Partida Rol por web

La idea de que una humana huyera de un lugar provisorio por algún amor pasajero era tan probable como que un grifo entrara en la habitación y los invitara a pasear por los valles del Este.

Carraspeo una vez para tomar algo de atención, pero Garath se le adelanto, escucho entonces con atención el relato del humano, una vez este concluyo, carraspeo nuevamente pero Aniel comenzó su discurso y nadie le presto atención al mediano.

Así que espero que Aniel termine de decir sus palabras, entonces no solo carraspeo, sino que levanto la mano, pero nadie llego a notar al mediano nuevamente, así que tuvo que esperar a que Agarot concluya.

Agotado de ser obviado, el mediano se acerca a Orsik, y le dice algo al oído, entonces el enano asiente, y el mediano se monta de forma aparatosa a los hombros del gentil enano.

Una vez en lo alto, Vater tosió fuerte para no ser obviado nuevamente, las miradas extrañadas de sus compañeros acompañaron a la sonrisa satisfactoria de este.

Y en su mejor pose de caballerizo montando a un enano como corcel, Vater expresa sus sentimientos,

Don Dustier, nosotros recuperaremos a su hija, cabalgaremos hasta Fuerte Olostin y hallaremos que ha pasado con ella, y solo entonces, podremos descansar en paz, sepa entonces que compartimos su enorme pena
el movimiento enérgico del jinete-mediano hace que el enano-corcel se mueva de forma caótica por el resbaloso piso de madera, finalmente ante su frase final...
y sera nuestra alegría y trabajo hacer que sus buenas almas se reencuentr...
fue entonces cuando Orsik trastabilla con el Elfo-bonito-del-bosque-254 y toda la demostración de heroísmo cae al suelo... otra vez en el mismo día...

La joven enana permaneció largo rato en silencio, ensimismada en sus pensamientos. Aquella niña, Alusier, le recordaba su propia situación: tenía unos pocos años menos que Diesa y, al igual que la enana, había marchado aparentemente por su propia voluntad y, tal vez, también por su propio deseo. No había sido el deseo lo que condujo los pasos de Diesa lejos de Adbar, si fuera por ella aún estaría correteando por los profundos pasadizos de su amada ciudadela. (¡No hay mejor lugar en toda La Marca!, gruñó para sí.) Pero sí su voluntad. Su voluntad de no desairar los inescrutables caprichos de quienes gobernaban más allá de los cetros y blasones…

Desvió la mirada hacia el acongojado Dustier. Parecía más desamparado que su propia hija, y más desorientado también. Sin dudas, en nada semejaba al padre de Diesa. La enana lo imaginaba removiendo cielo y tierra, cada piedra, arbusto y resquicio hasta dar con ella, entro maldiciones e improperios. Repentinamente preocupada ante aquel pensamiento, rebuscó entre sus pertenencias un antiguo mapa de la región. (Bosque Argénteo… ¡Aquí!, marcó con el índice y siguió con el dedo el trazo que le señalaban sus ojos. ¡Fuerte Olostin!, suspiró aliviada al comprobar que el trayecto la alejaba de la legendaria fortaleza enana.)

Tras meditarlo un instante, inquirió:

—Maese Dustier, créame que entiendo su preocupación, pero… —carraspeó. —¿No cree que si su hija está en verdadero peligro no puede esperar a que unos pesados y lentos carromatos lleguen a destino? ¿O hay algo más que no nos haya contado? —La desconfianza enana siempre presente. —Además dijo que el mensaje daba a entender que Alusier tal vez huyó. ¿Tiene idea de qué o quién? En todo caso, y si fuera así, mientras estamos hablando esto, ella está alejándose más y más…

(Como lo estoy haciendo yo, pensó.)

Los sentimientos de Diesa eran contradictorios.

Desde el suelo, enredado en un desorden de enano y mediano, Vater pudo ver a través de Diesa como si fuera un vidrio translucido, ella también atravesaba una situación familiar, y sus sentimientos encontrados se podían saborear como un pastel de manzana quemado, no eran dulces, al contrario, amargura y un gusto agrio la rodeaban. No pudo ni siquiera pestañar por un momento, pobre niña, pensó para sus adentros, y profundos sentimientos de desarraigo atravesaron al mediano como una javalina atraviesa a un jabato, hacia mucho que no recordaba a su familia...

- Eso me parecen dos trabajos, escoltar unos carros y recuperar una niña que se ha escapado. Solo me interesa el segundo de ellos. 

