Partida Rol por web

- ¡Maldita sea Harper! ¿Como sería posible?

Lew se acercó a su compañero seriamente y cogiéndole por los hombros le miró fijamente a los ojos.

- Parece que estoy loco, pero nunca he estado más cuerdo- dijo en tono serio-. Todo lo que está aconteciendo en el teatro es....es difícil de entender, pero lo has visto y lo has vivido. Por eso todo lo que te digo es real. Lo único que me falla es saber el asesino de Erich Zann, para tener cuidado con...con lo que sea que le mato. Pero de lo demás estoy seguro.

- Piénsalo unos segundos y dime qué piensas tú...cual es tu reflexión- dijo soltándole pero sin dejar de mirarle.

Seamus parpadeo confundido.

- Te creo, pero todo esto es una locura ... pero no se que decirte, estoy bastante confuso.

¿Como evitamos que toquen la maldita melodia?

- Pues no nos queda otra, llevando  la "partitura" a alguien que sepa leerla- dijo Lew rascándose la cabaza mientras miraba el cuerpo de Erich Zann.- No quiero dejarlo aquí y que en algún momento alguien venga y se lo lleve...creo que es determinante.

Seamus parecio algo palido tras reflexionar un momento.

- Si destruimos la partitura ... 

Miro aprensivamente el cuerpo.

- No lo tengo claro, pero creo que Erich Zann escribió esta partitura para acabar con...con lo que mora en el Kursaal. Así que lo que yo pieso es que esta partitura está hecha para ser útil para nosotros. Si la destruimos ayudaremos al ente del teatro- dijo Lew pensativo.

Tras unos segundos reflexionando se dió cuenta de que todo lo que estaba diciendo parecía fruto de un demente más que de un detective.

- En serio- dijo mirando a su socio-, no quiero engañarte, pero creo que es lo que hay que hacer.

Lew se fue al cuerpo y lo cogió por los brazos. 

- Ayúdame a llevarlo al escenario, allí seguro que encontraremos a alguien que pueda ayudarnos a leer esto.

Burk medito durante unos instantes.

- Dentro de toda esta locura, puede tener algun sentido.

Y ayudo a su compañero con el cuerpo.

Como al inicio de esta extraña historia, todos parecéis confluir de nuevo en el patio de butacas.

Cargar el cuerpo de Zann hasta allí se hace una tarea sencilla, pues el cadáver descabezado es sorprendentemente liviano, como si sus huesos fueran finas ramas capaces de quebrarse al más mínimo bache.

Harold, Will y Richard entran por la puerta sur unos minutos antes de que lleguen Lew y Seamus con su "paquete", y allí se encuentran algunos tramoyistas (Menos de diez ¿Dónde estará el resto?), el señor Angelo Leone quejoso de su herida de bala, Travis Goldan y Agatha Davis que están sentados juntos, en la primera fila. 

Reina un ambiente oscuro y opresivo, pero también de resignación. El extraño sonido de flautas parece hacerse más cercano, y, aunque nadie sabe lo que ello presagia, es una suerte de consuelo, pues dentro de sus disonancias fantasmales y extraterrestres hay una cierta armonía retorcida.

En cuanto el señor Goldan gira la cabeza y os mira, parpadea unos segundos, incrédulo, y se levanta de un salto, como un resorte, erguido en toda su estatura, pero demacrado y cansado.

—¡Por el amor de Dios! ¿Han desnudado al cuerpo, qué hacen con el cadáver, qué demonios...?— Su tono se va apagando conforme cobra consciencia del mosaico de tinta que cubre el cuerpo de Zann, se santifica y retrocede un par de pasos.

Lew posa el cuerpo en el escenario y luego se dirige a los allí reunidos. 

- Escuchadme. No hace falta que os diga que lo que está ocurriendo en el Cursaal es algo que se sale de lo normal y comprensible por un ser humano. Por esto mi socio y yo hemos estado buscando pistas de lo que puede estar pasando en el teatro. No cabe duda de que algo maligno está metido en las paredes del propio teatro que ni siquiera nos deja salir de aquí. Por esto buscamos algo insólito, algo inesperado, algo que se saliera de lo común y hemos dado con esto- dijo el detective señalando el cuerpo decapitado y lleno de tatuajes de Erich Zann.

