y que lo que acaba de pasar ha mermado totalmente mi determinación. ¡Casi perdemos al señor O'Rick! Creo que sería mejor dar vuelta e informar a la policía.

No me preocupo siquiera de disimular el temblor de mi voz. ¡Esto me sobrepasa! ¡Yo no soy ningún aventurero!

Básicamente, habéis cruzado la enfangada caverna de lado a lado, el único camino es o bien seguir hacia delante, hasta la siguiente gruta, o bien volver por donde habéis venido, con la obligación consiguiente de cruzar de nuevo el lecho ..."movedizo".

- Le entiendo perfectamente Robert, pero Jerry es nuestro amigo, y podría estar por ahí en los túneles perdido y sólo... quizá hasta herido. Cualquier segundo que perdamos puede ser vital... si volviésemos a por la policía y equipos de emergencia y llegásemos tarde... jamás me lo perdonaría. No podría volver a mirar a la señora Maklin a la cara. - niego vehementemente con la cabeza.

- Además tendríamos que explicar a la policía cómo hemos descubierto lo que sabemos, y sólo tenemos sospechas de que Jerry pueda encontrarse aquí. Hemos allanado una propiedad además de muchas otras cosas, sinceramente no creo que la policía nos ayudara... Al menos no de inmediato, y como digo la vida de Jerry depende en estos momentos de nosotros. Si hay una remota posibilidad de encontrarlo vivo radica en que continuemos avanzando. - hice un breve lapsus para el empujón final mientras miraba el camino de vuelta a través del lecho movedizo. No, ese camino no era seguro, así que volví mi mirada al frente y luego observé a mis compañeros:

- Señores, empezamos juntos esta tarea y creo que debemos continuarla juntos, ¿están conmigo? - pregunté mirando a Maurice y a Robert. Contaba conque el espíritu inquieto de Maurice no se hubiera visto mermado por el susto, pero convencer a Robert era harina de otro costal. Quizá era algo ruín haber apelado a los sentimientos de amistad por Jerry y al sufrimiento de la pobre señora Maklin, pero no se me ocurría otro modo de convencer al buen hombre de Peabody.

-Robert, el señor Kellemport tiene razón... Debemos continuar.

A continuación, haciendo acopio de toda mi voluntad e intentando parecer de buen humor, exclamo:

-Además, no pretenderán que me juegue la vida para nada, ¿no creen? Debemos continuar, y hacerlo a la mayor brevedad posible.

No puedo ocultar el temblor de mi mano cuando recojo el cortaplumas e intento esbozar una sonrisa ante el comentario de O'Rick:

- Tiene razón señor Kellemport... no me perdonaría nunca el saber que he dejado a nuestro amigo en estas cavernas abandonado sólo por mi miedo.

Pese a mis palabras noto que me flaquean las piernas cuando sigo a mis compañeros noto

Os internáis en la siguiente caverna,el suelo de esta caverna está también enfangado, aunque la altura del fango sólo cubre dos palmos. El suelo está cubierto de hueso de todo tipo , forma y condición. Y por desgracia, no es lo único que hay en la caverna, hay restos orgánicos cuyo origen es mejor no conocer, esparcidos por toda la caverna.

Pero lo peor no es el hedor ni al inmundicia ni el olor que váis intrínseco que váis a llevar de por vida, sino que frente a vosotros y en la parte derecha de la caverna bloqueando lo que parecen los dos únicos caminos para continuar (uno que tuerce a la derecha y otro que asciende casi hasta el techo) hay casi una docena de esas criaturas peludas que antes viéseis de refilón.

Al mirarlas detenidamente, quedáis estupefactos, casi paralizados, son pequeños humanoides peludos en un estado cuasi-animal, tienen un pelaje enmarañado de color gris , dientes picados (los que aún mantienen). Os parecen más un cruce entre hombre y rata que otra cosa.

Al veros las criaturas emiten un chillido agudo casi a coro y se lanzan a por vosotros.

- ¡AAAAAH!

Mi grito resuena en la caverna mientras alzo instintivamente el cortapumas. ¡Esas criaturas! ¡Oh dios! ¡Esas criaturas parecen semi-humanas!