Stor, estoy de acuerdo contigo, no podemos dejar a su suerte a este hombre, seria pasto de cualqier bestia o salteador, lo mejor es dividirse ya que somos un gran grupo y que unos hagan un trabajo y otros otro.
Yo por mi parte si Storm protege a Dustier, yo iré a buscar a su hija.
hago una pausa y digo:- ahora habrá que decidir quienes van para un sitio y para otro. lo que esta claro es que no se puede dejar a un grupo muy reducido, deberíamos ser iguales en fuerzas.

Tanto hablar, tanto hablar, parece que al final íbamos a volvernos a separar en dos grupos. Yo, por mi parte, acompañaré al mercader con los carros. Me interesa más hacerle algo la pelota a ver si suelta recompensa al final que no encontrar a una mocosa que seguramente se habría fugado con algún mozo del pueblo.

Mi intención en aquel momento era conseguir algo de dinero y el mercader tenía pinta de tener bastante. Me quedaría a su lado, pero para protegerle...claro...

Yo acompañaré al mercader con los carros. No podemos permitir que el pobre ande solo por ahí. Pensad en la pobre chiquilla si al final le pasa algo a su padre intentando rescatarla. - ¡Qué bien que me queda parecer preocupado! - pienso.

- Je! lo imaginaba, los que quieren pasta aseguraran su esfuerzo, menos mal que hay un paladin para poner rectitud al asunto

​Evendur se tranquilizó al ver que Stor cuidaría del hombre y decidió unirse a la partida de búsqueda. La zona por la que la joven pudiera estar era grande, y mientras mas la cubriesen mayores eran las chances de llevar la empresa a buen puerto.

​Ayudaré a encontrar a Alusier. Sólo espero que la joven haya encontrado algún refugio de las inclemencias.

Los intereses se iban dividiendo y los grupos se iban formando, pero con suerte en poco rato estarían partiendo de esa acogedora taberna para emprender con la búsqueda.

Escuchado todas las acotaciones de los presentes, considero los Pros y Contras. al ver que están definiendo las posiciones digo -Siempre que hayan dos Ponys, uno para Vater y Orsik y el otro para la joven Diesa podran ir sin inconveniente a salvar a la joven. Los caballos no son sencillos de manejar y menos en una tormenta como esta.- -Yo ayudare a al padre a llegar, Stor y Koltron no podran solos si los atacan, confio que en sus manos estara bien la joven Volteo a ver a Diesa me acerco a ella y le digo muy suavemente -A veces la vida nos permite ver las cosas desde otro punto de vista y ahora los jóvenes son el futuro. Se que lo harás bien, salva a la joven.

Y otra vez, Diesa se refugió en sus recuerdos, ausente de cuanto se decía en derredor. Poco le importaba, solo pensaba en Alusier. (¿Qué la habrá arrastrado lejos de los suyos? ¿Fue acaso por propia voluntad?, lo ignoraba.) Sus pensamientos ya cabalgaban rumbo a Fuerte Olostin cuando una voz susurró a su lado: “A veces la vida nos permite ver las cosas desde otro punto de vista y ahora los jóvenes son el futuro. Sé que lo harás bien, salva a la joven.”  Como si Agarot se hubiera introducido subrepticiamente en sus pensamientos, la muchacha dio un respingo y lo encaró, ceñuda. Pero pronto cambió la expresión y asintió, mordiendo las ganas de echar un improperio y descargar su enfado con el enano. (Él no tiene la culpa, pensó.)

Entonces recordó algo y le susurró:

—Maese Agarot, si ha decidido que escoltará a Dustier y sus carromatos, tengo que hacerle un encargo. Viet, la enana que me acompaña en este viaje, está algo mayor para estos trotes e iría mejor en alguno de los carromatos. Si usted se encargara de que llegue al fuerte, sana y salva, se lo agradecería infinitamente. Es algo peculiar, pero estoy segura de que se entenderán muy bien —afirmó sin mucha convicción.

Viet era… Viet. Pero, bueno, Agarot ya tendría tiempo de conocerla… y detestarla. O apreciarla, como la apreciaban Orsik y ella misma.

—Pe… pero… Diesa…¡Estás hablando de Viet! —balbuceó Orsik desde el suelo.

