Partida Rol por web

Unos reducirlo, otros matarlo, pero nadie piensa en el pobre hombre que perdió su mujer. Un sentimiento entra en el medio del pecho de Sergi y se para de su lugar y avanza decidido delante de todos sin importarle nada ni nadie, decidido y con la cara contraída por la pena. - ¡Baaasta! - Grita abriendo los brazos de par en par interponiéndose entre el grupo y el uniojo.

Su mirada se dirije directo a la de él. - Soy el único que no atacó a tu mujer, pero te pido que me castigues a mi por ellos o que me escuches y matemos al que le hizo esto a tu mujer. Tengo hijos que me esperan y una mujer a la que abrazar, pero daría todo para que no le hagas nada a ellos. - Una mirada ahora con lágrimas que asoman en su rostro intentan empezar a rodar, pero su rostro sigue mostrando decisión y firmeza.

Tyaeda era de la opinión de Sergi y 100% contraria a Garren, no creía que matarlo fuera la mejor opción, al fin y al cabo el uniojo no tenía la culpa de que su mujer hubiese sido convertida en bestia y de que al final la hubiesen acabado matando por su sed de sangre. Encontró por fin sus polvos mágicos y decidió intentar hipnotizar al uniojo:

- ¡ Por los poderes que Loarrus me ha otorgado, recibe estos polvos y quédate hipnotizado!

Aunque estaba un tanto lejos de él consiguió acertar de pleno con el hechizo y el uniojo quedó totalmente paralizado y a merced de la reina. Como era la primera vez que usaba ese poder no sabía de cuánto tiempo disponía para hacer con él lo que quisiera así que debía darse mucha prisa:

- ¡Uniojo! Miradme a los ojos y acatad con firmeza mis órdenes. Soltad todas vuestras armas y apoyaros en el árbol más cercano a vos. Debéis dejaros atar sin oponer resistencia.

Mira entonces a sus compañeros y les grita:

- ¡Corred! ¡Que alguien coja una cuerda o una liana y le ate! Debemos darnos prisa, no se cuánto durará en ese estado.

Dicho esto quedó un tanto desfallecida en el suelo, los poderes hacían mella en ella ya que aun no había cogido la suficiente fuerza para controlarlos sin que la quitaran energía.

 El acto de Sergi, realmente no me lo esperaba, tan timido y asustadizo como se ha mostrado hasta el momento y ahora se ponia entre el uniojo y nosotros vociferando palabras hacia aquella bestia. Realmente no daba credito.

Justo despues, Tyaeda logra lanzar su hechizo de hipnosis, y le di gracias a los dioses de que no se le hubiera ocurrido lanzar la terrible bola de fuego. 

Justo cuando el uniojo se acerco al arbol mas proximo como Tyaeda le ordeno, ante la orden de esta, fui en busca de unas dianas tiradas en el suelo que habian sido arrancadas por el uniojo en su paso hacia nosotros. Las cogi y ate a aquella bestia al arbol con todas mis fuerzas, haciendo un fuerte nudo y ayudandome de una pierna sobre el arbol para sujetar mejor dicho nudo.

¡¡¡ Ya esta !!! ¡¡¡ Salgamos de aqui !!!....

Salgo corriendo en busca de Tyaeda que se encuentra desfallecida en el suelo, debido al gran esfuerzo realizado a la hora de lanzar el hechizo.

Animo Tyaeda...poneos en pie y apoyaos en mi para caminar, debemos apresurarnos a salir de aqui cuanto antes...

Inspiró y soltó el aire hondamente. En esta oportunidad y gracias a la eficiencia de Tyadea los daños habían sido mínimos. Pero a pesar no tenía cosas del todo buenas que empezar a repartir. Pasó una mano por la cara para acomodar lo que tenía que decir, incluso intentando ser un ápice mas suave de lo habitual para que algunos pudieran digerirlo mejor que otros.

-Garren, se entiende vuestra intención de hablar con este ser pero habría sido mejor para todos que se fuera por su camino -giró la vista a Sergi- Lo que hicisteis fue un poco impulsivo, demasiado. ¿Pensasteis por un segundo que si este gigantón os hubiese matado, toda vuestra familia habría sufrido la pérdida? Elegisteis ayudar a esta cosa desconocida anteponiendola a la mujer y los hijos que nombrasteis con tanta devoción. Pensadlo bien la proxima, es difícil cuando se da a elegir entre cosas importantes, pero en esta ocasión...en mi caso particular yo no dudaría en matarlo si se que pondría a Loarrus en algun peligro.

Colocó la espada de nuevo al cinto y tras retroceder algo para tener a todos a la vista puso las manos en jarras.

-Por otro lado, desde ahora estará furioso y recordará nuestras caras. Adivinando la mentalidad de esta cosa, nos seguirá o se ensañará con cualquier humano o elfo que vea solo por desquitarse, y eso deja a la ciudad de Linfa algo desfavorecida. Lo mas práctico sería matarlo, pero eso ya queda a criterio de Tyadea que es la afectada directa -la miró momentaneamente- Por cierto, domináis la magia de forma estupenda.

