Partida Rol por web

Dawes una vez más se dirigió al grupo.

Hace una bella noche. dijo El doctor ha llamado diciendo que se retrasaría un poco. ¿ Desean que la sirvamos en el salón grande o que adaptemos el cenador trasero para que puedan cenar al aire libre ?

En efecto, saliendo por la parte de atrás había un jardincito interior donde una mesa y una buena cantidad de sillas invitaban a sentarse amenamente y cenar aprovechando la buena temperatura.

- Por mi parte preferiría ir al cenador al aire libre, así podremos disfrutar de la noche. Dijo a todos los presentes, la verdad es que le daba lo mismo pero de esta forma estarían todos mucho mejor. Unos fumando y ella sin respirar el humo. Se quedó junto a la ventana, un atisbo de luna impedía que la oscuridad fuera total.

Era un noche sin viento, con calma absoluta, pero para Vivian distaba mucho de ser tranquila. Las palabras en la carta del Sr. Seward resonaban aún en su mente.

Sus ojos distinguieron poco a poco bordes de objetos, quizás fueran árboles, pero nada lo bastante claro para identificarlo con seguridad.

Cogió uno de los canapés que le ofrecían pues no había comido nada en todo el día y se dirigió a donde se encontraba el Dr. Leif sentándose y comenzando una conversación trivial con él.

En efecto, es una bella noche saco mi reloj de cadena del bolsillo interior del chaleco Sera agradable cenar al aire libre

Todo aquello no hacia mas que sumar preguntas a las ya instaladas en mi cerebro desde que recibiera la carta de mi amigo. Su tardanza no hacia mas que aumentar aquella ansiedad que habia notado en mi cuarto al asearme y cambian mis ropas, pero ahora me daba cuenta que esa misma ansiedad habia nacido mas primitivamente, mas incipientemente. Recuerdo que en aquel momento, cuando decidi salir a cenar al aire libre no podia puntuar donde habia nacido aquella ansiedad... tal vez, solo tal vez databa de nuestros tiempos de estudio, de aquellas compartidas lecturas.

El doctor Jhon Moore, salio siguiendo a la señorita Vivian Atwater hacia el comedor exterior y se sento a su lado. Estuvo un momento escuchando la charla que mantenia con el Dr. Leif

-Quisiera pedirle disculpas milord, pues no era ni mucho menos mi intención causarle inconveniente alguno con mi comportamiento, únicamente intentaba sosegar los ánimos cada vez más tensos- digo a lord Winston con voz servicial.
Entonces me acerco a la baronesa y le ofrezco un brazo y digo – espero no ser maleducado al ofrecerle ayuda y pedirle que nos acompañe a comer al exterior, hace una noche magnifica y me gustaría disfrutar de su conversación. Además, justo acabo de volver de su tierra natal y quisiera comentarle la ultimas anotaciones acerca de mi futuro libro “cría de bueyes a sur de Brasov”- digo con la esperanza de conseguir posibles fragmentos de información que se me hayan podido escapar.

Cuando nos hayamos sentados me gustaría preguntar al Sr Dawes, si sabe algo del doctor y si tardará mucho más en llegar.

El Dr. Klassen se sienta en el cenador y habla discretamente con Dawes preguntándole por el motivo de la ausencia de Seward.

Cuando Dawes responde casi todos los invitados atienden a la contestación con interés a pesar de que el mayordomo se dirige únicamente al profesor.

No sé si tardará mucho más en llegar señor. Ha llamado avisando que se iba a retrasar.

Vamos hombre seguro que sabes algo más- digo de manera tosca - eres su "esclavo" seguro que sabes dónde está y que está haciendo tu señor- continuo empeorando la situación, de repente me paro – “esclavo” es lo que es como se dice a la persona que obedece o es sirviente, maldita sea siempre he tenido problemas con esas palabras en este idioma- farfullo haciéndome un lio y enfrascándome en una especie de discusión interna acerca del idioma.