La joven enana bajó la vista hacia el enredo de piernas y brazos que yacía a desparramado en el piso a unos pasos de ella y respondió, áspera:

—Y ahora hablo de ti: ¿Por qué extraño embrujo siempre terminas en el suelo? ¡Vamos! ¡Levántate! Tenemos que rescatar a una niña —exclamó, arisca e imperiosa, al tiempo que le tendía una mano al enano y otra al mediano para ayudarlos a incorporarse. Entonces se percató de la elocuente mirada de Vater y volvió a sentir esa sensación de verse transparente, vulnerable: —¿Y tú qué miras? ¿Es que nunca viste a una enana?

Orsik se incorporó riendo, y le susurró a su amigo:

—Es un hecho: le caes muy bien.

Un par de palmadas entre enano y mediano fueron suficientes para sacarse el polvo del suelo, mas su orgullo permanecía intacto, el mediano se ergio mientras sonreía contento de haber descubierto algo nuevo, brillante y poderoso, y lo luciría como un rey luce una corona, había descubierto amigos. Su sonrisa era tan brillante e imponente que podría poner nervioso a un dragón blanco por el exceso de confianza.

Se acerco a Agarot, quien ansioso de ayudar a un angustiado padre, había delineado un plan para coordinar las fuerzas de tanta masa de gente. Así que busco entre sus cosas y le extendió su caramillo, se lo dio con confianza y le dijo, Cuidadlo hasta que nos volvamos a ver, ¿vale?

Le dio una palmada a Orsik, compartió una sonrisa cómplice con Diesa, le dedico un guiño y una mueca a Viet (quien no se lo tomo como un halago, en lo mas mínimo), bajo la cabeza en saludo a Koltron, miro los dorados y lustrados cuartos traseros de la semielfa Aniel, hizo una muesca graciosa a los elfos-bonitos-del-bosque-253 y 254 (Aunque luego descubrió que era semielfa), silbo distraido mientras se retiraba en busca de algún tipo de montura para emprender viaje...

En el momento en que Váter me hace entrega de su Caramilla en promesa de volver a vernos, la tomo conocimiento una sonrisa y le digo hasta que nos volvamos a ver y le entrego mi flauta de pan.

El comentario de Koltron no causó la menor gracia en el hombre, era su pequeña y jamás haría eso. O eso pensaba el hombre que lanzó una mirada punzante al Khondazano.

Maese Dustier. Si lo que le han dicho es cierto, sabrá que el tiempo es crucial. Y si queremos poder hallar rastros del paradero de su hija habrá que llegar a Fuerte Oslin a la mayor brevedad. Si va con sus carros perderá mucho tiempo, sobretodo con este tiempo.
Así que, o los deja aquí. O deja que nos encarguemos nosotros del tema. Con unas buenas monturas, y algo de suerte con el tiempo, podríamos estar allí en unos cinco días a lo sumo. Puede que menos.

Las palabras del mago Galath tenían todo el sentido del mundo, Dustier no lo había pensado de ese modo. Él solo quería recuperar a su hija, rescatarla. Y quería estar ahí cuando apareciera, abrazarla y dejar el norte atrás y coger rumbo al hogar. Pero era mejor ganar todo el tiempo posible, el mago tenía razón y si él tenía que contratar a otros mercenarios para que lo escoltaran, que así fuera. La prioridad era su hija. Por ahora no se atrevió a decir nada y siguió escuchando a sus interlocutores a medida que iban hablando.

Aniel secundó a Garath, ambos tenían razón. Por su parte, el buen Agaroth pedía caballos que no poseía, tenía los caballos suficientes para halar la caravana de carromatos. Podría comprar alguno que otro caballo, pero 10 caballos era algo con lo que no contaba, quedaría sin dinero para pagarles, a menos que aceptaran los caballos como pago.

El Paladín tomó la palabra y dio un respiro al pobre hombre quien se limitó a asentir con la cabeza en agradecimiento.

Un mediano cabalgando a un Enano, y Dustier pensaba que a lo largo de sus viajes ya lo había visto todo! En otras circunstancias hubiera reído a carcajadas y hubiera invitado al enérgico mediano a compartir pan, vino y cerveza con unas buenas historias de chimenea en sus incontables aventuras y desventuras; pero la realidad del hombre era otra y su corazón no deseaba celebrar en absoluto. Esbozó una sonrisa falsa al mediano lo mejor que pudo, pero su agradecimiento si fue sincero.