- Erich también lo sabía e hizo lo posible por desterrar al demonio que encierra el curssal. Pero ¿cómo desterrarlo?, con una obra. No podía escribir algo en un libreto que pudieran quitárselo o se pudiera robar o perder. No. Tenía que ser algo definitivo, algo que solo él pudiera tener...¡su piel!

- Por favor, intenten comprenderlo y aceptarlo...o por lo menos traten de imaginar que puede ser cierto. Necesitamos alguien que sepa leer e interpretar ésta partitura y que mejor gente que el propio elenco de atores.

Lew miró a los asistentes y dejó unos segundos para que asimilaran lo que les estaba pidiendo.

- No hace falta que me crean si no quieren, pero creo no perdemos nada por intentarlo si así conseguimos que esta pesadilla termine- concluyó el detective mirando a sus compañeros.

Algunos de los músicos reunidos se levantan temblorosos, también la pianista (La señora Davis) se acerca al tablado. El tenor Angelo, debido a su herida de bala, se queda sentado. Todo aquel remotamente capaz de leer una partitura musical se ven atraídos por el cuerpo, reluctantes y temerosos, pero impulsados por la promesa de acabar con la pesadilla. 

Como los actores de una obra teatral que estuviera a punto de terminar, las personas se reúnen alrededor de Lew, listas para dar la última reverencia y perderse entre bastidores...

Y entonces, las últimas luces del techo se apagan de repente, con un sonido sordo, y todo queda en tinieblas.

Durante un instante, los gritos y los sonidos de pisadas desbocadas llenan la atmósfera, pero todo está negro.

Sólo sombras, nada más...

Entre la negrura, un cuerpo se choca contra ti. Te derriba, intentas levantarte, pero te encuentras algo desorientado. Nadie se calma, todos gritan.

Y entonces lo sientes, sientes como algo áspero se enrosca entorno a tu cuello... ¿Una cuerda? Probablemente ¿Por qué? No lo sabes. En poco menos de un instante, el nudo se ciñe vertiginosamente, apresa tu cuello, se hunde en tu carne, no puedes respirar.

Y tira, y tira, te intenta elevar.... Te están ahorcando.

Parecía que las palabras del detective habían calado en los allí reunidos y se acercaron a leer la partitura, pero entonces todo se volvió negro. Las luces se apagaron y el caos comenzó. Lew intentó ubicarse pero alguien le empujó y le tiró al suelo. Sin poder ver lo que pasaba intentó volver a ponerse de pie mientras buscaba su linterna en el bolsillo de su cazadora.

Pero alguien tenía otras funestas intenciones. Algo áspero comenzó a rozarle el cuello y en un segundo ya le aprisionaba el cuello. El detective intentó en vano soltarse del ese lazo estrangulador, pero entonces notó como intentaban elevarlo del suelo.

Lew luchó mientras intentaba soltarse con todas sus fuerzas de la soga que le estrangulaba y elevaba poco a poco. Pero la tensión que ejercía la cuerda era demasiado fuerte como para soltarse y el esfuerzo que había hecho para traer el cuerpo del Erich al escenario le había dejado los brazos entumecidos y doloridos. No podía soltarse.

Notando que sería un esfuerzo baldío, el detective comenzó a moverse y patear todo lo que encontraba al alcance de sus pies para poder alertar a alguien que se encontrara cerca, mientras sujetaba la cuerda con fuerza. 

Entonces lo pensó un segundo.

¡Suelta la condenada cuerda, no vas a poder soltarte por la fuerza y busca algo que te pueda soltar! - Haciendo caso de sus propios consejos, Lew cogió una de sus armas que tenía en las pistoleras bajo sus brazos, en el costado. Debía darse prisa pues comenzaba a notar la falta de aire. Aferró con fuerza su arma y palpando la cuerda disparó tres tiros consecutivos para romper las hebras.

Seamus agarra el revolver pero no se atreve a disparar.

- ¡QUE DEMONIOS ESTA PASANDO! ¡HARPER DONDE ESTAS!

Te elevas, te elevas... Y pataleas inútilmente ¿Quién demonios puede tener tanta fuerza para izarte así? Abres la boca, intentando inútilmente apresar algo de aliento, como un pez fuera del agua, con los ojos muy abiertos y a punto de salirse de tus órbitas...

Sacar el arma y disparas. Uno...

PUM

Dos...