El tema del tabaco habia quedado atras, como una lejana y extraña primera impresion hostil, sin embargo todo lo que siguio en su estadia fue agradable.Estaba claro que mas de uno aqui estaba preocupado, quiza por la carta, quiza por Seward, quiza por otras razones que ella no podia comprender.Sin embargo, se veia muy calmada -Nunca esta mal disfrutar del cielo nocturno, aparentemente tenemos el mismo pensamiento.- Salio afuera por si misma, paseando y observando el lugar mientras se encontraba absorta en sus pensamientos, aunque prestaba atencion a las conversaciones que le rodeaban.

-Espero que no tarde mucho mas en llegar, la intriga hace que la espera parezca eterna.- Penso para ella misma.

Efectivamente ella habia estado presente durante toda la discusion de sus compañeros sin apenas hacerse notar, la trivialidad del tema y lo tosco de las gentes que parecian escupirlo de sus bocas sencillamente le aburria al punto de ni siquiera darle tiempo para presentarse solo para disfrutar del morbo que provocaba ver los egos chocandose

"Si no hubiese sido por ese sirviente quizas hubiesemos visto algo de accion"-penso resignada, ya no quedaba ni rastro del humo en el interior y (muy a su pesar) debia darle la razon a las otras mujeres: aquella era sin duda una noche particularmente bella

El cielo embovedado que bañaba apenas aquel jardin le traia un aroma familiar, un aroma que enlazaba lo mas profundo e inexplorado de su alma; quizas fuesen los pinos, el repentino silencio reinante o el aire tibio de la noche..pero esa noche sin duda fue feliz para ELizabeth.

Fue en medio de esta felicidad flotante cuando la voz de Dawes  y el Dr. Leif azoto sus oidos como si se tratase de un relampago...

"Asique ahora le llamamos esclavos..el mundo de los eruditos jamas dejara de asombrarme" -murmuro tan ironicamente que se podia sentir el veneno salir de su lengua.

Camino pausadamente hasta donde los dos hombres se encontraban, aun bajo la luz de la luna debia de verse hermosa (o al menos ese era su plan) asique tomo su tiempo para ser plenamente conciente de su caminar, de cada pliege, de cada curva que se mecia a fin de dar la mejor vision posible tanto al sirviente como al erudito sin perder la desencia o la compostura

"Disculpe que le interrumpa...caballero, pero pienso que como amigos de Seward y debido a nuestro largo viaje podria quizas facilitarnos una mejor explicacion de su tardanza" -dijo con voz aterciopelada y cuidando   con esfuerzo sonar lo mas amable y sincera posible

El sirviente encajó con estoicismo la designación de esclavo, aunque luego quedó claro que el Dr. había tenido una confusión de vocablos. Sin embargo la situación quedó bastante grotesca.

Menos mal que la señorita Ashford intervino. Dawes relajó sus facciones mientras escuchaba los argumentos de la bella dama.

En el tiempo previo a la cena me doy una vuelta por la casa admirando las obras de arte. Hay algunas en las que sólo había leido sobre ellas. Me detengo calmadamente en frente de algunas contemplándolas con sumo placer. No es muy profesional pero toco algunas de las esculturas para sentir su frio tacto.

La pipa la he dejado en el saloncito de fumar, y voy con una copa en la mano dando pequeños sorvos. El anfitrión se retrasa y dudo que sea por asuntos de placer. Todo esto no me tranquiliza demasiado, ha llamado a varias personas de distinta índole aunque la mayorías son caballeros y señoritas, disfrutaría de la compañía en otras circunstancias, pero debo reconocer que estoy bastante tenso.

- Ajam- comento tras ver una escultura de singular belleza-.

