Partida Rol por web

El conjuro de Andet surge efecto y las Bulettes se atacan entre ellas momentáneamente. Mientras, el torriano se aparta del combate para defender a su viejo compañero, Obanar.

Los temblores que provocan las criaturas cuando se desplazan por el suelo son el preludio de una alud de rocas y cascotes. De repente la tierra bajo nuestro pies estalla lanzándome por el aire en medio del polvo. Los guijarros caen sobre cuerpo como su fuese lluvia, hasta que un potente impacto me golpea en la espalda. Encierro el grito entre mis dientes, el momento justo para ver una enorme roca que se me viene encima. Intento girarme para evitar el golpe pero dolorida, no puedo evitar que termine estallándose en el costado de mi cabeza.

... No puedo oír nada ...

Sumergida en un silencio aturdidor apoyo ambas manos en el suelo, respiro con pesadez e intento recuperar el contacto con la realidad. A mis oídos solo llegan los golpes de escombros rodando por los suelos, voces lejanas y gritos distorsionados de las malditas criaturas.
Palpo con la mano en la frente, de donde brota sangre en abundancia, convirtiendo mi cara y la diabólica máscara que la cubre en una grotesca imagen surgida de alguna pesadilla ... de repente, una nueva riada de dolor inunda hasta el último rincón de mi cuerpo. El dolor se convierte en agonía, la agonía en ira y la ira en un estallido de fuego arcano que me envuelve como si fuese a consumirme.

Me pongo en pie soltando un intenso grito que esta vez no reprimo y lanzando un potente corten en el aire. Proyecto la rabia en un chorro de fuerza descontrolada hacia esas criaturas.
Una grieta se propaga por el suelo hasta alcanzar ambas. El impacto provoca un estallido de sus caparazones, que los resquebraja abriendo grietas llameantes y pozoñosas. Revelando entre lenguas de fuego trozos de carne quemada y putrefacta.

La situación no era la preferida por Dayereth, pues se habían visto sorprendidos por aquellos formidables enemigos saliendo del subsuelo. A pesar de todo ello, sus compañeros reaccionaron lo bastante rápido para concederle tiempo antes de que estos volvieran a ala carga.

De la mano del eladrin salio su espada impactando a los pies de los enemigos y provocando una oleada de fuego sobre estos. Lo malo es que solo logro herir levemente a uno de ellos.

Tras lo cual y viendo a sus compañeros sus pies le llevaron hacia una posición en la que podría proteger a Sizzly en caso de verse atacada. Mientras incitaba a una de las dos bestias a que atacara sobre el.

Obanar continua con su hechizo, la energia empieza a acumularse en sus manos pero aún le queda un buen rato.

Las Bulettes no pierden el tiempo en preambulos, una de ellas pasa por debajo los pies de Iannes provocando un feo surco en las preciadas baldosas del patio y luego aparece saltando unos metros en el aire para terminar encima suyo, pero el sacerdote es capaz de evitar la embestida a tiempo.

La otra criatura, bajo la égida de Dayereth, se be obligada a saltar en el aire (aún y aturdida) e intentar morder al eladrin mágico, sin embargo su escudo de energia lo detiene y solo le llegan algunas salpicaduras de saliva.

El agujero por el que había salido una de las bulettes tiembla y de su interior sale una extraña criatura de piedra con la cabeza muy grande y expresión de estreñimiento crónico, el Galeb Duhr mira a su alrededor y con un gesto de su rocoso brazo un muro de piedra se levanta a su alrededor tumbando a Eva.

La criatura de nuevo intento atacarle, e impuso su escudo para agarrase a la tierra removida y asi no caer. Sizzly no habia recibido el don de Amaunator y por lo que seria la mas probable que pudiera caer en combate. Avanzo con cuidado alejandose del Bullette, cree que habia escuchado ese nombre nombrarlo por alguien y lanzo una palabra curadora a Sizzly.

Yo, Monseñor Iannes, como humilde siervo, te pido Amaunator que la joven de las llamas llamada Sizzly sea digna de tu toque y sanes sus heridas.

Una onda de luz partio desde el clerigo hasta Sizzly, curandola de cualquier daño que tuviera y a los que habia tocado a su paso le cubrio un con aura magica. 