Ante el interrogatorio de la Enana, que consistía en avalar la opinión de Garath y Aniel (y la mayoría), no se contuvo al responder con una voz partida -Amiga Enana, estoy en desespero, lo que les he dicho es todo lo que sé. No tengo enemigos en el norte ni en el sur ni en el este ni en el oeste. Hay gente que anhela lo que poseo, pero dudo que lleguen tan lejos con tal propósito. Puede ser que haya huido, pero no logro entender un motivo para que lo haya hecho, salvo, quizá, que se haya adentrado de más en el bosque y se haya perdido. Por eso busco desesperadamente ayuda!

Eldintel insinuó lo mismo que Agarot anteriormente, sin embargo su tono se percibió con una intención mucho más noble que la del Enano Dorado y agradeció con un asentamiento de cabeza, no pudo decir nada cuando Aniel secundaba a su compañero paladín y lanzaba una propuesta que lo sorprendió de manera grata.
Dustier había permanecido callado escuchando, cuando todos terminaran de hablar respondería que la prioridad era su hija y no iba a permitir que por escoltarlo a él, se redujeran las posibilidades de recuperarla. Pero esa nueva propuesta la escuchó con atención y calló esperando la reacción del resto de nutrido grupo.

El primero en responder fue un preocupado Koltron, Dustier sintió un poco de arrepentimiento por la mirada punzante que le había hecho un instante atrás, quizá era su forma de humor. Pero al verlo preocupado por la seguridad del mercader, pensó en que la verdadera personalidad generosa del Khondazano empezaba a aflorar.

Evendur y Agarot tomaron posiciones contrarias, pero a los ojos de Dustier igual de nobles. 

Diesa encargó a su dama de honor a Agarot, quizá comprometiendolo para reencontrarse de nuevo. Viet era una compañía importante para Orsik y para Diesa, así que no era una responsabilidad cualquiera. El momento se tornó más emotivo cuando intercambió con el mediano los instrumentos musicales, importante para ambos, como promesa de un reencuentro definitivo.

Por ahora, el mago y el Elfo permanecieron en silencio, analizando la propuesta o meditando la respuesta.

-Agradezco a todos, de verdad... -Empezó a decir Dustier justo en el instante en que fue interrumpido por 3 hombres vestidos de brillante armadura impecable, con yelmos metálicos. Sin saludar a nadie, se limitaron a entregar un mensaje al Paladín Stor.

 El paladín empezó a leer el pequeño trozo de pergamino y no pudo disimular ni ocultar la cara que empezaba a perder color rápidamente. Tragó saliva y miró incrédulo y sorprendido a los tres soldados, con el cejo fruncido.

 -Es esto cierto? -Preguntó duramente, sin recibir respuesta.

- ES ESTO CIERTO? -Alzó su voz, intimidando a los soldados, hasta que uno de ellos se atrevió a ratificar lo que el paladín temía.

-Con el corazón en la mano -Dijo Stor, el imponente paladín -Pido las más sinceras disculpas, rescatar una niña es una prioridad absoluta en cualquier lado del mundo, pero mi corazón y mi honor pertenecen a una causa incluso mayor. Me temo que debo dejarlos de inmediato, cosas extrañas y oscuras se levantan en el este y debo acudir con prontitud. Deseo con todo mi corazón que encuentren a la niña extraviada y la reunan con su angustiado padre! 

Aniel -Se acercó a la joven semielfa, sosteniéndole la mano de forma delicada. -En tí confío para que lleves a buen puerto esta importante empresa, tú corazón es puro, como el agua de primavera proveniente de los cerros. Te deseo la mejor de las suertes y espero que el destino nos reencuentre en un futuro cercano.

Sin decir más, se retiró apresuradamente con los otros hombres, dejando atrás un rastro de misterio y silencio entre el grupo (la música y el bullicio seguían más encendidos que nunca).

-Agradezco de mil maneras -retomó la palabra Dustier -el apoyo y la preocupación que han mostrado. A leguas podría percibir el buen corazón que tienen todos y cada uno de ustedes. La propuesta de la Semielfa me parece bien, sin embargo no deseo que el rescate de mi hija se vea entorpecido por escoltarme a mi hasta allá.

Varios de ustedes han destacado la importancia del tiempo en estos casos y tienen razón, quizá mi egoísmo no me dejó ver más allá, pero ustedes si lo lograron. No quiero separar amigos -Lanzó una mirada a Agarot y a Vater -Ni dividir fuerzas que puedan reducir las posibilidades de encontrar a mi amada hija. Pero son ustedes los que saben más que yo de estas cosas. Si deciden acoger la propuesta de esta noble muchacha (Aniel) pues bienvenidos sean todos. Pero si por el contrario todos desean viajar a rescatar a mi hija, bienaventurados sean todos, allá llegaré yo con mis propios medios. No sería la primera vez que viajo por estas tierras!

