Partida Rol por web

Hacia ya algo mas de dos horas que habían cruzado el paso de fuego negro tras mas de un día de marcha a través del mismo. La única parada que habían hecho en su recorrido había sido al final del paso mismo, en la guarnición que el imperio tenia al final del mismo. Si el capitán Hansel se había detenido por mero trámite o para cerciorarse de que todo estuviera bien a raíz de la historia contada por Lorantha y los demás, era algo difícil de discernir.
El grupo esperaba que allí mismo les dejaran ir con libertad al igual que a los enanos mineros, pero no fue así, el capitán no emitió palabra alguna y se rehúso a hablar con ellos por el momento. Con lo cual todos se vieron obligados a continuar la marcha, ahora a través de los reinos fronterizos.
Según lo que habían escuchado de conversaciones entre algunos guardias, se dirigían al poblado conocido como Munzig que no al parecer estaba a no más de dos horas de marcha desde donde estaban ahora. Los motivos que llevaban al capitán Hansel y a sus hombres a adentrarse en aquel eran desconocidos, aunque era fácil intuir de que se podía tratar si consideraban que el capitán había dicho que iría a dar caza a los orcos que se replegaron al sur.
El grupo continuaba la marcha con creciente enojo y nerviosismo cuando de improvisto se presento una situación inusual. Un hombre escondido en un árbol fue divisado por los oteadores que avanzaban al frente del ejército imperial. Aquel hombre viendo un par de flechas que le caían encima se apresuro a bajar del árbol para enseguida echarse a correr con poco éxito. Pronto varios jinetes lo Traian a rastras envuelto en una red mientras el misterioso hombre con apariencia de vulgar bandido intentaba cortar las cuerdas de la red casi como si creyera que ninguno de los mas de cien hombres allí reunidos no lo estaban observando.

Mirad lo que nos traen los batidores. El ejercito imperial es grande sin duda alguna. Capaz de pescar lindos pececillos incluso en estas tierras desoladas. -comento con socarronería.

Ya que estabamos "cautivos" intentaríamos hacer el viaje más llevadero.

Desde que Domoyesqui se deshizo de los grifos, el ambiente de la compañía no había sido el mejor. Tampoco ayudaba la pelea que habían tenido Grim y él. Sentía que quizás debiera disculparse con el enano, pero este era tan soberbio e incapaz de reconocer que se había equivocado en sus acciones por enésima vez que a Nathan le hervía la sangre.

llevaba días esperando la disculpa del enano. Pero cada día que pasaba y este no lo hacía su humor se volvía más agrio. Tampoco entendía como ni Domoyesqui ni Jaime habían intervenido. Todos habían visto como el enano había abandonado la linea de batalla.

Por suerte, habían sobrevivido y no habían sufrido bajas. Además sus heridas estaban casi cicatrizadas y su buen Ulrich gozaba de buena salud y apenas cojeaba ya. A Morr lo veía de vez en cuando rondando al ejercito, siguiendo al grupo sin atreverse a acercarse al ejercito Imperial. Seguramente algún ballestero habrá intentado probar su puntería con él

Al final, estaba teniendo la vida que había elegido, la vida de aventurero que tanto había imaginado de pequeño. Claro que la había imaginado... diferente. Más... heroica y menos sucia.

El viaje había sido largo y tedioso, mi tabaco casi se acababa igual que mi piedra de afilar, mientras sacaba filo a la hoja de mi hacha me di cuenta de que pronto seria hora de hacer una parada en algún pueblo para recargarnos de provisiones. Por otro lado el niñato estaba mas cabreado conmigo de lo normal desde la discusión que tuvimos, esperaba una disculpa de su parte antes volver a hablarle. -Deberían aprovechar este tiempo libre para dar mantenimiento a sus armas, una hoja desafilada propia es mas peligrosa que una arma afilada enemiga. Creo que seria genial visitar un pueblo pronto... podría conseguir que me rentaran una fragua para arreglar nuestras armas y armaduras que se encuentren en mal estado.- Traté de animar un poco a los compañeros para subir algo los ánimos mientras mi valioso tabaco traído desde el norte se acababa bocanada a bocanada sin saber hasta cuando seria capaz de probar de nuevo su delicioso sabor.

Kurt avanzaba junto al resto de sus compañeros, no demasiado cómodo, especialmente debido a la reciente actitud del capitán. Aquello empezaba a no olerle nada bien. Sí, podría ser por que estaba muy ocupado, pero no entraba dentro del comportamiento de Kurt fiarse fácilmente de los desconocidos. Y menos aún cuando ése desconocido les había retenido contra su voluntad. 

Pero poco se podía hacer. Perfectamente podrían ser sectarios y ellos sus sacrificios, que nada podrían impedir. Simplemente debían esperar tener suerte y que el capitán les liberara finalmente. 

Llevando al bandido a rastras, sus captores le entregaron al capitán Mike quien había detenido temporalmente el avance. Al ahora prisionero se le había decomisado una daga, una espada corta y un par de cosas que le habían sacado de los bolsillos y que ahora el capitán miraba con cierta indiferencia.

