Partida Rol por web

Con las manos temblorosas, tecleó el número del hospital, mientras que de la puerta le llegaban los incesantes golpes de Strauss. Por suerte para la periodista, la puerta era antigua y bastante robusta. El tono de llamada le indicó que la línea seguía funcional, pudiendo oír los llamados del teléfono. Uno, dos, tres… cada timbrazo venía acompañado con la esperanza de oír la voz de alguien desde el otro lado.

-El numero al que ha llamado se encuentra…- sintió un fuerte escalofrío en la espalda cuando al mecánica voz le llegó desde el otro lado de la línea. Nadie contestó, aunque podría ser porque estaban ocupados… ¿Quizás Korper se habría marchado? Eso la dejaba a merced de ese loco.

Un golpe mucho más fuerte le hizo girarse con rapidez. Vio el filo de algo que perforó la puerta, seguido de otro golpe que hizo saltar algunas astillas de la puerta. Como Strauss no pudo con la dureza de la puerta, decidió probar suerte con el hacha…

-La señorita Walker debería venir… pero entiendo que cuidar a… Kuchen es una prioridad- dijo Lee mirando el estado general del chico, maravillándose de la sangre fría que tenían esas dos mujeres al realizar esa intervención con tan pocos recursos. Una pena que Eve no hubiera aceptado su invitación a cenar, quizás las cosas habrían sido totalmente diferentes… o al menos más entretenidas-. Sheriff, por favor, espose a Eisen. No quiero dejarle aquí, no con ellas solas- se apretó el costado, mirando a Ronan con evidente rencor-. Y al menos deberíamos dejarlo encerrado en alguna habitación, donde no pueda hacer más daño.

Parecía estar a punto de caer sobre el enorme sujeto si este intentaba siquiera rebatirle o siquiera abrir la boca. No cabía la menor duda que el estado general de Lee era por Eisen y pensaba cobrárselo en algún momento.

-No puedo ser mas especifico, al menos no con ellos aquí.

Eisen se había quedado a un costado, mirando como atendían a Dylan, reaccionando solo cuando Lee le nombró.

-No voy a hacer nada… esta locura me ha superado totalmente- se cruzó de brazos, sin bajar la mirada ante el ayudante del sheriff-. Pero si se sienten más seguros esposándome, adelante. Estaré más seguro encerrado que yendo por ahí.

Adelantó sus manos, dejando que el Sheriff las esposara. Luego fue conducido con calma a una habitación que era utilizada como depósito, con cajas y bastante pequeña. La puerta no era la más segura del mundo, pero fue esposado a un fuerte tubo. Si intentaba escapar, le oirían mucho antes de lograr hacerlo… o eso esperaban.

Una vez asegurado Eisen, los tres hombres comenzaron a caminar, siguiendo a Lee. Este continuaba con el secretismo, sin aclararles hacia donde iban o con quien se encontrarían. Strarrosa y Batterman estaban por acotar algo cuando, de la nada, el sujeto empezó a hablar.

-Cuando fui a buscar a Oshea, me atacaron antes de cruzar su puerta. El maldito reía como una hiena- estando de espalda a ellos, caminando por delante, era imposible verle la cara, pero podían imaginar la rabia contenida por su voz-. Si bien los golpes de Eisen fueron los más duros, los de ese hijo de puta fueron más sádicos. Creí que me matarían. Pero me dejaron tirado… entonces apareció Rachel, no sé cómo me encontró, pero me llevó a un lugar seguro- de repente se detuvo, mirando una enorme casa, antigua pero conservando un aspecto cuidado-. Llegamos.

Era la casa de los Rot, hogar de Andrew Rot, el ex alcalde de Sonnenlincht. ¿Sería con él con quien se encontrarían?

La ausencia de todas esas personas, esas que habían invadido de una manera u otra la vivienda de Eve, provocó un silencio bástate perturbador. Solo el débil respirar de Kuchen y el ocasional movimiento del Eisen ahí donde le habían dejado rompía la monotonía.