El hombre había hablado, y dejó bien claro que la decisión de dividir o permanecer unidos residía enteramente en los aventureros...

Después de escuchar los comentarios de todos parecia que el padre por fín entendía que había prisa.

No os preocupéis buen hombre. Es tan importante hallar a vuestra hija como el que vosotros lleguéis sano y salvo para verla regresar.
No obstante me gustaría ser uno de los que van a adelantarse para encontrar rastros.

Miró al grupo que se adelantaría.

Imagino que no tendréis inconveniente en que os acompañe.

Tras esto sucedió algo realmente extraño. Pues el paladín, que fue quién elegió la misión que estaban empezando, se retiró de la misma. No sabía qué podía ser tan importate, pero suponía que tendría sus motivos.

Espero que no sea nada muy grave Kormack. Hasta que volvamos a vernos, y que la fortuna te favorezca.

Lastima. Me caía bién. Al menos no era tan soberbio como la otra paladina.

Mientras que hombres, elfos, enanos y mediano, deliberaban y se reagrupaban, dos mozalbetes ingresaron al “Ciervo en pie” acarreando un desordenado montón de bártulos bajo la ceñuda mirada de una vieja enana que los dirigía picándolos con la punta de un bastón. Otros parroquianos también fueron amablemente incitados a ceder el paso: un golpe seco con el bastón aquí, una punzada en las costillas allí, un coscorrón allá, un efectivo codazo más allá… Silenciosa y expedita, la enana se abría camino en la atiborrada taberna; y no se percató (ni se dignó a hacerlo) de las airadas miradas y los murmullos reprobatorios. Tampoco reaccionó ante el amistoso guiño de Vater…, salvo para hincarle un feroz bastonazo en un pie.

—¡Viet! —exclamó Orsik, entusiasmado y con una enorme sonrisa colgando de sus orejas. —¡Ya somos aventureros! Nos vamos al rescate de una niña con nuestro amigo Vater. —Y añadió, orgulloso, mientras el mediano se alejaba aullando y dando brincos: —Míralo, ¡baila de puro contento!

Un bufido sordo fue la única (y característica) respuesta de la anciana. Aunque entendía cuando otros hablaban, la propia habilidad de Viet para expresarse se limitaba a unos pocos sonidos (bufidos, gruñidos, ronquidos) o, cuando era imperioso, algún acre monosílabo. Por regla general, las agrias expresiones de su rostro y unas parcas gesticulaciones eran suficientes para comunicar sus ideas y sentimientos: un generoso y equitativo menosprecio hacia todas las criaturas de Faërum.

Con casi cuatro centurias a cuestas, la enana era una efigie rocosa e impertérrita. Y como las piedras, apenas erosionada por el paso del tiempo. Su aspecto era pulcro, sobrio y severo, como sus vestidos; llevaba minuciosamente trenzadas su leonina cabellera y su acicalada barba; y jamás se separaba de su fiel bastón ni de su bolsa de hierbas de la lejana Comarca de Luiren, en el Sur Radiante. Mascaba aquellas hojas en todo momento con una desapacible mueca que semejaba una sorda y interminable queja. Y así era; o eso sostenía el buen Orsik, pero justificaba aquel proceder como terapéutico:

—No le caes mal, Vater —le explicó a su amigo. —Es así como Viet sobrelleva la pesada carga de los años. Con los siglos, los enanos se vuelven duros como piedras; y los elfos rumorosos como los árboles. Está en sus naturalezas. Y si no me crees, solo tienes que echarle una mirada al elfo bonito del bosque, en poco tiempo echará brotes.

Impasible, Viet dejó atrás al enano y al mediano y continuó avanzando hasta donde se encontraba Diesa, siempre masticando su hierba y apartando a los parroquianos a empellones y golpes de bastón. La joven enana sonrió al verla y exclamó:

—¡Viet!, él es Agarot. Viajarás en su compañía hasta el fuerte Olostin. Orsik y yo os esperaremos allá.

La anciana escrutó de pies a cabeza al enano, gruño y echó un escupitajo al piso.

Diesa se volvió hacia Agarot.

—Viet no se fía de nadie que no sea enano. Es por eso que os pedí este favor. —Luego susurró: —Manteneos a prudencial distancia de su bastón, por la salud de vuestros huesos. Y de sus dados, por el bien de vuestra bolsa. Ha esquilmado a más de uno en el viaje... —Finalmente, con una no muy convencida sonrisa, exclamó: —¡Estoy segura de que os entenderéis muy bien!