Repartiendo algunas ordenes, que a la distancia daban a entender que se llevarían al prisionero con ellos, el capitán Mike dio la vuelta a su corcel para aproximarse hasta donde los dos enanos mineros se encontraban. Fuera lo que fuera de lo que hablaban, los enanos parecían estar contentos y reiteradas veces señalaban hacia el sur como dándole indicaciones al capitán.

Terminada su conversación, centro su vista en los miembros del clan que se encontraban algo cerca. Y tras aproximarse a ellos les habló –Lamento haberlos hecho tener que esperar sin información alguna; tenía algunas preocupaciones sobre el camino que atender. Se que han de estar ansiosos de separarse de nosotros y tomar su propio camino; sin embargo les aconsejaría mantenerse con nosotros hasta llegar a Munzig, que es el poblado mas próximo y el lugar a donde nos dirigimos.
Los caminos en estas tierras son muy peligrosos y creo que desviarse de ellos seria ponerse una soga al cuello. Si no desean viajar entre nosotros pueden ir al frente mis fuerzas o en la retaguardia. Aunque he de concederles cualquier decisión que tomen; son libres de marchar a donde gusten a partir de ahora-.

Detuvo a su caballo un momento para dar su opinión

- Es mejor continuar hasta la aldea todos juntos, a estas alturas es tontería separarnos y si encima estas tierras no son seguras pues mejor ir en un grupo numeroso que ir cada uno por libre. Según creo, Munzig está a apenas un par de horas de marcha. Allí nos podríamos separar y seguir a nuestros asuntos.

Coincido con Ser Hugo.

Lo cierto es que el humor de Nathan era bastante bueno rodeado de esa camaradería entre soldados y mandos. Aunque había oido hablar de nobles que usaban a sus hombres como carne de cañón o los maltrataban, parecía que el Capitán Hansel trataba a sus hombres, y a nosotros mismos, con respeto.

Acarició entre las orejas a Ulrich. Buen chico buen chico -le digo en tono cariñoso. Un tono que no uso con nadie más.

Silbo para llamar a Morr. Cuando llega acaricio sus plumas y su cabeza y le entrego alguna sobra de alguna comida pasada. Dejo que se quede conmigo hasta que le plazca salir volando.

-Sigamos hasta ése pueblo, entonces-dijo el mercenario, algo más aliviado ante la perspectiva de verse libre pronto. Aunque aún faltaba la voz de Jaime, que para algo era el jefe, y debería decir algo de todo aquello. 

Además, llegar al pueblo podría ser útil, para vender algo del botín, y él tendría que obtener más virotes de su arma. 

La elfa se había mantenido oculta dentro del carro la mayor parte del tiempo desde que Jaime diera la orden a Domochievski y tras no haberle permitido mantener a la cría durante aquella noche más para luego abandonarla en el lugar donde habían acampado.

Evidentemente era el Capitán el principal motivo de su enfado, sin embargo, también estaba muy molesta con el mediano, no solo como para no dirigirle la palabra, sino hasta el punto de remitir su atención médica a los practicantes del imperio, mientras que sí que trataba al resto de compañeros de la compañía, incluído a Trøjan, no porque realmente quisiera hacerlo, sino para demostrar su nivel de indiganción para con su pequeño lider.

Escuchó desde su escondida posición las palabras del Capitán, pero poco le importaba la decisión que se tomara, al menos no en aquél momento, así que permaneció en silencio dentro del carro, recostada sobre el saco de plumas de grifo que todavía conservaban.

El pueblo se encontraba muy cerca, ya era hora, finalmente seria capaz de dar mantenimiento a mis armas y si corría con suerte quizá podría encontrar alguna de buena calidad para reemplazar la mía y forjarle alguna de las runas que he portado desde que salí de mi tierra natal en el norte. -Menos mal, coincido totalmente, sigamos y alejémonos cuando estemos en el pueblo, muero por probar un buen tarro de cerveza y recargar mi provicion de tabaco...pero vallamos en la retaguardia, no soporto la idea de pensar que esos imperiales nos van vigilando.-

Aun no totalmente recuperado de sus heridas pero ya con fuerzas como para unirse a la conversación

- Unos cuantos de nosostros seguimos convalecientes asi que si estamos protegidos por los imperiales mejor que mejor. No veo por que renunciar a su ayuda mientras nos convega estar con ellos -

Promesas incumplidas, tal y como Trojan se había temido desde el principio. Lo que más le dolía a Trojan era la actitud derrotista de sus camaradas. Todos parecían haberse plegado a la idea de ser prisioneros y acompañaban al ejército. Trojan era partidario de hacer cuanto pudiera por estorbar, incluso mentir y espiar.

Obligados a sacrificar las criaturas, si es que realmente las habían sacrificado, seguían bajo la "protección" del capitán. No creía que Domochievski hubiera llegado a algún tipo de acuerdo personal con el capitán, peroe ran muchos los secretos que se escondían en el clan. Se acercó al kislevita.