Ambas le habían salvado la vida al chico, logrando una intervención de emergencia que debería enorgullecerlas. Pero no había motivos para celebrar o siquiera respirara aliviadas. Kuchen se arrancó su propia lengua para no hablar, por verse atrapado. ¿O quizás fuera por el simple hecho que temía morir? Porque podría haberse cortado la garganta o alguna atrocidad similar. Si se ponían a pensar, cualquier cosa era mejor que terminar como Harold, siendo un cadáver en vida, enloquecido y siniestro.

El teléfono comenzó a sonar, seguramente era Karl, continuando con las indicaciones de Eve.

Eve reconoció que el hecho de que dejaran a las dos con conocimientos médicos al cuidado de un hombre que la había amenazado a punta de cuchillo asaltando su casa como si de un ladrón se tratase y otro que agredió a Lee era bastante extraño, sin saber que era porque confiaban, tal vez demasiado, en las capacidades defensivas de ambas mujeres como si de superheroinas se tratasen o, por el contrario, poco les importaba lo que les sucediese. En realidad hubiera pedido que uno se quedara por propia seguridad, pero al verles tan convencidos de marcharse y sabiendo que no podía dejar a Lara sola con el paciente prefirió guardar silencio.

Sin embargo las palabras de Lee sobre que ella debería de ir le provocó un nudo en la garganta. Cada vez sentía más lástima por ese niño atrapado en el cuerpo de un hombre herido, rezando internamente para que se encontrara bien allá donde estuviera… porque no era la única persona de la que desconocía su paradero.

Se sobresaltó al escuchar el teléfono, imaginándose que sería Karl tal y como pidió pero recordando que, al llegar a su casa, fue Lee quien cogió el teléfono y avisó que estaba él. No, debe de ser Karl, ¿o tal vez…? – Le indicó a Lara que se quedara dónde estaba mientras ella se levantaba con cuidado y se acercaba al fijo.

¿Diga?

La mujer seguía vigilando a Dylan, humedeciendo su boca pero todavía medio en shock por lo que había hecho, sin comprender del todo aquella locura. Legrand... esa maldita bruja.... tendría que enterarse de lo que había logrado con su fanatismo. Seguía arrodillada y las piernas ya comenzabana a dolerle, así que se sentó, manchandose aún más de aquella sangre roja y espesa y acomodaba la cabeza del chico sobre su regazo.

El teléfono sonó, sacandola de sus cavilaciones. Asintió a Evelyn despacio mientras echaba una mirada a Ronan, para tener controlados sus movimientos. Seguía sin fiarse mucho de él.

Acepté el walkie talkie que me ofrecía el padre Geli para tratar de contactar con el sheriff Strarrosa si necesitban su ayuda en cualquier momento.

-Yo tampoco confiaría en Legrand -aseguré, con un claro gesto de negación-. Incluso si estuviera de nuestro lado y pudiera ayudarnos, no creo que una persona que quema sin inmutarse a su vecino resucitado sea muy fiable...

Al llegar a la plaza central del pueblo, observé a Korper hablando con el capataz de Batterman. Recordaba que el forense había estado cercano a la locura cuando había tomado el escalpelo, casi a punto de automutilarse como había hecho hacía unos minutos Katherine Deer. Podía volverse peligroso, por lo que decidí aproximarme sigilosamente hacia los dos hombres para tratar de escuchar lo que hablaban, haciéndole un gesto a Kuchen para que me siguiera con cuidado.

 Partieron sin más, dejando a las especialistas con la vida de Dylan en sus manos. Mientras iban al lugar que indicaba Harry, este les contó la experiencia con aquellos dos bandidos. También nombró al chico Oshea en un momento, lo que le recordó al alcalde que él sabía demasiado bien lo que le había pasado a ese muchacho.

- Oshea... el muchacho fue despedazado por los Strass. Una familia de psicópatas. Yo escape de sus garras, pero... han hecho mucho daño.

 Al alcalde le daba arcadas pensar en toda esa situación, por lo que no dijo más. Era un asunto que debía tratarse, pero ahora lo que Harry tenía que mostrarles debía ser más imperante. Y que imperante debía ser, que tuvieron que ir directamente a la casa del anterior alcalde de Sonnenlitch.

- ¿Andrew Rot? ¿Qué tiene que decirnos este hombre?

