Partida Rol por web

Damaia recorre con grandes zancadas la distancia que le separa hasta su objetivo y comienza a cortar las lianas que mantienen prisionero a su compañero.

-Vamos Erick, en cuanto veas la oportunidad apartate.

A decir verdad, se nota que la tiflin esta mas preocupada de intentar liberar a su compañero que de causarle daño a la planta.

Al dejar el paladín de hacer fuerza para soportar el peso de su cuerpo, su cuello se resiente, reflejándose en su ataque.

Damaia actúa con la máxima celeridad que le es posible, persiguiendo asestarle un corte en la cabeza al monstruo. Su ataque no le causa ningún daño, pero repentina intervención hace que deje caer a Erick, dándole la oportunidad de alejarse del engendro.

Alain hace sonar sus dedos  y se arremanga. Prontamente decide atacar a esa monstruosidad.

-Hora de trabajar. Que tu arte venga a mi Corellon.-

Pronto el mago mueve sus manos para invocar otra vez el arte y la magia de aquel al que adora.

A las palabras del mago acude una columna de llamas doradas que engullen por completo a la violenta planta. Al ambiente se le suma un olor semejante a leña quemada.
Aun habiendo tenido éxito en su ígneo ataque, le criatura aun no se da por vencida y ataca al enemigo mas cercano, la corsaria.

El suelo empieza a moverse, como si algo escarbara un túnel a gran velocidad y en dirección a la tiflin. De la tierra removida aparecen repentinamente unos apéndices provistos de púas largas y afiladas, las "raíces" de la planta que asta el momento las había mantenido ocultas.

Uno de los tenáculos que acaba de emerger a la superficie atrapa el tobillo de Damaia, atravesando con sus púas la bota, llegando a la carne y causándole gran dolor.

Una vez atrapada una de sus presas, el monstruo empieza a escarbar a su radio para desenterrarse y sacar el resto de sus patas.

Al ver las intenciones de la planta, el paladín rápidamente le dice a su capitana:
- Jefa rápido, esta planta parece que quiere levantarse, acabemos con ella lo mas rápido posible.
Y tras esbozar estas palabras Erick avanza unos metros hacia la planta, se sitúa en una buena posición, y se dispone a atacar levantando su lanza e intentándola clavar en el enorme cuerpo de la planta.

Maldita planta...

Al ver que la monstrosuidad hija de la flora empezaba a moverse sin reparo alguno y sacaba mas apendices de su cuerpo  los cuales seguramente usaría como arma contra ellos; Alain, decidió dar todo su esfuerzo para acabar con la amenaza.

- ¡Es ahora el momento!. Acaben con ella.-

Antes de que la planta pueda desenterrar sus apéndices, es torturada dos veces mas por el mismo hechizo de llamas doradas. Tras el ataque el ímpetu que mostró desde el principio en desenterrar el resto de su cuerpo a disminuido, signo evidente de que el combate podria estar llegando a su fin.

Siente la sangre caliente empapando el interior de la bota, esta maldita isla era una trampa mortal a cada paso.

Tomo su arma con fuerza y le sumo su propio odio interno y lanzo una estocada contra la planta que parecia estar a punto de marchitarse reseca por el fuego de Alain.

Pero su propia furia hizo que la vista se le nublara unos instantes sin saber si consiguio golpear o no.

Todos los intentos de abatir a la planta y huir resultan inútiles, Damaia se enfrenta a un adversario que, por mucho dolor que le infrinjan, no se da por vencido.

La corsaria sigue luchando por liberarse mientras siente como la savia de sus venas la abandona una vez mas para alimentar a otra criatura. Las espinas que atravesaron la carne son las causantes de que su sangre ahora sea drenada.

Cuando el paladín ve que su jefa las esta pasando canutas, se gira hacia ella y le dice:
- Aguanta capitana, ahora mismo voy a por ayudarte¡¡¡¡¡ - dice mientras levanta su lanza para intentar hendir su lanza en la planta.
Después Erick se mueve unos metros y se coloca al lado de su capitana, la toca y comienza a transmitirle su energía para que Damaia se pueda curar.