Se cruzó de brazos y les dió la espalda, observando el horizonte. Aún había bastante claridad.

-Procurad no tardar demasiado. El tiempo apremia.

No estoy de acuerdo en la actitud de Aurea, nunca he estado de acuerdo en la costumbre de acabar la lucha degollando a todos los no nobles de los prisioneros mientras a estos se los agasajo con un banquete mientras con sus iguales de los ganadores cuentan sus gestas en ella.

Evidentemente para ella es, nada.

Acabo de recoger los restos de mi comida y acomodarme mi equipo quedando listo para la marcha cuando así lo ordene.

 Mientras Aurea esta hablando, asiento con la cabeza a todas sus palabras mientras miro a Garren bastante decepcionado por su actuacion.

Habia envainado ya mi espada cuando Aurea da la opcion a Tyaeda de elegir si matar a aquel uniojo en favor de la proteccion de Linfa o dejarlo vivir, en ese momento mientras esperaba la respuesta de Tyaeda volvi a empuñar mi arma por si decidia acabar con la vida de aquel ser.

Mientras esperaba dicha decision,volvi a dirigir mi mirada hacia Garren diciendole las siguientes palabras... Garren, ha sido una estupidez por tu parte haberte delatado como el asesino de aquel animal. Has puesto en peligro a todo el grupo, y quiza el vino de anoche tubo la culpa, pero ten por seguro que la proxima vez que pongas en peligro a cualquiera de nosotros, por el simple hecho de llenarte de gloria y honor, sere yo mismo el que te haga callar.

Escucho las palabras de Aurea con atencion, y empiezo a sentirme un poco culpable por aquello que habia hecho. Mi intención no era mala, lo unico que buscaba era un posible aliado contra Arbebuck, quién iba a decir que Argos era la esposa hechizada del uniojo

-Lo siento Aurea...y a el resto del grupo, no queria poneros en un aprieto, mi intencion fue desde el principio intentar conseguir un aliado mas...y parece que no ha salido bien. Lo lamento, no volvera a suceder-

Esta vez hace intervención Agrael. Las palabras de Agrael me suenan como a un ultimatum, lo cual hace que me irrite.

-Muy bien, estoy dispuesto a que me hagas callar. Porque no lo intentas estupido caballero? No te valen mis disculpas? AAARGGH!-

Con hacha en mano, me enfurezco por el comentario de Agrael, y propicio un potente golpe con mi hacha de doble filo al àrbol más proximo con tal de desahogar mi frustración. Una vez propiciado el potente golpe, espero a que Agrael me haga callar como me ha dicho anteriormente

 Estaba claro que mis palabras habian hecho enfurecer a Garren, lo miro fijamente sin apartar mi mirada de sus ojos, me dirijo hacia el y una vez a su altura le digo.... Porque no has puesto a ninguno de nosotros en peligro. Pero si te sirve de consuelo.... Acepto tus disculpas en la parte que me refiere como componente del grupo. Dicho esto, le doy un par de ironicos golpes en el hombre y me dirigo de nuevo a mi posicion.

Me apoyo discretamente en un árbol a ver como resuelven sus diferencias pero atento a no ser el herido.

La rápida actuación de la reina logra lo que para muchos es imposible y quizás para suerte de todos. Pero no todo termina allí, la princesa comienza a hablarles a los demás en forma autoritaria como suele hacerlo, ejerciendo su mando en el grupo como le fue asiganado, pero por primera vez no logra callar el corazón del campesino. - Usted que sabe de familia. ¿Cuándo le quedaron las manos sangrando por arrar la tierra y con ello poder saber que en semanas le daría algo que comer a su mujer y a sus hijos, usted no tiene a nadie quien lo espere cuando vuelva, usted no entiende lo que este hombre sufre, porque no tiene a nadie a su lado. Como se atreve a querer decirme que arriesgo o no, cuando usted no sabe lo que se arriesga, preferiría haber muerto allí por el filo de su espada, dado que nosotros fuimos los asesinos por acto o por complicidad y no quedarme encima con más sangre en las manos matandolo también a él. - Y rápidamente como esas palabras salen de su boca, se callan nuevamente y toma una posición sumisa, no se sabe si podría haber dicho más o solo se quedó callado para no hacer enojar más aun a la princesa.

Aquella replica del campesino en parte le pareció un poco una buena reacción. Al menos estaba sacando caracter. Claro que el resto de su impresión se basó en un acceso de cólera, que rápidamente controló. No sabía de lo que hablaba, era una parte de la comitiva, estas y otras cosas técnicas bastaron para que la oleada de enfado apenas se viera reflejada en un destello que desapareció al instante de los ojos.

Se giró hacia él, y le miró larga y fijamente.

-Que podré saber yo...os diré Llorens. Digamos que no matamos esta cosa. Digamos que nos vamos. En un rato despertará, y estará mas furioso que un león de montaña. ¿Y que hará? Dos opciones, podemos recorrer ambas para vuestro deleite: La primera sería que nos rastreara. Conoce este lugar probablemente mejor que todos nosotros, seguro que no le cuesta mucho. Nos encontrará entonces, ¿y que hará? Correcto, volverá a atacarnos, una vez mas hará brotar sangre de alguno de los nuestros. ¿Y entonces? ¿Repetiremos el circulo de dejarlo inmovilizado un rato para que otra vez empieze todo? ¿O quizá lo matemos en esa ocasión, perdiendo tiempo valioso que podíamos haber aprovechado haciendolo desde ya?

