Partida Rol por web

Después de un día de caballo y cuando está cerca de anochecer llegáis a una zona donde se pueden ver algunas granjas. Entre ellas un grupo de gigantes y ogros lo están pasando en grande destruyéndolas. Los cuerpos de los granjeros yacen desparramados a lo largo del campo.

Los dos gigantes de las colinas parecen ser los lideres mientras que los ogros, que deben ser unos seis con dos especialmente fuertes, disfrutan ante la destrucción que sus amos les permiten realizar.

Eva no es precisamente la compañía mas amena para un viaje. Si bien estoy dispuesta a charlar cuando se me pregunta y puedo entablar alguna breve conversación distendida para pasar el rato, intento a rehuir el hablar por hablar. Suelo limitarme a hacerlo cuando hay algo importante que decir.

A parte de eso, acostumbro a estar como ausente, mirando cosas que parece que solo ven mis ojos o fijándome en nimiedades que no deberían de tener mucho sentido.
Durante la comida, me he sacado uno de los guantes negros que cubría mi mano derecha. Revelando un enorme cardenal morado cubría la mano desde el meñique hasta el dedo anular, justo donde empezaba una reciente cicatriz que se perdía hacia el brazo. Con la mano desnuda, me he pasado casi la media media hora de descanso desmenuzando terrones de barro seco, tan solo para ver como la arena se escabullía por entre mis maltrechos dedos.
Al retomar la marcha me he sacudido la mano del polvo y la vuelvo a ocultar con el guante.

...

Ni siquiera un día habíamos necesitado para tener los primeros indicios de que los rumores eran ciertos. Gigantes y ogros ... En silencio miro de reojo al resto, mientras salto de la montura, tan solo para comprobar si piensan lo mismo que yo. - Vamos a hacerlo ... - Susurro.

La marcha hacia nuestro destino iba como se debia de esperar. Contando pequeñas hazañas e historias divertidas para amenizar el viaje. A lo lejos ya se veia el humo de los primeros fuegos, y en ese instante la conversacion disminuyo hasta hacerse el silencio. Todos sabian cual era su cometido, todos sabian el peso que llevan sobre su espalda. Los dos magos del grupo bajaron del caballo y se confundieron con el paisaje para avanzar y tener ventaja tactica. Los demas nos ofrecimos como objetivos principales para que se fijaran en nosotros.

El panorama era desolador, muerte y destruccion a doquier, guiados por dos colosales gigantes. Seran todas las batallas asi?

Intente recabar informacion sobre los monstruos que teniamos enfrente, pero la tension del momento no me dejaba centrarme bien, salvo una cosa si que tenia clara, habia que moverse, minimizar las victimas y los daños.

Compañeros, ha llegado la hora de la verdad!! Amaunator os juzgara por vuestros pecados.

Durante el viaje Sizzly aprovechó a conocer al grupo. Su marcha empezó al lado de su viejo amigo. La muchacha pasó un buen rato con el maestro de la mente, preguntando y recibiendo consejos sobre como podía mejorar sus hechizos para "encantar" a la gente con su carisma.
Tras una didáctica clase de manipulación mental de primera mano de Andet cabalgó al lado de Iannes, con quién habló largo y tendido sobre teología y sobre los objetivos de la fe de Amanautor.
También compartió un momento con Dayereth, esperando no incomodarlo por el poco contacto que tenían. Así y todo procuró ser educada y mostró su interés en su adiestramiento militar, tanto de la espada como conjurando. Sentía curiosidad por conocer los orígenes de los mágicos de la espada y la historia de su fundador.
Quiso hacercarse a Eva pero le tenía algo de miedo y su primer contacto no había sido precisamente bueno. Sabía que forzar las cosas solo lo empeoraría y debía fraternizar con ella gradualmente, como cuando quiso adoptar aquel desconfiado gato.

En su primer descanso para comer Sizzly vació su petate para sacar la cesta de Las Hijas, y les ofreció comida de dentro, empezando por Eva y terminando por si misma. Por alguna razón que Sizzly desconocía todos sus compañeros encontraron algo que les gustaba, aquel plato que hacía años no comían o un sabor de la infancia que habían olvidado. La velada fue agradable dentro de lo posible, aunque sabía que aquello no era un picnic.

Ahora estaban ante un grupo de violentos ogros y sus líderes gigantes. Con un poco de surte no habrían escuchado los cascos de los caballos y podrían dar el primer golpe. A pesar de lo jobial que era la chica comprendía la seriedad de la situación.

-Los han matado a todos... ¿Por que? ¿Por pura diversión? ¿Que placer hay en torturar y matar a la gente?- Mientras pensaba esto para si, en el estómago se le hizo un nudo por la amargura.

-Perdonadme por no haber llegado antes... ¡Juro por "los Nueve" que lo pagaran!

Dayereth había viajado cercano a Andet, escucho la conversación de este con la joven preciosa, aunque el Eladrin no podía dejar de vigilar a Eva. Aquella mujer extraña le llamaba la atención, puesto que creía que debía conocerla por algo no lograba dar con ello.

Durante la primera noche sorprendió al grupo cuando de uno de sus morrales hizo aparecer un campamento preparado para todos los presentes, era un obsequio de una de las caravanas que había protegido hacia años y agradecía en silencio el tesoro que había obtenido tras aquel trabajo.

Durante la noche espero entablar conversación con Eva, pero la joven era distante. A pesar de todo, Dayereth no se daría por vencido. Pero la charla o al menos el intetno de estafinalizo de forma abrupta cuandodescubrieron lasprimeraspruebas de su labor.