Erick, arriesgando su propio bienestar, atraviesa con su lanza a la criatura para, seguidamente, correr al lado de Damaia. Mientras esto ocurre la monstruosa planta se gira hacia el paladín para devolverle el golpe antes de que pueda socorrer a su superior.
Uno de los apéndices superiores sale disparado cara a él para barrerlo, pero el semielfo lo ve venir y se agacha a tiempo sin tener que disminuir la marcha de la carrera.

Erick se siente llevar de la mano de su deidad, pues de todos sus intentos sale victorioso.

-¿Pero de que estan hechas las criaturas aquí?. -

Alain sigue insistiendo en su ataque igneo frente a la monstruosidad aquella. Su sentido común le decía que cualquier vegetacion sería facil de combatir con fuego. Pero se ve que este no es un especimen cualquiera. Con su caracteristico sonar de dedos previo a un esfuerzo magistral, Alain se concentro intentando ir mas allá de sus capacidades actuales.

-Enciendete...-

El mago finaliza el combate con un espectáculo de fuego de increíble magnitud, haciendo que la planta arda cual carbón. Todo lo que ahora queda de la planta una vez disipado el humo son unos restos resecos y cenizas frotando en el ambiente.

El tentáculo con el que la corsaria era sujetada afloja su presa, permitiendo desenredarse ahora que no puede oponer resistencia.

Alain se quitaba algunas cenizas de su vestimenta mientras se acercaba a sus compañeros. Una sonrisa amplia se dibujaba en el rostro. Ultimamente sentía a Corellon de su lado.

- ¿ Están bien? ¿Como se sienten?. Creo que este no es buen lugar para quedarnos, será mejor volver y encontrarnos con el resto. ¿ Qué dices Damaia?.-

Damaia se llevo las manos a la pierna izquierda la cual presentaba varias heridas por las espinas de la planta y sangraba abundantemente.

-Gracias Erick, no se que habria hecho sin tu ayuda. Buen trabajo Alain, ahora sabemos que es mejor mantener la distancia con este tipo de plantas, no solo debemos vigilar la fauna si no tambien la flora.

Comienza a caminar sin apollar demasiado el peso en la pierna y señala el arbol que encontraron.

-Saquemos lo que podamos de esos arboles, descansemos unos minutos y volvamos al nido. Se acerca la hora de que nos reencontremos y no me gustaria hacer esperar a los otros. Alain, intenta trazar un mapa mas o menos desde el nido hasta aqui, si has visto algun arbol con forma extraña o rocas, nada demasiado preciso, cosas que nos puedan servir para encontrar este lugar si necesitamos conseguir mas material.

-No tengo donde pero intentaré memorizarlo.-

respondió Alain a la petición de su compañera. Preocupado por su malestar la ayudo en el trayecto permitiendo que apoye peso sobre su hombro.

-¿Erick tu como estas?. Será mejor que recobres el aliento amigo.

- Estoy bien, gracias, dejadme recobrar el aliento y enseguida nos ponemos a trabajar - dice mientras se sienta en la hierba y descansa durante un par de minutos.
Tras su breve descanso Erick se levanta y dice:
- Bueno pongámonos a trabajar - y comienza a trabajar recogiendo todo el material necesario.
Cuando termina de trabajar el paladín se gira hacia sus compañeros y les dice:
- Bueno, creo que con esto tendremos suficiente - dice mientras mira el montón de madera que lleva encima - ahora a la vuelta tendremos que andarnos con ojo, no quiero toparme con otra maldita planta gigante y carnívora. - finaliza miranda lo que queda de la planta.

Una vez habéis cargado con suficiente material y recuperado el aliento, decidís volver sobre vuestros pasos. El camino no resulta tan pesado una vez andado el tramo conocido. Ahora lo único que os preocupa asta llegar al nido que os apropiasteis es no hacer demasiado ruido y que vuestra presencia pase inapercibida.

Por fin respiráis aliviados al llegar al campamento, dejando caer vuestros huesos contra el mullido suelo. Nadie se acerca a preguntaros que os a pasado, puesto que en el campamento aun no a regresado ninguno de vuestros otros tres compañeros.
No podéis evitar inquietaros un poco, pues sabéis de buena tinta cuales son las trampas que la isla esconde y hace bastante desde que decidisteis separaros.