Un nuevo Galeb Duhr sale de uno de los agujeros causados por las bulettes, la criatura observa el campo de batalla a su alrededor y observa que tiene a dos magos a corta distancia.

De inmediato alza las manos y el suelo estalla con decenas de lanzas de piedra provocando un muro a su alrededor. Sizzly consigue evitar el ataque por los pelos, si bien queda casi atrapada entre las piedras.

El eladrin tiene menos suerte y recibe un impacto en el estomago que lo lanza al suelo sin resuello.

Al eladrin le costaba recobrar el aliento, ese golpe inesperado del nuevo enemigo había estado en un tris de cobrarse algo mas que su aliento. Ahora se veían igualados en enemigos y vete a saber si aparecerían mas.

Dayereth se levanto y miro a su alrededor para ver la situación, decidido a ver de que era capaz el enemigo, afianzo bien la mano en su arma. En un pestañear se apareció a un lateral del enemigo y junto con Sizzly lanzo dos golpes contra el enemigo cercano.

El escenario empezaba a convertirse en terreno escabroso. Acostumbrada quizás a los temblores aquel ser de roca no había conseguido sorprenderla esta vez. Estaba ocurriendo lo que se temía y su posición actual no la favorecía en nada.

-¡Krew! ¡Sácame de aquí! -Ordenó, recurriendo al vínculo arcano. El diablillo apareció cerca de Rrowthar, para inmolarse y convertir su cuerpo en el portal que diera lugar a Sizzly.

Sizzly consigue desaparecer de entre la bulette y el galeb duhr. 

Casi al instante un nuevo galeb sale del mismo agujero que el ultimo, camina a través de las piedras de su compañero como quien camino por un campo de trigo y se acerca hacia Andet y Iannes donde causa un nuevo estallido de piedras que destroza el patio.

El clérigo consigue zafarse de las piedras, pero no el mago.

La bulette obedece las ordenes de Andet y se acerca a su compañera para darle un mordisco, pero parece que la coraza que tienen por piel la salva de recibir daño alguno.

De repente un enorme basilisco sale del agujero del suelo y lanza un alarido que resuena en todo el patio. Desde el otro lado de las puertas podeis escuchar como suenan los vítores de victoria.

La criatura avanza torpemente por entre las piedras que había levantado el galeb duhr y al ver que Andet se encuentra enfrente suyo lo mira aviesamente. El mago, desde el suelo, empieza a notar como se le entumecen las articulaciones y la piel se torna un tanto terrosa.

El suelo vuelve a temblar. Mas criaturas han logrado penetrar las defensas y emergen por los agujeros que han abierto las propias Bulettes. Sin tener tiempo de reaccionar, el estallido de rocas bajo mis pies me coge desprevenida. Enormes rocas crecen del suelo, abriéndose paso en un estallido de cascote y rocas, rompiendo todo a su paso y lanzándome un par de metros a aire.
Caigo sobre mi hombro y por un instante me falta el aire. Abro la boca tras la máscara y me obligo a tomar una gran bocanada de aire.

Ausente del combate por unos segundos, sacudo la cabeza y me levanto de nuevo, al menos hasta donde el dolor me lo permite. Incapaz de erguirme por completo, distingo una nueva criatura. Un basilisco. Mas peligrosa si sabe que todas las demás juntas.

Su mirada se fija en la de Andet, que postrado al suelo le devuelve la mirada y queda perdido en ella. ¿¡ Que haces !? ¡Idiota!. Le grito sin pronunciar palabra.

Levanto y extiendo mi mano rodeada de fuego negro hacia el basilisco. - Hijo de puta. Infesta montaña de heces. Te arrancaré el espinazo para verte morir mientras vomitais berridos de súplica. - Maldigo esta vez en algo. Rodeada por un aura oscura de la que emanan docenas de hebras negras, ondulantes. El basilisco que me mira de reojo. Sabe que voy a por el y su magia entumece mis músculos. Cierro mis ojos ciegos, y le veo tras los parpados. Con la mano derecha y empuñando mi daga, lanzo un potente corte en el aire, liberando con ello una alud la energía acumulada.