-¡EVE!- el grito desde la otra línea fue desgarrador y lo bastante fuerte como para que incluso Lara lo oyera. Ambas reconocieron la voz angustiada de Karl, quien hablaba entre tartamudeos y con falta de aire-. ¡LLAMÉ AL HOSPITAL PERO… PERO NADIE RESPONDIA!- de fondo, solo audible por Evelin se oía como gemidos o jadeos adoloridos-. ¡Ellie y Ellen entraron en trabajo de parto!- no podían verlo, pero era fácil imaginar el pánico en su rostro con solo oír su voz. El siempre amoroso Karl, quien cuidaba a su esposa y futuro retoño siempre, estaba totalmente fuera de si-. Fue de la nada. Ambas al mismo tiempo- una ahogadas palabras a la que supuso era su esposa, intentando darle tranquilidad-. Creo que algo está mal… les duele mucho.

Quizás por todo lo que habían estado viviendo, las muchas veces que parecieron estar frente a la muerte, ya fuera por creer que morirían o verla en los ojos de alguna otra “persona”, ambas supieron que aquello no era normal. Lara llevaba casi 24 horas sin dormir, haciéndolo en su bañera justo durante toda la tormenta, para luego tener un día de verdadera locura. Eve, por su parte, tuvo experiencias que seguramente le impedirían dormir por mucho, mucho tiempo. ¿Qué otra cosa les tenía preparado ese pueblo? Seguramente ni siquiera se imaginaban lo que estaría a punto de suceder.

-Estoy muy preocupado, no sé si moverlas, espérales, llevarlas al hospital o que…- se produjo un inquietante silencio, solo interrumpido por los gemidos de dolor del fondo-. ¿Puedes salvar a mi hijo? – la voz casi entrecortada, como un ruego desesperado, recorrió la habitación.

Tanto Korper como Swellson estaban lo suficientemente ocupados como para no notar a dos personas acercándose. El medico sostenía al capataz por su camisa, evitando que entrara en la comisaria. Ricky parecía estar decidiendo si golpearle o simplemente apartarle de un manotazo, después de todo tenía la fuerza suficiente para hacerlo.

-Alguien necesita ayuda- gruño muy por lo bajo el capataz, momento en el que tanto Eric como Kuchen oyeron el rítmico golpe de lo que supusieron era un hacha, dando contra la madera. Korper seguía negando con la cabeza, hasta que pareció reparar en los dos hombres que le estaban viendo. Les hizo una señal para que se acercaran, demostrando bastante urgencia por sus gestos.

Kuchen así lo hizo, pero no antes de dejar el cuerpo de Katherine en el suelo y mostrar absoluta cautela. El periodista decidió también hacerlo, quizás por presentir que algo muy malo pasaba. No les costó nada ver a través de las ventanas de la comisaria, encontrándose con una escena por demás de surrealista.

Un sujeto estaba dando golpes de hacha a la puerta de madera de la oficina del Sheriff, riendo por lo bajo como un loco homicida. A pocos metros de donde estaba él, una niña se encontraba sentada sobre un escritorio, viendo su accionar con sumo entusiasmo y moviendo sus flacas piernitas al compás de los golpes. En el regazo de la niña descansaba un enorme cuchillo de carnicero.  No había nadie más, aparentemente, en la comisaria. Seguramente los demás se habrían marchado o estarían encerrados en la oficina. 

¿Qué hacer ahora? Swellson seguramente quería entrar y ayudar a quienquiera que estuviera encerrado. Pero ciertamente no sabían si esto era así o si pudieran hacer algo con una persona armada. Korper era mucho más prudente en ese sentido, de momento no se veía la locura en sus ojos, pero eso no le privaba de sospechas a ojos de Eric.

Miró al alcalde con una mezcla entre sorpresa y confusión, luego negó con la cabeza, perdiendo la mirada en la nada unos instantes. Reaccionó solo con la siguiente pregunta, la cual le tomó algo desprevenido, como si tuviera muchas cosas en su mente.