Se detuvo unos instantes y luego, prosiguió:

-Muy bien, digamos que no ha querido rastrearnos, o lo ha hecho y ha fracasado. Buscará ensañarse con cualquier cosa que se parezca a nosotros casi con seguridad, porque es probable que le quede resentimiento sobre nuestra raza. ¿Población mas cercana? Linfa. Entonces podemos decir que se dirigirá allí y probablemente mate unos cuantos linfianos desprevenidos antes de que la guardia lo termine matando, y quizá hasta viajeros que se encuentre de camino hasta allí. Que sería el mismo resultado de haberlo matado aqui, solo que evitando la muerte de esos linfianos y viajeros casuales, que quizá sean niños, mujeres de alguien, u hombres de familia.

Sonrió, cosa inesperada, pero de una forma feroz y lobuna aunque también amarga.

-Cierto, yo no tengo esposo ni hijos. Pero si tengo un padre, que pese a ser un rey también es una persona importante para mi. Y también tengo todo un reino que esta dependiendo de mi, y de todos los aqui presentes para esta misión. Si esta fracasa, vuestra mujer, vuestros hijos, mi padre, la familia de todos los que allá tengan y las miles de personas que habitan en Loarrus se verán en gravisimo peligro, pues Arbebuck arremeterá trayendo la guerra, la matanza y la miseria. ¿Acaso queréis eso? Creo que no. Entonces entenderás que anteponga la vida de los aqui presentes, a las de este ser. Una pena lo que le sucedió, pero sentirlo no va a cambiar todo lo que dije antes. Entre matar a esta cosa y una herida para cualquiera de los aqui presentes, elegiría en cualquier caso al primero. Entre este cíclope y poner en peligro a Loarrus, elegiría sacrificar al cíclope también. Si hubiera seguido al este se habría cansado de buscar en paz y tranquilidad hasta darse por vencido, nunca habría sabido que paso y no se habría derramado sangre. No creáis que es por gusto que insisto en mi punto de vista. Pero no fue el caso, y ahora estamos en esta situación.

Suspiró hondamente.

-No espero que lo entendáis. Tampoco me importa. Pero el cumplir esta misión esta por delante de todo para mi, y si estáis aqui deberíais estar conscientes de que no me importa a quien tenga que pisar por el camino para recuperar la piedra, si no hay otra forma lo haré. Porque si no es recuperada, todo Loarrus lo pagará. Mi única razón en la vida es proteger el reino de mi padre, y el hogar muchos de los aqui presentes, no importa si mi vida o la de cualquiera se pierde en el intento. Mi opinión no cambia por lo expuesto. Matarlo es lo mas práctico desde el punto de vista lógico. Tyadea tiene la última palabra en cuanto a lo que hacer, y en caso de que se decida ejecutarlo nadie estara obligado, entiendo que los sentimientos nublan la razón a veces.

Volvió a cruzarse de brazos, con su expresión habitual.

-Decidid pronto. Ya he perdido algo de tiempo con estas palabras, pero la magia no durará para siempre.

 Mientras no pierdo al barbaro de vista y sigo la conversacion entre Sergi y Aurea, me mantengo al margen, posicionandome plenamente ante la forma de pensar de Aurea. Cuando estos dejan de hablar, tomo la palabra... No temais valeroso campesino, la proxima criatura que se interponga en nuestro camino con ansias de matarnos, sereis vos al que pondremos por delante para que sea cruelmente asesinado, con un poco de suerte, esa criatura, tambien sera la mujer de alguien que ha sido hechizada, asi se vera recompensada vuestro amor hacia la familia.

Cuando estábais debatiendo si había que matar al uniojo o dejarlo con vida, escuchásteis unos silbidos que procedían de alguna parte del camino.Lo único que sacásteis en claro es que había más gente por el bosque y no estaban tan lejos de vosotros.

Por otra parte, el uniojo seguía atado al árbol pero no sabíais cuanto tiempo permanecería hipnotizado.

Mientras hablaba con Sergi, unos silbidos llamaron mi atencion y me gire instintivamente en direccion a los silbidos. Mire rapidamente a Aurea y despues a Tyaeda, instandole con la mirada a decidir rapidamente que debiamos hacer con el uniojo.

Maldicion!!!, quien sera el dueño de los silbidos... ¿ Sera el hijo del uniojo y la dos cabezas ?... quien sabe, despues de lo vivido con el uniojo me puedo esperar cualquier cosa en este bosque.

Miro hacia Garren que todavia tiene el hacha incrustada en el arbol y le digo... mejor que saques tu hacha del arbol y la uses contra quien debas hacerlo.

Volviendo a mirar hacia la direccion de donde venia el silbido susurro a mis compañeros... Estad alerta!!!

Bernat, veis algo?... le pregunto, mientras no pierdo de vista el horizonte.