Con un estallido fugaz, la piel del basilisco se rompe y agrieta como el pergamino viejo, revelando la carne que se esconde detrás. Sangre, fuego y humo luchan entre si por salir al mismo tiempo de la fea herida, creando una grotesca fuente con olor a cenizas.

Al parecer los terremotos no terminarían, el entramado arcano creado por el mentalista se rompió cuando brotó del suelo uno de aquellos seres de roca lanzándolo con extrema fuerza contra el duro suelo. El ataque fue inesperado, dejándolo desorientado y dolorido, creando peligrosos desniveles en el suelo que antes era completamente llano.
Cuando pudo ubicarse mentalmente, captó con amargura la cantidad de enemigos que habían comenzado a brotar por el campo de batalla.

Sintiéndose compelido por la urgencia, el mago prefirió conjurar de forma desesperada e incómoda desde aquella vergonzoza posición, antes que ponerse de pie. El dolor que tenía en el costado derecho era punzante, el golpe había sido fuerte, quizá se había roto una costilla. Tragó saliva e hizo de tripas corazón, levantó el orbe cristalino, colocándolo nuevamente a la vista del bestial bullete.

Sabía que un aprendiz, o un mago inexperto tendría problemas para poder entrelazar las fórmulas arcanas de manera correcta en aquella precaria situación, sin embargo Andet no era ningún inexperto. El título de Maestro de la Mente no era simplemente algo honorífico. Aún enredado entre sus túnicas, postrado y dolorido supo tomar nuevamente la voluntad salvaje que pretendía liberarse y volver a atarla a su voluntad. Cada sílaba de poder que salió de su garganta fue como un poderoso manotazo de un marinero guiando un buque en la tormenta, aferrando las cuerdas mentales como si fuesen las cuerdas de las velas.

-Corre y ataca aberración- ordenó con una voz que no salió ni dulce ni melodiosa.

El mastodonte dejó de prestarle atención y se dirigió con frenética furia sobre su compañero, mordiéndolo salvajemente.

Andet no alcanzó a encontrarse satisfecho con su acto, pues un enorme basilisco hizo acto de presencia.

-Oh... no, demonios, no- comenzó a decirse mientras aquellos ojos lo miraban, fijos, profundos... tan estáticos como la roca. Ahora pudo sentir como su carne se acalambraba, sus tendones se endurecían. Aún con la fuerza que pudiera ejercer su voluntad, su cuerpo era ahora el que comenzaba a agarrotarse y no responder.

Obanar apenas miraba de reojo al grupo mientras concentraba sus fuerzas arcanas en los mecanismo de defensa de la ciudad. Rrowthar no parecía querer separarse ni siquiera un solo pie de su señor.

La bulette a la que se enfrenta el clérigo pega un salto y se sitúa a su espalda para soltar un poderoso mordisco. Aún y atontadas, esas criaturas gozaban de gran movilidad. Aunque el impacto no alcanza a Iannes, la bulette desaparece enterrándose bajo el suelo.

La segunda bulette sigue su ejemplo y desaparece tambien, dejando una pila de runas detrás suyo.

El galeb duhr cercano a Eva se gira hacia el clérigo y le lanza un pedrusco que crea en su propia mano. La piedra impacta en Iannes con cierta debilidad causando magulladuras menores.

La criatura empezo a huir malherida por los daños recibidos, y dejo pasar la accion de golpearle en su huida, seguramente se iria a recuperarse de las heridas sufridas, o al menos eso esperaba.

Lo que le preocupaba era Andet, estaba en una posicion demasiada desventajosa y empezaba a tener signos de alguna forma de relantizacion permanente. Avanzo entre los escombros para acercarse lo mas que pudo hacia el. Se centro para que los vientos del destino soplara a su favor, pero no sirvio de mucho, asi lanzo una plegaria a Amaunator para Andet para que cerrara sus heridas y le permitiera tener la fuerza necesaria para negarse a los efectos adversos que era presa, y al parecer, de nuevo, Amaunator se apiado de sus peticiones.

Uno de los Galeb Duhr lanza un pedrusco hacia Dayereth pero falla en su intento.