-Él sabe. Legrand sabe. Kuchen sabe… todos en este condenado pueblo saben- les miró a ambos con cierta desconfianza, casi como si hubiera olvidado la razón por las que estaban ahí-. Ella les explicará todo… rápido, entremos antes que alguien nos vea.

Abrió la puerta de entrada, momento en el que oyeron el tenue sonido de música clásica que venia del fondo. El interior estaba casi totalmente a oscuras, a excepción de una luz amarillenta y parpadeante al fondo. Se oían también tenues voces, pero era imposible saber de quienes eran o que decían.

Acompañé a ambos hombres en silencio, intentando asimilarlo todo. Primero Dylan se había cortado la lengua de forma suicida y luego Ronan estaba se comportaba de una manera mucha más superada de la que suponía. Ellos no parecían los cabecillas de todo esto, sino meros peones. ¿Quién estaba entonces detrás de todo esto? ¿Nos daría Lee alguna respuesta? En ese momento Batterman habló y un escalofrío me recorrió la espalda. ¿Qué Oshea había sido despedazado por los Strass? ¿Es ahí donde me encontré con Wilson, huyendo de aquella gente?

Me sentí pequeño e ignorante, siguiendo una pista cuando atrocidades no dejaban de ocurrir en cada rincón de mi pueblo.

Al fin llegamos a nuestro destino, la casa de Andrew Rot. Ya ni me extrañó que él tuviera algo que ver. Parecía que todo el mundo sabía más que nosotros de todo este asunto, aunque esperaba que con aquella visita aquello cambiara pronto.

No se me escapó que no iba a ser el propio ex-alcalde el que nos explicara la situación.

¿¡Algo más!? – Había escuchado muchas veces la frase de “si algo puede salir mal, saldrá mal”, y ahora más que nunca veía ciertas esas palabras. Si al horror sufrido, la pérdida de seres queridos, desaparición de otros, resurrecciones, asaltos en su casa, intento de asesinato con rehenes y demás barbaries sacadas de una novela de Stephen King se le sumaba dos partos ya tenía una película digna de un óscar. Eve no podía dividirse en cientos de ellas para llegar a todo, deseando claramente unas vacaciones bien lejos de ahí, unas merecidas donde estaría con su pareja en una isla paradisíaca tomando el sol, tumbada en la hamaca con su bikini floral y, posiblemente, a su lado estaría Lara al imaginarse que habría sufrido lo mismo o más que la enfermera.

Karl, relájate, todo irá bien.- Frase de manual que casi nunca se piensa. Si ambas estaban pariendo, lo último que faltaba era un hombre corriendo por la habitación histérico con los brazos en alto.- Pon toallas o mantas limpias en la cama, que ambas se tumben ahí.- No dijo nada sobre lo que les dolía mucho. Estaban pariendo, claro que les dolía. Y más sin epidural.- Necesito que cuentes los minutos que tienen cada una entre contracciones, y que prepares un balde de agua tibia y, sobre todo, muchos paños.- Mientras hablaba, miraba por la habitación buscando lo necesario para irse pero, a su vez, echando rápidas miradas a los “intrusos” de su casa y a Lara, a esta última con cara de circunstancia pidiendo ayuda.- Diles que respiren hondo. Bocanadas largas. Voy para allá.

Colgó sin saber muy bien qué hacer. ¿Dejar a Lara con ambos en su casa? No. Se imaginaba también que Lara querría quedarse con Dylan para ver su estado, pero se negaba a dejar a la mujer con él y con el armario de Ronan.

Lara, tengo que ir. Karl ha estado… sufrió una pequeña crisis por unos sucesos recientes. Le encontré deambulando en la calle cubierto de sangre, se duchó en mi casa.- Posiblemente la ropa de Karl seguiría en su lavadora, recordándole que tenía que ponerla. No era tiempo de ser ama de casa.- Sé que no les haría nada, pero temo que vuelva a recaer en esa crisis y le pase algo a los bebés.- Explicó en voz alta sus miedos, sobre todo teniendo en cuenta que prometió a la pareja seguir de cerca el embarazo para ayudarlos si era necesario, algo que había hecho durante largos meses.- Puedes venir conmigo y que Ronan vigile a Dylan… o me llevaré a Ronan conmigo.- No le preguntó al hombre su opinión. Si él quería ayudar, debía ser vigilando a una de las dos partes. No iba a dejarle ir tal cual.- Lo que tengo claro es que no te dejaré a solas con los dos.