- Gigantes de las Colinas, y Ogros juntos asaltando una granja, parece que esos rumores eran mas ciertos de lo que creía. - Comento para si aunque en discreto volumen. Observo como todos ellos habían decidido hacer algo, aunque varios habían optado por alguna vía mas sigilosa que otra.

El espadachín arcano descendió de la montura mientras trataba de recordar algo sobre aquellos seres. Esperaba que los tiempos en la Guardia de C`Biel sirvieran de algo.

Como algunos podían sospechar, Andet no era una persona de viajar en grupos grandes, si lo hacía era simplemente para pasar desarpecibido. Sin embargo, ahora necesitaba de todos los demás al mismo tiempo. Antes quizá había acompañado a uno de ellos cuando se le antojaba, pero nunca antes una situación como esta había acontecido tan cerca.

Le pareció curioso que Sizzly quisiese indagar en la escuela del Encantamiento, en la cual él mismo se consideraba una autoridad, ya que ella misma se había especializado en las dos escuales completamente opuestas. Recordaba con cierta amargura, las época cuando La Antigua Orden Arcana se reunía seguido, las eternas riñas y broncas entre los especialistas de las distintas escuelas. O las diferencias filosóficas con aquellos que no seguían especializaciones. Cualquier otro mago amargado, que viviera encerrado en su torreón, ya hubiese peleado hasta la muerte con Andet qué es un hechizo apropiado y que no. Qué la Esfera Cromática, la Bola de Fuego y Grasa eran sortilegios de un mago decente, no como Hipnotismo y Atacantes Fantasmales, que eran obra de embusteros. Sin embargo, la pelirroja pretendía aprender. Algo llamado ternura estaba despertando dentro suyo, y quizá no tendría ganas manipularla. No nos engañemos, Andet, el zorro pierde el pelo pero no las mañas... bufó para sí mismo.

Cuando por fin la jovenzuela decidió aprender de sus otros acompañantes, el calvo mago tuvo tiempo para repasar su libro de hechizos, leer sobre los efectos de los diferentes simbolos arcanos sobre la furia de un ser consciente, la connotación de las palabras utilizadas, así como la resonancia que cada tipo de sonido podía hacer sobre los diferentes tipos de paisajes que un ser pensante puede crear interna y externamente. Finalmente tomó su diario de notas y repasó viejos escritos derivados de charlas que tuvo con un anciano bardo sobre la relación entre sonidos, colores e intenciones. Con una retorcida sonrisa recordó a ese viejo verde, su larga colección de sortilegios y canciones le había dado acceso a todas las alcobas del pueblo. Si, a todas, el viejo Fox no se privaba de nada.

Luego de aquél merecido descanso, el caos los había alcanzado Estamos demasiado cerca de Fallcrest, demasiado. Los gigantes se han vuelto muy atrevidos, probablemente no hayan encontrado nada ni nadie que se les resista. Probablemente crean que solamente hay guerreros convencionales para detenerlos. La sorpresa que se llevarán. Mientras analizaba la situación, descendió con presteza de su montura y rápidamente murmuró un encantamiento simple que provocó que sus colores cambiasen tenuemente para adaptarse a los verdes del entorno.

Pronto su silueta se fundió con el fondo, y sus pasos cuidados y movimientos sútiles hicieron que fuese casi imposible verlo. Evidentemente no era alguien que cargara a la batalla gritando el nombre de sus dios y su tierra, pues no tenía ni lo uno ni lo otro, y sabía que en la sutileza estaba la clave para salir airoso.

En silencio Sizzly vio en persona la "trasformación" de su compañero para confundirse con el entorno. Algo similar sabía hacer ella, aunque en su caso era la luz de su entorno, dando la sensación de ser trasparente.

Sin necesidad de palabras el grupo parecía saber sincronizarse, a pesar de ser la primera vez que colaboraban entre ellos. Se propuso a si misma aprender de aquellos cuatro héroes de leyenda lo máximo que pudiera.

El grupo se había acercado hacia los gigantes que por ahora parecían estar en la fase de saqueo mientras se reían entre ellos de la matanza realizada. En el exterior los ogros discutían sobre como comerse a los granjeros mientras ruido a cosas rompiéndose sonaba desde dentro de la granja.

De la silueta traslúcida de Sizzly empezó a salir vapor. Su cuerpo estaba entrando en calor y su pelo ondeaba, dando la sensación de estar formada de fuego. Uno de sus conjuros mas potentes acudió con rapidez a sus labios, la bola de fuego. Pocas hechizos habían que fueran tan efectivos y elegantes como aquello.

-Ya que disfrutáis tanto con el dolor... ¿que os parece sentir el Infierno en vuestras carnes? -Murmuró para si, con una voz que no parecía la suya. No pensaba mostrar piedad y daría lo mejor de si en esta primera batalla.

Las llamas recorrieron su cuerpo hasta terminar en el extremo de su varita, donde tomó la forma de una calavera de llamas que estalló entre los confiados monstruos.

El clerigo miro un lado y hacia otro y al parecer habia tomado la iniciativa antes de tiempo.

Advanzad vosotros, yo os cumbro.

Sizzly camina agacha hacia la esquina de la case y conjura una bola de fuego que pilla desprevenidos a los gigantes y ogros creando el caos entre ellos. Dos de los ogros caen entre las llamas profiriendo horripilantes gritos de dolor mientras los gigantes intentan apagarse el pegajoso fuego de sus pieles.