PUM

Los sonidos se pierden en las tinieblas. No sabes si por haber impactado o por haber sido ensordecidos por el pitido que ahora tortura tus oídos. Cada vez es más alto, sientes un agradable hormigueo en tu cabeza... Y sueño, mucho sueño.

No te quedan fuerzas, quieres dormir. Apenas puedes levantar el brazo, pero aún te queda una bala... Que no se diga que te fuiste sin pelear. Esta vez, apoyas el cañón en la cuerda, cerca de tu cuello. Si no lo consigues, como mínimo, evitarás el sufrimiento...

PUM

Caes.

Tus pies dan con el tablado, pero tus débiles rodillas no pueden soportar el impacto y te desplomas sobre el escenario, respirando con ansiedad a través de tu tráquea destrozada. Te arde el cuello, te laten las sienes y la garganta te duele horrores, pero has conseguido salir vivo... De momento.

Todo está oscuro. Sólo se oyen los gritos. Luego, patadas, y gente respirando... Algo raro pasa en el escenario. No sabes lo que es, pero sientes el peligro. Antes de que puedas reaccionar, antes de que puedas mover un músculo, una mano helada se apoya en tu hombro. Unos dedos finos pero muy fuertes se aferran a ti... Y un susurro escalofriante, un aliento malsano se proyecta en tu oído en la oscuridad...

—Erich quiso traicionarla... Erich quiso destruirla... Y todo después de haberme dejado sola y haberse llevado a mi niño por complacerla a ella... Escúcheme, señor Burk.

Y comienza a susurrarte. Te susurra palabras en un idioma que no entiendes, que te hace daño a los oídos, y al alma. De algún modo sabes que eso está mal. No sabes qué significa, pero sabes lo que dice. Sabes que te habla de atrocidades de más allá de las estrellas. De un trono impío donde se sienta el Sultán lobotomizado. De un monarca con un apetito voraz como un agujero negro que traga toda la luz a su alrededor.

Te habla de evos. Te habla de planos, y te habla allá, mucho más allá de tu entendimiento.

Y, en cuanto se enciende la luz, ya no hay nadie allí.

De repente, los focos se encienden, llenando el escenario de una luz blanca y brillante, y mostrando una escena aterradora...

"¡Hurra!, alegres danzantes que perdisteis la panza, 
trenzad vuestras cabriolas pues el tablao es amplio, 
¡Que no sepan, por Dios, si es batalla o danza! 
¡Furioso, Belzebú rasga sus violines!"

De las cuerdas que caen desde bambalinas, se balancean, colgados, unas seis personas de las que habían subido al escenario... Incluida Agatha Davis.

En un silencio sepulcral, con sus caras llenas de terror, ahora, lo único que suena son las cuerdas meciéndose lentamente sin viento...

Y las flautas.

Las flautas nunca dejan de soñar.

El señor Goldan no aparta la mirada, boquiabierto, de la señora Davis.

Y, en el suelo del tablado, Lew Harper, tumbado en posición fetal y tomando bocanadas de aire de manera violenta.

Allá, en el patio de butacas, el señor Seamus Burk, con los ojos muy abiertos, se halla apoyado en una pared, mirando al vacío, con expresión también vacía y pálido como un muerto... ¿Qué habrá pasado mientras el teatro se hallaba sumido en tinieblas totales?

El impacto con el suelo gue duro pero alentador. Por fin la soga había dejado de estrangular su cuello intentando arrebatarle su vida. 

Derrepente las luces se encienden loq ue ciega por unos segundos a Lew que intenta taparse la luz directa de los focos que le ilumina la caja. Jadenate aun, abre los ojos protegido por la mano y ve un espectáculo que no esperaba encontrar. Colgados como lo estuviera él hace solo unos segundos, cuelgan seis cuerpos ahorcados, sin vida, con un rictus de terrible agonía. 

Lew aparta la vista y ve a su socio Seamus que no ha sufrido su misma suerte. Por dentro se alegra, pero en lo más hondo siente que algo está volviéndole loco, algo que nunca pensó que estuviera presente o siquiera existiera está con ellos. Algo inexplicable, algo oculto...algo de otro mundo.

Entonces cae en la cuenta. 

Nosotros no somos los importantes...solo somos un estorbo...buscan a Erich...

Lew se gira para ver si el cuerpo del director sigue ahí...

Seamus con la mano temblando visiblemente empuña a pistola y apunta hacia las alturas.

- ¡DA LA CARA! ¡MALDITA SEA!