Observé el panorama que se percibía en el interior de la comisaría. Un loco estaba golpeando una puerta con un hacha, mientras que la chiquilla que lo acompañaba permanecía muy tranquila mirando la escena, sentada en un escritorio, como si ver hombres golpeando puertas con hachas fuera algo común en su día a día.

-¿Alguien sabe quiénes son? -Bajé el tono de voz para que no pudieran escucharle ni el loco del hacha ni la niñita. No llevaba mucho tiempo viviendo en Sonnenlicht, por lo que no conocía a toda la población del pueblo-. Korper, Swellson... Esos dos de ahí dentro han perdido la cabeza como ella. -Dirigiéndose al forense y al capataz, les señaló el cuerpo inconsciente de Katherine Deer-. No sé qué diablos está sucediendo en este maldito pueblo, pero si no lo detenemos, esto irá a más. ¿Sabéis si hay alguien más dentro de la comisaría? Voy a intentar contactar con el sheriff. Él sabrá qué hacer, espero...

Tomé entonces el walkie que me había dado Geli para intentar establecer contacto con Strarrosa:

-Sheriff, ¿me recibe? Soy Eric Tucker, ¿me recibe?

Sentía como la sensación de descontrol y caos volvia a subirle por el cuerpo, aturidendola momentaneamente y ocasionando que su cabeza comenzara a darle vueltas. Seguía con Dylan sobre su regazo y cuando Eve terminó de hablar, miró de reojo a Ronan...

- ¿Puedes encargarte tu sola del parto? ¿es el primero?  - preguntó cautelosa. No es que dudase de ella y sus capacidades, pero si la cosa se complicaba..... Su mirada preocupada pasó del joven a Eve, y de ésta a la puerta, como si pudiera alcanzar a ver a la embarazada.

- Lo siento - dijo apenada mirando al chico rubio medio incosnciente, o incosciente por completo, a saber. Colocó la cabeza del chico sobre el suelo y con cuidado y se puso de pie con esfuerzo.

- Una nueva vida es más importante. O dos, si te he entendido bien ¿son gemelos? - le hizo un gesto a Ronan* - Se viene con nosotras, no podemos dejarlo  con él - Ya no se atrevió a mirar más en la dirección donde estaba el cuerpo tumbado.

He visto partos de cerca, sobre todo en mis primeros años al cambiar de planta y planta, pero nunca he asistido como tal a uno.- Se imaginaba que no era lo que esperaba escuchar pero quería ser sincera. Conocía lo esencial para ayudar a la madre a dar la luz, unido a lo básico de higiene y cuidados para facilitar el proceso, pero si había algún tipo de problema por medio tendría que improvisar con los conocimientos que tenía.- Y no, no son gemelos… Son dos mujeres que van a parir a la vez, Ellie y Ellen, cada una un bebé.

Cogió aire - No se hable más. Voy contigo. No voy a dejarte sola - puso una mano en su brazo en ademán de compañerismo

El tener algo que hacer, una idea clara de los pasos a seguir y que contribuirían a solucionar ese enorme problema, fue suficiente para que Karl lograra tranquilizarse un poco. Era difícil saber si estaba mejor luego de su encontronazo con esos niños o si continuaba afectado, pero había tenido llevado a amabas embarazadas a su casa y realizado el pedido de Eve sin problemas. Luego de un suspiro, evaluar su casa medio segundo y un corto “entiendo”, Karl se enfrascó en las indicaciones.

Ahora ambas profesionales estaban en un dilema, dejar a esos dos solos o ir una sola, cosa que seguro complicaría un parto ya de por sí difícil. Pero Lara, pensando que Dylan había decidido su propio destino movido por algún tipo de creencia enfermiza, decidió abogar por una nueva vida, dos vidas en este caso, y acompañar a Eve. Desde que se conocían, ninguna de las dos sabía mucho de la otra, ahora mismo tampoco se conocían bien, pero confiaban la una de la otra, algo muy importante cuando la locura corría desenfrenada en ese pueblo.