El Almirante Happel contempló la discusión sobre el tabaco con aspecto sereno y sin inmutarse. Mujeres, los seres más bellos sobre la faz de la tierra y al mismo tiempo los más extraños e indescifrables. A Happel siempre le había parecido agradable el aroma de un buen habano. A pesar de que no fumaba, prefería más los licores, nunca le había importunado que nadie lo hiciera ante su presencia.

Cuando el mayordomo invitó a todos a pasar a otras habitaciones, Happel preguntó discretamente al servicio si era posible conseguir alguna copa de un buen licor. Una vez provisto, se dirigió al balcón de la salita de fumar embebiéndose del paisaje nocturno. Seward se retrasaba, pero el almirante no estaba preocupado. Seguramente le habría surgido algún imprevisto ineludible. Dando pequeños sorbos, escuchó al Dr. Klassen pelearse con el idioma y a la señorita Ashford acudiendo al rescate. Una mujer muy interesante esa Ashford.

Lord Wiston Charlton dejó la pipa cuidadosamente apoyada en la salita de fumar y salió perdiéndose entre sus pasillos. A través de la puerta abierta podía verse los preparativos que los criados realizaban para preparar el cenador. No era aquel lugar el que buscaba el lord y se dirigió siguiendo en sentido inverso a la afluencia de criados hasta llegar a la cocina.

En ella la cocinera, algo mayor ya, se afanaba con los preparativos de la cena. Vigilaba algo que había al fuego y un torrente de rápidas órdenes salía de sus labios instigando a las ayudantes de cocina, que hacían lo que podían ante la actitud de la señora.

Un criado ayudaba también proporcionando pucheros, limpiando cacharros, revoloteando donde fuera necesario. Era como ver una partitura siendo interpretada. Todos se mezclaban y lo que parecía cacofonía terminaba por crear una bella música.

Al percatarse de su presencia la música se paró y los sirvientes humillaron la cabeza ante la presencia del noble. El varón hizo una ligera reverencia preguntando de seguida.

¿ Qué se le ofrece milord ?

El mayordomo se sonrojó parcialmente. Estaba claro que aquello había sido un malentendido y además la señorita estaba genuinamente preocupada por el doctor Seward. Aquella damisela no podía salvo albergar buenas intenciones para con el dueño de la casa.

Lo cierto es que no me gusta hablar sin fundamento Milady. Mis opiniones sobre lo que preocupa al Doctor pueden estar muy equivocadas. Hizo una pausa. Quería que quedase claro que él no era ningún propalador de rumores ante todo. Si hablaba era por su preocupación por la salud del buen Doctor.

El doctor Seward recibió hace un mes esta mansión como herencia de Lord Goldaming, quien falleció sin descendencia. Otras veces le habíamos visto visitar al lord y le conocemos el caracter resuelto y alegre. Sin embargo desde que vino a vivir aquí se ha mostrado nervioso todo el rato y pasa una grandísima parte de su tiempo dedicado a sus estudios en el psiquiátrico. Duerme poco y come menos y la preocupación le consume. Margaret, la cocinera llegó a preguntarle si lo que cocinaba no era de su agrado. Creo que la muerte de Lord Goldaming fue un golpe terrible Milady. Por ello todos nos alegramos cuando nos dijo que iba a recibir visitas, pero el caracter del doctor sigue sin calmarse. No es extraño que retrase su vuelta.

Escucho con atención las palabras del Sr. Dawes. - Entonces esta mansión pertenecía a Lord Goldaming, un dato interesante. El comportamiento del Doctor Seward puede que comenzase a cambiar una vez que se instaló aquí o por el shock que le causó la muerte de su amigo.

- Sr. Dawes, ¿nos podría informar de las circunstancias de la muerte de Lord Goldaming y cómo era su comportamiento antes de la misma?.- Le pregunto esperando ansiosa su repuesta.

- Si mis suposiciones son correctas, esta mansión podría influir en el estado de ánimo de ciertas personas, quizás por la soledad que se puede sentir en una vivienda tan grande o quizás por otras circunstancias más extrañas.