(Una ofrenda a los Morndinsaman quizá ayude con eso, pensó.)

- Bueno, pues venga, haremos una curiosa comitiva, un montón de aventureros novatos a una aventura para la que seguramente no están preparados. Esperemos que la ventaja numérica sea decisiva. 

Eldintel usaba un tono humorístico, sin plantearse si podía ofender o asustar. Las sutilezas sociales no eran su fuerte.

La noche continuó al son de lamúsica y la bebida. El señor Dustier tenía el rostro pesado no solo por la edad, sino por sus propios problemas. Juró a si mismo que aquel había sido el último viaje tan al norte. Aquel lugar salvaje, pero donde logró hacer la mayor parte de su fortuna. Sin embargo, conservaba aquella esperanza de que ese variopinto grupo encontrara a su hija para marchar a su hogar y disfrutar el resto de sus días.

Pero para llegar allá aún quedaban varias leguas y dekhanas por delante, se limitó a pagar los platos calientes, las bebidas espumosas y el hospedaje de los aventureros.

 Esa misma noche, el buen bardo Evendur Tallstag sucumbió ante el encanto de la noche y el licor. 

 Empezó participando como tantos arglunenses del baile en la pista central, donde la gente se aglutinaba hasta tener un espacio donde apenas podían moverse. La temperatura subía a medida que pasaban las horas y fluía la cerveza.

Una morena de cabello color ébano fue la perdición del Bardo, como llevado por una pantera que caza a su presa, el hombre se dejó llevar por aquella mujer afuera de la taberna. Ni los aventureros ni Dustier volverían a verlo jamás.

Eran 3 los aventureros que se habían retirado sin siquiera haber empezado el viaje. Jyn había desaparecido de manera misteriosa, Stor había sido buscado por unos soldados y a juzgar por su reacción, parecía algo grave y ahora Tallstag fue el que se dejó llevar por los placeres mundanos.

Pero el resto aún quedaba en pie, listos para cumplir con su misión.

El explorador Agarot y el Pilluelo Koltron preferían acompañar al hombre y escoltarlo hasta fuerte Olostin, con gran acierto pensaron que de poco servía rescatar a la niña si luego el padre era quien se perdía en el camino. Ellos dos serían los encargados de cerciorarse de la llegada de Dustier, junto a sus carromatos y los guardias personales. Aunque Koltron tenía una agenda paralela que pretendía desarrollar en el trascurso del viaje.
No se debía olvidar a la vieja Enana huraña, sin duda sería una compañía "placentera".

El resto del grupo empezaba a prepararse para un viaje largo y tedioso, Dustier prometió caballos para ellos y los tendría listos apenas el sol despuntara, junto a las raciones de viaje suficientes para que llegaran hasta el fuerte. El camino para ellos era más amigable ya que se haría por caminos y senderos.
Dustier y su caravana debían atravesar el Bosque Argénteo para evitar el paso alto de la montaña, cerrado durante los meses de invierno.

Ambos grupos empezarían el viaje al mismo tiempo, pero pronto sus caminos se separarían. Todos esperaban que la separación fuera momentánea, pero fuera de la seguridad de las murallas Arglunenses, cualquier cosa podía pasar.

Comio algo como para no despreciar al gentil y preocupado Dustier, "si había miseria que no se note", le decía una señora que antaño conoció en Khelb, y el sabia que su miseria era su carencia de experiencia.

Bebió y comió, sonrió y cuando se dio cuenta, paso por un espejo, solo para encontrarse con su propia imagen...

Por Mystra, si seguía así debería llevar otro talle de ropa...

Recibo a Viet a mi cuidado con mucho orgullo y le entrego de mi bolso unas hierbas para que masticara. Saludos, Oh Viet un regalo como ofrenda de amistad volteo a Ver a Diesa y le digo en Buenad manos estará y celebraremos en Familia todos. Ahora a prepararnos para mañana

Gracias por proporcionarnos monturas, si iríamos a pie tardaríamos demasiado proporcionando mas posibilidades. pues con este frio y la nieve, las huellas que pueda dejar no duraran ,mucho. digo al Mercader.
Cuando se pronuncia el hombre que tiene aspecto de mago le digo:- Sin ningún problema, cuantos mas seamos mas posibilidades de encontrarla.
Y nos preparamos para la gran marcha hacia nuestro destino...