Desde la habitación donde el enorme sujeto esperaba, se oyó claramente cómo se removía, buscando una posición más cómoda o quizás haciendo algo para largarse de ahí. Pero luego se oyó su voz, algo apagada, pero clara.

-Me quedo con Dylan. No hace falta que me suelten, solo acérquenme el teléfono y podre llamar a alguien en caso de problemas- solo deberían dejar la puerta abierta, el teléfono al lado y confiar en que el gigante no escaparía o haría nada contra un indefenso Dylan. En realidad parecía reacio a salir de la seguridad aparente de la casa, como si temiera a lo que fuera que hubiera allá afuera. No le culpaban. Salir ahora mismo, luego de todo lo que habían visto y oído, se tornaba más difícil de lo que imaginaban. Solo el saber que dos jóvenes inocentes, esperaban sus cuidados les hizo moverse.

Decidieron llevar a Ronan, aunque para hacerlo fue necesario el trabajo de los tres, para sacarle de donde estaba encerrado. Romper el tubo (que Eve esperaba que no fuera de agua) requirió de un tiempo relativamente corto, pues entre Ronan y ellas logaron soltarle. Tendría las esposas en una de sus manos, pero estaba libre al fin. Luego colocaron a Dylan en el sillón y esperaron que nada le pasara…

Ambas mujeres salieron a la calle, notando la indefensión con cada paso que daban alejándose de la vivienda. A lo lejos les pareció oír una risa, extendiendo en ecos por el pueblo… Solo Dios o algo peor, sabría qué estaba pasando en cada casa, en cada rincón oscuro y mente de Sonnenlicht. El rose de sus hombros les hizo notar que caminaban una pegada a la otra, como si les diera más seguridad el saber que la otra estaba ahí. Incluso el cielo parecía diferente, tapizado por unas nubes negras, pesadas y horribles. ¿Otra tormenta? Esperaban que no, al menos no se veían relámpagos o se oían truenos. Solo parecia que algo tapaba el pueblo…

Ronan iba cerca, luciendo incluso mas preocupado que las mujeres y haciendo que sus esposas sonarar con cada movimiento brusco que realizaba. No queria dejar rincon sin vigilar y siempre miraba por encima de su hombro. Era tranquilizador y preocupante por partes iguales.

Por suerte la casa de los Poriadok estaba muy cerca, así que no tuvieron que estar mucho tiempo en el exterior. El hogar de la joven pareja estaba pintado de un rosa chillón, con muchos adornos en la entrada y una verja blanca. Solo los destrozos de la tormenta opacaban la perfección de esa casa… eso y los gritos de dolor del interior de la vivienda.

Lara se había traído el botiquín, junto con todo lo que consideraron indispensable. Con suerte el parto no tendría problemas. La enfermera Jhonnes era la encargada de todos los partos, quizás pudieran contactarla para que fuera a darles una mano… o incluso al viejo doctor Krumber. Pero de momento solo estaban ellas para traer al mundo a esas inocentes criaturas.

El interior era un caos, Karl estaba con su esposa, quien ahora estaba colorada y con lágrimas en los ojos, su estómago al aire luciendo su abultada barriga. Ellen estaba en igual estado, solo que la asistía Elizabeth Zniet. Ambas habían sido colocadas en el suelo, con varias mantas gruesas y almohadones para estar cómodas. Todo lo demás estaba revuelto, como si hubieran rebuscado en cada cajón y armario, derramando su contenido en todos lados. Se oía de fondo algo hirviendo, seguramente agua, pero la verdad que los jadeos de dolor de las dos parturientas ahogaban todo otro sonido. Eso era relativamente normal… no el que la piel de las barrigas de las jóvenes se moviera de demasiado, como si los niños intentaran salir por ahí a la fuerza.

Ronan se quedó en la puerta unos segundos, mirando la escena como hiptnotizado. Un parto era algo impresionante, sobre todo para un hombre "ajeno" al evento, pero esto resultaba aun peor para el gigantón. Luego, usando toda la voluntad que tuviera, dio los pasos necesarios para ingresar en la vivienda.