No deberrías haberrte desecho de esos grrifos -opinó, sin mirarle, sin increparle-, podrríamos haberr pensado algo parra escaparr de allí. Maldigo a los bocazas que nos acompañan.

Pero, ¡sorpresa! El capitán les dejaba marchar. ¿Era aquello cierto? ¿Les permitiría irse? Trojan quería averiguarlo pronto.

Camarradas propongo que nos separremos de estos soldados. Quedarrnos con ellos no nos traerrá ningún bien, como ya habréis averriguado. Debemos seguirr nuestrro prropio camino.

Pero muy pronto empezaron las discrepancias, el bretoniano quería seguir con los asesinos de SUS grifos. Uno a uno, los demás les fueron apoyando.

¿Tanto os ha gustado que el capitán os sodomice que querréis rrepetirr?

Domochievski miró al Norsca con cierto enfado –No note que pensarás en algo, ¿tenias un plan secreto?, me parece que no. Escapar hubiera sido una de las peores cosas que habríamos hecho, ahora mismo estaríamos encadenados camino de vuelta al imperio seguramente-. El Kislevita tras sus palabras le dio la espalda al Norsca alejándose un tanto de él pues no le interesaba dialogar.

-No-, respondió contundentemente el mediano, -Sir Hugo tiene razón, no tiene sentido adentrarnos en paramos desconocidos si no es necesario. Al igual que ustedes estoy molesto, pero hay que sacar el mejor provecho de la situación. Aunque no avanzaremos con ellos, iremos detrás, a unos 200 metros. Si alguien tiene una mejor idea es el momento de hacerla, antes de que le comunique al capitán que permaneceremos cerca por el momento-.

- Es lo más sensato jaime, caminemos a cierta distancia de ellos -le hace un gesto con la cabeza hacia el capitán para que le comunique nuestra decisión.

El mercenario no dijo nada ante todo aquello. Él ya había dado su opinión. No tenía por que darle explicaciones a Trojan, y si consideraba que se estaban bajando los pantalones, debería decírselo a aquellos que estuvieron ansiosos de revelar todos sus secretos al capitán, que por mucho que hubiera luchado a su lado, no dejaba de ser un mando militar más. 

Él simplemente prefería la vía más fácil. Y en este caso, ya que se habían metido de lleno en todo aquello, ésa vía era seguir con el ejército. 

-Adelante, mientras mas rápido continuemos mas rápido llegaremos, solo quiero llegar a ese pueblo, tanto viaje por las montañas me pone de malas, mas aún con esos malditos imperiales tan cerca.- Continuo con el grupo, situandome lo mas lejos posible de los imperiales y del mocoso Nathan, en este momento no tengo ganas de viajar cerca de el.

Tras anunciarle su decisión al capitán Hansel, Jaime puso a su pequeño grupo en marcha. Tal como habían acordado, marchaban a mas de doscientos metros detrás de las fuerzas imperiales, las cuales marchaban sin mucha prisa por el deteriorado camino que era tantas veces usado.

Dos horas después de emprender de nuevo la marcha, llegaron hasta el poblado de Muzing, el cual por su tamaño, no debía tener mas de 300 habitantes, los cuales ahora se mantenían refugiados en sus casas temiendo que probablemente se tratase de un saqueo de alguna fuerza de un reino fronterizo.
Muzing según habían oído, consistía por si mismo en un solo reino gobernado por un tal Graf Von quien sabe que. El reino tenia un único poblado de importancia que era el que llevaba dicho nombre. Se suponía, a no mas de un kilómetro al sur de donde ahora se encontraban, el rey de Muzing tenía una pequeña fortaleza con unos cuantos hombres juramentados junto a quienes protegía su pequeño reino.
La región vivía del comercio que cruzaba hacia y desde el paso de fuego negro y a la par era una buena fuente de producción de madera.

El capitán Hansel no tardo mucho en hacerse oír en la aldea solicitando que se atendiera a las fuerzas del imperio que habían llegado a proteger la zona de las recientes fuerzas de pieles verdes que se habían dispersado en la región tras la batalla en las montañas.
Para los miembros del clan que ya se encontraban también en los limites de la aldea, fue claro notar que la gente aunque respondía al llamado, lo hacia de mala gana y con claro desprecio. Y esa reacción era emitida con todo derecho pues las fuerzas del imperio no solo se habían hecho con la posada del pueblo ocupándola por completo sino que a la par estaban consumiendo todos los recursos que la gente a duras penas podía reunir a lo largo de semanas de arduo trabajo. Si se quedaban mas de un día allí, no cabria duda de que esa gente pasaría mucha hambre.
Algo curioso que empezaron a notar todos tras estar varios minutos allí a la expectativa de lo que sucedía, fue que si bien los pobladores se mostraban molestos con las fuerzas imperiales, con los miembros del clan se mostraban distantes e incluso con cierto miedo y hasta ahora ninguno se les había acercado ni les había mantenido la mirada por mas de unos pocos segundos.