- ¿Qué demonios? - grité. - ¡Retrocedan! - confiaba en que mis compañeros pudieran maniobrar... pero hasta asegurarme de que estaban a salvo no pensaba retroceder de esas criaturas. ¿De dónde habían salido? Y lo que era peor, ¿por qué se asemejaban a humanos?

Sin pensarlo reaccioné por instinto y abrí fuego contra la criatura más cercana.

Se nota que el investigador es una persona ducha en el manejo de las armas, pues gracias a sus reflejos y reacción rápida, dispara antes de que las criaturas puedan moverse siquiera, con tanta pericia que acierta entre los ojos de la criatura, reventando la cabecita de la bestia como si fuese un melón maduro que hubiese caído al suelo desde diez metros de altura.

Medio paralizado por el horror de la visión de las blasfemas criaturas que, como una pesadilla de Darwin, surgen de la negrura, sólo acierto a reaccionar una vez que mi compañero John ha descargado su fuego contra esas abominaciones. Precipitadamente, saco mi revólver y apunto, aunque no de un modo demasiado ortodoxo, contra la masa que bulle a nuestro alrededor...

Espero que podamos al menos espantarlas... Ohh Dios mío... ¿Qué es esto? Son horribles... Son...

El disparo de Maurice resuena creando un eco espantoso y se pierde en la caverna no dando a la pequeña criatura a la que apuntaba que se lanza hacia Kellemport dándole un zarpazo, las criaturas sin inmutarse y puede que envalentonadas por el mísero disparo del profesor, se lanzan al ataque contra los tres hombres, Kellemport recibe un zarpazo en el pecho de la criatura que debería haber muerto bajo el fuego de O´Rick, el zarpazo desgarra la chaqueta y la camisa del hombre, dejando tres surcos rojos que lloran sangre.

Pero antes de que el resto de criaturas puedan dar zarpazos a diestro y siniestro, un valiente médico armado con un cortaplumas se dispone a hacer estragos...

- ¡AAAAAAAH!

El grito histérico acompaña un desacompasado movimiento del cortaplumas. No veo nada. Sólo quiero que esas cosas paren de moverse. ¡Que desaparezcan! Por suerte aunque manejar un bisturí no es lo mismo que usar un cortaplumas para matar ratas humanoides parece que mi desesperación ayuda a alcanzar algún objetivo.

Robert clava y saca hasta la empuñadura el cortaplumas en el abdomen del hombre-rata2, que se encontraba junto a Kellemport, ¡ esto era una compañero! , el humanoide dio un grito agudo y pudísteis ver como una sangre ponzoñosa oscura salía de la altura de los riñones (si es los tenía) de la criatura.

El hombre-rata 3 corre hasta Robert y lanza un zarpazo que sólo alcanza aire. La cuarta  y quinta de las criaturas traban combate con Kellemport pero sus zarpas tampoco muerden carne. El hombre-rata 6 hace una cosa extraña, lanza un zarpazo a nadie en particular y da una vuelta sobre sí misma, casi cayéndose al suelo.

En cambio el siguiente en atacar (7) tiene más suerte y acercándose sin que Kellemport se dé cuenta, la criatura rasga el hombro izquierdo del duro de Kellemport, que lanza un grito.

La siguiente criatura se abalanza sobre O´Rick (no todas iban a atacar al mismo) pero su zarpa se desliza violentamente por encima de los cabellos del profesor, quien apenas tiene tiempo de respirar.

El humanoide 9 se une a sus compañeros (o hermanos, no sabéis) contra Kellemport pero obstaculizado por los que tiene delante, no logra alcanzar al pistolero.

Más suerte tiene el décimo adversario, el cual clava sus afiladas garras en el estómago de O´Rick, que apunto está de soltar la pistola al doblarse de dolor.

La penúltima de las criaturas se lanza al ataque hacia Kellemport, como si de un equilibrista se tratare, la criatura da un salto y roza el estómago de Kellemport, dejando allí su tarjeta de visita, "aquí puso la zarpa la criatura 11"

La última de las criaturas se acerca a Robert y con desidia lanza su zarpa, que por supuesto ni huele al bueno del médico.